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¿Te gusta el trekking? 8 destinos de Europa imprescindibles

Dinos qué te pide el cuerpo y te diremos cuál es la mejor ruta de senderismo para ti. ¡Prepara las botas que nos vamos!

Tú lo que quieres en esta vida es caminar. Te gusta atravesar montes y valles, cruzar ríos, asomarte a acantilados y, si hay que morir, que sea con las botas puestas. Antes que hacer una escapada de cócteles, shopping y asfalto te recorrerías Europa en cortacésped como aquel senyor de la peli de Lynch, porque tú lo que quieres es naturaleza salvaje rozándote el hocico. Querido/a amante del trekking, estás de suerte: todos estos destinos te pillan a golpe de Vueling y puedes recorrerlos pasito a pasito. ¿Tienes listas las botas?

1. Asturias, patria querida

Por sus montes verdes y salvajes, por su naturaleza loca, sus ríos, sus cascadas, sus fabadas, su cielo. Por los Picos de Europa, que no te los acabas, por los lagos de Covadonga, por los pueblos empedrados, por los senderos húmedos y frescos durante todo el año. Porque las caminatas cansan menos si las bañas con sidra (eso sí, siempre que no la intentes escanciar tú o la liarás parda), porque hay pocos sitios en el mundo más bonitos. Hay muchas razones para visitar Asturias, pero desde luego el trekking está en el top 10.

¿Cómo llegar a Asturias y Picos de Europa?

Te recomendamos volar a Oviedo (Asturias) y, una vez allí, alquilar un coche para moverte a tu aire.

2. La Selva Negra, Alemania en estado puro

Cuando llegues a la Selva Negra los ojos te van a hacer chiribitas. Primero con sus lagos, que te llaman a gritos para que te des un chapuzón. O con sus senderos frondosos y a veces desafiantes. Con sus trenecitos, que te harán sentir como un niño frente a la naturaleza desbordante, o con ciudades y pueblos como Schitach o Friburgo. Vas a alucinar con las vistas desde Belchen, gozarlo a tope con la ruta del vino (¿quién dijo que hacer senderismo está reñido con la buena vida?) y perderte en bosques inmensos entre animalillos que se ocultan a tu paso.

¿Cómo llegar a la Selva Negra?

Te recomendamos volar a Basilea y empezar el recorrido desde la ciudad suiza, aunque también puedes volar a Zurich o, si quieres empezar por el norte, volar a Stuttgart. Desde ahí podrás alquilar un coche para ir recorriendo la zona.

3. Cerdeña, mamma mia!

Qué alegría cuando bajas del avión y te recibe un agradable griterío en ese bonito italiano alegre y cantarín. Qué bien estar en esta isla que te acoge con los brazos abiertos, ya sea para invitarte a una playa despampanante, para plantarte unos espaguetis con erizos de mar o para decirte que ya tardas en calzarte las botas. En Cerdeña la dolce vita significa subir al Monte Arci, conocer las cascadas de Muru Mannu, recorrer el camino de Santa Bárbara y sentir vértigo desde los peñascos de Sinis. ¿Que te baja el azúcar después de sudar la camiseta? Las seadas, un dulce típico de la zona, son capaces de levantar a un muerto. Si no acabas el viaje chapurreando un italiano macarrónico es que has hecho algo mal.

¿Cómo llegar a Cerdeña para hacer trekking?

Te recomendamos volar a Cagliari, que es el aeropuerto del sur de la isla. Si lo necesitas, ahí puedes alquilar un coche para recorrer la isla por tu cuenta.

4. Creta, lo tiene todo

¿Te encanta el trekking? Estupendo. ¿A ti lo que te gusta es el vino y la buena mesa pero no te importa darte unos paseítos entre festín y festín? También maravilloso. Sea cual sea tu caso, Creta te flipará. Pasarás de las llanuras fértiles del norte a la costa abrupta del sur, de campos áridos y magnéticos a acantilados vertiginosos. Cruzarás viñedos, valles, ríos, la laguna de Balos, el puerto de colorines de Chania, Elafonisi (el Caribe griego) y el cañón más largo de Europa, Samaria Gorge. ¿Todavía te faltan argumentos? La isla de Spinalonga es una inquietante ciudad fantasma, misteriosa como ella sola.

