Cinecittá un viaje de cine
¿Qué tienen tiene en común las películas Ben Hur, La Dolce Vita, Gangs of New York y Nine? Así a primera vista podríamos decir que absolutamente nada, pero si nos fijamos en sus títulos de crédito descubriremos que todas ellas fueron rodadas en Cinecittá. Estos estudios de grabación, situados en las afueras de Roma, y que para muchos de nosotros van inevitablemente asociados al nombre del gran Federico Fellini, han sido testigo privilegiado de algunos de los mejores momentos de la historia cine y han conocido a un elevado número de sus protagonistas.
Esta “Ciudad del cine” se construyó en 1937, tras la destrucción de los antiguos estudios en un incendio del que aún hoy en día se desconoce la causa. De la realización del proyecto se encargaron el ingeniero Carlo Roncoroni y el arquitecto Gino Peressutti. El objetivo, crear una auténtica ciudad dedicada al sétimo arte capaz de competir con el mismísimo Hollywood, y convertir la industria del cine italiano en un referente mundial. Debemos recordar que en esos momentos Italia estaba bajo el régimen fascista, con Mussolini al mando. Al igual que la Alemania nazi, veían en el cine una potente herramienta propaganda.
Afortunadamente para nosotros, no todo lo que se produjo fue propaganda del régimen, sino que también fue el espacio por el que pasaron los grandes nombres de la historia del cine italiano: Roberto Rossellini, Federico Fellini, Vittorio De Sica y Luchino Visconti.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial se produce un momento de parón en la producción e incluso un cambio de uso del espacio. Dos años antes de que finalizase el conflicto, Cinecittà fue ocupado por los nazis y transformado en un campo de concentración para civiles. Más tarde sería bombardeado por las fuerzas aliadas y convertido en refugio para las personas desplazadas por la guerra. Todo este trasiego supuso la pérdida de gran parte del material técnico y de la maquinaria con la que contaba.
Tras estos años de oscuridad vuelve de nuevo la luz para brillar en su máximo esplendor. Por un lado, aterrizarán las grandes producciones americanas, con títulos inolvidables como Ben Hur, Quo Vadis? y Cleopatra. Por otro lado, continuarán sus carreras los grandes nombres italianos. La presencia de los americanos introducirá un soplo de aire fresco y de modernidad en la ciudad eterna, que quedará perfectamente plasmado en La Dolce Vita de Fellini.
Pero toda época dorada tiene una fecha de caducidad. A partir de los años setenta empezó a disminuir el volumen de las grandes producciones, que irán cediendo terreno a la televisión. Hay que tener en cuenta que la moda de las superproducciones ha ido quedando atrás y que poco a poco el cine italiano ha pasado a estar en un segundo plano en el panorama mundial. A pesar de ello aún pueden jactarse de haber participado en títulos como El Padrino III de Francis Ford Coppola (1988), El Paciente Inglés de Anthony Minghella (1996), Gangs of New York de Martin Scorsese (2002), La Pasión de Cristo de Mel Gibson (2004) o la popular serie de televisión de HBO Roma (2005-2007).
Como anécdota curiosa, y quizás símbolo de nuestros tiempos, ahora se encuentra allí ubicada la casa-plató donde se desarrolla la versión italiana de uno de los concursos que ha marcado un de los mayores hitos de la televisión,Gran Hermano.
Cinecittá es en la actualidad un sitio de peregrinaje para cualquier cinéfilo que se precie de serlo, aunque en ello no haya más que un ejercicio de nostalgia por querer reencontrarse con una época en la que el cine era diferente. También puede ser una excusa para ir en familia y enseñarles a las nuevas generaciones un poco de historia del cine y pasearse por uno de sus protagonistas. Además de sus platós y algunos de los decorados más populares, también se pueden visitar las exposiciones que se programan en el Palacete de Fellini.
Quizás nos resulte extraño pasear por esos espacios casi fantasmales, con el punto decadente que da la pátina del tiempo, intentando rememorar aquella época en la que se paseaban por allí las grandes estrellas americanas. Lo que es seguro es que más de uno se emocionará al verse antes su icónico acceso.
