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20 motivos para visitar Granada (gastronómicos y más)

Por Laura Conde de Gastronomistas

Si empiezas a pensar en motivos para hacer una escapada a Granada te salen así, sin pensar demasiado, unos 10.000 en un momento. Y es que la ciudad andaluza es un lugar felizmente anclado en el tiempo, al que la modernidad ha llegado, sí, pero lo ha hecho a su manera, un enclave bellísimo en cuyas calles empedradas podemos leer su historia mientras damos cuenta de una caña bien fría y unas tapas.

Porque Granada, sí, tiene eso que damos en llamar duende; tiene un barrio, el Albaicín, que se encuentra entre los rincones más bellos del mundo; tiene la Alhambra, tapas kilométricas, unos habitantes majísimos y un encanto incontestable difícil de describir.

Para ello, para tratar de poner en palabras ese 'charm' que tiene la ciudad y que no encontramos en ningún otro lugar del mundo, podríamos escoger una frase de los célebres Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving, un inglés que cayó rendido a la ciudad nada más poner un pie en ella. Pero en su lugar vamos a ponernos posmodernos y escoger una frase que escuchamos a alguien durante nuestro viaje y que, de momento, es la que mejor define a nuestro parecer la esencia de una ciudad que provoca flechazos: “Granada es el lugar perfecto para escaparte con tu amante”. Y sí, lo es. Pero incluso si somos monógamos convencidos, o si lo nuestro no son las relaciones furtivas, hay mil motivos para visitarla. Aquí van los primeros veinte.

MONUMENTALES

1- La Alhambra. Qué decir de este auténtico desafío a las insensibilidades más galopantes. La Alhambra es la belleza, así, en estado puro, sin aditivos, ante nuestras narices. Es la historia, más reciente de lo que creemos, de una España que aún tiene mucho de aquella España, es un paseo por nuestras raíces tan necesario en momentos históricos en que los árboles no nos dejan ver el bosque. Como poco se puede decir sobre la Alhambra, nos permitimos humildemente dar un par de consejos al visitante deseoso de perderse entre esos hermosos mosaicos repletos de historias que parecen recién salidas de Las mil y una noches: A) conviene contratar un guía en la medida de lo posible, pues que alguien nos narre la vida en la Alhambra, y por ende en Granada, a través de los siglos, no tiene precio. B) No os citéis con vuestro guía a la mañana siguiente de haber cerrado aproximadamente un 90% de los bares de Granada, y mucho menos a una temperatura de 35 grados a la sombra. La cosa, creednos, puede no acabar nada bien.

Alhambra. Calle Real de la Alhambra, s/n.

2- El Mirador de San Nicolás. Visita obligada es este concurrido mirador que cada tarde reúne a decenas de visitantes deseosos de ver (y de fotografiar) cómo cae el sol sobre la Alhambra, un auténtico espectáculo de luz y color de una belleza incomparable.

Mirador de San Nicolás. San Nicolás, s/n.

3-El Albaicín. El antiguo barrio judío, en el que se encuentra el Mirador, sigue siendo un laberinto ondulado de callejuelas empedradas con pequeñas tabernas ocultas, tablaos flamencos, tiendas, restaurantes... Al Albaicín sólo se puede ir de una manera: a perderse. Y sin reloj.

GASTRONÓMICOS

4- El remojón. Esta ensalada de naranjas y bacalao es uno de los platos estrella de la zona, que nos hará reconciliarnos con las naranjas locales y se convertirá, si no somos muy amantes del gazpacho, en el entrante perfecto para el viaje, ideal cuando el termómetro hace de las suyas. El de la foto lo comimos en un lugar de ensueño llamado Mirador de Morayma, un restaurante con bonitas vistas a la Alhambra muy frecuentado por turistas, por tanto poco apto para todos aquellos viajeros intrépidos que buscan por encima de todo autenticidad.

Mirador de Morayma.Pianista García Carrillo, 2.

5- Damasqueros. Uno de nuestros restaurantes favoritos de la ciudad se encuentra en la calle con el mismo nombre. Aquí hallamos una cocina creativa de raíces andaluzas firmada por la chef Lola Marín, que podemos degustar únicamente en forma de menú degustación a 39 € (en Damasqueros no hay carta) y que nos demuestra que la ciudad es, por suerte, mucho más que tapeo y finos.

