Punta de Teno el Tenerife virgen
La esquina más salvaje y solitaria de Tenerife, en el extremo noroccidental de la isla, es el edén perfecto para disfrutar de unos días de revitalizante contacto con la naturaleza: excursiones en bicicleta por las faldas del Teide, rutas a pie por los húmedos bosques de laurisilva, paseos en canoa bajo inmensos acantilados marinos… Todo ello sin necesidad de abandonar esta remota y sorprendente especie de "isla dentro de la isla" que tiene incluso su propio microclima y que se mantuvo prácticamente inaccesible hasta hace apenas unas décadas. Aquí, alejados del mundanal ruido, cualquier paseo por sus más de cien kilómetros de senderos homologados reabre el apetito por los frutos y las recetas de una tierra fértil y rica que regala nuevos paisajes a cada momento.
Mountain bike: a pedales por las faldas del Teide
En el Parque Natural de la Corona Forestal, que como su nombre indica forma un anillo completo alrededor del Parque Nacional del Teide, existen cuatro rutas especialmente señalizadas para ir en bicicleta de montaña. La más extensa es la Ruta Norte, que cuenta con 85 km en su trazado principal y otros 52 km en variantes.
Nuestra primera propuesta cicloturista incluye uno de sus tramos, pero para disfrutar más de la experiencia nada mejor que contratar a un guía local que nos facilita bicicletas de última generación y nos acompaña durante todo el recorrido, explicándonos con detalle las peculiaridades de los delicados ecosistemas de la accidentada y vertical orografía del macizo de Teno. Además, nos viene a recoger al hotel con una flamante furgoneta con la que subimos hasta los 1.600 metros de altura, en las faldas del Teide, con lo que casi toda la marcha será en bajada.
Bosques y volcanes
En los alrededores de la Montaña del Cascajo –un volcán, por supuesto–, el paisaje es absolutamente sobrecogedor: hieráticos campos de lava rojiza se yuxtaponen con frondosos bosques de pino canario, cuya áspera corteza delata que ya han sufrido el azote de algún que otro incendio forestal. Según Iván Méndez –nuestro guía–, estos pinos son unos “supervivientes natos”, pues se trata de una variedad autóctona de naturaleza ignífuga.
Casi sin esfuerzo entramos en la Reserva Natural Especial del Chinyero, un volcán de arenas negruzcas que entró en erupción por última vez en 1909, justo al lado de otro volcán que dos siglos antes se había llevado por delante buena parte del puerto de Garachico, un pequeño pueblo situado a 8 kilómetros de aquí.
Poco más abajo entramos en el inframundo de la laurisilva macaronésica, que queda envuelta en una densa nube de niebla. Pedaleamos por un universo tenebroso y aguachinado en el que reina una vegetación similar a la que cubría buena parte del planeta hace 65 millones de años y que hoy apenas subsiste en contados puntos de la Tierra.
Tras varios kilómetros emboscados, regresamos a la civilización para recuperar fuerzas en una bodeguita con vistas en la que sirven queso asado con mojo rojo y miel de palma, bacalao con batata, asado de carne de cabra... Todo, delicioso.
Llegamos al hotel con el paladar endulzado, nada cansados –apenas hemos hecho 42 km, con 1.800 metros de bajada por sólo 200 metros de ascensión–, pero con la sensación de haber descubierto un espacio natural lleno de atractivos. Nunca habíamos visto, sentido y respirado tantos paisajes y microclimas distintos en tan pocos kilómetros.
Excursiones a pie: senderos sin fin
Gracias a una extensa red de senderos señalizados, el Parque Rural de Teno brinda infinidad de itinerarios de todos los niveles.
Si estamos alojados en Buenavista, por ejemplo, una ruta de acceso inmediato al espectacular y vertiginoso Barranco de Bujamé es la PR-TF 58 Camino del Risco, que asciende por un primitivo sendero hasta los verdes prados de Teno Alto y el caserío de Los Bailaderos, donde se puede comer uno de los mejores quesos frescos artesanos de las islas Canarias. La ruta pasa entre el Roque de Marrubio y el Roque de la Cruz. También junto a los restos de un antiguo tagoror, lugar de reunión de los dirigentes de la comunidad en la época de los guanches. Curiosamente, este escarpado camino se conoce localmente como "la bajada de los muertos", pues en tiempos no tan pretéritos –según cuentan, hasta la década de los setenta– se usaba para bajar a los difuntos desde Teno Alto, donde no había cementerio, hasta Buenavista. Prueba de ello es la Cueva de los Ataúdes, donde aún se conservan las dos humildes cajas comunitarias –una de niño y otra de adulto– con las que se realizaba la pesarosa procesión.
