Turín, enamorada del cine
Una película me llevó a Turín. Me impactó con un gigantesco edificio acabado en aguja que se erigía por encima de la ciudad. Era la Mole Antonelliana, descriptivo nombre que hace referencia tanto a su brutal presencia como al arquitecto, Alessandro Antonelli, que la ideó inicialmente como sinagoga. La descubrí en un pequeño pero apreciable filme independiente llamado Dopo Mezzanotte (After Midnight), de Davide Ferrario, quién vive en la ciudad y ha rodado allí muchas de sus películas. Es un canto de amor al cine, un triángulo pasional cuya acción se desarrolla dentro del Museo Nazionale del Cinema, localizado desde el año 2000 precisamente en el interior de la Mole. Con 3.200 m2, es el más grande de Europa dedicado al Séptimo Arte, y tanto por su ubicación como por la disposición de su colección -que incluye objetos ópticos pre cinematográficos, linternas mágicas, o atrezzo antiguo y moderno, incluyendo máscaras de Star Wars y de El Séptimo Sello de Bergman, la capa de Superman o un corpiño de Marilyn Monroe- supone una exposición original y espectacular. Es, de hecho, uno de los museos más frecuentados de Italia, lo que es mucho decir en un país rico en legado histórico y artístico. Allí se celebra además el Torino Film Festival -próxima edición del 20 al 28 de noviembre-, que han dirigido realizadores como Nanni Moretti, Gianni Amelio o Paolo Virzi.
La ciudad que hechizó a Risi, Tornatore y Argento
Obviamente, la que fuera la primera capital del estado italiano, es habitual en su cinematografía, del neorrealismo a las comedias eróticas, con profusión de policíacos de títulos tan explícitos como Torino violenta, Torino Nera o Torino, centrale del vizio. El maestro del terror Dario Argento rodó aquí varias escenas de uno de sus primeros éxitos, El Gato de Nueve Colas, y enamorado confeso de la ciudad, filmaría por completo en ella sus últimas obras ¿Te gusta Hitchcock?, Insomnio (Non ho sonno) o Giallo.
La ciudad del club de futbol Juventus -y del Torino F.C.-, con el que disputa el Derby de la Mole - es también parada obligada en los viajes representados por clásicos imprescindibles. Enrico Loverso emigra del pobre sur al norte fabril turinés en Así reían (Così ridevano), de Gianni Amelio. En Están todos bien, de Giuseppe Tornatore, un anciano y espléndido Marcello Mastroianni visita a sus hijos repartidos por Italia y al último lo encuentra -claro- en Turín. Y desde su estación de tren parte el irascible ciego interpretado por Vittorio Gassman en Perfume de mujer, dirigida por Dino Risi (mucho después harían unremakecon Al Pacino). Por cierto, fue en la misma localidad alpina donde Risi debutó en el cine, como asistente en el rodaje de Pequeño mundo antiguo, y donde una noche juró amor eterno a la bellísima actriz Alida Valli, cuando se encontraban dentro de una carroza bajo la lluvia, en los románticos y frondosos jardines del Parco del Valentino.
Escenario para robos y espías en el cine USA
En La Pantera Rosa 2, con Steve Martin, se roba uno de los mayores tesoros de la ciudad, nada menos que la Sábana Santa. Pero probablemente la película que más ha dado a conocer Turín en el mundo haya sido una cult movie de 1969 llamada Un trabajo en Italia, de Peter Collinson -y de la que un remake reciente recuperaba el título original, The Italian Job-, donde la banda comandada por Michael Caine roba un botín y con sus pequeños automóviles Mini Cooper escapan de los carabinieri (policías italianos), a través del Palazzo Carignano; por las escaleras interiores del Palazzo Madama y por las exteriores de la iglesia Grande Madre di Dio; derrapando por el glamuroso centro comercial Galleria San Federico, ascendiendo a la cubierta abombada del Palazzo a Vela -creado para la Exposición Internacional de 1961 y recuperado como centro deportivo en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006- y subiendo también a la vertiginosa pista oval de pruebas que se halla en el techo de la antigua fábrica FIAT -verdadero motor de la ciudad durante décadas-, situada en el Lingotto -hoy espacio multidisciplinar para ferias y festivales-. En su escapada final, los Mini llegaban hasta los cercanos Alpes, la impresionante cadena montañosa que sirve de fondo a esta preciosa ciudad, no sin antes atravesar el mismísimo río Po.