Damasqueros. Damasqueros, 3.

6-Estrellas de San Nicolás. Fue la casa de Enrique Morente y ahora es uno de los restaurantes más populares de la ciudad, especialmente entre los visitantes. El motivo, un espacio encantador con una bella terracita desde la que podemos contemplar el atardecer sobre la Alhambra, y una carta en la que hallamos desde gazpachos a fondues, pues la cocina andaluza tradicional convive con especialidades internacionales. Si reservamos mesa en su terraza, pese a que el comedor acristalado es un derroche de 'charm' y buen gusto, disfrutaremos de su espectáculo a ritmo de guitarra andaluza, en vivo.

Estrellas de San Nicolás. Atarazana Vieja, 1.

7- Las tapas. Sí, en Granada te pides una cañita a las 12 de la mañana para hacer un alto en el camino e intentar mitigar el síndrome de Stendhal, y sí, te ponen una cosa que ellos y tu madre consideran tapa pero que para ti es un plato principal en toda regla (lease un plato de paella o un guiso de cordero con patatas fritas). Y sí, te va a costar 2 €, con lo que si eres de saque moderado ya habrás comido, y si eres de buen comer necesitarás apenas tres rondas.

8- La calle Navas y alrededores. Especialmente la calle Navas, pero también las calles aledañas son los centros del tapeo por excelencia. Lo dicho, un ambientazo a todas horas, grupos de gente de todas las edades, cañitas, vinos y tapas (según ellos y tu madre), el lugar ideal para socializar, hacer nuevos amigos y, quién sabe, quedar para quemar la noche en ese lugar quasi-místico del que todo el mundo habla y que, si te vanaglorias de ser intrépido, vas a tener que visitar aunque sea lo último que hagas: hablamos del archiconocido Maué (quedaos con este nombre, pronto daremos más datos), en boca de todos. 'Tenéis que ir al Maeué', '¿Todavía no conocéis el Maué?'. Un lugar que comentaremos más tarde porque, claro, no sabían con quién estaban hablando, cómo no pasarse por el... ¿Maué?

9- Las despedidas de soltero/a. Enlazando con el punto anterior, ¿cómo no visitar en Maué si una de las personas que te lo ha recomendado es un tipo de 90 kilos y barba disfrazado de conejita de Playboy? ¿O un grupo de amigas de la facultad vestidas de enfermeras? Granada es el paraíso de las despedidas de soltero, una ciudad que cada fin de semana acoge multitud de grupos que celebran el fin de la soltería. Y que el sábado y el domingo se dedican a pasear por la calle Navas, beber, tapear, confraternizar y, claro, mostrar su desprecio sin límites hacia tu persona porque todavía no conoces el Maué. Sólo sentarse en una terraza de la calle y, simplemente, ver el espectáculo de despedidas de soltero, divertidísimo, ya merecería una visita a Granada.

10- Castañeda. Ya en la zona de la calle Elvira y alrededores, otro epicentro de tapeo y 'shopping' repleto de tiendecillas de objetos árabes principalmente, encontramos este local siempre concurrido, bullicioso, estridente, con sus jamones y chorizos colgados del techo, su toro en la pared y unas tapas increíbles.

Castañeda. Almireceros, 1-3.

11- Cannelle. Si buscamos un desayuno saludable y completo, con pasteles caseros, packs especiales, revistas y libros, un lugar absolutamente kids friendly, ese es Cannelle, una cafetería que bien podría estar en Londres o París, repleta de mensajes que apelan a la felicidad y el buen rollo.

Cannelle. Acera del Darro, 44.

NOCTÁMBULOS

12- Ganivet. La noche granadina tiene en este céntrico local, ubicado bajo unos arcos, un bastión indestructible con sus dos consabidad salas: la de los hits de música comercial y la de arriba, con sus éxitos del pop en español. Está siempre a rebosar, el ambiente es sano y agradable, las copas buenas y el público ronda la treintena.

Ganivet. Ángel Ganivet, 13.

13- Bambino. Flamenqueo comercial en un local donde la media de edad baja notablemente con respecto a Ganivet, uno de esos lugares deliciosamente impredecibles, muy curioso, que en ocasiones está a reventar y en otras parece un velatorio. ¿Pero cómo ir a Granada y no bailotear algún hit de Navajita Plateá en una disco?