Dada la orografía del macizo de Teno, casi todas las rutas de la zona están conectadas entre sí, de manera que se pueden combinar creando itinerarios a medida de cada cual, en función del tiempo disponible o las ganas de caminar. Por ejemplo: una vez en Los Bailaderos, se puede seguir hacia el este por la PR-TF 57 Callejón de Teno hasta Cuevas del Palmar, o bien hacia el oeste, por la PR-TF 51, hasta el faro de Punta de Teno. Es aquí, en el punto más occidental de la isla, donde se puede vivir una puesta de sol inolvidable, con el dorado sol alumbrando los acantilados de los Gigantes.
Canoas entre gigantes
En tiempos de los guanches, estas paredes basálticas de 600 metros de altura recibían el inquietante nombre de “Muralla del Infierno”. Hoy se las conoce como Acantilados de Los Gigantes y su inaccesibilidad ha conservado el lugar como un auténtico santuario. Además, son el lugar ideal para vivir una jornada de recreo a bordo de un kayak de mar, pues estas aguas quedan siempre protegidas de los imperantes vientos alisios por los propios acantilados, que ejercen de barrera natural, y el mar permanece en perenne calma.
La excursión comienza en el puerto deportivo de Los Gigantes, tiene una duración de 2 horas y se realiza en compañía de monitores que guían al grupo, mostrando las singularidades de este increíble paraje. Es una actividad apta para todo el mundo y no requiere experiencia. Además, una lancha de seguimiento realiza las tareas de asistencia ante cualquier eventualidad. Se utilizan kayaks tipo canoa –biplaza e individuales– de iniciación, totalmente estables y autovaciables. Información y reservas: Teno Activo.
Trekking, kayak y snorkel en fondos cristalinos
La bahía de El Eco es el lugar perfecto para darse un baño y explorar el fondo marino practicando snorkel en sus aguas transparentes, que a pie del acantilado sólo alcanzan los 30 metros de profundidad.
La misma excursión en canoa-kayak también se puede iniciar en la playa de Masca, después de descender a pie –son 5 km de caminata– por el barranco del mismo nombre, regresando a remo hasta Los Gigantes después de una visita a la bahía de Barranco Seco.
Avistamiento de cetáceos
También frente a la costa de Los Gigantes, pero en aguas más profundas, se avistan delfines e incluso ballenas. Lo ideal es embarcarse después de la excursión en kayak, pues un barco de 36 plazas zarpa desde el mismo puerto deportivo. El paseo tiene una duración de 2 horas. Durante el regreso, el barco fondea 15 minutos en la bahía de Masca, para disfrutar de un último baño a los pies de los acantilados.
Un hotel para desconectar
Situado en este retirado enclave del noroeste de Tenerife y con unas espléndidas vistas sobre el océano, el hotel resort Melià Hacienda del Conde es el campo base perfecto para pasar unas vacaciones activas y, a la vez, relajantes en la zona de Teno. Sus amplias habitaciones, sus piscinas, el spa, una cuidada oferta gastronómica y su condición deadult-only lo convierten en el destino favorito de los visitantes en busca de tranquilidad.
Reserva tu Vueling a Tenerife y aventúrate a conocer el macizo volcánico de Teno.
Texto de Sergio Fernández Tolosa de Con un par de ruedas
Fotos de Sergio Fernández Tolosa y Teno Activo
+ info
La cara montañosa de Mallorca
Mallorca es mundialmente conocida por sus playas y calas, pero la Sierra de Tramuntana, que se eleva más de mil metros sobre la costa norte de la isla, es un auténtico paraíso para los aficionados al senderismo. A través de este paisaje sorprendentemente rocoso, tapizado por tupidos bosques y salpicado de acogedores pueblos que conservan la esencia natural de antaño, una compleja red de sendas y caminos históricos han permitido crear una ruta senderista de gran recorrido que descubre, de un extremo a otro de la sierra, el relieve más accidentado e insólito de Mallorca, a la vez que exhibe la rica herencia cultural de la región. Se trata de la Ruta de Piedra en Seco, también conocida como GR-221, cuyo trazado de 120 km se puede realizar de forma integral o por sectores. Para los que no disponen de tantos días, hemos decidido seleccionar tres de los mejores tramos de toda la travesía.
1. Ses Basses y La Trapa, un excepcional mirador de Sa Dragonera
Comenzamos a caminar en el Coll de Sa Gramola, accesible por carretera desde Andratx. Desde aquí, una pista forestal se dirige hacia el oeste, en dirección a la caseta de Ses Basses. Más allá, el camino pierde anchura y nos conduce a una zona muy panorámica en la que encontramos diversos miradores orientados al mar. Paso a paso, la vereda se integra más y más en el agreste paisaje, que compone un escenario abrupto y sensacional, con la inconfundible silueta de la isla de Sa Dragonera sobresaliendo del mar como telón de fondo. Tras un descenso por un sendero flanqueado por la vegetación, llegamos al antiguo monasterio trapense, que se encuentra en obras de restauración (el proyecto contempla abrir un refugio para excursionistas). El regreso lo haremos por el mismo itinerario.
