AMANTES DE LOS VOLCANES: 10 DESTINOS EUROPEOS QUE NO OS PODÉIS PERDER
Dicen que los volcanes más impresionantes del mundo están en Hawaii y Costa Rica pero, si te apasiona la vulcanología y buscas algo más cerca, te sorprenderá la cantidad de opciones que tienes sin salir de Europa. ¡Mira, mira!
+ infoPoblenou de barrio industrial a distrito creativo
¡Bienvenidos al Poblenou! El distrito creativo más vibrante de Barcelona. Un barrio de esos de toda la vida, alejado del centro pero próximo al mar, donde el carácter popular se mezcla con las tendencias de última generación. Un espacio en continua transformación, de pasado industrial y presente cosmopolita, que combina a la perfección la modernidad y la tradición de la capital catalana.
Con un paisaje urbano en mutación constante y proyectos vanguardistas que florecen en cada esquina, el Poblenou vive su momento. Recorremos sus calles en busca de sus secretos ¡Empezamos!
Plaça de les Glòries, km 0
Ni la plaza Catalunya, ni las Ramblas, ni el paseo de Gràcia. Cuando en el siglo XIX Ildefons Cerdà ideó el trazado de la Barcelona moderna marcó ‘les Glòries' como su centro geométrico. Allí se han trasladado Els Encants Vells que con más de siete siglos de historia es uno de los mercados de pulgas más antiguos de Europa ¡y donde regatear aún es posible!. A pocos metros se alza ‘La Grapadora’, un edificio de piel gris que alberga el Disseny Hub, parada más que obligada para los amantes del buen diseño.
El pene, el supositorio, el torpedo… No hay motes suficientes para describir la Torre Agbar. Y es que este rascacielos diseñado por Jean Nouvel es motivo de un sinfín de comentarios. Dice Nouvel que sus formas rinden culto a la Sagrada Familia y a las montañas de Montserrat. No sabemos qué hay de cierto en todo ello, lo que está claro es que desde su construcción el skyline de Barcelona es un poco más ‘masculino’.
Arte, diseño, música y mucho más
Desayunamos en el Espai Joliu, una concept store que combina plantas y amor por el buen café; aquí sirven el de Nomad Coffee, tostado a pocos metros y con punto de venta en el Røaster's Home. En el local vecino, una antigua imprenta hace las veces de galería de arte; se trata de La Plataforma un espacio en el que las propuestas artísticas maridan con experiencias gastronómicas de todo tipo.
Los adictos al shopping pueden comprar muebles escandinavos en el Noak Room; renovar el armario con los estampados coloristas de Brava Fabrics, y añadir vinilos a su colección en el Ultralocal Records, punto de encuentro de los melómanos locales especializado en sellos independientes.
Si lo vuestro es el consumo cultural, la Sala Beckett programa lo último en teatro contemporáneo en un entorno modernista de primer nivel. De corte más urbano son las propuestas de La Escocesa, una antigua fábrica destinada a talleres de artista que cada año celebra el festival de murales, inundando con graffitis sus muros centenarios. Las tendencias más innovadoras se concentran en Hangar, un centro vanguardista en artes visuales ubicado en unos de los complejos industriales más destacados de la ciudad.
No podemos terminar el día sin entrar en Razzmatazz. Institución del clubbing barcelonés, cualquier joven que se precie ha pasado más de una noche en sus míticas salas. Sea indie, electrónica o conciertos en directo, en el Razz la buena música nunca cesa.
Y con los beats en la cabeza, abandonamos el Poblenou industrial para dirigirnos al corazón de la vida del barrio. ¡Nos vamos a la Rambla del Poblenou!
La Rambla del Poblenou
Punto neurálgico indiscutible, su ritmo pausado y la gente charlando al sol nos dan la pista de que esto fue y sigue siendo un pueblo. Los fines de semana se llena hasta la bandera con grupos de amigos tomando cañas en sus terrazas y en septiembre, la fiesta mayor invade las calles con verbenas, comidas populares y pasacalles. También aquí se concentran los locales con más solera de la zona y en los que nos detenemos para recobrar fuerzas.
Primera parada, un clásico entre los clásicos: Can Recasens, una charcutería fundada en 1906 que por la noche se convierte en un restaurante de cocina catalana. Su surtido de quesos, embutidos y vinos es espectacular, y además te puedes llevar a casa los productos degustados durante la cena.
