Ferrol, una joya fortificada próxima a A Coruña
¿De dónde viene el nombre de Ferrol? Dice la leyenda que "Ferrol" proviene del santo bretón de nombre San Ferreol, el cual se cuenta que arribó a tierras gallegas en un barco entre un impresionante coro de siete sirenas. Pero estudios más terrenales dicen que lo más probable es que el origen de este término se encuentre en la toponimia medieval, relacionando dos palabras que pueden significar bien 'puerto – cercano' o 'embarcadero sobre pilastras'.
Historia
Los primeros pobladores de aquel enclave fueron los celtas. Poco después pasaron a incorporarse al Imperio romano en el siglo I a. C. A partir de ahí los habitantes de aquella villa próxima al mar empezaron a especializarse en la exportación pesquera y conservera. En 1087 fue la primera vez que se usó el topónimo de Ferrol en un documento eclesiástico que hace referencia a una donación realizada al monasterio próximo de San Martín de Jubia por parte de una pequeña población costera, que contaba con una pequeña iglesia dedicada a San Julián. El Ferrol de la Edad Media se situaba sobre lo que en la actualidad se conoce como barrio de Ferrol Vello.
Desde A Coruña
Ferrol es una ciudad que está bien comunicada con las principales poblaciones del norte de Galicia. Se encuentra a poco más de 42 minutos de A Coruña, en un trayecto en coche con impresionantes paisajes a través de la AP-9. Pero desde allí también es fácil llegar por carretera a otras poblaciones como Villalba, Naró y Ortigueira. En el camino que va de A Coruña a Ferrol se atraviesan numerosos ríos como el Eume. A lo largo del viaje se alternan las extensas praderas verdes plagadas de riachuelos de ensueño, con las panorámicas vistas al gran océano. También se pasa junto al Parque Natural Fragas do Eume, sin duda una parada obligada para el viajero. Se trata de uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de toda Europa. Se extiende a lo largo de 9.000 hectáreas que a día de hoy se mantienen prácticamente vírgenes. El parque es de forma triangular y se ubica entre As Pontes, Pontedeume y Monfero. Entrar en el bosque es como trasladarse a un cuento de hadas y duendes. Lo mejor es dejarse llevar y perderse a través de su frondosa vegetación, llegando a ser tan tupida por momentos que se hace imposible vislumbrar los rayos del sol. Aquí encontraremos fresnos, robles, chopos, alisos y un sinfín de especies de helechos y líquenes. Pero no todo acaba aquí, el agua es un componente muy importante y las fuentes y cascadas abundan por doquier. Si tienes paciencia y no te dejas embaucar por la flauta mágica de la naturaleza puedes conseguir una más que merecida recompensa: la visita del encantador monasterio de Caaveiro, un antiguo convento establecido aquí en el año 934 d. C. desde el cual se divisan unas majestuosas vistas de esta espesura de fantasía.
Paseo por el barrio de la Magdalena
Para entrar en ambiente, nada mejor que iniciar un paseo por el Barrio de la Magdalena, una de las zonas comerciales y de ocio más importantes. Trazado exactamente como una cuadrícula, a la manera racionalista de la Ilustración, y con excepcionales construcciones modernistas como el Teatro Jofre (1892), el Mercado de La Magdalena- “La Pescadería” (1923), el Casino Ferrolano (1923), el Hotel Suizo (1916), o el Banco Hispano-Antigua Fonda Suiza (1909-1910). El barrio se puede recorrer sin problemasa pie, en coche o autobús. Con una disposición urbana similar al Ensanche de Barcelona está parcelado en numerosas manzanas de idéntica forma y dimensiones. Destacan en los extremos dos amplias plazas cuadradas (Plaza de Amboage o del Marqués de Amboage, y Plaza de Armas). Conserva viviendas del s. XVIII, con balcones en hierro forjado sobre ménsulas de piedra y galerías de madera acristalada en blanco (la mayoría de ellas ya del s. XIX); además de edificios de estilo modernista, El Barrio de A Magdalena fue declarado Conjunto Histórico-artístico en 1983. Además, si lo que quieres es ir de compras, en el barrio hay cientos de establecimientos comerciales, sobretodo a lo largo de sus calles principales: Real, Magdalena, Igrexa, Dolores, Galiano y María. Hay un abundante número de negocios textiles, así como sector de la hostelería. La zona de tascas y bares donde poder disfrutar de tapas y copas se ubica a lo largo de la calle del Sol.
