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El día nacional del tulipán

Todos tenemos en mente los iconos que representan a Holanda, como las bicicletas, los molinos de viento, los quesos o los canales. También es famosa por sus tulipanes y otras flores, que le han dado al país el cariñoso apelativo de la "floristería del mundo". 

El tulipán se planta a finales de otoño para garantizar una primavera llena de color. Literalmente significa "turbante" y se cultivaba originalmente en países como Turquía, Pakistán o Afganistán, donde tenía connotaciones sagradas y adornaba las residencias de los sultanes.

Fue Carolus Clusius (1526-1609), científico holandés considerado uno de los fundadores de la horticultura, el que llevó esta flor exótica, que no lograba echar raíces en ningún otro lugar, hasta este pequeño país europeo. Aquí se adaptó perfectamente a su clima y su suelo, y enamoró a sus habitantes, que la nombraron símbolo nacional.

El tulipán era por entonces un artículo de lujo, por el que se pagaba grandes sumas de dinero. En el siglo XVII se produjo en los Países Bajos la tulipomanía, un periodo de auténtica euforia especulativa con sus bulbos, llegando incluso a cotizar en bolsa, y dando lugar a la primera burbuja económica de la historia por los desorbitados precios que llegaron a alcanzar.

Ahora, los tulipanes forman parte del paisaje holandés y cubren sus llanuras de una alfombra de colores. Especialmente en el pólder del Noreste y en la región de Kop van Noord-Hooland, con los cultivos más extensos del país, y en Bollenstreek, con el famoso parque de Keukenhof, el mayor parque floral del mundo al aire libre, que se cubre en primavera con hasta 7 millones de sus bulbos.

El sábado 17 de enerose celebra el Día Nacional del Tulipán, con el que se da inicio oficialmente a la temporada del tulipán, que va de enero hasta finales de abril. Realmente se celebra por todo el país pero es en Ámsterdam y en su centro neurálgico, la plaza Damm, donde tiene mayor vistosidad.

Hasta aquí llevan los cultivadores holandeses miles de sus tulipanes, convirtiendo la plaza Damm en un mosaico de colores. Turistas y locales acuden para contemplar este hermoso jardín y también para conseguir los ramos que se reparten gratuitamente. ¡Todo el mundo está invitado a recoger su propio tulipán con el que adornar después sus casas o para regalar!

El día nacional del tulipán es tan sólo el preludio de lo que vendrá después, con los más de 1.700 millones de tulipanes que Holanda prevé vender cada temporada. No en vano es uno de sus principales productos de exportación.

Si eres un tulipomaníaco y quieres conocer más sobre esta flor, puedes visitar el Museo del Tulipán de Ámsterdam, dedicado a la historia del tulipán en Holanda y a su contexto histórico. Se encuentra en el barrio de Jordaan, justo al otro lado del puente que sale de la casa-museo de Ana Frank.

Texto de Scanner FM

Imagende Kang-min Liu

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El valle de Aosta

En menos de 1 hora en coche desde Turín puedes llegar fácilmente a la zona de los Alpes Occidentales. Un lugar único, con paisajes típicamente alpinos, grandes valles, lagos, cimas coronadas por castillos y hermosos pueblos valdostanos.

El valle de Aosta cuenta con lugares tan interesantes como el Monte Bianco, el punto más alto de los Alpes y de toda Europa ,y otras grandes montañas como el Monte Rosa (de 4.683 metros), el Cervino (de 4.810 metros) o Gran Paraiso (de 4.061 m) en el Parque Natural Gran Paraiso. Este fue el primer parque natural italiano, que se creó con el fin de proteger el íbice alpino -símbolo del parque- y otras especies alpinas. Aquí se encuentran unas 2000 especies distintas de vegetación sobre las 5.600 variedades catalogadas del conjunto de la flora italiana.

Las vacas son las reinas del valle. Si se visita entre primavera y otoño, seguro que coincidirás con algunas de las exhibiciones de "Batailles de Reines" (batallas de reinas), que organizan los ganaderos de la región para establecer la reina de estas reses, a la que se adorna con ramos de flores para distinguirla de las demás. Es un espectáculo fascinante del que disfrutan lugareños y turistas.

Nosotros tuvimos la suerte de coincidir casualmente un domingo con la batalla de reinas en el bonito pueblo de Cogne, a los pies de Gran Paraiso. Hasta aquí acuden miles de personas para disfrutar de un agradable día al aire libre y admirar de cerca estos animales. Es un espectáculo un poco chocante para el que viene de fuera pero se trata de un evento incruento para los animales.

