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Excursiones muy cerca de Santiago

El área de influencia de Santiago se expande por una veintena de ayuntamientos, que van de A Coruña a Pontevedra, los cuales se vertebran alrededor del río Ulla, así como de las diferentes variantes del Camino.

A apenas 10 km de la ciudad se encuentra un lugar mágico: el Pico Sacro, un monte mítico para la cultura gallega y la tradición jacobea. Su peculiar silueta se eleva bien visible a 533 metros de altitud al sureste de la ciudad. Desde su pico, a lo lejos, se puede ver Santiago y la silueta de las torres de la Catedral.

Galicia es verde y la ciudad de Santiago está rodeada también de verde. Los amantes de la naturaleza pueden hacer excursiones desde la ciudad a lugares sorprendentes como las Fervenzas do Toxa, o Insua; bosques únicos como la Fraga de Catasós, con castaños de más de treinta metros de altura; o sierras como la de O Candán, con la orografía de viejas montañas y grandes espacios abiertos.

En un radio de apenas cincuenta kilómetros, podemos encontrar la riqueza monumental de villas históricas como PadrónMelide, directamente vinculadas a los caminos de Santiago; de pazos centenarios como el Pazo de Oca, conocido como el Versalles gallego por sus jardines, o el Pazo de Santa Cruz de Ribadulla, donde destacan sus camelias y sus olivos centenarios; e incluso espacios para el descanso y la paz como el monasterio de Carboeiro, rodeado de un paisaje natural privilegiado.

Por supuesto, como no podía ser de otro modo tratándose de Galicia, merece la pena también programar excursiones para probar la rica y abundante gastronomía de los alrededores de Santiago, caracterizada por el uso de productos frescos de temporada. Merece la pena probar los pimientos de Padrón, las truchas y lampreas, el cocido, la ternera, los quesos, los melindres, las filloas, los almendrados, las rosquillas e incluso acabar el viaje brindando con un aguardiente del país.

¿A qué esperas para descubrir todos estos tesoros? Consulta nuestros vuelos aquí.

Para más información sobre Santiago: www.santiagoturismo.com

 

Para más información sobre los alrededores de Santiago: www.areasantiago.es

 

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La meca de los golosos

Los pasteles y dulces más característicos de Sicilia

Muy buenas y dulces razones hay para asociar un viaje a Palermo con la buena mesa, especialmente para el gusto del paladar más goloso. Dulces tan típicamente sicilianos como la cassata, los cannoli o los mejores helados y chocolates, tienen aquí mucha presencia. Se consumen en festejos y celebraciones y es uno de los hábitos culinarios más extendidos entre los sicilianos.

Para poder entrar en una de las afamadas 'pasticcerias' de Palermo y saber qué es qué, es conveniente tener algunas nociones de las características de estos deliciosos postres.

La cassata es un pastel típico de la zona de Palermo. Por lo general, de forma redonda y hecho a base de capas de bizcocho humedecidas con fruta o licor y con capas de queso ricotta. La cobertura suele ser algo barroca, a base de mazapán que se adorna de mil maneras, principalmente rematando con una capa abundante de frutas confitadas de la zona.

También los famosos cannolis, un postre de origen siciliano que en Palermo preparan como en ningún lado! Se trata de un barquillo de pasta en forma de tubo que se rellena requesón azucarado y se le pueden añadir avellanas, pistacho o chocolate, según la zona, para acabar espolvoreando con azúcar en polvo.

El buccellato es un pastel de pasta brisa que se rellena de diferentes frutos secos como higos, pasas o almendras y se aromatiza con cáscara de naranja u otros ingredientes, según la región. Se acaba rematando con un glaseado y fruta confitada.

El helado de Sicilia es probablemente uno de los más buenos de Italia, gracias al amplio abanico de frutas frescas que se encuentran en la zona. De hecho, el desayuno habitual, es un bollo relleno de helado, generalmente de gustos clásicos como pistacho, almendra, chocolate o las frutas de temporada.