Bambino. Arabial, 45.

14- Mondrian. Si tenemos ganas de ponernos rockeros tenemos que pasarnos por este bar que encontramos ascendiendo por una bella callejuela estrecha y empedrada donde, a diferencia de locales como Ganivet, podemos encontrar sin problemas gente despeinada, con la camisa arrugada y con zapatillas deportivas. De hecho, en Mondrian tendremos en todo momento la sensación de que va a aparecer un tipo por la puerta vestido de negro con chupa de cuero y botas, va a apostarse en la barra, pedirse una Voll-Damm y girarse hacia nosotros con cara de atormentado, momento en que vamos a darnos cuenta de que es Miguel Ríos. Sus mojitos son riquísimos.

Mondrian. Santa Inés, 4.

15- Mae West. Discotecaza en toda regla, abierta hasta las 6 de la mañana, que suele acoger, a partir de las 3 h, a toda la fauna noctámbula de Granada, que abandona el resto de locales para dar con sus huesitos en este templo de la música comercial, el copeo y el desfase. Un lugar curioso, que aglutina a gente de prácticamente todas las edades y en el que se reúnen a altas horas de la madrugada y tras una jornada indudablemente intensa las diferentes despedidas de soltero y soltera que han ido iluminando la ciudad con su cachondeo. La juerga al más alto nivel está servida. Sí, habéis acertado: estamos, al fin, frente a frente con el celebérrimo Maué, una leyenda en Granada.

Mae West. Centro Comercial Neptuno. Arabial, s/n.

16- Aliatar. Gran discoteca de ambiente más maduro y música disco, que dispone de una barra de gin-tonics que hará las delicias de los más sibaritas, un lugar por el que pasarnos a cualquier hora para que nos preparen un copazo de excepción (los cócteles están elaborados con manos muy sabias) o para plantar bolso y chaqueta sobre el gran piano que encontramos en el centro de la pista y lanzarnos a bailar 'Lady Marmalade'. Un clásico.

Aliatar. Recogidas, 2.

17- Tablao flamenco Albayzin. No tiene por qué ser necesariamente este el 'tablao' que elijamos, pues la cosa está en perderse por el Albaicín y guiarnos por las sensaciones, escoger uno prácticamente al azar y dejarnos emocionar con el flamenco que sólo se escucha aquí. Conviene preguntar en el hotel en que nos alojemos, pues a menudo organizan packs que incluyen desplazamiento hasta el 'tablao', cena y espectáculo, lo que nos permitirá acceder al conjunto por un precio mucho más ajustado.

Tablao Flamenco Albayzin. Carretera de Murcia s/n.

Y MÁS...

18- La lonja. Nos escapamos de la gastronomía, pero es imposible no recomendar acercarse a esta curiosa tienda, entre destartalada y 'cool', que ofrece todo tipo de objetos vintage seleccionados con un gusto excelente, desde mobiliario a complementos.

La lonja. Buensuceso, 31.

19- La simpatía de la gente. Sí, no es un tópico para nada. Ellos son el no va más en simpatía.

20- ¿Tu amante? Si lo tienes, es un gran motivo para visitar Granada. Si no, siempre puedes dedicarte, como hicimos nosotros, a cerrar todos los bares de la ciudad. Cuando hayan pasado tres días no tendrás ni idea de dónde está el ayuntamiento pero probablemente todos los porteros de los pubs te llamarán por tu nombre. ¿O acaso creías que lo de la resaca y posterior (y aparatoso) desmayo en pleno paseo matutino por la Alhambra era una licencia periodística?

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Los restaurantes más trendy de la ciudad

Por Ferran Imedio de Gastronomistas

Cuenta Nancy Albrecht, berlinesa de toda la vida, enterada de lo que se cuece en la capital alemana porque trabaja en un hotel de lujo como responsable de marketing, que lo que está pasando en la capital alemana con la gastronomía es una “locura”. Que cada fin de semana se abre un local nuevo, que ya no sabe dónde porque la oferta es cada vez más inabarcable, inmensa como la propia ciudad. 

