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La Nápoles subterránea

En la siempre sorprendente y para muchos caótica Nápoles el visitante tiene un abanico enorme de cosas para ver y hacer: disfrutar de sus magníficas iglesias, como la Basílica de San Francisco de Paula y la Iglesia de Gesú Nuovo, visitar castillos como el Castel dell’Ovo, dejarse sorprender por las joyas arqueológicas que contiene el Museo Arqueológico Nacional, incluidas piezas procedentes de los yacimientos de Pompeya y Herculano, o simplemente perderse por las calles de su centro storico, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Evidentemente, a toda esta actividad hay que añadirle el hacer una inevitable parada para deleitarse con sus excelentes pizzas, que para ello estamos en el lugar que vio nacer tan popular plato.

No siendo suficiente con todo lo que podemos disfrutar en la superficie de la ciudad, bajo sus entrañas esconde todo un mundo lleno de túneles, galerías, catacumbas, cisternas y múltiples espacios donde los primeras huellas encontradas pertenecen a los griegos, fundadores de Nápoles, y las últimas llegarían hasta casi nuestros días, ya que se dice que la Camorra los empleó en su momento para el tráfico de drogas y para sus reuniones clandestinas. En la actualidad, sobre todo en los últimos años, esta cara oculta de la ciudad, conocida como la Nápoles subterránea (Napoli Sotterranea) ha ido cobrando mayor interés y convirtiéndose en un atractivo turístico más. Y no es para menos pues son muchas las historias ocultas en estos subsuelos.

Como ya hemos dicho, los griegos fueron los primeros en comenzar con la construcción de esta ciudad “invisible”, sumergida bajo tierra, con objetivos defensivos y de culto. Los romanos seguirían los pasos de sus antecesores, pero esta vez irían un poco más allá: crearon una red de acueductos y canales subterráneos para el transporte del agua. Gran parte del sistema de canalización del agua de aquella época se seguiría usando en la ciudad hasta principios del siglo XX. También son de esta época los restos del teatro grecorromano que se pueden ver durante la visita a los subsuelos de Nápoles, y sobre los que versa la leyenda de que Nerón cantó en él durante un terremoto causado por el vecino volcán Vesubio.

Los primeros cristianos, perseguidos por sus creencias, utilizaron estos espacios para el culto y para el entierro de sus muertos. Precisamente, uno de los puntos de mayor interés de la Nápoles subterránea son las catacumbas de San Gennaro, que ocupan una amplia área de la colina de Capodimonte, siendo las más extensas del sur de Italia. Compuestas de dos niveles no superpuestos, en ellas se aprecian algunos restos de frescos de finales del siglo II. Como curiosidad, mencionar que San Gennaro es el santo patrón de la ciudad, y que hasta el siglo XI estas catacumbas fueron lugar de sepultura de los obispos napolitanos y lugar de peregrinación. Además hay dos catacumbas más en la ciudad, las de San Severo, de la que solo queda un pequeño cubículo, y las de San Gaudioso, a la que se accede desde la Basílica de Santa María della Sanità.  

Estos túneles, como buenos escondites y vías para moverse y acceder a la ciudad que son, también tuvieron un uso bélico, y fueron empleados en más de una ocasión para el asalto por sorpresa de la misma. Es el caso de Belisario en el año 536 y Alfonso de Aragón en 1442, o al menos eso es lo que dice la leyenda. Más cerca de nuestros días, durante la Segunda Guerra Mundial, se acabarían convirtiendo en refugios antiaéreos. Hoy en dia aún se conservan algunos de los objetos de aquella terrible época.

El acceso a la Nápoles subterránea se encuentra en el número 68 de la plaza San Gaetano, desde donde se realizan visitas guiadas en italiano o en inglés. Puedes consultar los horarios en su web.

Atrévete a aventurarte a conocer los subsuelos de Nápoles y las historias que en ellos se esconden, consulta tu vuelo aquí.

 

Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de Adele84Adele, Armando Mancini, Andrea Tosatto, Giuseppe Guida, AlMare

 

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La Viena de Gustav Klimt

Sería imposible imaginar la Viena del siglo XX sin el impresionante legado artístico de Gustav Klimt (1862-1918). Máximo representante del movimiento secesionista, es uno de los pintores más fascinantes de todos los tiempos. Amante del desnudo y de los retratos de la alta sociedad vienesa, las obras del artista simbolista siguen fascinando a expertos y aficionados. Hoy recorremos Viena para descubrir la obra de uno de los pintores más fascinantes de todos lo tiempos.