Ciudad Fortificada
Una auténtica joya dentro de la historia naval son el Castillo de San Felipe, las diferentes fortalezas de la población y en especial, el Arsenal. Construido en el siglo XVIII, también bajo el estilo de la Ilustración, es un complejo de obras hidráulicas y edificios únicos en todo el continente, entre los que se incluye el Museo Naval, también de visita ineludible. Incluye la Porta do Dique, puerta de estilo neoclásico que comunica el Ferrol Vello con el Arsenal, que fue realizada bajo el reinado de Isabel II. No hay que dejar escapar la ocasión de visitar el Castillo de San Felipe, que nos evocará épocas pasadas y la importancia que el elemento militar tuvo en la construcción y desarrollo de la ciudad. De estilo neoclásico, su construcción se inició en tiempos de Felipe II. Sin duda constituye uno de los mejores ejemplos de las denominadas "baterías-abaluartadas" del siglo XVIII. Desde esta fortificación se pueden admirar unas grandiosas vistas sobre toda la ría y el Castillo de A Palma.
La Armada
Ferrol es una población dedicada sobretodo a una actividad económica marítima. De ahí que cuente con un puerto pesquero y comercial, astilleros civiles y militares, y las magníficas instalaciones de La Armada Española. Ésta última es una de las fuerzas navales activas más antiguas del mundo. Funciona desde finales del siglo XV. La Armada Española ha tenido un papel protagonista en la Historia de España, particularmente en los ámbitos logístico y defensivo durante la época del Imperio Español. Entre los grandes hitos de la Armada están el descubrimiento de América y la primera vuelta al mundo hecha por el hombre, a cargo Juan Sebastián Elcano La Armada Española fue la más poderosa del mundo desde el siglo XVI hasta mediados o finales del XVII.
Ferrol es sin duda una oportunidad única de descubrir un pedazo de nuestra historia dentro de un exuberante marco paisajístico. ¿A que esperas para reservar tu Vueling? Consulta nuestros vuelos aquí.
Texto: Isabel y Luis Comunicación
Fotos: Juan Balsa, Diputación de A Coruña y Concello de Ferrol
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Hedonismo de agua dulce la fiebre del baño en Zúrich
Es un día cálido en Zúrich. Estamos a las puertas de verano. Muchos locales han salido a la calle con ropa de baño bajo el brazo. Y es que la burguesa Zúrich, afincada en el podio de las ciudades con mejor calidad de vida del mundo, no sólo exhibe un aplastante poder económico, una belleza de postal, y un orgullo nacional por la puntualidad de sus transportes. Zúrich es, por encima de todo, el paraíso de los “Badis”, nombre afectuoso con el que denominan a los baños públicos al aire libre que se extienden por toda la ciudad a orillas de los ríos Limmat y Sihl y del Zürichsee (lago Zúrich); un álter ego de agua dulce que renace año tras año cuando las temperaturas alcanzan las cotas más altas.
Be Water My Friend!
Cinco minutos bastan para darse cuenta que el agua aquí juega un papel protagonista. La mantienen limpia, la exhiben, y le rinden culto. No solo estamos ante la ciudad con más fuentes de agua potable del mundo, unas 1200, sino que además su calidad es inmejorable y su sabor está a la altura de las aguas minerales gourmet.
Con una treintena de instalaciones de baño y casi veinte piscinas al aire libre, ninguna otra ciudad en Europa ostenta tal concentración de baños públicos por cápita. Abiertos a diario de mayo a septiembre, desde la salida a la puesta de sol, los Badis son el epicentro de la vida social. Con los años cada uno ha desarrollado su personalidad, y los hay para todos los públicos y bolsillos. ¡Y todavía hay más! Cuando cae la noche un gran número de instalaciones cobran una nueva vida y se transforman en Badi-Bars, ofreciendo bebidas, cenas, proyecciones de películas y música hasta altas horas de la madrugada.