No menos popular es la Orchateria El Tio Che, el palacio de la chufa. Estos horchateros de pura cepa preparan horchata 100% artesana siguiendo la misma receta desde hace 5 generaciones. En verano las colas crecen sin cesar con gente buscando alivio contra el calor en este refresco natural.
Y de la esquina más dulce a la esquina con más historia. Cruzando la calle se alza el Casino l’Aliança del Poblenou, un centro de reunión que nos transporta a los tiempos de los ateneos obreros y las luchas asociativas. Si estás por allí, entra; entre sus paredes se respira un pedazo de la historia reciente de Barcelona.
Los que quieran mojarse las pantorrillas que sigan Rambla abajo y en pocos minutos se plantaran en las playas del Bogatell y de la Mar Bella, las menos masificadas de la ciudad. En verano los chiringuitos invaden la arena y los runners recorren la orilla al ritmo de brisa marina.
El Poblenou marinero
Tomamos rumbo a tierra firme en dirección a la Plaça Prim, lugar de residencia de los pescadores en los siglos XIX y XX, esta pequeña plaza se resiste al paso del tiempo. En una ubicación privilegiada se encuentra Els Pescadors, antigua taberna marinera y unos de los restaurantes de pescado con más historia de la ciudad; aquí las especialidades son los productos del mar traídos a diario de las lonjas vecinas.
Detenidas en el tiempo también permanecen las calles cercanas, donde reina la calma propia de los pueblos costeros. Una calma que contrasta con el ajetreo de la calle Marià Aguiló, eje comercial por excelencia y donde nos topamos con La Pubilla del Taulat, un bar bodega abierto en 1886 (¡el más antiguo del Poblenou!) en el que se puede tapear y tomar unos vinos a cualquier hora del día.
No menos mítico es el bar El Timbal. Situado junto a la antigua fábrica textil de Can Felipa, la fama de sus bravas es conocida en toda la ciudad; las hacen al horno, con su piel y coronadas con unall-i-olipara chuparse los dedos. Las puedes acompañar con platos caseros a precios ajustados mientras tomas unas cañas en su concurrida terraza.
De Palo Alto al Fórum: pasado industrial, presente creativo
Una chimenea de ladrillo rojo nos da la bienvenida a Palo Alto. Esta antigua fábrica textil es una isla urbana única en su especie. Convertida en hub creativo, hoy multitud de diseñadores, arquitectos y artistas ocupan sus naves inyectando nuevas tendencias. Pasea por su selvático jardín y prueba el menú de La Cantina, un restaurante de cocina tradicional que los viernes sirve un arroz buenísimo. Además, Palo Alto es sede del concurrido Palo Alto Market, un mercado mensual donde se reúne la ‘gente guapa’ de la ciudad para conocer las últimas propuestas de los diseñadores locales.
Si las energías escasean, hacemos parada y fonda en el Bar Tras-paso, un local bohemio, colorista y de sabores afrancesados en el que terminar la noche con un magret de pato y charlar hasta las tantas con una copa de vino en la mano.
Pero si todavía os queda aliento, subimos a la Torre de les Aigües del Besòs, testigo del pasado industrial de la zona y donde a mediados de los 90 la banda británica Blur grabó el videoclip On Your Own. Desde su mirador a 60 metros de altura las vistas de la ciudad son impresionantes.
Y desde las alturas, con el mar a pocos metros, los rascacielos de Diagonal Mar, el Tibidabo, Montjuïc y la explanada del Fórum en el fondo, nos despedimos. Hemos llegado a los márgenes de la ciudad y es hora de tomar un nuevo rumbo.
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Texto de Núria Gurina
Fotos de: Matt Cornish, filippsh, Adrià Goula, Joanbrebo, Espai Joliu, Santmarti.info, Selbymay/Wikicommons, Mathieu Thouvenin
+ infoLos restaurantes más trendy de la ciudad
Por Ferran Imedio de Gastronomistas
Cuenta Nancy Albrecht, berlinesa de toda la vida, enterada de lo que se cuece en la capital alemana porque trabaja en un hotel de lujo como responsable de marketing, que lo que está pasando en la capital alemana con la gastronomía es una “locura”. Que cada fin de semana se abre un local nuevo, que ya no sabe dónde porque la oferta es cada vez más inabarcable, inmensa como la propia ciudad.