«A cada tiempo su arte. A cada arte su libertad»

La mejor forma de recorrer el legado de Klimt en Viena es empezar por el Pabellón de la Secesión, construido por Joseph Maria Olbrich y situado en el número 12 de la Friedrichstrasse. Su cúpula con hojas de laurel corona una fachada en la que una inscripción reza el que se convirtió en su lema: «A cada tiempo su arte. A cada arte su libertad». La célebre cita va acompañada de un friso que el propio Klimt creó en 1902 en homenaje a Ludwig van Beethoven, uno de sus trabajos más célebres. Se trata de El friso de Beethoven, que daba la bienvenida a los visitantes. Con 34 metros de ancho y 2,15 metros de alto no se volvió a exponer en público hasta 1986.

La famosa pintura rememora la famosa dirección que Wagner hizo de la Novena Sinfoníade Beethoven y, pese a que nació como obra efímera, un coleccionista evitó que se destruyese. Fue dividido y adquirido por el estado austriaco de nuevo en 1973 y se expone desde 1986.

Después del edificio de la Secesión vienesa, otra parada que no os podéis perder es el Museo de Historia del Arte (Kunsthistorisches Museum). Al entrar merece la pena levantar la vista en la escalinata para admirar las 40 pinturas realizadas en columnas y arcos de los tres miembros que conformaron la denominada Compañía de Artistas. Se trata de los hermanos Gustav y Ernst Klimt y de Franz Matsch.

El Burgtheater

Después del museo, la Compañía de Artistas recibió el encargo de realizar una serie de frescos en las dos escalinatas del Burgtheater (Universitätsring, 2). Un proyecto que tuvo tanto éxito que el emperador Francisco José condecoró a los pintores. En la escalera principal Gustav recreó el Teatro de Taormina, mientras que en la otra ala hizo una reconstrucción del Globe Theatre de Londres con la escena final de Romeo y Julieta. En esta obra el artista realizó el que se considera que es su único autorretrato.

A pocos pasos del Burgtheater, está la Karlsplatz, uno de los centros neurálgicos de la ciudad. En esta zona se levantan algunos de los edificios más famosos del modernismo vienés. Destaca, por ejemplo, el Pabellón Otto Wagner (construido en 1900 para las líneas de Metro de Viena), la Künstlerhaus o el Museo de Historia de la ciudad de Viena, que alberga algunas obras de Klimt, como Pallas Atenea o un retrato de Emilie Flöge. De hecho, con Emilie tuvo una gran relación (era su cuñada), aunque no hay constancia de que tuviesen ningún romance. Además de a ellas, también pintó a muchas otras mujeres, como Maria Zimmermann (Mizzi), Johanna Staude o Adele Bloch-Bauer, a la que retrató en dos ocasiones.

El Belvedere

La Galería del palacio Belvedere es el lugar en que se encuentran algunas de las pinturas más célebres del autor. Es el caso de dos iconos de su época dorada, El beso y Judith I. El padre y el hermano de Gustav eran grabadores de oro, de aquí la influencia dorada en la ornamentación y en las creaciones con pan de oro. El Belvedere es la pinacoteca con mayor número de obras de Klimt, un total de veinticuatro. Pero tampoco podemos perdernos el Leopold Museum, en pleno Museumsquartier (MQ). Aquí, junto a obras de Schiele cuelga la espectacular Muerte y vida, así como un estudio para Judith II y una vista del lago Atter.

Villa Klimt

Gustav Klimt tuvo varios estudios a lo largo de su carrera, pero el único que ha llegado hasta nuestros días es la casa en la que vivió durante los últimos años de su vida. La Villa Klimt, situada en Feldmühlgasse, 11, se reabrió al público en 2012 tras una reconstrucción a partir de fotos de la época y, si bien no conserva obras originales, es una interesante forma de entender la forma de vida de este artista universal.

Anímate a conocer la obra de Gustav Klimt, reserva tu Vueling aquí.

Texto de Aleix Palau para Los Viajes de ISABELYLUIS

 

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Las 6 claves para conocer Trieste

A continuación os damos las pautas para meteros de lleno en el conocimiento de esta sorprendente ciudad del Adriático.

1. Confluencia de culturas

Hablar de Trieste es hablar de mezcla cultural, y todo ello gracias a su ubicación geográfica, en el extremo norte de Italia, a orillas del mar Adriático, y muy próxima a la frontera con Eslovenia. Estratégicamente ha sido codiciada por todos sus vecinos, y para muestra un botón: a pesar de que en la actualidad pertenece a Italia, entre 1382 y 1918 formó parte del Imperio Austrohúngaro. Así pues, no es de extrañar que a pesar de encontrarnos en Italia, en más de una ocasión el visitante tenga la sensación de estar en Austria, ya sea por parte de sus edificios, o ya sea por algunos de los elementos de su gastronomía. Es el caso del Borgo Teresiano, construido a mediados del siglo XVIII, durante el reinado de la emperatriz María Teresa, y del que destaca el Canal Grande.