Animados por el tamaño mediano de esta metrópolis a pequeña escala, y decididos a ahorrar unos francos en transporte, nos dirigimos a alquilar una bici en Züri rollt, el servicio municipal gratuito, donde dejando un depósito de 20 francos puedes disfrutar de la ciudad sobre ruedas. Bajo el lema Do As The Locals Do empezamos el tour.
¡Los romanos se bañaban aquí!
La tradición del baño en Zúrich no es una moda reciente. Su historia se remonta a hace 2000 años, cuando los romanos fundaron los primeros baños públicos en la antigua Turicum -nombre latino de la actual Zürich. Las ruinas de Thermengasse, en pleno centro histórico, todavía se pueden visitar y vienen acompañadas por información detallada de esta tradición ancestral.
Pero no es hasta principios del siglo XIX que la escena bañista eclosiona y los Badis empiezan a colonizar la ciudad. Lo que en un principio surge como una alternativa a equipar las casas con agua corriente, pronto se extiende como la pólvora, y hacia el 1900 ya encontramos 20 baños públicos, eso sí, ¡prudentemente separados por sexos!
Ante tal panorama no es de extrañar que bañarse al aire libre forme parte del ADN de Zúrich. Los locales rinden culto a sus Badis, y los visitantes pronto encuentran su lugar entre una oferta más que sexy.
Mujeres y hombres, y viceversa
¡Nos vamos de paseo por las aguas tranquilas del centro histórico! El primer alto en el camino es el veterano Frauenbadi. Construido en 1837 a orillas del río Limmat y destinado exclusivamente a mujeres desde su fundación hasta hoy, no hay sitio para tomar el sol con mejores vistas de la Grossmünster, la imponente catedral. Reconstruido en estilo Art Nouveau, conserva todo el carácter de la Belle Époque, con un gran claustro de madera cercando la piscina, plataformas para broncearse y accesos a la transparentísima agua del río. Por la noche, este clásico Badi se transforma en el elegante Barfussbar, con música en vivo, noches literarias y danza, donde hombres y mujeres toman cócteles bajo una misma consigna: ir descalzos.
Y como los polos opuestos se atraen, a pocos minutos de allí nos topamos con el Flussbad Schanzengraben, su homólogo masculino, un oasis de tranquilidad reservado exclusivamente a hombres. Este encantador Badi es la instalación de baño más antigua de la ciudad y ha estado en funcionamiento desde 1864. Rodeado por los restos de las antiguas murallas, aquí las corrientes son lentas y nadar no supone un deporte de riesgo. Más allá de las horas de baño, el sitio cambia radicalmente de aspecto y se convierte en el Rimini Bar, un bar restaurante íntimo muy popular en verano, dónde mujeres y hombres se relajan en la zona chill-out mientras la comida se cuece en la barbacoa. El local, de un glamour discreto 100% Swiss style, es el rincón perfecto para picar y tomar algo al fresco, bailar al ritmo de los DJs invitados, y realizar compras en su mercado semanal de diseñadores locales y ropa vintage.
Alpes, arena y deportes en Zürichsee
Tras un chapuzón en pleno centro nos dirigimos al lago donde bañarse en compañía de patos y cisnes. La historia del Zürichsee está estrechamente ligada a la historia de la ciudad. Los muelles y paseos que recorren sus orillas, inaugurados en 1887, supusieron la entrada de la ciudad en la era moderna; Zúrich ganaba así terreno al agua, dejando atrás la congestionada ciudad medieval.
En la orilla derecha, pasando por la Ópera y la emblemática Bellevueplatz, se halla el Badi más cool, el Seebad Utoquai. Bañarse en sus aguas es como viajar al siglo XIX. Abierto por primera vez en 1890, el histórico Badi es toda una institución en Zúrich. Partes del edificio original de madera siguen intactas, y su colección de piscinas es uno de los rincones más trendies de la ciudad. Áreas para hombres, mujeres y mixtas; accesos directos al lago, plataformas flotantes y terrazas para tomar el sol, todo ello maridado con gente guapa que toma copas, charla animadamente o se dirige a la zona de masajes. Si tienes hambre, el restaurante sirve platos y tapas con aromas mediterráneos. Aunque si lo que buscas es tranquilidad, aquí no la vas a encontrar. Los alrededores están muy concurridos por barcos, veleros y paddles hasta bien entrada la noche. Definitivamente the-place-to-be para los más hedonistas que desean atrapar los últimos rayos de sol antes que mueran en el lago.
