El metro es ese sitio con largos y oscuros pasillos en los que cada día se concentran miles de personas que van con prisa de un lugar a otro. Pero no todos los metros son así: algunos, como los que te traemos hoy, son verdaderas joyas arquitectónicas. Te invitamos a descubrir las estaciones de metro más bonitas de Europa.
- Estación de Komsomolskaya, Moscú
Una estación de metro que parece un palacio: así es Komsomolskaya, una de las estaciones más opulentas del metro de Moscú. Construida a mediados del siglo XX, es visitada a diario tanto por los moscovitas que viajan desde la periferia hasta el centro como por cientos de turistas. Un ejemplo de arquitectura estalinista, con columnas de mármol y un recargado techo de estilo barroco, donde además encontramos mosaicos que reflejan la lucha del pueblo ruso por la libertad.
- Estación de metro Toledo, Nápoles
La línea 1 del metro de Nápoles esconde una estación muy especial: Toledo. Inaugurada en 2012, el diario The Daily Telegraph la bautizó como "la estación más bonita del mundo". ¡Y no le faltaba razón! El arquitecto Oscar Tusquets Blanca ideó esta estación como una representación del movimiento del mar, precisamente porque cuando se perforaron estos túneles, los trabajadores que la construyeron se encontraron con el mar. Durante aquellas excavaciones, además, se toparon con los restos de una antigua muralla que hoy también se conserva.
- Metro de Estocolmo
La galería de arte más extensa del mundo se encuentra bajo la ciudad de Estocolmo. Y es que prácticamente todas las estaciones de metro de la ciudad incorporan obras de arte de más de 150 artistas. Muchas de ellas conservan la piedra original sobre la que se excavaron los túneles, decorada con motivos de todo tipo, y en los que uno se siente como en una caverna. Otras cuentan con vidrieras, esculturas o mosaicos ante los que es imposible no pararse.
- Metro de Bilbao
El metro de Bilbao, diseñado en los 90 por el arquitecto Norman Foster, se caracteriza por tener espacios amplios y funcionales en los que la luz natural juega un papel muy importante. Una auténtica joya de arte de acero, hormigón y vidrio que se ha convertido en un atractivo turístico más de la ciudad. Los bilbaínos están también orgullosos de sus "fosteritos", que es como cariñosamente llaman a las curiosas bocas de metro que hay por toda la ciudad.