A 30.000 pies por viajeros para viajeros

RUTA DE 6 DÍAS POR EL NORTE DE GALICIA

Corcubión, A Coruña, Finisterre, Lugo... Son solo algunos de los lugares de ensueño a los que acceder en coche desde Santiago en una ruta por la Galicia menos conocida.

Pese a que suelen ser las Rías Baixas, con sus bonitas playas, su estupenda gastronomía y su particular microclima mediterráneo, las que acogen a un mayor número de viajeros cada año, el norte de Galicia cuenta también con muchos secretos, algunos de ellos todavía muy bien guardados.

Entre ellos, las playas de la Costa da Morte, muchas de las cuales aún no han sido descubiertas por el turismo de masas y son un auténtico paraíso virgen en el que, además, se come de fábula. Completan la postal pueblecitos de cuento, espectáculos naturales nunca vistos, cascadas, ríos, montañas, puestas de sol, mariscadas, juerga, cultura... Esta ruta circular, que empieza y acaba en Santiago, nos va a regalar varias jornadas de cultura, naturaleza y diversión, aderezadas con una de las mejores gastronomías del mundo. ¿Quién se apunta?

Primera parada: Santiago de Compostela

Es recomendable destinar al menos un par de días a visitar Santiago, una ciudad pequeña y pintoresca que, sin duda, se encuentra entre las más bonitas de España gracias a su monumental casco antiguo empedrado y a un encanto difícil de precisar, pero siempre arrollador. No podemos abandonar Santiago sin probar el mítico pincho de tortilla de La Tita (cuidado: hay colas), visitar la Plaza del Obradoiro, el Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC), pasear por el Parque de la Alameda y hacer una parada en el Mercado de Abastos para comer marisco de primera con un toque de autor en el inefable Abastos 2.0.

A Costa da Morte: playas de cuento

Es muy fácil enamorarse de este tramo de costa donde el mar y la naturaleza se dan la mano como en pocos lugares del mundo. La Costa da Morte, con sus numerosos recovecos y sus pueblecitos de pescadores libres de turistas, presume de hermosas playas rodeadas de paisajes verdes y ondulados, como Boca do Río, una postal llena de contrastes, o Gures (una suerte de Caribe gallego al que se accede a través de un bosque). Louro, Carnota, Langosteira o Laxe son otras playas de visita obligada en la Costa da Morte si el tiempo acompaña, aunque también nos encanta la playa urbana de Corcubión, una localidad siempre animada con un centro histórico alegre y marinero, cuya gran playa es un lugar ideal para hacer un alto en el camino en cualquier momento de la ruta. Otra visita obligada en la zona es la Fervenza de Ézaro, una imponente cascada enclavada en un hermoso paisaje, en la desembocadura del río Jallas, reclamo turístico –y con razón– donde los haya.

Finisterre, la puesta de sol por excelencia

Llegar hasta Finisterre para contemplar la puesta de sol es toda una experiencia desde que iniciamos la ruta. Accederemos a esta pequeña localidad, que en su día fue considerada el fin del mundo, por una hermosa carretera serpenteante con vistas al mar. Desde lo alto, contemplaremos las aguas del Atlántico al tiempo que el sol empieza a caer.

Nada mejor que llevar algo de ropa de abrigo (en Galicia siempre refresca por las tardes) y un pequeño tentempié, sentarnos sobre una roca, observar cómo el sol cae sobre el Atlántico e imaginar por un momento, como hicieron muchos otros antes que nosotros, que no hay nada más allá. Si queremos comer en Fisterra, nada mejor que ocupar mesa en O Semaforo de Fisterra, con su cocina casera elaborada con productos frescos, y acabar tomando una copa (mejor si es un vino gallego, que el sector está que se sale) en un lugar tan singular e inclasificable como el Bar A Galería. ¿Apetece una puesta de sol algo menos concurrida? La Playa de Lires es también un lugar perfecto para verla.