Lo que está pasando aquí a nivel gastronómico en los últimos tres-cuatro años es increíble“, confirma Matthias Diether, uno de los chefs más reputados y jóvenes de la ciudad.

Habíamos oído hablar por estas latitudes de que algo se estaba moviendo en la capital alemana. Y hemos querido comprobarlo personalmente, así que hace unos días viajamos a Berlín para conocer una ciudad que está ‘on fire’ a nivel gastronómico. Y buscamos locales trendy, buenos y bonitos (y varios de ellos baratos), en la línea del Bread & Butter que se celebrará del 14 al 16 de enero. Nuestra base de operaciones fue el hotel Wyndham Grand Berlin, un establecimiento moderno, muy buen comunicado (a unos 500 metros de la Postdamer Platz), limpio y con un servicio impecable.

Tim Raue

Uno de los que no debes perderte bajo ningún concepto es el restaurante de Tim Raue. Todo un dos estrellas Michelin en una de las zonas más céntricas (en el barrio de Kreuzberg, a pocos metros del histórico Checkpoint Charlie). Quizá os sorprenda la propuesta porque pensaréis que un establecimiento distinguido con tales honores por la Biblia roja de la gastronomía es muy caro y lujoso, pero si os digo que hay un menú de tres platos por 38 euros, la cosa cambia, ¿verdad? Y nada de etiqueta ni protocolo. Y con una carta de 500 vinos en muchos casos asequible, pues puedes pedir uno a partir de 28 euros.

Tim Raue, que así se llama el restaurante, es un sitio moderno, agradable, donde se encuentran los famosos berlineses. Hay tantos y tan a menudo que han prohibido que se hagan fotos del local para proteger la intimidad de las celebrities.

¿Y por qué van allí? Por su cocina de fusión asiática, siempre ligera, una maravilla que juega con los aromas, los picantes, los dulces… El exotismo pasado por el tamiz de un alemán que sabe conectar con el paladar occidental. La cuadratura del círculo. Sus platos redondos, siempre hay algo picante (lo justo, lo tolerable, lo divertido), algo dulce (fruta), algo ácido. Y nunca hay pan, patatas, arroz ni pasta porque no quiere desvirtuar la sinfonía de sabores de cada uno de sus platos. Por eso es un local único en toda Alemania.

Si vais allí y vuestro presupuesto no da para los menús degustación (de 118 a 168 euros) sino para el de mediodía (tres platos por 38 euros; 4 por 48 euros, 5 por 58 euros y 6 por 68 euros), no dudéis en pedir el langostino al estilo cantonés con mango, zanahoria y mayonesa de wasabi. O la reinterpretación del pato, con versiones en foie, consomé, pechuga sobre un gofre con puerro y manzana. Insuperables. Cierran los domingos y lunes, y el resto de la semana la cocina está abierta de 12:00 horas a 14:00 horas y de 19:00 horas a 21:00 horas.
Rudi-Dutschke-Strasse, 26.

La Soupe Populaire

¿Cómo convertir una fábrica de cerveza en restaurante? El ubicuo Tim Raue sabe cómo. Basta con visitar este local, de diseño industrial radical: vigas de hierro, cemento, ladrillos en los muros… 

La carta acude a las recetas alemanas, aunque suavizadas y modernizadas. La Königsberger klopse es una albóndiga que originalmente va acompañada de puré de patata, alcaparras y salsa de mantequilla y harina. Aquí, es lo mismo pero mucho más ligero sin la contundencia que podría esperarse de la utilización de estos productos. El bacalao con verduras y toques cítricos, y el consomé con carne de ternera y verduras merecen la visita.

Abre de jueves a sábados, de 12:00 horas a 23.00 horas. El precio medio se sitúa entre los 30 y los 40 euros.
Prenzlauer Allee, 242

Katz Orange

Hay que encontrarlo porque no es fácil dar con él. Está en un patio interior de un bloque de pisos. Se trata de una coqueta fábrica de cerveza construida a finales del siglo XIX que dejó de producir birra y ahora es un restaurante de lo más acogedor y moderno.

Cocinan con producto ecológico y hacen platos internacionales y ligeros, con algún toque de sofisticación. Nos gustó mucho la ensalada con paté de ganso, el consomé de remolacha y el salmón con puré de patata y membrillo marinado.