Estas vacas, producen la Fontina, un queso con denominación de origen del valle. Otro alimento típico de la región es la motzetta, que se sirve en lonchas finas como entrante, acompañada de un pan de centeno. O el jambon de Bosses, que se adereza con hierbas provenzales.

El valle de Aosta es lugar de mitos y leyendas, con magníficos castillos que salpican todo el valle. Tiene un rico patrimonio histórico que cuenta con más de 100 estructuras del Medievo entre castillos, torres de vigilancia o iglesias que se pueden visitar.

Y, a partir del 1 de noviembre,se abre la temporada de esquí en las pista de Cervinia y Valtournenche. Cervinia es conocida como la "tierra de muchas aguas" por la gran cantidad de ríos y lagos que la rodean. Es también uno de los destinos de esquí más famosos de los alpes italianos.

También Chamois, que pasa por ser el pueblo más elevado de toda Europa, a 1815 metros de altitud. Una bonita población entre paisajes idílicos, con un resort alpino cercano. Cuenta con cinco pistas de esquí y rutas de senderismo alpino de gran belleza.

Una de las visitas más habituales que se realizan en el valle de Aosta es la subida al Monte Bianco, partiendo desde la localidad de La Palud. Un trayecto en funicular un tanto intimidante para aquellos que sufrimos de vértigo, pero que merece la pena para tener unas vistas de 360° sobre todo el arco alpino. El trayecto se divide en dos paradas: la primera a 2000 metros de altitud, donde tienes un restaurante en el que probar sus especialidades culinarias en una agradable terraza. También se puede visitar el jardín botánico alpino. La segunda parada es en el refugio Torino, a 3.375 metros de altitud. Desde la parada de funicular, todavía deberás subir una empinadísima escalera de metal y, si tienes un poco de suerte y el cielo está despejado, podrás disfrutar de las magníficas vistas de las montañas nevadas.

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La trufa blanca, la reina del Piamonte

Si hay un producto preciado en el mundo de la gastronomía, ese es la trufa. Unos simples huevos fritos pueden pasar a convertirse en un auténtico manjar, y sólo con unas laminitas de tan aromático alimento. Una de las variedades más buscadas es la trufa blanca que se encuentra en la localidad piamontesa de Alba. También conocida como tuber magnatum pico - su nombre científico -, es considerada como el “Mozart de los hongos”, el “diamante blanco” de la alta cocina. Además de por su exquisito sabor, también destaca por ser uno de los productos más caros del mercado, llegando a desbancar con sus precios a otra joya de la gastronomía, el azafrán. En muchos de los casos suele alcanzar un valor que oscila entre los 3.000 y los 6.000 euros el kilogramo. El récord lo estableció un comprador de Hong Kong que, en 2010 pagó la friolera de 90.000 euros por una trufa.  

El principal motivo que explicaría los elevados precios de la trufa blanca es que es un hongo más bien escaso y de difícil extracción. Las trufas se encuentran a unos diez o quince centímetros bajo tierra, donde tienen las condiciones de humedad y frescor adecuadas para su crecimiento. Es importante extraerlas sin dañarlas ni romperlas, lo que requiere de cierta delicadeza y habilidad. Antiguamente se usaban cerdos para su localización, pero actualmente han pasado a ser reemplazados por perros, que son un poco menos golosos. La época de recolección se limita a los meses de otoño. Normalmente se realiza de noche, para que con la oscuridad los perros agudicen al máximo su olfato.

Entre los múltiples fans de la trufa blanca, además de los grandes chefs, están personajes tan conocidos como Alfred Hitchcock, Francis Ford Coppola, Gérard Depardieu, Alain Delon, Penélope Cruz y Oprah Winfrey, entre otros. Una de las principales características es que no requiere de cocción y que su aroma es extremadamente volátil.

La gran feria de la trufa blanca

Todos los años, entre los meses de octubre y noviembre tiene lugar la Fiera Internazionale del Tartufo Bianco d'Alba, un gran evento en torno a este preciado manjar de la naturaleza, en el que también hay espacio para otras maravillas gastronómicas de la zona. La subasta de la Trufa Blanca de Alba es el momento culminante de esta feria, que se realiza en el Salón de las Máscaras del Castillo de Grinzane, y que tiene seguimiento y repercusión a nivel mundial. Por cierto, que detrás de esta subasta hay una buena causa, ya que parte de lo recaudado va destinado a entidades benéficas.