Cambiamos de tercio y saltamos a la orilla izquierda. ¡Nos bañamos mirando a los Alpes en el Seebad Enge! Abierto todo el año, en verano se puede disfrutar de piscinas mixtas y plataformas flotantes dentro del lago, y de la sauna durante los meses más fríos. Aunque para ser sinceros, aquí mucho no se nada. Con sesiones de yoga, estética, técnicas de relajación y clases de Stand Up Paddle, este Badi es sobre todo un espacio social para treintañeros donde mostrar los últimos modelos en ropa de baño, mirar y ser visto. Los fines de semana se llena hasta arriba de jóvenes tomando brunchs. Por la noche el Badi no cierra y se pone en marcha la barbacoa y el bar con conciertos al aire libre, slams de poesía y cócteles.
¿Una playa de arena fina con sabor a Mediterráneo? Has llegado al Strandbad Mythenquai, un sitio ‘ideal para familias con niños’ de aguas poco profundas, césped verdísimo dónde extender la toalla, hacer un picnic o leer. Los más osados pueden tirarse desde su imponente torre de saltos con plataformas de 1, 3 y 5 metros y zambullirse en las aguas insultantemente cristalinas de este lago urbano.
Río abajo en Zürich West
¡Bienvenidos al paraíso del freestyle! Hemos llegado a Zúrich West, el barrio híper-creativo y un bastión tomado por los jóvenes más cool. Aquí todo vale, aunque si no quieres desentonar, tírate río abajo y déjate arrastrar por la corriente.
El Badi de los Badis es el Flussbad Oberer Letten, un espacio urbano inundando por bicis y grafitis a orillas del Limmat donde no hay reglas escritas; observa a los locales y juzga por ti mismo. Tanto si optas por tomar el sol en las plataformas, hacer un picnic, o refrescarte con un Spritz del Primitivo a la hora del apero -hacia las 5pm coincidiendo con el afterwork- asegúrate de que tu cuerpo está en plena forma y tu outfit acorde con las tendencias del momento. ¡Estás en pleno territorio hipster!. Si tienes calor, dejar tus ‘trastitos’ allí donde estés y salta al agua, tienes cuatrocientos metros de nado libre por delante. Por la noche es el momento del macropopular Panama Bar, que sirve comida y pincha música de baile en unas de las mejores fiestas de la ciudad.
Si todavía te queda un soplo de energía, sigue río abajo guiado por el colosal Silo, un mastodonte de hormigón inaugurado en 2016 que sirve como almacén de grano y es la segunda torre más alta de la ciudad. Justo a medio camino se interpone el Flussbad Unterer Letten. Aquí la corriente es más rápida, y prueba de ello son las hordas de jóvenes que peregrinan hasta allí con colchonetas y barcos hinchables para realizar la bajada. Los bañistas que saltan se abandonan a su suerte, dejándose llevar por la fuerza del agua; algunos luchan sin éxito a contracorriente, intentando avanzar río arriba, aunque pocos lo consiguen. Los que se han quedado en tierra charlan, beben vino, desempaquetan sus picnics, o descansan en el césped. ¡Ah! y en verano el Badi acoge dos semanas de cine independiente al aire libre.
Esta es la dolce vita de Zúrich, un microcosmos sorprendente para el turista no iniciado que alcanza su punto álgido durante la estación de baño. Si tienes pensado visitar la ciudad más grande de Suiza durante el verano reserva tu Vueling aquí.
Texto de Núria Gurina i Puig
Fotos de Zürich Tourism/Caroline Minjolle; Tourism/Elisabeth Real; Zürich Tourism/Martin Rütschi; Roland Fischer; Núria Gurina
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