Recomendaciones:
Se trata de una ruta fácil, de 15 km entre ida y vuelta, ideal para realizar en una mañana.
Accesos: El Coll de Sa Gramola se encuentra a 5 km de Andratx yendo por la carretera Ma-10, y tiene espacio para aparcar. Si disponemos de dos vehículos, podemos alargar la excursión más allá de La Trapa, hasta Sant Elm, donde previamente habremos aparcado un coche. Del Coll de Sa Gramola a Sant Elm hay 13 km de caminata en total. Es importante llevar agua, pues no hay fuentes y escasean las sombras.
2. Camí de s’Arxiduc: un balcón de altos vuelos entre Valldemossa y Deià
La excursión se inicia en la Real Cartuja de Valldemossa, antigua residencia del rey Sancho I de Mallorca. Abandonamos el pueblo siguiendo las marcas de pintura blanca y roja del GR-221, por una pista pedregosa y de fuerte pendiente que culmina en el refugio de Es Cairats, que permanece cerrado. Cabe señalar que el trazado original del GR-221 era muy distinto al actual, pues pasaba por la cumbre de la Talaia Vella, desde donde enlazaba directamente con el Camí de s’Arxiduc. En el nuevo trazado, durante el ascenso por la pista que lleva a Es Cairats, podremos ver antiguos hornos de cal, carboneras y los pequeños refugios en los que vivían los encargados de explotar los recursos de este magnífico encinar.
A partir del refugio, la pista se convierte en senda y muy pronto se alcanza una zona agreste y despejada. Las señales del GR-221 nos guiarán hasta la cumbre del Puig Gros, el Pla des Aritges y Es Caragolí, donde la ruta conecta, por fin, con el panorámico Camí de s’Arxiduc. Antes de desviarnos y empezar a perder altura hacia Deià, es absolutamente recomendable caminar algunos metros más –aunque luego debamos retroceder sobre nuestros pasos– por este emblemático camino, que recorre el lomo de la sierra y fue mandado construir por el archiduque Luis Salvador de Habsburgo-Lorena a finales del siglo XIX exclusivamente para poder disfrutar del paisaje.
Recomendaciones:
Aunque son sólo 13 km, la ruta es de dificultad media-alta, por los desniveles y por el tipo de terreno, muy pedregoso e inclinado en algunos tramos.
Accesos: Podemos dejar el coche en Valldemossa y regresar después en autobús desde Deià.
3. De Sóller al Santuario de Lluc: un fin de semana en el corazón de la sierra
Uno de los sectores más espectaculares y variados del GR-221 –además de uno de los más accesibles y mejor acondicionados– es el que une la histórica población de Sóller y el Santuario de Lluc. El tramo suma un total de 35 km y es perfecto para dividirlo en dos etapas de 19 km y 15 km respectivamente, pernoctando en el refugio guardado de Tossals Verds.
Etapa 1: El primer día, las señales del GR-221 nos conducen desde el centro de Sóller hasta el bucólico barranco de Biniaraix, por el que ganamos un considerable desnivel, hasta el Coll de l’Ofre y el embalse de Cúber. A partir de aquí, los más expertos pueden ir hasta el refugio de Tossals Verds por la nueva variante del Pas Llis, que implica una ascensión extra y un breve y sencillo paso equipado. La otra opción es el viejo camino que da la vuelta por el Coll des Coloms, que no entraña ninguna dificultad.
Etapa 2: Tras recuperar fuerzas en el refugio, el GR-221 continúa hacia los panorámicos Coll des Prat y Coll des Telègraf. Desde aquí, un largo descenso nos conducirá hasta el santuario, caminando siempre por un sinuoso camino que se abre paso a través de un bosque de encinas, descubriendo antiguos pozos de nieve que han sido recientemente restaurados.
Recomendaciones:
Es una travesía de dos días de dificultad técnica media-alta que cuenta con desniveles considerables –la ascensión acumulada supera los 1.100 metros diarios– y descensos prolongados por sendas. El terreno es rocoso y requiere calzado de montaña, además de bastones de trekking. Aunque está señalizada con estacas, hitos y marcas de pintura, conviene llevar un buen mapa excursionista, como el de Editorial Alpina. Para pernoctar en el refugio de Tossals Verds es recomendable realizar la reserva con antelación, pues las plazas son limitadas (web).
Accesos: Desde Palma, a Sóller se puede llegar en autobús, pero también en el viejo ferrocarril de Sóller, que realiza el trayecto a diario desde 1912. Desde Lluc se puede regresar a Palma en los autobuses de la línea L330.
¿A qué esperas para descubrir los parajes ocultos de la isla de Mallorca? Consulta nuestros vuelos aquí.
Texto de Sergio Fernández Tolosa & Amelia Herrero Becker, de Con Un Par de Ruedas
Fotos de Con Un Par de Ruedas
+ info