Cuatro puentes con los que disfrutar de las orillas del Sena
Antiguos, nuevos, de diseño, románticos, fríos, prácticos, bellos, de hierro, ornamentados… Así son algunos de los treinta y siete puentes que atraviesan el Sena a su paso por París. No tener a este precioso río y a estas obras de ingeniería presentes en una visita a la capital francesa equivale a perderse una parte de su alma. Y no, no estamos exagerando. Para empezar, las orillas del Sena y los monumentos en ellas construidos fueron incluidos en 1991 por la UNESCO dentro del listado del Patrimonio de la Humanidad. Pasear por ellas es hacerlo por siglos de historia (y arte) que inevitablemente se van cruzando por nuestro camino: Notre Dame, la Sainte Chapelle, el Museo de Orsay, el Jardín de las Tullerías, la plaza de la Concordia, el Grand Palais, el Petit Palais, la torre Eiffel, y un largo etcétera.
Otros de los protagonistas que encontrarás durante tu paseo son sus magníficos puentes, que te permitirán transitar de una orilla a otra salvando el paso del río, y lo que aún es mejor, ofreciéndote algunas de las mejores vistas de la ciudad. A continuación hemos realizado una selección de los cuatro puentes más populares, que bien seguro que acabarán en algunas de tus fotografías de tu visita a París, lo atravesarás en busca de algún monumento o será el lugar donde le robes un beso a tu amado/a.
Pont Neuf
A pesar de su nombre (Pont Neuf en español significa Puente Nuevo), este puente tiene el honor de ser el más antiguo y el más largo de la ciudad. En 1578 se colocó la primera piedra del que sería el primer puente en atravesar el Sena construido en piedra, ya que hasta el momento eran de madera, de ahí su nombre. Situado en el extremo de la isla de la Cité, tiene dos tramos, uno que une el margen izquierdo con la isla de la Cité, y otro que lo hace con el margen derecho. Es el clásico puente que se suele atravesar en las imprescindibles visitas a la catedral Notre-Dame y a la Sainte-Chapelle.
Pont des Arts
El Puente de las Artes o la pasarela de las Artes, situado en el VI distrito, fue construido entre 1801 y 1804, siendo el primer puente de hierro de París. En la actualidad lo que hay es un reproducción realizada entre 1981 y 1984, ya que tras las dos grandes guerras su estructura quedó muy deteriorada. Las vistas que hay desde él a la isla de la Cité hacen que sea uno de los más frecuentados por los turistas y también por los artistas, que no dudan en acudir a él en busca de una de las mejores imágenes de la ciudad. Además, en los últimos años se ha convertido en lugar de peregrinaje para las parejas que dejan la huella de su amor colocando un candado en las rejas de su baranda.
Pont de l'Alma
Situado al lado de la plaza del Almá, en la que se puede ver una réplica de la llama de la Estatua de la Libertad de Bartholdi, fue construido por orden de Napoleón III en 1854, estando dedicado a la batalla del río Almá que tuvo lugar durante la guerra de Crimea. En el pasado se usaba la figura del zuavo, que es una de las cuatro estatuas que lo ornamentan, para medir las crecidas del río. En la actualidad se ha convertido en lugar de peregrinaje para rendir homenaje a la princesa Diana, ya que en el túnel que se encuentra detrás de este puente fue donde falleció por un accidente de coche en agosto de 1997.
Pont Alexandre III
Este elegante puente, declarado monumento histórico, fue levantado con motivo de la Exposición Universal de 1900, y dedicado al zar Alejandro III de Rusia. Su construcción se inició en 1896 siguiendo el estilo Beaux Arts de la Tercera República Francesa. Situado entre situado entre el VII y el VIII arrondissement, une Los Inválidos con el Grand Palais des Beaux-Arts y el Petit Palais. Paseando por él obtendrás una magnífica panorámica de la zona con la torre Eiffel de fondo.
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Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de stanze, Bruno Pereira, Yann Caradec, Barry
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Una ciudad de música y color
Dakar es un ciudad vibrante, capital de Senegal y hasta hace poco punto final del Rally Paris-Dakar. Un punto de encuentro de las culturas africanas y europeas pero, a pesar de los evidentes vínculos con Francia, con un rico patrimonio cultural inequívocamente africano.