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Texto de ISABELYLUIS Comunicación
Imágenes de Jean-Pierre Dalbéra, Carlo Mirante
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Rincones de Nápoles
Napoli es una ciudad fascinante. Única. Con mucho carácter. Es La ciudad del sur de Italia. Una maravilla histórica, arquitectónica, artística, gastronómica y geológica. Sus habitantes tienen la sangre caliente como la lava del Vesubio, el volcán que preside la ciudad, imponente, siempre ahí. En Nápoles hay infinidad de edificios históricos, castillos, palacios, iglesias por visitar: Castel dell'Ovo, Palazzo Reale, la iglesia del Gesù Nuovo o la Capella Sansevero donde se encuentra una de las estatuas más especiales de la historia de la escultura, el Cristo Velado de Giuseppe di San Martino.
En esta ruta vamos a callejear esta ciudad mediterránea y sus alrededores en busca de rincones singulares.
Pizza Da Michele
La primera pizzería del mundo, abierta en 1870. Todavía hoy, con miles de pizzerías por todo el planeta, sigue siendo una de las mejores y por supuesto de las más auténticas. Eso sí, solo tienen las dos variantes clásicas de la ciudad: Margarita (normal o doble de queso) y Marinara. ¡Menos es más!
Fue aquí donde empezó la leyenda de la pizza y es napolitana su versión más popular: la Margarita. Tricolor como la bandera italiana: blanca por la mozzarela di buffala, roja por el tomate casero y verde por la albahaca fresca
Para quien tenga ganas de turismo gastronómico “pizzeril” ahí van un par de interesantes alternativas a Da Michele (siempre llena, de napolitanos y turistas, mucho antes de que Julia Roberts se zampase ahí su pizza en “Eat, Pray, Love”):
Gino Sorbillo, el inventor del calzone, gran variedad de pizzas. Calidad.
Di Matteo, espectacular Marinara (sin mozzarela, pero con un buen toque de ajo).
Galleria Umberto I
Galería comercial con mucho rollo arquitectónico de finales del siglo XIX. Construida durante los mismos años que la Torre Eiffel de París, el arquitecto Emanuele Rocco se inspiró en la Galleria Vittorio Emanuele II de Milán. Alta, imponente, mires donde mires hay algo interesante. Desde los mosaicos del suelo, hasta las bóvedas de vidrio y metal. Para darse un paseo a cubierto por el Nápoles de hace 120 años.
Puerto de pescadores de Mergellina
Caminando por la orilla napolitana, dejando el Vesubio a nuestra espalda, llegamos al antiguo pueblo de pescadores de Mergellina. Hoy, un barrio de la ciudad con carácter propio, donde los napolitanos se esparcen al sol, especialmente los fines de semana. Una mañana soleada de domingo, no importa si es pleno invierno, el puerto de pescadores de Mergellina se llena de paseantes, patinadoras, ciclistas, tertulianos. Gente con ganas de disfrutar del lado más mediterráneo de la ciudad. Excelente lugar para comprar pescado fresco, vivo, directamente de los pescadores al lado de sus barcas, en la playa. O incluso comérselos en uno de los innumerables chiringuitos del paseo del litoral.
Posillipo
¿Te gustaría pasear entre las casas más bellas de Nápoles? ¿Sacar una foto de la bahía donde se vea toda la ciudad, el mar y el volcán Vesubio de fondo? ¿Ir a un parque a respirar las brisas del mediterráneo? ¿Hacer un pequeño paréntesis en el alto ritmo de la ciudad y recargar las pilas? Si tu respuesta es Sí, entonces no puedes irte de Napoli sin visitar el barrio residencial de Posillipo. Donde viven los ricos listos. Pero no sufras, que ahí no vas a gastar mucho, casi no hay tiendas, ni bares. Solo hermosas calles con árboles, vistas al mar, casas privilegiadas, parques, miradores. En fin, mucha paz y belleza de la que todavía se puede disfrutar sin pagar. ¡Y que dure!
Solfatara de Pozzuoli
Hace dos mil años el Vesubio era un único volcán. Con la violenta erupción del 24 de agosto del año 79 d.C. que sepultó bajo las lavas las ciudades de Pompeya y Herculaneum (visitas muy recomendables también) se formó una caldera, que creó un volcán con dos cumbres: el Vesubio y la Solfatara. La Solfatara es como un volcán chato con fumarolas que huelen a huevo podrido. Es el olor del azufre, que en la antigüedad se asociaba al infierno y el demonio, y hoy hay quien cree que, respirar esos humos, aumenta la libido y fortalece la vida sexual y reproductiva. Por si fuera verdad o sentís un fuerte placebo tras visitar la Solfatara de Pozzuoli, ahí queda dicho y recomendado como otro interesante lugar del Golfo de Nápoles.
Por Bruno Sokolowicz de scannerFM
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