El menú degustación de cuatro platos cuesta 50 euros (25 más con vinos), y el de cinco platos (60, con vinos 30 más). A la carta, unos 40 euros.

Está abierto de lunes a sábados, de 18:00 horas a 23:00 horas. Tiene dos pisos y en la planta baja también hay coctelería.
 Bergstrasse, 22

Sage

Mientras pincha el discjockey (música propia de club o una discoteca), aquí no ponen clásica porque este es un local superdiscofashion, tú vas cenando. Sage está considerado como uno de los más cool de Europa. Cuando llega el buen tiempo, abre una ‘playa’ junto al río, con arena y tumbonas desde donde se disfruta de las vistas a la otra orilla donde: en el otro lado se ve el East Side Gallery, un tramo largo del Muro pintado por grafiteros de todo el mundo.

Aquí, un antiguo telar, sirven cocina internacional entendible y contemporánea: pizzas, sopas, carnes… El precio medio es de unos 35-40 euros. Hay menús especiales de tres platos (35 euros), cuatro (42) y siete (69). Ah, y si eres fumador, tienes un espacio reservado para ti… Y a cubierto.
Köpenicker Strasse, 18-20

Cafe Am Neuen See

Un local de obligada visita para quien le gusten los rincones tranquilos, bucólicos, incluso románticos (si van de noche, esas velas, esas lucecitas frente a un lago del Tiergarten, uno de los grandes parques de Berlín). Se llena los fines de semana porque el lugar es muy agradable. Abre cada día de 9 de la mañana (tienen un abanico enorme de desayunos) hasta la medianoche o más allá. Su carta está hecha de platos sencillos e internacionales como la pasta, las pizzas, las sopas… Aunque también tienen propuestas autóctonas. Todos los productos son locales, si quieres tomar alguna copa por la noche, debes saber que no hacen cócteles, aunque sirven cervezas, refrescos, licores y destilados.
Lichtensteinallee, 2

Cookies Cream

El vegetariano de moda de la ciudad. “Es Berlín”, resume Diether, nuestro espontáneo cicerone en esta escapada. “Está en un lugar escondido, donde jamás pensarías que puede haber un restaurante. Y entras y ves a personas de lo más variado, desde el punkie hasta el que lleva traje y corbata”.

Se entiende por lugar escondido un acceso junto a la puerta de descarga de mercancías del hotel de cinco estrellas contiguo. Una puerta fea, solo con una lámpara de araña como distintivo de que ahí hay algo diferente, da una pista de que estás en el buen camino. El local ocupa un edificio que incluye restaurante (Cookies Cream, en el primer piso), discoteca (Cookies, en la planta baja) y bar de copas (Draytone, al lado). Acabas de cenar (el menú de tres platos, entrante, principal y postre, sin bebidas, cuesta 36 euros) y puedes entrar gratis en la discoteca.
 Está abierto de martes a sábado sólo por las noches.
Behrenstrasse, 55

The Casual by Paco Pérez

El hotel de lujo Das Stue tiene en su interior dos restaurantes de Paco Pérez, el flamante estrella Michelin Cinco y The Casual, basado en tapas españolas. Una cortina les separa. El menú degustación del famoso local cuesta 140 euros (230 con bebidas) y en el anónimo pagarás entre 35 y 50.

Hay tapas inolvidables, como el pulpo a la gallega sobre un puré de patata y acompañado con cebolla caramelizada (atención a esa salsa de vicio con pimentón rojo), las croquetas de jamón ibérico y las picantonas gambas al ajillo con un huevo poché perfecto. Y también platos más internacionales como el steak tartare con yema de huevo trufada y el brioche chino (relleno de carne de costilla de cerdo ibérico).
 La calidad del producto se cuida hasta el extremo de que el pescado se lleva desde Catalunya a Berlín. 
The Casual no cierra nunca (abre la cocina de 12:00 horas a 15:00 horas y de 18:00 horas a 23:00 horas). Los viernes y sábado por la noche hay música en directo o discjockey.
Drakestrasse, 1

Bar Raval

Está en Kreuzberg, uno de los barrios más excitantes de la ciudad, y es propiedad de Daniel Brühl. La oferta es de tapas, con las croquetas de pollo y jamón (atención, Joselito) y los buñuelos de bacalao como hits imbatibles. Hay tapas calientes, frías y especiales, y platos de la semana. Y cada primer lunes de mes, paella para 40 personas. Una fiesta, en fin.
 Si te quedas por la noche podrás probar sus gin tonics (en Berlín no es habitual esta bebida) han incorporado recientemente una carta de gin tonics, con 30 tipos de ginebra y 3 de tónicas.