Dakar se extiende a lo largo de Cabo Verde, una península en forma de cuña de origen volcánico, llena de pueblos y ciudades coloniales francesas, que llega hasta Pointe des Almadies, el punto más occidental del continente africano y un lugar excelente para la práctica del surf.
Las bulliciosas calles de Dakar discurren por su Medina y los animados mercados con puestos improvisados que ofrecen gran variedad de productos. Uno de los principales es el de Kermel, un edificio de vivos colores en el que descubrirás el día a día de los senegaleses, el mercado de pescado Soumbedioune donde venden frutas y verduras, carne, pescado y crustáceos o el mercado típico de Sandaga, el más grande de la ciudad. Visitando sus mercados y disfrutando de su animada vida nocturna te sumergirás de pleno en la cultura senegalesa.
Uno de los aspectos más interesantes de su cultura es la música y danza, que acompañan a las actividades diarias y que escucharás por todos los rincones. Es curioso como un país relativamente pequeño como Senegal tiene tanta diversidad musical y grandes nombres de la música como el cantante y compositor Youssou N’Dour. Además, ha influenciado a otros estilos. En Dakar se escucha el Yela, la música de las mujeres que imita el sonido que se produce al golpear el grano. El músico jamaicano Jimmy Cliff, escuchó está música en su visita a Dakar, y se dice que influenció en el desarrollo del reggae en el Caribe. Y gracias a Jimmy Cliff, el reggae se popularizó por todo el mundo.
Prueba su gastronomía. Ten cuenta que la comida senegalesa se sirve en porciones generosas, con lo que un plato del día durante el almuerzo, que puede consistir en pollo yassa, cheb-bu-jen, tieboudienne o el contundente maffe con arroz, pollo y salsa de cacahuete, será suficiente para continuar tu visita durante horas.
Algunas interesantes excursiones que puedes hacer desde Dakar
El lago rosa
Una auténtica maravilla. El lago rosa es uno de los patrimonios naturales de Senegal. Se encuentra a unos 30 kilómetros al norte de Dakar. Su verdadero nombre es Lago Retba, pero la combinación única de minerales salinos depositados durante años le otorga un intenso color rosa, por lo que es más conocido popularmente por este nombre. Al igual que el Mar Muerto, su alta concentración de sal hace que los objetos floten en sus aguas. Es precisamente la sal uno de las materias que permiten la subsistencia de la zona, que descargan en el borde del lago para su secado.
Hasta el lago Rosa acuden multitud de turistas por lo que existe diferentes tipos de alberques y campamentos para pernoctar, y excursiones en 4×4 por las diferentes aldeas Peulhs, que te permitirán conocer a fondo su cultura y forma de vida. También porque cerca se encuentra un magnífico bosque de baobabs y una zona de blancas dunas y palmeras.
La isla de Goree
Patrimonio de la Humanidad desde 1978, la isla de Goree se encuentra a 2 kilómetros del puerto de Dakar y se puede acceder a ella en ferry en un trayecto de unos 30 minutos de duración. Famosa por su asociación con el comercio de esclavos durante el siglo XVII, en la isla de Goree se puede visitar la antigua casa de esclavos ahora convertida en el museo de “La Maison des Esclaves” para conocer el horror de la trata de esclavos visitando sus celdas.
El pueblo de Kayar
A este pueblo, situado a unos 10 kilómetros del lago rosa, se le conoce como el pueblo de las canoas. La mayor parte de su población son pescadores y su costa se llena de canoas de vivos colores. Podrás observar la llegada de los pescadores al atardecer, cuando vuelven con sus canoas a la playa cargados con el pescado, langostas y camarones que allí mismo venden.
Imagen de Myriam Louviot
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8 claves para conocer Birmingham
1. Victoria Square, el corazón de la ciudad
En esta plaza y sus alrededores se encuentran localizados los principales edificios históricos de la ciudad, entre los que destacan el Council House, cuya torre del reloj es conocida como el Big Brum, el Birmingham Town Hall (el ayuntamiento), y la Catedral de Birmingham. La propia plaza acoge eventos culturales, como el Frankfurt Christmas Market, un mercado navideño al más puro estilo de los que se realizan en Alemania.