Los baduzzi son unos pastelitos hechos a base de almendras y caco en polvo. Otro de los dulces a base de almendras son los cardenales, con fruta confitada, pistacho cáscara de limón y claras de huevo, los cucchiteddi de Sciacca, unas pastas de almendras rellenas con calabaza, o los mostachones de Mesina, que se aromatizan con canela.

El chocolate de Módica se elabora al sur de Sicilia, con una técnica de tradición azteca que utiliza como únicos ingredientes el cacao, azúcar y especias.

Algunas de las mejores pastelerías de Palermo

Pasticceria Matranga
Via Cesareo, 38
www.pasticceriagbmatranga.it

Pasticceria Capello
Via Colonna Rotta, 68
www.pasticceriacappello.it

Pasticceria Costa
Via D’Annunzio, 15
www.pasticceriacosta.com

Pasticceria La Cubana
Via G. Pitrè, 143
www.lacubana.it

Pasticceria Oscar
Via Mariano Migliaccio, 39
www.oscarpasticceria.it

Spinnato
Via Principe di Belmonte, 107
www.spinnato.it

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Destino Gambia. Puerta a África.

Por Clara Arnedo

Recién aterrizada de Gambia, aún conservo en la cabeza el arco iris que se forma cada atardecer en la playa de Tanji, cuando llegan los barcos cargados de pescado y todo el pueblo se vuelca a la recogida y venta de la fresca cosecha marina. Es uno de tantos recuerdos de este país pequeño pero perfecto para hacernos una idea de cómo es el continente africano. Ahora Vueling nos facilita el viaje con la nueva línea que conecta Barcelona con Banjul, la capital del país.

El itinerario empieza en la capital, Banjul, pequeña y agradable. Como lo es el país, con 1,6 millones de habitantes. Banjul, a su medida, se trata de una ciudad segura y tranquila, donde merece la pena perderse por mercados de colores abarrotados de gente comprando de todo. El más sobresaliente de ellos es el Albert Market, un gran zoco a lo africano donde la fruta, la verdura y el pescado son los grandes protagonistas. Sus gentes, vendedores, vendedoras, clientes y clientas, se muestran primero reacios a nuestra visita, y evaden las cámaras fotográficas rápidamente. Con el rato, se muestran más amables y dispuestos. Necesitan un poco de tiempo.

Otra de las atracciones de la ciudad es el Arco del 22 de Junio de 1994, dedicado al presidente del país. El que fue guardaespaldas del anterior jefe de Estado subió al cargo ese día. Desde entonces él es el gran protagonista de Gambia: a Yahya Jammeh le vemos en todas partes, en carteles publicitarios que cuelgan de paredes y farolas de cada aldea y ciudad.

Pero Gambia es sobre todo la que se abre ante el océano Atlántico, la de las playas y la costa, y la que penetra como una cuña en medio de Senegal, partida por la mitad por el otro accidente geográfico que articula el país, el río que lo bautiza, el Gambia.

Nos acercamos primero a la costa para descubrir las playa de Banjul, largas y de arena fina. Algunos hoteles se sitúan a su orilla, con maravillosas vistas al mar. Pero, sin duda, la postal marinera inolvidable la ofrece Tanji, con mosaico de color y vida que se forma cada día a la orilla de la playa con la llegada del pescado. Un aparente caos reina en el lugar, pero aquí rige, en realidad, una organización y jerarquía internas, unas leyes que permiten que cada anochecer, con la caída del sol, se forma el mismo espectáculo. Son los hombres, fuertes y musculosos, los encargados de trajinar quilos y más quilos de pescado de las barcas hasta la playa, haciendo equilibrios con las cestas posadas sobre sus cabezas. Una vez en la orilla, algunas mujeres recogen el tesoro, para limpiarlo y dejarlo listo para su venta. Otros muchachos corren más allá, buscando otros puntos para colocar y vender el pescado. Muchas veces les siguen niños, corriendo veloces tras sus pies, esperando que la suerte le deje alguna propina en forma de pescados que se derraman durante su transporte. Este mercado, esta lonja improvisada en la arena de la playa, es la punta del iceberg de un país pequeño pero repleto de vida. Por la mañana, el mismo lugar que al anochecer ocupaba el mercado del pescado, se transforma en un colorido mercado de fruta y verdura, imperio de las mujeres que venden y compran comida. Una de ellas es Ida Cham Njai, una guapa y energética cocinera que ofrece la experiencia única de acompañarla a hacer las compras al mercado, para, después, pasar una agradable jornada cocinando comida local a su lado y en su casa. Es a través de la gastronomía y los productos locales que podemos aprender un poco más de este agradable destino.