Fruto de esa convergencia de culturas es también la convivencia de distintas manifestaciones religiosas donde la iglesia greco-ortodoxa, la serbo-ortodoxa, la judía, la evangélica luterana, o la helvética comparten espacio de forma pacífica. No es de extrañar que entre los monumentos religiosos a visitar estén la basílica de San Giusto, de estilo bizantino, la imponente Sinagoga neoclásica de vía San Francesco, y el templo serbo-ortodoxo de la Santísima Trinidad y de San Espiridión.

2. Trieste y el mar

Si algo ha definido el papel de esta ciudad ha sido su apertura al mar, que bien la ha convertido en uno de los principales puertos del Mediterráneo a lo largo de la historia. Durante la edad media se disputaría el protagonismo por obtener la mayor afluencia de mercancías con otra ciudad vecina muy conocida por todos, Venecia. En la actualidad es el principal puerto de Italia.

Y qué mejor manera de disfrutar del mar Adriático y del golfo de Trieste que en la fantástica Piazza dell’Unità d’Italia, uno de los principales puntos de interés de la ciudad. Situada entre el Borgo Teresiano y el Borgo Giuseppino, tiene el honor de ser la mayor plaza de Europa situada al borde del mar. Con forma rectangular, está rodeada de edificios públicos y palacios del siglo XIX de estilo neoclásico y vienés, como es el caso del Palacio del Gobierno, actual sede de la prefectura, y el Palacio Stratti.

3. Pasado romano

Como no podía ser menos, los romanos ya vieron el potencial estratégico de este puerto marítimo, y no dudaron en sumarlo a sus colonias. De esa época se pueden visitar los siguientes vestigios: el teatro romano, del siglo II d.C., y el Arco de Ricardo, del siglo I d.C., que le debe el nombre al rey Ricardo Corazón de León, y que formaba parte de una de los antiguos accesos de la ciudad.

4. Ciudad de cafés históricos

De visita imprescindible son sus cafés históricos, huella de la época de esplendor de la ciudad, en los que escritores y poetas de la talla de James Joyce, Italo Svevo y Umberto Saba se congregaban para charlar, hacer lecturas y compartir ideas. De influencia austriaca, aún conservan toda la magia y el encanto del pasado. Entre los más destacados están: el Caffè Tommaseo, el Caffè degli Specchi, el Caffè San Marco y el Caffè Torinese.

5. Gastronomía llena de matices

La gastronomía triestina es heredera de esa mezcolanza de culturas que hemos hablado al principio. En ella conviven platos elaborados dentro de un estilo más mediterráneo, como sería el caso de los realizados con pescado, con otros de procedencia centroeuropea, como es el caso de los elaborados con carne. Entre los platos más destacados está la jota (sopa de alubias, col, panceta y patata) de origen eslavo, los bolliti di maiale (diferentes cortes de carne de cerdo hervida), y los sardoni in savòr (anchoas marinadas en vinagre), de procedencia veneciana.

6. La bora, viento típico de la ciudad

Otra de las peculiaridades con las que cuenta Trieste es con un viento conocido como la bora, que sopla desde la meseta al Golfo, llegándolo a hacer con muchísima intensidad – de 120 km/h, alcanzando máximos de cerca de 200 km/h -, secando el ambiente y limpiando el cielo de toda nube. Los días de bora se suelen disponer cuerdas en la ciudad para que la gente pueda agarrase a ellas y de ese modo evitar salir volando. A aquellos que sientan más curiosidad sobre el tema les recomendamos que se acerquen al museo de la Bora.

Ahora que tienes las claves para conocer Trieste coge tu Vueling y aventúrate a conocerlo.

 

Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de Stephen Colebourne, John W. Schulze, stefano Merli, Xenja Santarelli

 

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El lado business de Milán

Por Belén Parra y Carme Gasull 

Milán es el paradigma de esa Italia del Norte en constante contraste con el Sur del país. Ciudad cosmopolita que representa el empuje industrial y la modernidad como vías para abrirse y proyectarse al mundo. De la moda a la gastronomía y del arte al fútbol, pocos son los que no saben poner a esta capital en el mapa. Fuente y destino también de negocios, conviene conocer bien sus puntos fuertes.

Dónde alojarse

Hotel The Gray
Via San Raffaele, 6
www.sinahotels.com

No puede estar mejor ubicado. Desde la habitación tienes el centro de la ciudad a un paso y unas vistas envidiables. Tanto es así que, de tenerlo, desearás pasar más tiempo en él. Moderno, cool y elegante a la par que discreto… Un cinco estrellas con 21 espaciosas y equipadas habitaciones en las que apenas echarás en falta un detalle. Desayuno bufé variado con platos también a la carta y un servicio impecable. Se sirve en el restaurante Le Noir, donde también se puede cenar previa reserva. Wifi gratuito en todo el establecimiento (terraza ‘comunitaria’ incluida) con contraseña personalizada para cada dispositivo.