2. En busca del pasado industrial
Birmingham fue el principal motor del Reino Unido durante la revolución industrial, lo que bien le valió ser conocida como “La fábrica del mundo" o la "Ciudad de los mil negocios". De aquella época es la extensa red de canales con los que cuenta la ciudad. Una buena manera de descubrirlos es dando un paseo en alguna de las coloridas barcazas que los navegan, y disfrutar así del patrimonio industrial que ha sobrevivido al paso del tiempo. También se han convertido en una importante área de ocio, con pubs y restaurantes donde hacer una pausa antes de continuar visitando la ciudad.
Una buena manera de conocer cómo era la vida de los trabajadores durante el siglo XIX es acercarse al Back to Backs, una antigua área de viviendas que ha sido restaurada, y en la que se realizan tours y talleres donde conocer mejor esa época.
3. Arte y museos, prerrafaelismo y mucho más
El Birmingham Museum & Gallery Art (BMAG) cuenta con la mayor colección en el mundo de arte prerrafaelista, con más de 2.000 obras en su haber. En su interior también hay espacio para la arqueología, la historia social y para el arte de otras épocas. Los amantes de la vanguardia contemporánea y de las últimas tendencias artísticas encontrarán su lugar en la Ikon Gallery, alojada en un edifico neo-gótico de 1877 obra de John Henry Chamberlain.
4. Algo más que libros en la Biblioteca de Birmingham
Ya sólo por la obra arquitectónica que hace de contenedor de esta biblioteca merece la pena desplazarse hasta la Centenary Square, que es donde se encuentra ubicada. La que es la mayor biblioteca del Reino Unido puede jactarse de contar en su haber con más de 40.000 objetos relacionados con la vida y obra de Shakespeare. También se puede ver la colección Parker de libros para niños, la colección del político británico Benjamin Stone, con magníficas fotos, una de las mayores colecciones de música para películas mudas del Reino Unido, y muchas piezas más.
5. Cadbury, más que una fábrica de chocolate
En el sur de Birmingham se encuentra Bournville, uno de los barrios más bellos de la ciudad. Entre sus atracciones más destacadas se encuentra este lugar soñado por todo niño: la fábrica de chocolate de Cadbury. En su interior conocerás la historia de uno de los más importantes fabricantes de chocolate del mundo. Imprescindible si viajas con niños.
6. Jewellery Quarter, ¡joyas para todos!
En el Jewsllery Quarter se encuentra concentrada la mayor parte de la producción de joyas de la ciudad, con la presencia de más de 100 joyeros y especialistas en el sector. Este barrio tiene sus orígenes en el siglo XVIII y en él se conserva la única plaza de época georgiana de la ciudad. Os recomendamos la visita del Museum of the Jewellery Quarter, una antigua fábrica y taller transformada en museo donde, entre otras cosas, podrás ver cómo se elaboran las joyas.
7. Bullring Shopping Center, el templo de las compras
Una de las joyas arquitectónicas de la ciudad y uno de los lugares de imprescindible visita para los amantes de las compras. Alberga la friolera de 160 tiendas donde poder darse a uno de los deportes favoritos del Reino Unido después del fútbol, el shopping. No debes marcharte de él sin hacerte un selfie en la popular estatua del toro que alberga en su interior.
8. Sarehole Mill, el lugar que sirvió de inspiración aJ.R.R. Tolkien
A unos cinco kilómetros del centro de la ciudad, en Hall Green, se encuentra el Sarehole Mill, que es uno de los dos últimos molinos de agua que quedan en la región de Birmingham. Se puede visitar su interior, en el que aún se conserva la antigua maquinaria. Los fans de J.R.R. Tolkien tienen un motivo extra para acercase a este lugar, ya que a escasos metros de éste se encontraba su antigua casa, y tanto el molino como sus alrededores le sirvieron de inspiración para crear algunas de las localizaciones de El Señor de los Anillos.
Ahora que ya tienes algunas de las claves para conocer Brimingham sólo te falta una cosa, buscar tu Vueling aquí y aventurarte a conocerlo.
Texto de ISABELYLUIS Comunicación
Imágenes de Tony Hisgett, David Merrett, ozz13x, Fotorus, Tim Parkinson, Elliott Brown
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5 direcciones donde comer en Lisboa
Los amantes del buen comer apreciarán muy especialmente Lisboa. Aquí conviven tradición y vanguardia a partes -y calidad- iguales. De vez en cuando, incluso, se fusionan para crear experiencias ‘foodie’ de lo más ‘cool’ y atractivas. Apuntad estas cinco direcciones que merecen una visita (y más de un bocado).
