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18º Festival Internacional de Cine de Marrakech

Del 29 de noviembre al 7 de diciembre se celebra en Marrakech una de las citas culturales más importantes de Marruecos. El Marrakech International Film Festival cumple su edición número 18 y promete volver a ser un punto de encuentro imprescindible para los amantes del cine.

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¿Tienes cuatro días por delante? ¡Pon rumbo a Marrakech!

Marrakech es una ciudad fascinante, repleta de atractivos para el viajero tanto culturales como arquitectónicos, artísticos, gastronómicos y, por supuesto, humanos.

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Comida callejera en Marrakech

La comida callejera vive un boom en muchos países europeos. Una fórmula que causaba un poco de rechazo por parecer poco higiénica, arrasa ahora en muchas ciudades de Europa y cada año cuenta con más adeptos.

En cambio, es difícil concebir otros países o sociedades sin sus puestos de comida. Como en Estados Unidos, donde los "food trucks" son una auténtica institución y escaparate para los jóvenes cocineros emprendedores que tienen, de este modo, visibilidad sin invertir en un caro establecimiento. En países, como Turquía, China, Nigeria, Pakistán o en toda latinoamerica, forma parte del día a día.

Comer en un puestos callejero es una experiencia más en cualquier viaje; la manera de probar los platos más característicos del país sin los adornos que encontrarías en restaurantes, mezclándote con la gente y entablando conversación. Además, a precios muy económicos.

La exótica Marrakech es la capital culinaria de Marruecos y su centro neurálgico, la concurrida plaza de Jamaa el-Fna y sus alrededores. Aquí la actividad no cesa en todo el día.

Por la mañana, los puestos de zumos comparten espacio con tatuadores y encantadores de serpientes (y de turistas). Por unos 4 dirhams, puedes tomar un zumo de naranja que te exprimen allí mismo y que te ayudará a sobrellevar un poco el calor.

A primera hora de la noche, es el momento en el que llegan las carretillas cargadas de mesas y enseres de cocina. Se encienden la parrillas y la gran explanada de Jemaa el Fna se convierte en un gran comedor. Un mar de humeantes puestos callejeros con ofertas para todos los gustos y bolsillos. Desde riquísimas brochetas de cordero o pollo, galletas y dulces a base de miel, almendras y dátiles que venden en carretillas por toda la plaza.

Las paradas de Jamaa el-Fna están numeradas (aunque desordenadas) y puedes encontrar muchas recomendaciones de las mejores: el pescado fresco en la 14, en la 5 el mejor té a la menta o la famosa parada número 31, que tienen fama de servir las mejores salchichas.

Una norma universal del buen viajero es "allá donde fueres, haz lo que vieres". Aquí tiene todo el sentido. No todos los puestos tienen la mejor calidad. Lo ideal, por tanto, es acercarse a aquellos en los que veas marroquíes comiendo.

He aquí una muestra de lo que podrás encontrar en los puestos de comida callejera de Marrakech.

- El pan crujiente (khobz) es uno de los elementos básicos de la gastronomía de Marruecos, que se suele cocer en hornos de leña. Entre las diferentes clases de pan, encontramos el baghrir (parecido a un crêpe esponjoso y con agujeros), la harsha (que se elabora con sémola de trigo) o el rghaif (pan semi-crujiente de forma rectangular), que se acompañan o rellenar con alguna guarnición.

-El tajine, un estofado de cordero al que se le añade limón y especias.

- El merguez, una salchicha picante y de intenso sabor.

- La cabeza de cordero al vapor o la sopa de caracoles son dos opciones más "exóticas" para el que busque nuevas experiencias gastronómicas. Se consideran verdaderos manjares pero no suelen ser muy del gusto de la mayoría de turistas.

- Marruecos es uno de los mayores exportadores de sardinas y este pescado se encuentra en muchos puestos. Se preparan a la plancha y se suelen rellenar de una pasta picante de chermoula, una típica marinada que lleva tomate, cilantro, chile, limón y ajo.

- Para los vegetarianos, las humeantes y sabrosas rodajas de berenjena frita puede una buena opción.

- Dulces como el briwat (triángulos fritos de pasta de filo) y shebakia (las galletas de sésamo en forma de flor).

- Frutos secos a miles! entre dátiles, garrapiñadas, almendras, nueces, pasas o higos .

- Para beber, el té a la menta a cualquier hora del día, la bebida típica en Marruecos, a la que llaman para bromear“Whisky marroquí” o “Whisky bereber” por su parecido en el color. Aunque evidentemente no lleva alcohol.

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Marrakech en colores

Si París es la ciudad de la luz, y Lisboa la ciudad blanca, Marrakech es conocida como la ciudad roja por el color de sus muros y de muchas de sus construcciones. Pero basta pasearla un poco para darse cuenta de que el rojo se queda corto. Por eso, os proponemos una visita en colores a una de las ciudades más fascinantes de Marruecos.