“Lo que está pasando aquí a nivel gastronómico en los últimos tres-cuatro años es increíble“, confirma Matthias Diether, uno de los chefs más reputados y jóvenes de la ciudad.
Habíamos oído hablar por estas latitudes de que algo se estaba moviendo en la capital alemana. Y hemos querido comprobarlo personalmente, así que hace unos días viajamos a Berlín para conocer una ciudad que está ‘on fire’ a nivel gastronómico. Y buscamos locales trendy, buenos y bonitos (y varios de ellos baratos), en la línea del Bread & Butter que se celebrará del 14 al 16 de enero. Nuestra base de operaciones fue el hotel Wyndham Grand Berlin, un establecimiento moderno, muy buen comunicado (a unos 500 metros de la Postdamer Platz), limpio y con un servicio impecable.
Tim Raue
Uno de los que no debes perderte bajo ningún concepto es el restaurante de Tim Raue. Todo un dos estrellas Michelin en una de las zonas más céntricas (en el barrio de Kreuzberg, a pocos metros del histórico Checkpoint Charlie). Quizá os sorprenda la propuesta porque pensaréis que un establecimiento distinguido con tales honores por la Biblia roja de la gastronomía es muy caro y lujoso, pero si os digo que hay un menú de tres platos por 38 euros, la cosa cambia, ¿verdad? Y nada de etiqueta ni protocolo. Y con una carta de 500 vinos en muchos casos asequible, pues puedes pedir uno a partir de 28 euros.
Tim Raue, que así se llama el restaurante, es un sitio moderno, agradable, donde se encuentran los famosos berlineses. Hay tantos y tan a menudo que han prohibido que se hagan fotos del local para proteger la intimidad de las celebrities.
¿Y por qué van allí? Por su cocina de fusión asiática, siempre ligera, una maravilla que juega con los aromas, los picantes, los dulces… El exotismo pasado por el tamiz de un alemán que sabe conectar con el paladar occidental. La cuadratura del círculo. Sus platos redondos, siempre hay algo picante (lo justo, lo tolerable, lo divertido), algo dulce (fruta), algo ácido. Y nunca hay pan, patatas, arroz ni pasta porque no quiere desvirtuar la sinfonía de sabores de cada uno de sus platos. Por eso es un local único en toda Alemania.
Si vais allí y vuestro presupuesto no da para los menús degustación (de 118 a 168 euros) sino para el de mediodía (tres platos por 38 euros; 4 por 48 euros, 5 por 58 euros y 6 por 68 euros), no dudéis en pedir el langostino al estilo cantonés con mango, zanahoria y mayonesa de wasabi. O la reinterpretación del pato, con versiones en foie, consomé, pechuga sobre un gofre con puerro y manzana. Insuperables. Cierran los domingos y lunes, y el resto de la semana la cocina está abierta de 12:00 horas a 14:00 horas y de 19:00 horas a 21:00 horas. Rudi-Dutschke-Strasse, 26.
La Soupe Populaire
¿Cómo convertir una fábrica de cerveza en restaurante? El ubicuo Tim Raue sabe cómo. Basta con visitar este local, de diseño industrial radical: vigas de hierro, cemento, ladrillos en los muros…
La carta acude a las recetas alemanas, aunque suavizadas y modernizadas. La Königsberger klopse es una albóndiga que originalmente va acompañada de puré de patata, alcaparras y salsa de mantequilla y harina. Aquí, es lo mismo pero mucho más ligero sin la contundencia que podría esperarse de la utilización de estos productos. El bacalao con verduras y toques cítricos, y el consomé con carne de ternera y verduras merecen la visita.
Abre de jueves a sábados, de 12:00 horas a 23.00 horas. El precio medio se sitúa entre los 30 y los 40 euros. Prenzlauer Allee, 242
Katz Orange
Hay que encontrarlo porque no es fácil dar con él. Está en un patio interior de un bloque de pisos. Se trata de una coqueta fábrica de cerveza construida a finales del siglo XIX que dejó de producir birra y ahora es un restaurante de lo más acogedor y moderno.
Cocinan con producto ecológico y hacen platos internacionales y ligeros, con algún toque de sofisticación. Nos gustó mucho la ensalada con paté de ganso, el consomé de remolacha y el salmón con puré de patata y membrillo marinado.