Daniel Brühl no suele estar allí porque siempre está rodando alguna película, pero este local no es una inversión más, sino que le tiene cariño. Un ejemplo: compró los sifones que decoran la sala en mercado de Els Encants y el suelo hidráulico lo compró en Barcelona. 

Está abierto de 17:00 horas a 23:00 horas (los fines de semana hasta medianoche o más). Los fines de semana de abril a octubre, a partir del mediodía. El precio medio está entre 20 y 25 euros. Si vas a ir un fin de semana será mejor que reserves a través de su web con una semana de antelación porque siempre está lleno. 
Ah, y si vas al Bread & Butter búscalos porque tendrán un espacio propio. Este año servirán tapas y tortillas.
Lübbener Strasse, 1

First Floor

Si quieres darte un homenaje aún mayor y no te importa rascarte el bolsillo, visita el First Floor, en el primer piso del Palace Hotel. Si la decoración es elegante y clásica, en los fogones está un chef divertido en el trato y en la cocina, Matthias Diether. Yo le llamaría Matthias Pato Donald Diether porque borda los platos con pato. Hay que apoquinar al menos 109 euros (el menú con cuatro platos, con seis aperitivos y dos postres incluidos, aunque hay menús de 129 euros y 159 euros), pero vale la pena porque comer allí es de lo más divertido. Platos modernos basados en alta cocina francesa. 

Las presentaciones son coloristas, juega con las texturas, de modo que cada producto se sirve en diferentes versiones en el mismo plato, siempre con un sentido artístico para la vista… Y el paladar. Sin duda el plato llamado Pato de la cabeza a los pies es de obligada petición: paté, jamón, consomé, pechuga, chutney… Impresionante. Aunque también se disfruta con el cangrejo de Australia y el fletán.

Ah, otra cosa a tener en cuenta. La selección de vinos es brutal, infinita. Hay 1.500. Están recogidos en una carta que los camareros llaman la ‘Biblia’. Algunos son tan buenos que, tras beberlos pensarás que has estado cerca de Dios. 
Budapester Strasse, 45

Cafe Gipfeltreffen

Un rincón recogido y trendy en pleno barrio de Kreuzberg. Entras y parece que estás en el salón de casa. Decoración cálida y sencilla, ventanales a la calle, música tranquila de fondo… Ideal en días de lluvia, frío y/o nieve.
 Aquí puedes pedir platos sencillos como sándwiches y ensaladas, y disfrutar de alguna bebida fría (zumos, cerveza, vino, cócteles, destilados, agua) o caliente (té, café) mientras te relajas escuchando la música, charlando con tus amigos en voz baja (aunque es aún mejor para visitarlo en pareja) o leyendo algún libro.
 A partir de las 18:00 horas deja de ser una cafetería moderna y acogedora para convertirse en un restaurante de cocina internacional elaborada con productos local. Abre cada día de 21:00 a medianoche, y los fines de semana, de 22:00 hasta medianoche o más.
Görlitzerstrasse, 68

Wyndham Gran Berlin

Y por qué no comer en un hotel. En el que estuve alojado, el Wyndham Grand Berlin, es una baza segura, y no solo porque se trata de un buen BBB (Bed, Bath and Breakfast) o, en castellano, de un DDD (dormir, ducharse y desayunar) a buen precio. El desayuno tiene una variedad y calidad que ya quisieran muchos hoteles de categoría superior, mientras que en su elegante restaurante, llamado The Post, ofrece una más que digna cocina mediterránea (¡hay gazpacho y escalibada!) por unos 25 euros de media. Ensaladas, pastas, pizzas, carnes, pescados… Al mediodía abre de 12:00 horas a 15:00 horas y por la noche, de 18:00 horas a 22:30 horas.
Hallesche Strasse, 10

Por Ferran Imedio de Gastronomistas

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