A 30.000 pies por viajeros para viajeros

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Palmengarten

Frankfurt cuenta con gran cantidad de parques y espacios verdes pero uno de los más importantes es el Palmengarten, con sus 20 hectáreas de superficie que albergan todo tipo de especies vegetales, entre las que destacan 300 especies diferentes de palmeras que se encuentran en una antigua estación de metro espectacular, además de un buen número de pájaros exóticos.

Este jardín botánico está muy bien cuidado y organizado, y es una buena opción para dar un paseo si quieres pasar un día tranquilo, disfrutando de la zona de vegetación tropical y de sus centenares de especies de flores y plantas de todo tipo que van desde las plantas carnívoras a los cactus en sus diferentes jardines temáticos.

En Palmengarten se organizan además una gran cantidad de actividades culturales y exposiciones durante todo el año.

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La Línea Roja

La mejor manera de autoguiarse y conocer Hanóver a tu ritmo es seguir el recorrido de su Línea Roja (Roter Faden) pintada en el suelo. No tienes más que seguir los 4.200 metros de la zigzagueante línea roja que te llevará a través de los 36 lugares más importantes de la ciudad, encontrándote a tu paso monumentos, museos, fuentes, jardines y edificios imprescindibles para conocer Hanóver. Y no son pocos, ya que Hanóver, la capital de la Baja Sajonia, es una de las ciudades con más importancia cultural y arquitectónica de todo el país.

El recorrido empieza enfrente de la Oficina de Turismo y acaba en la plaza Ernst-Augusty, frente a la Estación Central pasando por la Ópera, el Museo Histórico, la Iglesia de Santa Águeda, el nuevo Ayuntamiento o el Museo August Kestner entre otros muchos interesantes lugares.

Imagen de Heidas

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Versalles La casa del Rey Sol

Cuando uno llega a Versalles entiende por qué fue la joya del reinado de Luis XIV. Partiendo de una mansión de caza de su padre, el Rey Sol construyó el palacio más grande de Europa. Los opulentos interiores y los esplendidos jardines se prepararon para alojar hasta 20.000 personas. Se contó con los mejores arquitectos y artistas: Louis Le Vau y Hardouin-Mansart diseñaron el edificio, Charles Le Brun los interiores y André Le Nôtre reformó los jardines. Todo estaba listo para recibir a la corte.

El palacio más grande de Europa

Las estancias principales de la residencia están en la primera planta. Ahí se encuentran los Aposentos del Rey y de la Reina, que se ubican alrededor del Patio de Mármol que está tras la última reja en el acceso al Palacio desde la calle. Si has visto películas como Maria Antonieta de Sofia Coppola o la serie Versailles (recomendamos encarecidamente las dos), sabrás que sus habitaciones eran de todo menos privadas. Las reinas de Francia daban a luz a sus hijos ante la corte y los reyes amanecían diariamente con la curiosa ceremonia de le lever du Roi (el despertar del Rey) en la que nobles y familiares acudían para ver como el monarca se levantaba.

No obstante, el rey tenía lugares en los que poder trabajar, como el Gabinete del Consejo, donde recibía a los ministros y a su familia, o la conocida como Biblioteca de Luis XVI, que se caracteriza por el globo terrestre del soberano y por sus preciosos paneles neoclásicos. Conectando las estancias del rey con las de la reina, está la Antecámara del Oeil-de-Bouef (ojo de buey), llamada así por su gran ventanal. Se dice que la noche del 6 de octubre de 1789 la reina María Antonieta salió de la cama y huyó a través de esta sala hacia las estancias de su marido, donde logró ponerse a salvo, cuando un grupo de revolucionarios invadió el palacio en su búsqueda. Al día siguiente abandonarían por siempre el palacio.

También en el primer piso, en un extremo de la parte del palacio que da al jardín, se encuentran las estancias estatales. De ellas, la más famosa es el Salón de los Espejos, lugar en el que se celebraban las grandes ceremonias oficiales. Con 73 metros y vistas a los jardines, acogió en 1919 la firma del Tratado de Versalles, que puso fin a la I Guerra Mundial. Otras estancias que no te puedes perder son el Salón de la Guerra, contiguo al Salón de los Espejos, con un gran relieve de Luis XIV a caballo pisoteando a su enemigos, el Salón de Apolo y el Salón de Hércules, que alberga la monumental Cena en casa de Simón del pintor Veronés, regalado por la República de Venecia a Luis XIV.

Capilla y teatro de ópera dentro de casa

En la primera planta del palacio está el acceso a la tribuna de la Capilla Real, que utilizaba el monarca y su familia, y también la Galería de las Batallas, resultado de la reforma que Luis Felipe hizo de las antiguos estancias de los nobles, que convirtió en una galería de pinturas históricas y que acoge obras de autores como Delacroix o Gérard.

En la planta baja, son visita obligada los preciosos Aposentos de Mesdames Adelaida y Victoria, hijas de Luis XV, que nunca se casaron y vivieron aquí hasta la Revolución.

El otro gran edificio del Palacio de Versalles es la Ópera Real. Este teatro, construido en 1770 para el enlace entre Luis XVI y María Antonieta, no puede visitarse, pero tiene una interesante temporada lírica que es la excusa perfecta para que pases una velada en el lugar y te sientas como un miembro más de la corte.

Jardines, fuentes y palacios perdidos

Después de visitar el palacio, lo mejor es perderse por sus inmensos jardines y disfrutar de las fuentes. Dependiendo del día, se ofrecen distintos espectáculos, por lo que no está de más que eches un vistazo a la programación antes de planificar tu visita.

Los jardines tienen un trazado formal, con caminos geométricos repletos de arboledas, setos, flores, fuentes y estanques. Fuentes como la de Neptuno, Latona, la Columnata o la Fuente del Dragón son algunas de las que más te impresionarán.  Merece la pena que pasees entre ellas, dejándote llevar hasta el recinto del Trianón, una de las joyas del complejo de Versalles. Aquí encontrarás dos edificios: el Grand Trianón, palacete construido por Luis XIV para evitar la vida cortesana y disfrutar de sus amantes, y también el Petit Trianón, levantado por Luis XV y que terminó siendo el refugio predilecto de la reina María Antonieta, que le añadió un teatrito que es una monada. Además, no puedes perderte el Dominio de la Reina, donde la esposa de Luis XVI recreó un aldea de doce edificios de idealizada estética rural, con campesinos y una granja de animales, a la que acudía para olvidarse de las exigencias del mundo que le tocó vivir.

Coge tu Vueling a París y anímate a acercarte hasta Versalles –está a una media hora en tren- para conocer tan espléndido palacio y sentirte por unas horas como un rey.

 

Texto de Aleix Palau para Los Viajes de ISABELYLUIS

 

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