El menú degustación de cuatro platos cuesta 50 euros (25 más con vinos), y el de cinco platos (60, con vinos 30 más). A la carta, unos 40 euros.
Está abierto de lunes a sábados, de 18:00 horas a 23:00 horas. Tiene dos pisos y en la planta baja también hay coctelería. Bergstrasse, 22
Sage
Mientras pincha el discjockey (música propia de club o una discoteca), aquí no ponen clásica porque este es un local superdiscofashion, tú vas cenando. Sage está considerado como uno de los más cool de Europa. Cuando llega el buen tiempo, abre una ‘playa’ junto al río, con arena y tumbonas desde donde se disfruta de las vistas a la otra orilla donde: en el otro lado se ve el East Side Gallery, un tramo largo del Muro pintado por grafiteros de todo el mundo.
Aquí, un antiguo telar, sirven cocina internacional entendible y contemporánea: pizzas, sopas, carnes… El precio medio es de unos 35-40 euros. Hay menús especiales de tres platos (35 euros), cuatro (42) y siete (69). Ah, y si eres fumador, tienes un espacio reservado para ti… Y a cubierto. Köpenicker Strasse, 18-20
Cafe Am Neuen See
Un local de obligada visita para quien le gusten los rincones tranquilos, bucólicos, incluso románticos (si van de noche, esas velas, esas lucecitas frente a un lago del Tiergarten, uno de los grandes parques de Berlín). Se llena los fines de semana porque el lugar es muy agradable. Abre cada día de 9 de la mañana (tienen un abanico enorme de desayunos) hasta la medianoche o más allá. Su carta está hecha de platos sencillos e internacionales como la pasta, las pizzas, las sopas… Aunque también tienen propuestas autóctonas. Todos los productos son locales, si quieres tomar alguna copa por la noche, debes saber que no hacen cócteles, aunque sirven cervezas, refrescos, licores y destilados. Lichtensteinallee, 2
Cookies Cream
El vegetariano de moda de la ciudad. “Es Berlín”, resume Diether, nuestro espontáneo cicerone en esta escapada. “Está en un lugar escondido, donde jamás pensarías que puede haber un restaurante. Y entras y ves a personas de lo más variado, desde el punkie hasta el que lleva traje y corbata”.
Se entiende por lugar escondido un acceso junto a la puerta de descarga de mercancías del hotel de cinco estrellas contiguo. Una puerta fea, solo con una lámpara de araña como distintivo de que ahí hay algo diferente, da una pista de que estás en el buen camino. El local ocupa un edificio que incluye restaurante (Cookies Cream, en el primer piso), discoteca (Cookies, en la planta baja) y bar de copas (Draytone, al lado). Acabas de cenar (el menú de tres platos, entrante, principal y postre, sin bebidas, cuesta 36 euros) y puedes entrar gratis en la discoteca. Está abierto de martes a sábado sólo por las noches. Behrenstrasse, 55
The Casual by Paco Pérez
El hotel de lujo Das Stue tiene en su interior dos restaurantes de Paco Pérez, el flamante estrella Michelin Cinco y The Casual, basado en tapas españolas. Una cortina les separa. El menú degustación del famoso local cuesta 140 euros (230 con bebidas) y en el anónimo pagarás entre 35 y 50.
Hay tapas inolvidables, como el pulpo a la gallega sobre un puré de patata y acompañado con cebolla caramelizada (atención a esa salsa de vicio con pimentón rojo), las croquetas de jamón ibérico y las picantonas gambas al ajillo con un huevo poché perfecto. Y también platos más internacionales como el steak tartare con yema de huevo trufada y el brioche chino (relleno de carne de costilla de cerdo ibérico). La calidad del producto se cuida hasta el extremo de que el pescado se lleva desde Catalunya a Berlín. The Casual no cierra nunca (abre la cocina de 12:00 horas a 15:00 horas y de 18:00 horas a 23:00 horas). Los viernes y sábado por la noche hay música en directo o discjockey. Drakestrasse, 1
Bar Raval
Está en Kreuzberg, uno de los barrios más excitantes de la ciudad, y es propiedad de Daniel Brühl. La oferta es de tapas, con las croquetas de pollo y jamón (atención, Joselito) y los buñuelos de bacalao como hits imbatibles. Hay tapas calientes, frías y especiales, y platos de la semana. Y cada primer lunes de mes, paella para 40 personas. Una fiesta, en fin. Si te quedas por la noche podrás probar sus gin tonics (en Berlín no es habitual esta bebida) han incorporado recientemente una carta de gin tonics, con 30 tipos de ginebra y 3 de tónicas.