A Coruña, la capital de festejos

Dicen en Galicia que "Vigo trabaja, Pontevedra duerme, Santiago reza y A Coruña se divierte". Y tienen razón, porque nada más pisar A Coruña enseguida se siente ese espíritu juerguista y ‘bon vivant’ que invita a disfrutar de la vida, dejarse llevar por la alegría que se respira siempre en sus calles y brindar por cualquier cosa en una de sus numerosas tabernas concentradas alrededor de la plaza de María Pita. Si nos da tiempo, nada mejor que alquilar una bici y recorrer sus 13 km de Paseo Marítimo, el más largo de Europa. La Torre de Hércules, la Casa de las Ciencias, el Aquarium y restaurantes tan solventes como Arbore da Veira o Bido, alta gastronomía con sello gallego, son algunos de los reclamos de esta ciudad que debemos fotografiar, sí o sí, al caer la tarde, desde lo alto de los jardines de San Carlos.

Lo mejor es guardarse un par de días para descubrir sin prisas la capital gallega. Proponemos una ruta por A Coruña en este post.

La Playa de las Catedrales

Uno de los grandes reclamos de la provincia de Lugo es la emblemática Playa de las Catedrales. Tendremos que reservar previamente para poder acceder a este milagro natural en forma de gigantescas rocas y arcos creados por la erosión del mar, y asegurarnos de llegar a la arena con la marea baja y, a poder ser, en un día soleado. Situada a 10 km de Ribadeo, ya en la frontera con Asturias, siempre podemos parar en esta bonita localidad de casas blancas y calles empinadas que bajan al puerto para disfrutar de una tapa de pulpo y un vino (en taza, como manda la tradición) en A Queimada.

El trayecto desde A Coruña hasta la Playa de las Catedrales nos depara algunas paradas imprescindibles. Empezando por Ferrol, una pequeña ciudad abierta al mar en la que se respira armonía y bienestar. O Betanzos, donde probar su emblemática tortilla de patata y recorrer su bonito centro histórico repleto de tascas y de vida, aunque si somos amantes del senderismo nada mejor que dirigirnos al Cabo Ortegal, disfrutar de sus sobrecogedoras vistas y echarnos andar entre sus bosques y mares.

Lugo, la gran desconocida

Pasar una jornada en Lugo es un placer para el viajero, que suele sorprenderse cuando llega sin expectativas a esta pequeña ciudad y se encuentra con un bellezón amurallado repleto de comercios y algarabía. Es obligatorio acercarse a la Muralla Romana, adentrarse en su catedral románica, pasar por la Casa dos Mosaicos (los restos de una domus romana del siglo III) y pasear por algunas de sus placitas, como la Plaza de Santa María, la Plaza do Campo o la Plaza de Abastos, entre muchas otras.

En Lugo, además, se come la mar de bien, como ocurre en cualquier rincón de Galicia, contundentes raciones de platos tradicionales que nos van a dejar saciados y felices. Para comer de maravilla, basta con acercarnos a los alrededores de la Praza do Campo y dejarnos llevar por el ‘flow’ de sus numerosos bares y tabernas. Si nos apetece sentarnos a la mesa y disfrutar de una gastronomía gallega de autor de gran nivel lo mejor es reservar mesa en Os Cachivaches, cuyos arroces quitan el hipo.

Es la última parada antes de regresar a Santiago por una carretera que nos depara pueblecitos auténticos y animados, como Melide o Palas de Rey. Nada mejor que guardar algo de hambre para hacer una última parada en Arzúa (a escasos 20 minutos de Santiago) y ocupar mesa en uno de sus restaurantes más concurridos: Casa Nené, cocina gallega contemporánea en un enclave bonito a rabiar, en pleno centro histórico.

Los atractivos son incontables y el tiempo, como siempre, finito, pero Galicia sigue ahí para seguir obsequiando al viajero con esa calidez tan particular que, una vez descubierta, crea adicción.

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