Reducto británico en época colonial, es ahora uno de los países más pequeños de África occidental. Y también uno de los que tiene un mayor índice de natalidad. A Gambia la salpican los niños, y las mamás que los llevan atados a su cintura, una postal tan bonita como casi icónica del país. El resto, selva, naturaleza y muchos animales para observar: monos, pájaros e incluso hipopótamos. Cuanto más adentro se mete el río en el país, más salvaje se vuelve la naturaleza, y más rural la población. Aventurarse por el río en dirección a la población de Georgetown es toda una aventura selvática, ya que, si lo que buscamos es alojamiento, por aquí encontraremos pocas posibilidades. Gambia es un país poco desarrollado turísticamente, y, en parte, ese es su encanto. De todos modos, no hace falta ir muy lejos de Banjul para tener un primer contacto con la vida salvaje. Cerca de Serrekunda, la ciudad más grande y bulliciosa del país se encuentra el Bijilo National Park, o parque de los monos, que puede recorrerse por sencillos senderos. También en la zona puede visitarse una piscina de cocodrilos, y ¡hasta alguno se deja tocar! Y esa es la otra cara de Gambia, la del río y los manglares, la Gambia de piel negra y uno de los países menos desarrollados del planeta, con una esperanza de vida de 54 años y el 40% de índice de alfabetización.

Pero el viaje no termina aquí, y, Gambia, aunque pequeña, nos tiene reservadas aún algunas sorpresas. ¿Imagináis remotas aldeas africanas literalmente invadida por el street art y los grafitis? Pues éstas se encuentran en Gambia. Concretamente Bafuloto y Makumbaya son los nombres difíciles de recordar de dos poblachos de casas pequeñas y sencillas y calles de arena y tierra donde juegan niños y niñas al sol. Y es en las paredes de estas chozas donde el movimiento Wide Open Walls encontró uno de sus lienzos favoritos. Imágenes naturalistas de animales de la zona y otros motivos llenan de color estos lugares.

Una manera de conocer Gambia desde otra perspectiva. Otra manera de penetrar a África por esta pequeña puerta de entrada.

Por Clara Arnedo

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Reikiavik, la capital más septentrional del mundo

Cerca de dos tercios de la población total de Islandia vive en la capital metropolitana, considerada una de las ciudades más verdes, limpias y seguras del planeta. Durante el invierno apenas hay 4 horas de luz solar. Al contrario, si el visitante tiene la oportunidad de viajar en fechas próximas al solsticio de verano, se encontrará con una ciudad en la que el sol no acaba de ponerse del todo. Esta circunstancia permite al viajero exprimir al máximo sus horas en la capital de Islandia, antes de emprender el típico viaje por el anillo islandés, la carretera circular que da la vuelta a la isla conocida como Ring Road.