Y es justo frente al Po, donde se encuentra la majestuosa Piazza Vittorio Veneto, que aparece en El ultimátum de Bourne, de la saga protagonizada por Matt Damon. Sin embargo, el café donde luego vemos sentarse al adrenalínico agente secreto ¡está en realidad en Madrid! El equipo de rodaje trabajaba ya en España, cuando un cambio en el guión obligó a rodar de nuevo la escena inicialmente filmada en Turín. Porque la magia del cine siempre tiene truco.
Y si quieres descubrirlo, ¡hazte ya con tu billete aquí!
Texto de Carlos G. Vela para ISABELYLUIS Comunicación
Imágenes de Felipe Cadona Colombo, Jean-Pierre Dalbera, Luigi Giordano, Marco Coïsson, MarkusMark, Nicola Gambetti
+ infoViajar y comer con niños en Marrakech
Marrakech es un caos, y nadie que haya pisado alguna vez esta ciudad marroquí se atreverá jamás a manifestar lo contrario. Un desorden bendito para aquellos a quienes les va la marcha, y un lugar estresante y terriblemente imprevisible para los amantes del orden y para aquellos que necesitan tener todo bajo control. A estos últimos les aconsejamos que cojan un Vueling a Zúrich con su familia y disfruten de la plácida sensación de que todo funciona y donde además hacen unas fondues que están de miedo. Al resto, les recomendamos que nos sigan en esta fantástica aventura.
Marrakech es ese lugar donde cada tres pasos alguien te para por la calle con el objetivo de venderte algo, llevarte a la tienda de alguien, hacerte una ruta guiada por la ciudad, colocarte una serpiente en los hombros, tatuarte, prepararte un zumo de naranja, pasear contigo y su mono –al que pretenderán que cojas de la mano– o llenar tu bolsa de perfumes, especias, jabones y hermosos objetos decorativos que parecen salidos de Las mil y una noches. Todo ello mientras esquivas carros tirados por caballos al grito de “Calesa, María, barato”, burros y demás fauna que puebla la ciudad, te haces una foto con un camaleón, visitas palacios que hasta el momento solo existían en tu imaginación y comentas con los hombres de todas las edades que irrumpen en tu camino las últimas hazañas del Barça.
Esta ciudad marroquí es pura magia, un delicioso caos fascinante en el que huele a especias y té con menta –un poco, a veces, a caca de caballo también, pero y qué– y en el que cualquier amante de la aventura va a divertirse de lo lindo. Y nadie mejor que un niño para apreciar esta ciudad que no se parece a nada antes visto, para entregarse al disfrute de la retahíla de personajes y situaciones fuera de lo común que van a protagonizar la estancia en Marrakech y que la harán inolvidable.
El primer lugar del que van a enamorarse los más pequeños es de la plaza Jemaa El-Fna, el centro neurálgico de la medina, donde al caer la tarde empieza uno de los festivales gastronómicos más maravillosos del mundo. De todos esos puestos callejeros comienzan a emerger deliciosas carnes especiadas, hummus, cuscús, tajines, ensaladas y otras delicias a precios de risa. Hay quien no se atreve a ocupar mesa en este mercado callejero por temor a la intoxicación, a la contaminación del agua y los posibles efectos adversos para nuestro aparato digestivo, pero simplemente con asegurarnos de que los cubiertos están limpios y secos y evitando los alimentos crudos disfrutaremos de un espectáculo que ni en el Sublimotion.
En la misma plaza hay también numerosos restaurantes con vistas que nos permiten disfrutar con cierta perspectiva del jolgorio constante de Jemaa El-Fna. Uno de nuestros preferidos es Aqua (Jamaa El Fna, 68), cuya terraza en la planta superior ofrece unas vistas privilegiadas de la plaza y donde ofrecen una cocina casera marroquí bastante correcta y donde también tienen pasta, pizza, bocadillos y otros platos internacionales perfectos si deseamos abandonar por un día la cocina local.