¿Cómo llegar a Creta?

No tiene más misterio: ¡hay que volar a Creta! El aeropuerto internacional de Heraklion Nikos Kazantzakis es tu punto de llegada y, desde ahí, te puedes mover cómodamente con un coche alquilado.

5. Croacia, región de lagos

El Parque Nacional de los Lagos de Plitvice, uno de los lugares más bonitos no solo de Croacia, sino de Europa. Lagos, bosques, cascadas, arroyos, cuevas, montes, caminos, casitas, recovecos… ¡Nos sentiremos Hansel y Gretel en este lugar mágico y voluptuoso y no querremos regresar a casa! O tal vez sí, porque a la vuelta podemos pasearnos por Zagreb, recorrer a pie la Ciudad Alta con sus reliquias medievales y comer (con las manos, por favor) un buen burek, un hojaldre relleno de queso fresco que quita el sentío. Si vuelves por Split, te encontrarás con el impresionante Palacio de Diocleciano, además de playas y calas perfectas para refrescar los pies doloridos.

¿Cómo llegar al Parque Nacional de los Lagos de Plitvice?

Tienes varias opciones: volar a Zagreb, la capital de Croacia, o volar a Split. Desde los 2 puntos tienes aproximadamente 2 horitas de coche que, contemplando el paisaje, se te pasarán volando.

6. Noruega: rumbo a Trolltunga

Los montañeros de pro van a amar Trolltunga y, los que no, probablemente pasen un poco de miedo y vértigo entre pendientes empinadísimas, vientos helados y todo tipo de inclemencias que, sin duda, dan vidilla a la aventura. Trolltunga es conocido como la Lengua del Trol, un nombre que le va al pelo a este acantilado que te hiela la sangre. Ojito porque desde el principal punto de partida, en Skjeggedal (muy cerca de la localidad de Odda), el camino de ida y vuelta son unos 27 km con una altitud de casi 800 m. 12 horitas de nada que nos van a cambiar un poquito la vida.

¿Cómo llegar a Trolltunga?

Odda se encuentra a menos de 4 h de Bergen, por lo que volar a Bergen es lo más práctico.

7. La vieja Escocia, valor seguro

No podemos recomendar solo un punto que visitar en Escocia, porque resulta que todo es bonito en esta zona medio lánguida y medio lluviosa, pero siempre bella y carismática. ¿O acaso no es un placer caminar entre castillos (no te pierdas el castillo de Eilean Donan), recorrer islitas como la de Skye o cruzar el viaducto de Glenfinnan sin mirar atrás (ni hacia abajo, si tenemos vértigo)? Poco podemos decir de los paisajes escoceses que no hayamos visto ya en mil pelis, solo que cuando se pisan saben diferente.

¿Cómo llegar a Escocia?

Muy fácil, volando a Edimburgo y alquilando un coche que, no te olvides, tendrás que conducir por el lado izquierdo.

8. Kungsleden, la joya sueca

¿Te imaginas recorrer el norte de Suecia con una mochila a la espalda? El Kungsleden, o Camino del Rey, es una ruta de 460 km que cruza Laponia y nos permite conocer al dedillo esta hermosa zona del país, ideal para hacer trekking, una suerte de Camino de Santiago a la sueca, más seriote, más abrupto y también mucho más oscuro. El camino empieza al norte, en Abisko, va bajando hacia el sur hasta acabar en Vakkotavare, ya en el Stora Sjöfallet National Park, y está considerado uno de los más hermosos del mundo.

Hay 28 etapas y puedes hacerlas como te plazca. Eso sí, vete con un buen abrigo porque el frío arrecia incluso en verano. Atravesarás glaciares y cascadas, podrás hacer un paréntesis para esquiar y te lo vas a pasar en grande en los refugios que encontrarás por el camino. Vete memorizando: strömmingslådor. Sí, sí, strömmingslådor, así mismito: es un guiso típico con arenques que querrás comer a todas horas.

¿Cómo llegar al Kungleden?

Nuestra opción preferida para empezar a entrar en el imaginario sueco es volar a Estocolmo y tomar un tren nocturno hasta Abisko (unas 17 horas): ¡toda una experiencia! 

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