Descubre 8 rincones mágicos de Cantabria: pueblos de cuento, playas salvajes, montañas infinitas y joyas arquitectónicas que te dejarán sin aliento. ¡Planea ya tu próxima escapada!
Cantabria engancha desde el primer momento. Entre montañas, ríos, pueblos con encanto, playas salvajes y monumentos que sorprenden al pasar, cada rincón invita a parar y mirar. Si buscas un destino que lo tiene todo —naturaleza, historia y buena comida—, apúntate: te llevamos de ruta por ocho lugares de Cantabria que merecen estar en tu lista.
1. San Vicente de la Barquera y otros pueblos con encanto
Si el plan es perderse por pueblos con encanto, aquí tienes varios que lo tienen todo. Bárcena Mayor es de esos lugares que parecen maquetas: casonas de piedra perfectamente conservadas, balcones de madera llenos de flores y el río pasando tranquilo, como si el tiempo fuera a otro ritmo aquí. Carmona es pura esencia cántabra, con sus calles empedradas, tejados rojizos y ese aire de otro tiempo que te invita a pasear sin prisa. San Vicente de la Barquera combina mar y montaña como pocos sitios: aquí toca marisquito fresco, paseo por el puerto y foto con los Picos de Europa de fondo.
Pero no te quedes ahí: acércate también a Santillana del Mar, conocida como la “villa de las tres mentiras” (ni es santa, ni llana, ni tiene mar), pero que es una joya medieval donde cada rincón es digno de foto. Y si buscas algo más secreto, Potes te conquistará con sus puentes de piedra, su ambiente montañés y su cercanía a los Picos, perfecta para cerrar la ruta con un buen cocido lebaniego.
2. Valles Pasiegos: verdes a más no poder
Si quieres un escenario de anuncio, los Valles Pasiegos son tu sitio. Colinas infinitas, vacas pastando a su ritmo y cabañas de piedra repartidas como si alguien las hubiera dejado caer estratégicamente. Los valles están surcados por ríos cristalinos como el Pas, el Pisueña y el Miera, que serpentean entre prados verdes y crean rincones de cuento donde el agua suena de fondo. En otoño, los colores se vuelven de fuego, y en primavera, el verde es tan intenso que casi deslumbra.
Aquí el tiempo parece ir más lento: las carreteras son serpenteantes, los pueblos pequeños y acogedores, y siempre hay un rincón donde sentarse a contemplar el paisaje. Además, es el lugar perfecto para probar sobaos pasiegos, quesadas y mantequilla artesanal, productos que saben aún mejor si los compras en una de las pequeñas queserías familiares de la zona. Y si eres de caminar, hay rutas para todos los gustos, desde paseos fáciles junto a los ríos hasta senderos que suben a miradores con vistas de postal.
3. Playa de los Locos, si te va el surf
Playa de Merón (San Vicente de la Barquera)
Olas potentes, ambiente surfero y unas vistas desde el acantilado que te dejan sin palabras. Además, en Cantabria hay mil opciones para aprender o mejorar: desde clases individuales hasta cursos en grupo o surf camps de varios días, perfectos para sumergirte de lleno en el estilo de vida surfero.
Pero no te quedes solo en los Locos: Somocuevas y Langre son otras playas míticas para coger olas, cada una con su encanto. Pero si lo que buscas es desconectar del todo, Pechón es tu refugio: pequeñas calas escondidas, silencio absoluto y atardeceres de postal que parecen pintados a mano.
4. Picos de Europa y el teleférico de Fuente Dé
Subirse al teleférico de Fuente Dé es casi obligatorio. En pocos minutos pasas de la base del valle a 1.823 metros de altura, y cuando llegas arriba… ¡boom! Un mar de montañas a tu alrededor. Si eres de caminar, hay rutas de todos los niveles, desde paseos tranquilos hasta trekkings que te dejarán sin aliento (en el buen sentido).
5. El Capricho de Gaudí y otras joyas arquitectónicas
En Comillas te espera una de las obras más divertidas de Gaudí: El Capricho. Colores, formas y detalles que parecen sacados de un sueño modernista. Es el tipo de sitio en el que no paras de mirar para arriba y para abajo porque cada rincón tiene algo especial. Pero Comillas tiene más: el Palacio de Sobrellano, con su aire neogótico, y el cementerio modernista, coronado por un ángel que vigila el horizonte.
6. Altamira: un viaje a la Prehistoria
No puedes irte sin visitar la cueva de Altamira, donde descubrirás las pinturas rupestres más famosas del mundo. Es como un viaje de 14.000 años en el tiempo, pero sin máquina del tiempo. Y lo mejor: es tan alucinante para adultos como para niños.
7. Parque Natural de Oyambre: naturaleza en estado puro
El Parque Natural de Oyambre es uno de esos lugares donde parece que la naturaleza lo ha pensado todo para sorprenderte. Aquí encontrarás playas salvajes como Oyambre y Merón, perfectas para pasear por la arena o lanzarse a por unas olas. Hay dunas, marismas y acantilados que cambian de aspecto con la marea, creando paisajes que parecen diferentes cada vez que los visitas. Es también un paraíso para los amantes de las aves, ya que en sus marismas se pueden observar especies migratorias durante gran parte del año.
8. Santander: capital efervescente junto al mar
Santander es la mezcla perfecta de ciudad viva y paisaje costero. Sus playas urbanas, como El Sardinero, invitan a pasear o tumbarse al sol con vistas al Cantábrico, mientras que su paseo marítimo es ideal para recorrer en bici o a pie. Si hablamos, prepárate para comer de lujo: desde las clásicas rabas en una terraza frente al mar hasta propuestas de autor en restaurantes de moda, Santander es un destino que se saborea en cada esquina.
Si sigues la ruta de la arquitectura, no te pierdas el Palacio de la Magdalena, con sus vistas espectaculares a la bahía y su historia como residencia real de verano. Si buscas algo más contemporáneo, visita el Centro Botín, diseñado por Renzo Piano, que se ha convertido en todo un icono cultural frente a la bahía de Santander.
Cantabria está más cerca de lo que imaginas. ¡Vuela y descúbrela con todos los sentidos!
