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Tuttomondo. El último mural de Keith Haring

Ocupa 180 metros cuadrados de la pared sur de la chiesa di Sant’Antonio Abate -el convento de los frailes Siervos de María de la Iglesia de San Antonio-, en Pisa. En este muro pisano dejó la huella de su arte Keith Haring, el reconocido artista de Nueva York, en una obra que quiere transmitir un mensaje de paz y participación de los ciudadanos.

Tuttomondo es el único mural del artista pensado de inicio para ser una obra permanente, a diferencia de sus primeras obras que ejecutaba rápidamente con una tiza blanca en los anuncios publicitarios del metro. Haring se identificó desde el primer momento con el Street Art, el arte de vanguardia de los años 80 que se revelaba contra el sistema tradicional de exposición en galerías. Así nació un modo de contracultura relacionado con los grafiteros y el hip hop. Su arte busca la sencillez gráfica para que pueda ser entendido por todo el mundo a primera vista; utiliza las imágenes como símbolos gráficos.

El gran mural lo creó en 1989 -un año antes de su muerte- y tardó una semana en dejarlo acabado. Tuttomondo se convirtió de este modo en la última obra pública de Keith Haring. Todo llego a raíz de un encuentro casual en Nueva York con un estudiante de Pisa que le propuso la idea. De aquí nació la idea de Tuttomondo, una palabra que resume la idea que tenía el artista de la interacción que buscaba con su público, y las 30 figuras que en él se ven representadas para simbolizar la paz y armonía en el mundo. Cada figura tiene un papel dentro de su engranaje; de este modo, los hombres con el delfín representan la relación del hombre con la naturaleza, las figuras “humanas tijeras” son símbolo de la solidaridad al derrotar a la serpiente -que simboliza el mal- o la mujer con el bebé representa la maternidad.

Los colores también tienen una gran importancia, y es que Haring escogió para pintar el mural los tonos de los edificios de Pisa, para que guardara armonía con el medio.

Imagen de Cutiekatie

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Ericsson Globe: El London Eye sueco

Muchas ciudades se esmeran por tener un icono que incluso divisando su sombra pueda ser identificable: la Torre Eiffel, la Torre de Pisa, la Sagrada Familia, el Empire State… Los ejemplos podrían ser numerosos.
 En Estocolmo uno de esos nuevos iconos está representado por el Ericsson Globe, se trata del edificio esférico más grande del mundo: 16.000 espectadores, 110 metros de diámetro y una altura interna de 85 metros.

Encima de este impresionante edificio los suecos quisieron construir el ojo que permitiera a locales y turistas apreciar el skyline de Estocolmo a 130 metros de altura. Se trata del Skyview, un funicular que mediante góndolas de acero y cristal realizan un recorrido por la parte exterior del estadio.
 Son dos góndolas que transportan 16 personas en dos rieles de forma simultánea. Los visitantes podrán contemplar en 20 minutos las 14 islas que confirman la capital sueca.

Por Eddy Lara Brito

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IDEAS DE RUTAS EN COCHE POR ESPAÑA Y MÁS ALLÁ

Vámonos de roadtrip para descubrir qué se esconde más allá de las grandes ciudades. Te proponemos varias rutas para que alquiles un coche y las recorras a tu aire.

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Las Torres de Bolonia

Causan profundo impacto las construcciones que desafían a la gravedad con su inclinación; aunque esta peculiaridad que las hace famosas también puede acabar por destruirlas. Si Pisa tiene su Torre Inclinada o Venecia tenía el Campanario inclinado de San Marcos – reconstruido tras desplomarse la construcción original en 1902 -, Bolonia cuenta con inclinadas torres medievales – uno de los elementos más característicos e iconos de la ciudad – que han desafiado terremotos, bombardeos y, en general, el descuido del hombre.

La historia de estas torres es muy curiosa. Los cálculos más moderados hablan de unas 100 torres que atestaban la ciudad medieval de Bolonia, algunas de ellas llegaban incluso a alcanzar los 100 metros de altura. Estas torres se construían con el fin de demostrar el poder de los linajes familiares, más ricos en tanto más alta era la torre. Con el paso del tiempo las torres fueron demolidas o se derrumbaron por si solas y, las que aguantaron en pie, fueron tomando otros usos – cárceles, viviendas o tiendas.

Entre las torres más significativas que todavía se conservan destacan la torre Garisenda y la torre Asinelli. De ellas hace mención Dante Alighieri, que vivió en Bolonia, en la Divina Comedia. Se puede visitar la torre de Asinelli ascendiendo por sus casi 500 escalones. Tiene 97,6 metros de altura y una inclinación con respecto a la vertical de 3,2 metros, mientras que la torre Garisenda, que se encuentra a su lado, tiene 48 metros de altura y una inclinación menor.

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