Seguimos la ruta gastronómica en familia por Marrakech ocupando mesa en un espacio fascinante por ser absolutamente inclasificable: Clock Cafe, uno de los pocos locales hipsters de la ciudad, un sitio que bien podría estar en Londres o Berlín y que, sin embargo, no pierde su esencia árabe. Aquí los precios ya rozan los europeos, el hilo musical emite indie pop, las sillas son amarillas, hay graffitis en las paredes y tienen un cuscús con pollo y cebolla caramelizada de escándalo, aunque los peques probablemente escojan la hamburguesa de camello, uno de los productos estrella de la casa. Si hace frío –cosa que también ocurre en invierno en Marrakech–, su chimenea será vuestra mejor amiga.
Otra opción recomendable es hacer un alto en el camino es Nid'Cigogne (Place des Tombeaux Saadiens, 60), un amplio restaurante de tres plantas al lado de las tumbas saadíes, donde los más pequeños se divertirán con los gatos que habitan la terraza y podrán disfrutar de platos sencillos, que van desde sándwiches a guisos marroquíes, y descansar durante unas horas del bullicio constante que es Marrakech. El servicio es muy amable y, como ocurre sin excepción en todas partes en esta ciudad de cuento, los niños son siempre bienvenidos, acogidos con cariño y tratados con respeto y afabilidad.
Por último, aunque las opciones son infinitas, vale la pena pararse a tomar un té en el bonito Marrakech Henna Art Cafe, donde podremos hacernos un tatuaje de henna y, mientras esperamos, degustar unas pastitas. También podemos atacar un tentempié en forma de delicioso hummus y cuscús vegetal a precios bastante ajustados, y comprar alguno de los souvenirs que venden en su interior.
Y así, con una cesta cargada de artesanía, especias, jabones, babuchas multicolores y miles de recuerdos inolvidables, disfrutaremos de una experiencia en familia que nos habrá dado anécdotas maravillosas y muchas horas de risas. Y es que, ¿en qué otro país del mundo alguien muy serio ataviado con chilaba va a parar a tu hijo por la calle al grito de “Hola, pequeño Nicolás”? Reserva tu Vueling a Marrakech y anímate a vivir esta experiencia en primera persona.
Texto y fotos de Laura Conde de Gastronomistas.com
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Xixon Sound
Xixon Sound es el movimiento musical nacido en Asturias a principios de los noventa y una de las escenas que iba consolidando el indie español. Mientras en Granada, Los Planetas empezaban a definir el movimiento musical que se contraponía a otra de las escenas musicales creadas en Madrid en los 80 bajo el nombre de Movida Madrileña, La Buena Vida hacía lo consecuente en San Sebastián o El Niño Gusano en Zaragoza, descentralizando el capitalismo de la música española que había sido característica de la Movida Madrileña.
Muchos recordarán la banda más emblemática de este sonido, Australian Blonde, de quienes se rescató su hit Chup Chup para la película de Montxo Armendáriz, Las historias del Kronen y que incluso llegó a sonar en la radiofórmula de los 40 Principales, pero es sorprendente descubrir que bajo las mismas coordenadas geográficas y temporales se concentraron otras bandas igual de relevantes como Penelope Trip, Manta Ray o Nosoträsh. Penelope Trip ponían el local de ensayo para muchas de las bandas del movimiento o Nacho Vegas de Manta Ray quién solía poner copas en La Plaza, bar que se convirtió en el templo al que acudían todos los indies asturianos. Muchos de los músicos del Xixon Sound estudiaban en la Universidad de Oviedo y pasaban mucho tiempo en el Campus del Milán, cuya cafetería fue uno de los puntos de encuentro más habituales de los grupos de los noventa. Además de los artistas ya citados, hay que reconocer a bandas asturianas como Doctor Explosión que, aunque no sean paladines del sonido indie del Xixon Sound, sí estaban en el sitio y el lugar correcto o las bandas creadas por las novias de los miembros de las bandas del Xixon Sound, Undershakers o Nosoträsh.
Otras bandas menos reconocidas pueden ser Screamin’ Pijas, Las Buges o Babylon Chat de quien hemos incluido un tema en nuestro podcast o los ruidosos Eiminator Jr., banda con nombre de un tema de Sonic Youth del disco Daydream Nation y que se acercan más al noise pop que al sonido del Xixon Sound.
