A 30.000 pies por viajeros para viajeros

2 días en Santiago de Compostela

Cultura, arquitectura, arte, historias de superación sobre travesías por caminos de ensueño, tapas, vinos, algarabía y mucho más. Pasar dos días en Santiago de Compostela es hacerlo en el mismísimo paraíso. ¿Vamos?

Hay ciudades con magia, con magnetismo, y después está Santiago de Compostela, ese rincón del mundo que no se parece a ningún otro y que consigue atrapar con su halo espiritual incluso a los más pragmáticos. Para qué engañarnos, pasar 48 horas en Santiago nunca es suficiente, porque vamos a enamorarnos de cada piedra de sus calles, vamos a querer parar a reponer fuerzas ante un pulpo a feira y un albariño a cada paso, recorrer sus rincones, entrar a sus iglesias y museos y, claro, nos van a faltar horas. Pero algo es algo, así que si queremos comernos Santiago a bocados y tenemos un par de días para hacerlo estos son los planes imprescindibles. ¿Te coges un Vueling con destino a Lavacolla? ¡Te acompañamos a recorrer Santiago de Compostela!

Día 1: Arte, arquitectura, tapas y París-Dakar

Una mañana en la Praza do Obradoiro

Empezamos la mañana en la Praza do Obradoiro donde, por temprano que sea, encontraremos peregrinos exhaustos tirados en cada rincón experimentando algo que probablemente no entenderemos si no has recorrido kilómetros a pie o en bici, lidiando con nosotros mismos y con la adversidad, para llegar a la capital gallega. Si entramos en la imponente catedral podremos visitar el sepulcro del Apóstol Santiago y ver en acción el Botafumeiro. Nuestra recomendación es reservar entrada para poder acceder al Pórtico de la Gloria, la entrada occidental de la catedral románica, considerada una obra cumbre de arte universal.

Ya que estamos en la Praza do Obradoiro, no podemos abandonarla sin visitar el Hostal de los Reyes Católicos, un impresionante edificio construido por orden de los reyes Isabel y Fernando en 1499 que ahora se utiliza como parador. Si no podemos pernoctar o comer en su interior, siempre podemos contratar una de sus visitas guiadas. El Pazo de Fonseca, por su parte, es otro de los grandes edificios de la Praza do Obradoiro, sede de la Biblioteca Xeral y un auténtico templo del saber. Por último, hay que dejar un rato para recorrer las callejuelas de los alrededores y disfrutar del encanto de la Praza da Inmaculada, la de Toural o la de Platerías y, quién sabe, parar a tomar un tentempié en alguno de sus rincones a media mañana.

Un almuerzo con el sello París-Dakar

En Santiago de Compostela existe desde hace años una simpática ruta de tapas denominada París-Dakar, que empieza en un local llamado O París, en Porta Faxeira, y acaba en el Dakar, en Rúa do Franco, de manera que la única condición para el que tapea es empezar y acabar como manda la tradición. Son apenas 160 metros de recorrido, y la tradición de ir pidiendo un vino y una tapa en cada local ha dado lugar a intoxicaciones etílicas de toda índole en esta ciudad de tradición universitaria y festivalera. No hace falta recorrerlos todos ni tomarse un corto en cada uno, pero sí que es interesante visitar al menos algunos de ellos y disfrutar de sus tapas estrella. Una ración de marisco acompañada de un vino en taza en O gato negro, unas xoubiñas en María Castaña, una oreja de cerdo en Orella, unos calamares a la romana en A Coruña, unas almejitas en Mesón 42 y ya daremos la jornada por buena.

De iglesia en iglesia

Seguimos la jornada con una ruta por ese Santiago que aúna historia, arte y arquitectura y que nos recuerda el pasado religioso de esta ciudad que es también hermosísima –más, si cabe– cuando llueve, cosa que ocurre a menudo. ¡Y qué delicia! Una visita al Antiguo Colegio de los Irlandeses, un pazo impresionante situado en la rua Nova del que solo se puede ver la fachada, puede ser una buena antesala para visitar algunas de las iglesias más importantes del centro histórico santiagués: la de San Roque, el Convento de San Francisco o la Colegiata Santa Maria a Real do Sar, un edificio románico del siglo XII que enamorará a los amantes de la historia y a cualquiera que tenga corazón.

Nos sentamos en la mesa de A Tafona de Lucía Freitas

El tapeo está muy bien, pero tras un intenso día nos apetece sentarnos a la mesa y saborear con placidez del mejor producto gallego, del mar a la montaña. A Tafona de Lucía Freitas es un lugar excelente para disfrutar de una cocina gallega contemporánea de altos vuelos, con gran presencia del marisco, en un escenario empedrado evocador a más no poder y con la garantía de una estrella Michelin. Dejen sitio para el postre: son maravillosos.

Día 2: El Santiago contemporáneo

Una mañana en el CGAC

Una visita al Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC) nos hará encontrarnos con la huella de ese Santiago efervescente y estudiantil que se oculta tras las piedras de sus callejuelas de cuento de hadas. Tras disfrutar de alguna de sus exposiciones de arte contemporáneo, nada mejor que subir al monte Gaiás, en las afueras de la ciudad, y acceder a la Cidade da Cultura, un ambicioso recinto con una sólida programación cultural cuyo impresionante edificio merece por sí solo una visita. Lo mejor es consultar su programación hasta encontrar la actividad que más se ajusta a nuestras necesidades. Podemos hacer una visita guiada.

A comer al mercado: Abastos 2.0

Probablemente no encontraremos sitio en este lugar maravilloso si no reservamos antes, ya que el popular Abastos 2.0, situado en el mercado de Abastos, está siempre hasta los topes. Y no es para menos: sus productos de primera se adquieren a diario en el mercado, de manera que podremos disfrutar de los mejores pescados y de carnes y verduras de excepción cocinados siempre con la técnica precisa, con sabiduría y, por qué no, ese punto de jeta que hace que la cocina de Iago Pazos y Marcos Cerqueiro sea tan especial. Si es posible, lo ideal es reservar en la barra.

De Paseo: el Parque de la Alameda

Nada mejor tras comer en Abastos 2.0 que acercarse paseando hasta el Parque de la Alameda, que separa la ciudad antigua de la nueva, y disfrutar de su tranquilidad con un recorrido por su entorno siempre verde entre sus monumentales árboles. Una foto con las Marías y, tal vez, una incursión en la parte nueva de la ciudad para disfrutar de su oferta de tiendas y restaurantes más contemporáneos, nos mantendrán ocupados en nuestra última tarde en la ciudad, que acabaremos con una cena por todo lo alto mientras vamos reservando un Vueling para una segunda incursión.

Una cena en Casa Marcelo

El de Marcelo Tejedor es uno de los grandes nombres de Santiago, que abrió su Casa Marcelo hace veinte años y sigue dando guerra sin renunciar a ese aire informal y a esa cocina ambiciosa y solvente que le vio nacer. Es imposible no amar esta combinación heterodoxa, juguetona y acertada a más no poder entre la tradición japonesa y gallega, con guiños a la gastronomía china, peruana o mexicana. Parece imposible, ¿verdad? Nada lo es en Casa Marcelo.

La oferta gastronómica da para otro artículo, además de las placitas, restaurantes míticos de tapas –nos hemos dejado incluso la mítica tortilla de La Tita: ¡no tenemos perdón!–, museos y atracciones que ofrece esta ciudad siempre efervescente y culturalmente activa. Un fin de semana en sus callejuelas nos bastará para enamorarnos de ella. ¿Cuándo volvemos a Santiago?

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