Daniel Brühl no suele estar allí porque siempre está rodando alguna película, pero este local no es una inversión más, sino que le tiene cariño. Un ejemplo: compró los sifones que decoran la sala en mercado de Els Encants y el suelo hidráulico lo compró en Barcelona.
Está abierto de 17:00 horas a 23:00 horas (los fines de semana hasta medianoche o más). Los fines de semana de abril a octubre, a partir del mediodía. El precio medio está entre 20 y 25 euros. Si vas a ir un fin de semana será mejor que reserves a través de su web con una semana de antelación porque siempre está lleno. Ah, y si vas al Bread & Butter búscalos porque tendrán un espacio propio. Este año servirán tapas y tortillas. Lübbener Strasse, 1
First Floor
Si quieres darte un homenaje aún mayor y no te importa rascarte el bolsillo, visita el First Floor, en el primer piso del Palace Hotel. Si la decoración es elegante y clásica, en los fogones está un chef divertido en el trato y en la cocina, Matthias Diether. Yo le llamaría Matthias Pato Donald Diether porque borda los platos con pato. Hay que apoquinar al menos 109 euros (el menú con cuatro platos, con seis aperitivos y dos postres incluidos, aunque hay menús de 129 euros y 159 euros), pero vale la pena porque comer allí es de lo más divertido. Platos modernos basados en alta cocina francesa.
Las presentaciones son coloristas, juega con las texturas, de modo que cada producto se sirve en diferentes versiones en el mismo plato, siempre con un sentido artístico para la vista… Y el paladar. Sin duda el plato llamado Pato de la cabeza a los pies es de obligada petición: paté, jamón, consomé, pechuga, chutney… Impresionante. Aunque también se disfruta con el cangrejo de Australia y el fletán.
Ah, otra cosa a tener en cuenta. La selección de vinos es brutal, infinita. Hay 1.500. Están recogidos en una carta que los camareros llaman la ‘Biblia’. Algunos son tan buenos que, tras beberlos pensarás que has estado cerca de Dios. Budapester Strasse, 45
Cafe Gipfeltreffen
Un rincón recogido y trendy en pleno barrio de Kreuzberg. Entras y parece que estás en el salón de casa. Decoración cálida y sencilla, ventanales a la calle, música tranquila de fondo… Ideal en días de lluvia, frío y/o nieve. Aquí puedes pedir platos sencillos como sándwiches y ensaladas, y disfrutar de alguna bebida fría (zumos, cerveza, vino, cócteles, destilados, agua) o caliente (té, café) mientras te relajas escuchando la música, charlando con tus amigos en voz baja (aunque es aún mejor para visitarlo en pareja) o leyendo algún libro. A partir de las 18:00 horas deja de ser una cafetería moderna y acogedora para convertirse en un restaurante de cocina internacional elaborada con productos local. Abre cada día de 21:00 a medianoche, y los fines de semana, de 22:00 hasta medianoche o más. Görlitzerstrasse, 68
Wyndham Gran Berlin
Y por qué no comer en un hotel. En el que estuve alojado, el Wyndham Grand Berlin, es una baza segura, y no solo porque se trata de un buen BBB (Bed, Bath and Breakfast) o, en castellano, de un DDD (dormir, ducharse y desayunar) a buen precio. El desayuno tiene una variedad y calidad que ya quisieran muchos hoteles de categoría superior, mientras que en su elegante restaurante, llamado The Post, ofrece una más que digna cocina mediterránea (¡hay gazpacho y escalibada!) por unos 25 euros de media. Ensaladas, pastas, pizzas, carnes, pescados… Al mediodía abre de 12:00 horas a 15:00 horas y por la noche, de 18:00 horas a 22:30 horas. Hallesche Strasse, 10
Por Ferran Imedio de Gastronomistas
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Ciudad creativa, cosmopolita y dinámica, Barcelona se impregna de tendencias de aquí y allá. Eso se respira (y cata) en gran parte de sus establecimientos, sean de apertura recientes o con años de rodaje a sus espaldas que son señal de garantía. La escena foodie se mueve, se reinventa y ofrece un continuo mundo trendy a los gourmets. Aquí una buena muestra de ello.
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