The Gray es uno de los 520 hoteles independientes integrados en Small Luxury Hotels of the World ™ (SLH), una selección de establecimientos con encanto en 70 países del mundo, desde hoteles de diseño de vanguardia a palaciegas mansiones del siglo XVII, desde santuarios en el centro de las ciudades a remotas islas privadas, desde casas históricas a idílicos resorts.

Dónde comer

Al Pont de Ferr
Ripa di Porta Ticinese 55
pontdeferr.it/

Tierra, fuego, agua y aire. Los cuatro elementos en el plato. El uruguayo Matías Perdomo y el argentino Simón Press han revolucionado esta osteria histórica propiedad de Maida Mercuri, la primera mujer sumiller de Italia. Un trío explosivo ubicado en el Naviglio Grande, una zona llena de vida y de visita obligada para tomar el pulso a la ciudad.

Rebelot del Pont
Ripa di Porta Ticinese, 55
Justo ahora hace un año de la apertura del local derivado precisamente de Al Pont de Ferr. Una propuesta más informal liderada por el joven cocinero Maurizio Zillo, un brasileño formado en diversas cocinas españolas. Cocina en miniatura o ‘tapas’ a la italiana (y copas) a buen precio.

Cracco
Via Victor Hugo, 4
www.ristorantecracco.it
Es el gran referente de la cocina de vanguardia en Milán. Dos estrellas Michelin. Su propietario y chef Carlo Cracco, junto a su jefe de cocina Lucca Sacchi ofrecen una carta que enmarca el territorio (Italia entera) en el plato y lo enaltecen con suma creatividad. Ubicado junto al Duomo y algunas de las direcciones gourmet de la ciudad como Peck o Ladurée. Un lujo.

Pisacco
Via Solferino, 48
www.pisacco.it
Desenfadado, informal y concurrido. Propiedad de varios socios, entre ellos, el chef Andrea Berton, con restaurante de autor propio en la misma ciudad. En la carta, platos ligeros y sabrosos: salmón marinado, vitello tonnato y una deliciosa hamburguesa de ternera que se acompaña con chips firmada por el cocinero. Free wifi.

Dónde comprar

Eataly
Milano Smeraldo Piazza XXV Aprile, 10
www.eataly.it
Inaugurado recientemente en las dependencias del antiguo Teatro Smeraldo, muestra tota la riqueza de la despensa italiana en varios pisos. Quesos, vinos, embutidos, dulces, pastas recién hechas, libros de cocina… Un lugar bellísimo, con piano incluido, para albergar conciertos prácticamente acústicos. También ofrece clases de cocina para amateurs e incluso para niños.

La Rinascente
Piazza Duomo, 10
www.rinascente.it Tés, café, conservas, dulces… En el último piso de este edificio podrás tomar y/o comprar cualquier producto gourmet que te apetezca. Córners de cocinas especializadas para optar por el sushi, las tapas o la pasta y disfrutar del Duomo desde las alturas. Lo notarás más cerca que nunca si te decides por comer en el exterior. Localización eminentemente turística, por lo que conviene evitar visitarla en fines de semana. Puerta con puerta, el magnífico hotel The Gray.

La Feltrinelli Red
Piazza Gae Aulenti, 20
www.lafeltrinelli.it
Read, eat, dream. Son muchas las sucursales de la librería más emblemática de Italia pero no encontrarás una más gastronómica que ésta. Su decoración respira cocina por los cuatro costados y se puede comer o tomar algo mientras te pierdes en su selección literaria. Para todos los públicos. En la zona más nueva de la ciudad.

10 Corso Como
Corso Como, 10
www.10corsocomo.com Un pequeño jardín da la bienvenida al visitante a un café-restaurante, tienda de ropa y de objetos de diseño y galería de arte. Situado en una calle peatonal que conecta el Milán antiguo con los nuevos rascacielos de la ciudad.

Dónde tomar una copa

Armani Bamboo Bar
Via Alessandro Manzoni, 31
milan.armanihotels.com
En la séptima planta del estiloso Armani Hotel y a dos pasos del Cuadrilátero de la Moda de la ciudad. Es el local idóneo para ver y dejarse ver, entablar una reunión distendida y tomarse el consabido Aperitivo.

Champagnerie
Corso Matteotti, 4/6
milano.boscolohotels.com
Como su nombre indica, es el rincón predilecto de cuantos disfrutan de una buena copa de champán y de quienes tienen algo que celebrar. Es uno de los reclamos del Boscolo Hotel, donde también podrás optar por riquísimos cócteles con vistas privilegiadas.

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