Un Brunch inolvidable en Chafariz de El Rey
Un callejón que no invita mucho a quienes no sospechan lo que esconde este excéntrico edificio del siglo XIII, que respira el lujo de antaño, tras su imponente puerta cerrada con llave. El visitante debe llamar al timbre y esperar. Y mientras se oye el clic-clic del cerrojo, el misterio redobla. Dentro, imponentes salas con un interiorismo cuidadísimo, atípico. Estamos en Chafariz de El Rey, un lugar que sorprende y cautiva de principio a fin, ideal para disfrutar de un brunch (18 euros por persona) compuesto con té o café, zumos naturales, bollería casera, pan, mermeladas caseras, huevo al gusto, ensalada de frutas, tabla de quesos, charcutería y postre. El mejor lugar de la casa para disfrutar de esta comida es, sin duda, la terraza; bañada por el sol, el sonido placentero de una fuente y una vista relajante. Un momento divino que recordaréis toda la vida. Eso sí, hay que reservar.
Recetario tradicional en Cova Funda Intendente
En Lisboa, no desaparecen las cantinas de toda la vida. Esos lugares auténticos y populares con camareros malhumorados, grupos que hablan (muy) fuerte y manteles de papel, en los que prepara el menú la abuela de la familia y dos comensales pueden zampar como si no hubiera un mañana por menos de 30 euros. Con vino, cafés y postres incluidos. Tomemos por ejemplo la Cova Funda Intendente. La especialidad de la casa es, como no, el bacalao, cocinado siguiendo tropecientas mil recetas diferentes. Una mención especial para este pescado preparado à brás (a modo de revoltillo con bacalao, huevo, ajo, calabacín, olivas, cebolla y patatas). Un plato tan delicioso como adictivo, ya que resulta imposible parar de comer, incluso si estáis a punto de reventar. Eso sí, ni se os ocurra pedir un plato por persona, ya que aquí las porciones son descomunales y se comparten entre dos (o más). Como primer plato, preparan de lujo la sopa de pan (un caldo vegetal con un huevo y rebanas de pan).
Originales e inimitables Pastéis de Belém
Nada más llegar al aeropuerto, la boca se os hará agua a la simple vista de los Pastéis de Belém, el dulce más famoso del país. Y los hay en cada rincón de la capital portuguesa. Pero, en este caso, y sintiéndolo mucho, hay que ser puristas: los originales son inimitables. Para probarlos tendréis que moveros a Belém y tener paciencia ya que la cola que se aglutina a diario delante de la Casa Pastéis de Belém (aquí elaboran diariamente unas 10.000 tortitas), inventora de este dulce, da la vuelta a la manzana. Aun así, vale la pena. Un bocado a este pastelito de crema y hojaldre que se degusta recién hecho y espolvoreado de canela y azúcar glas significa, sencillamente, tocar el cielo.
‘Coolmarket’ para modernos
Algo ha cambiado. Algo se cuece aquí. En fin, que algo pasa en Lisboa y la efervescencia brinda un toque moderno a la apuesta local por la tradición. Lo mejor de siempre no se pierde, pero se adapta a públicos ávidos de nuevas experiencias gastronómicas. Y eso se ve en el antiguo Mercado da Ribeira, convertido hoy en un coolmarket con las mejores paradas de streetfood de la capital. Aquí se puede comer de todo: embutidos o quesos nacionales, especialidades de inspiración internacional (pizza, burger de carne y gambas...), platos tradicionales (mariscadas, croquetas, arroces…), conservas, coctelería, pastelería, heladería, etc. Cierto que los precios suben en picado respecto a los garitos del casco antiguo, pero una visita a este mercado gastronómico, donde el fin de semana se concentran centenares de personas que comparten mesa, es muy recomendable. Mercado da Ribeira: Avenida 24 de Julho 50, 1200-109, Lisboa.
Recetario de la capital y local con encanto
Cocina típica de Lisboa con un guiño a la actualidad, servida en un local precioso, moderno y lleno de encanto: el antiguo edificio de la Real Fábrica de Seda. ¿Qué encontramos en la carta? Pastéis de Bacalhau (buñuelos de bacalao), arroz de pato o feijoada de pulpo (guiso de mar con judías). Media de 30 euros por persona.
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Texto e imágenes de Laia Zieger (Gastronomistas)