Los puntos de interés turístico se concentran sobre todo en el distrito occidental de Miðborg, el centro tradicional de la ciudad. El parque de Hljómskálagarður, que alberga el lago Tjörnin, es un buen punto de partida para sentarse en un banco y situarse en el plano, antes de abordar una ruta a pie que nos llevará a los rincones más interesantes de Reikiavik. En un extremo del lago se encuentra el campus de la Universidad de Islandia (Háskóli Íslands), y cruzando el puente que lo atraviesa se llega directamente a la Galeria Nacional de Islandia. En este espacio se exhiben las obras de los artistas islandeses más famosos que conviven con un centro de interpretación de la cultura tradicional islandesa. Está situado justo al lado de la Iglesia Libre de Reikiavik, una congregación que se estableció en la capital en 1899 como alternativa a la Iglesia Nacional Luterana. 

El Parlamento islandés, conocido como Alþingi, se encuentra a unas pocas manzanas más adelante. El edificio fue construido en 1881 con piedra labrada. No obstante, el origen de esta institución se remonta al año 930. Es una de las asambleas electas más antiguas del mundo.

Hora de almorzar

Es posible que en Islandia el sentido del tiempo se vea un poco alterado, ya sea en invierno como en verano, como consecuencia de las horas de luz. Pero si hay algo sagrado en esta vida es el almuerzo, también en Reikiavik. Siguiendo por la calle Lækjargata hacia el llamativo centro de conciertos y conferencias Harpa nos encaminaremos hacia la zona portuaria de Reikiavik. Un poco antes de llegar nos encontraremos con una de las paradas obligadas de la ciudad, que no es otra que un puesto callejero de perritos calientes llamado Bæjarins Beztu Pylsur. De acuerdo, no deja de ser una salchicha cocida servida en el típico bollo y acompañada de las correspondientes salsas. Y se come a la intemperie... Pero en el número 1 de la calle Tryggvagata se sirven a diario cientos de salchichas y en ocasiones se forman largas colas. Es, sin duda, una de las costumbres gastronómicas más arraigadas de la ciudad y la salchicha más famosa de Islandia.

Tras el avituallamiento hay que volver a explorar la ciudad. El puerto está dividido entre los distritos de Miðborg y Vesturbær. En este último se encuentra el Museo Marítimo Vikín, en el que cobra especial importancia la pesca del bacalao. Precisamente, en algunos de los restaurantes de la zona portuaria se puede degustar bacalao islandés, y también otros platos típicos como sopa de langosta, salmón o cordero. Si se quiere completar las experiencia, se puede alquilar una caña de pescar y pasar la tarde, o embarcarse para ver ballenas en la bahía de Faxaflói. 

La principal zona de bares está en la calle Austurstræti y sus alrededores, mientras que las tiendas están diseminadas en las calles Laugavegur y Skólavörðustígur. De entre los escaparates de ropa, diseño y alimentación destaca el de la tienda de Álafoss, la más conocida y tradicional marca de lana islandesa. En esta tienda se puede comprar el típico jersey islandés denominado Lopapeysa.

Aunque no caiga la noche, llega la hora de finalizar la visita con las mejores vistas de la ciudad, que se pueden apreciar desde lo alto de la iglesia de Hallgrímskirkja. El acceso al campanario cuesta 600 ISK (unos 4 €), pero merece la pena. Se puede terminar el día en un restaurante pop-up muy apetecible en el que se puede degustar una peculiar fusión entre la gastronomía vasca e islandesa. Se llama Sumendi y organiza varias cenas al año. 

Si has realizas el viaje en verano seguro que el sol ha estado presente durante todo el tiempo, así que recomendamos terminar el día en la famosa escultura llamada Sólfar --el Viajero del Sol-, una escultura que evoca lugares por descubrir y países que visitar, como los que Vueling pone a tu alcance mediante sus conexiones aéreas.

Haritz Rodriguez es periodista y bloggerde viajes con más de 17 años de experiencia en radio, televisión, prensa e internet. Redactor en Tokitan.tv y director en el estudio de comunicación Barking Blogs.

Texto e imágenes y vídeo de Haritz Rodriguez, de Barking Blogs

 

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