Durante el transcurso de la feria tiene lugar el Mercado de la trufa, donde el visitante puede deleitarse viendo, tocando y oliendo estas maravillas gastronómicas, todas ellas con la garantía de calidad correspondiente, y rodeados de seguridad. Entre las múltiples actividades que se llevan a cabo, está el Alba Truffle Show, con debates con chefs de alto prestigio, y con sesiones de cocina en directo donde aprender trucos para sacarle mayor rendimiento a la trufa.

Pero en esta feria no todo el protagonismo es para el tuber magnatum pico, también hay espacio para la gastronomía de la región. En el Mercado de la trufa hay puestos con productos de la zona, como quesos, embutidos, carnes, pasteles artesanales o pastas de huevo. Tampoco puede faltar la presencia de los fantásticos vinos que se producen en estas tierras: el Barolo, el Barbaresco, el Roero, el Nebbiolo, el Dolcetto, la Barbera, la Favorita, el Arneis y el Moscato.

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Textos de ISABELYLUIS Comunicación

Fotos de  Blue moon in her eyes 

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Les Calanques una joya a las puertas de Marsella

Los marselleses están de suerte. A pesar de residir en la que es la segunda ciudad más poblada de Francia –la primera es París-, con las consecuencias que ello supone, tienen prácticamente a sus pies un pequeño remanso de paz en forma de espacio natural que recorrer a pie o en kayak, o en el que darse algún que otro chapuzón en verano. Alguna ventaja tenía que tener estar situados a los pies del Mediterráneo.

El lugar al que nos referimos y al que te recomendamos acercarte y experimentarlo en primera persona es el magnífico Parque Nacional de Les Calanques. Este espacio natural empieza pasado el Puerto de la Pointe Rouge, situado al sur de Marsella, y se extiende unos 20 kilómetros a lo largo de la costa mediterránea hasta llegar al pequeño puerto pesquero de Cassis. Pero, ¿cuál es la clave de su secreto?

Les Calanques está formada por una serie de macizos graníticos y calcáreos cuya erosión ha dado lugar un sinuoso perfil de la costa, con marcadas entradas hacia el interior y numerosos acantilados. El resultado final son una serie de pequeñas calas -calanque en español significa cala, de ahí la nomenclatura de la zona-, a las que algunas de ellas sólo se puede acceder por mar. La aridez del terreno, en el que apenas hay vegetación o es de pequeño tamaño, consecuencia del caluroso clima mediterráneo y de la calidad del terreno, contrasta con el turquesa del agua del mar.

Así pues, el que se aventure a Les Calanques encontrará un espacio magnífico donde realizar senderismo recorriendo la costa en busca de sus bellas calas. También hallará un lugar perfecto para la práctica de la escalada gracias a la presencia de acantilados de piedra donde poner a prueba la destreza ascendiendo paredes.

Por si fuera poco, la parte protegida de este parque natural y el interés del mismo se amplia por el mar, debido a la biodiversidad que podemos encontrar en sus aguas, con un buen número de especies, lo que a su vez lo convierte en un destino muy atractivo para los aficionados al submarinismo. 

Aspectos a tener en cuenta antes de realizar la visita

Antes de aventurarnos a realizar una excursión de Les Calanques, tenemos que tener en cuenta de que al tratarse de un entorno protegido, el acceso al mismo está limitado dependiendo de la época del año que sea. El verano es el periodo más sensible para este área, ya que es cuando mayor peligro de incendio hay, de ahí que el acceso de coches esté prohibido, e incluso esté controlado el acceso a pie. Así pues, si no podemos visitar este parque en primavera u otoño, que son las mejores estaciones para adentrarse en él, lo mejor es planear bien el viaje y tener en cuenta que deberemos pagar aparcamiento para dejar el coche y caminar bajo el sol del verano. No olvidéis llevar buen calzado, sombrero y agua.

Entre las calas numerosas calas que encontrarás en este tramo de la costa, las más populares son la Calanque de Port-Miou, la de Port-Pin, la d’En-Vau y la de Morgiou, que son las más cercanas a Cassis, y a las que llegarás en una agradable paseo por la costa. La Calanque de Sormiou también está entre las más visitadas y es la de mayor tamaño.

Tampoco olvidemos aprovechar la ocasión para visitar Cassis, con su pintoresco puerto en el que destacan las pequeñas barcas de pescadores y las casas llenas de colorido. No en vano pintores de la talla de Signac o Derain se quedaron prendados de su luz y color.

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Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de Frédérique Voisin-Demery, Amanda Snyder, Thomas Barthelet, maarjaara

 

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