BLANCO: Nada más aterrizar, sacaréis la cámara, seguro. Y es que el aeropuerto Marrakech Menara es la primera sorpresa del viaje. Es uno de los más importantes del país, y entre 2006 y 2008 se hizo una ampliación que incorporó una impresionante estructura blanca que combina elementos modernos y tradicionales, y juega con las luces y las sombras, provocando un efecto diferente según la hora del día.    

VERDE: Los marroquíes son gente muy acogedora, así que cuando lleguéis a vuestro alojamiento, seguro que enseguida os ofrecerán un té a la menta. Será el primero, pero no el último. Podría decirse que es, casi casi, la bebida “oficial” de la ciudad, y veréis menta por todas partes. Además de la que os pongan en el té, vale la pena meterse en el zoco y buscar una pequeña parte, menos turística, donde, además de pijamas y aceitunas, encontraréis algunos puestos de venta de menta. Mientras estuvimos allí, muchas mujeres se acercaron a comprar y eligieron decididas el ramillete que preferían. Al parecer, hay muchos tipos diferentes, ¡pero ni la fotógrafa ni yo fuimos capacesde diferenciar unos de otros!  

NARANJA: Y si el té a la menta es la bebida oficial de la ciudad, en Jamaa el Fnaa lo que se impone es el zumo de naranja. La plaza más famosa de la ciudad, siempre bulliciosa, está llena de carromatos donde os prepararán un delicioso zumo de naranja o de pomelo, a cualquier hora del día. Es imposible no sucumbir a ellos, aunque sólo sea porque llevar uno en la mano es la única forma de que dejen de reclamaros a gritos desde cada puesto de zumos.

AZUL: Un paseo por el Jardín Majorelle es suficiente para entender por qué Yves Saint Laurent y su pareja, Pierre Bergé, se enamoraron del lugar y decidieron comprarlo y restaurarlo. Es, quizá, uno de los lugares más sorprendentes de Marrakech. Lleva el nombre de Jacques Majorelle, un pintor orientalista francés que se instaló allí en 1923, y que en 1931 hizo construir un estudio de un azul tan peculiar que se ha bautizado como “azul Majorelle”. A su alrededor, el jardín es otra obra de arte, viva, pues está lleno de plantas exóticas y especies raras que él traía de vuelta de sus viajes. Además, ahora hay también un pequeño memorial dedicado a Saint Laurent, que salvó el lugar de un proyecto inmobiliario que lo habría hecho desaparecer.

FUCSIA: Se cuela por la ciudad, en el lugar más inesperado. Este color os llamará la atención cuando os sentéis en la terraza de un bar como el Nomad, cuando miréis las vistas de la ciudad, o cuando subáis la escalera de la terraza de la Maison de la Photographie (muy recomendable, por cierto, aunque quizá más por la terraza que por la colección). El fucsia de las buganvilias destaca un poco por todas partes, en azoteas y en ventanas, o por encima de alguna tapia. Es un toque de color puntual, pero que da aún más vida a una ciudad que no para.

NEGRO: es curioso. Seguramente, uno de los últimos colores que asociaríamos con el jabón sería el negro, y en cambio el jabón negro es un producto tradicional muy usado en Marruecos. Lo descubriréis si decidís relajaros en algún hammam, pero no creáis que es un producto “para turistas”: se vende en los mercados y se usa también en los hammams que frecuentan los lugareños (que no tienen nada que ver con los turísticos. Si buscáis experiencias más que relajación, entrad en alguno. Seguro que no lo olvidaréis). La elaboración es bastante artesanal, a base de aceitunas negras y aceite. Es un buen exfoliante y tiene mucha vitamina E, así que os dejará la piel como nueva.   

BEIGE: si habéis decidido alojaros en un riad, es muy posible que el beige sea un color predominante durante vuestra estancia. Los riads son un alternativa muy recomendable a los hoteles, y están cada vez más de moda. Un riad es una casa o un palacio tradicional marroquí con un pequeño patio o un jardín interior. Alojarse en uno de ellos es sumergirse más profundamente en la experiencia marroquí, en un ambiente auténtico. Y la autenticidad viene dada por el respeto a la tradición. Son cada vez más los occidentales que abren riads, y de hecho gracias a ellos se están conservando técnicas como el tadelakt. Durante mucho tiempo, este sistema de revestimiento, a base de cal, fue un símbolo de Marrakech. Poco a poco se fue abandonando, y son ahora los extranjeros los que lo están recuperando. Como Stephan y Xavier, del Riad Snan 13. Ellos apostaron por el beige, el color natural del tadelakt, que ha dado un aire oriental y acogedor a la vez a un riad pequeño de habitaciones preciosas. Un lugar más que recomendable, muy céntrico, donde disfrutaréis de unos desayunos fantásticos y sobre todo de una hospitalidad que sólo tiene un inconveniente: ¡no querréis volver a casa!

¿A qué esperas para disfrutar de esta experiencia única? Consulta nuestros vuelos aquí.

Texto de Anna Guitart

Imágenes de Noemi de la Peña Fillat

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