Cabe destacar también en este repaso del sonido asturiano a Paco Loco, el productor de la mayoría de bandas del Xixon Sound, que se ha convertido quizá en el productor más reputado de la música indie patria, al sello discográfico Astro o al Festival Internacional de Cine de Gijón, uno de los festivales de cine de referencia en España y muy ligado a este movimiento. Durante la celebración del FIC se organizan cursos, mesas redondas, encuentros con los directores, así como conciertos diarios o fiestas con música en directo (www.gijonfilmfestival.com).
Os presentamos una ruta por los bares de Gijón donde se movía el Xixon Sound y algunos que todavía conservan el mismo espíritu de antaño y un podcast con temas del Xixon Sound para que escuchéis mientras hacéis la ruta de bares nocturnos que os recomendamos.
Los bares pequeños, con encanto, apretujones y buena música de Cimadevilla son un requisito indispensable para vivir la noche asturiana. Empezamos en la plaza de la Corrada y, concretamente en el bar La Plaza, tierra del Xixon Sound. Muy cerca de La Plaza, nos encontramos con el Soho, música española de la buena hasta las cuatro de la madrugada y, a partir de entonces, británica. El Soho tiene un secreto bien guardado: un pequeño piso arriba al que se sube por unas escaleras y que es de lo mejorcito de la noche gijonesa. No podemos obviar el bar más mítico de la ciudad: el Escocia. Este bar se ha convertido en el refugio de los que rondan la cuarentena y que conservan el espíritu del Xixon Sound. Otro bar de moda es El Patio de la Favorita, con muy buena música y un DJ cada noche. De camino, entre la plaza de El Marqués y El Patio, y si eres amante del buen gin tonic, el Lola Gin es tu sitio para degustar un buen gin tonic con pepino, limón o lima.
1. La Plaza, Travesía de la Corrada con la de Atocha, Gijón
2. Soho, Calle de las Cruces, 33201 Gijón
3. Escocia, Calle de Santa Lucía, 7, 33206 Gijón
4. El Patio de la Favorita, Calle Ezcurdia, 4, 33203 Gijón
5. Lola Rojo Gin, Calle de San Antonio, 5, 33201 Gijón
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Róterdam, capital del cine
¿Qué tienen en común ciudades como Cannes, Berlín, Venecia, San Sebastián o Locarno? Pues que en todas ellas se realizan festivales de cine con mucha historia a sus espaldas que durante varios días ofrecen proyecciones y actos paralelos diseminados por toda su geografía que celebran el séptimo arte. Acudir a esas localidades cuando los certámenes están en marcha supone descubrirlas de otra manera. Escapar del lado más convencional y turístico, para vivir culturalmente la ciudad como un ciudadano más. A los enclaves antes citados habría que añadir Róterdam, famosa por tener, dentro de su área metropolitana, uno de los puertos marítimos más grandes del mundo. Ahora bien, más allá de ser un núcleo industrial y una capital futbolística -tiene tres equipos en la primera división holandesa: Feyenoord, Sparta y Excelsior-, Róterdam tiene el privilegio de acoger un festival de cine potentísimo que durante doce días convierte la ciudad en uno de los centros cinematográficos mundiales.
Esta edición del Festival Internacional de Cine de Róterdam (ese es su nombre oficial) se celebrará del 25 de enero al 5 de febrero de 2017, y su programación va encaminada al cine de autor, tanto europeo como internacional, y a los grandes nombres del cine independiente. Este año dedican una retrospectiva a Jan Němec, uno de los realizadores más importantes de la cinematografía checa, que falleció hace solo unos meses. Su figura será recordada con el rescate de sus filmes más conocidos y de su película póstuma, The Wolf from Royal Vineyard Street. Dentro de la sección oficial del festival, se podrán ver las últimas películas de Jim Jarmusch, Paterson y Gimme Danger, o la última y esperadísima cinta de Pablo Larraín protagonizada por Natalie Portman, Jackie.
El epicentro del festival está en De Doelen, un espacio con mucha historia situado en el centro de Róterdam que, dada su localización, te dejará tiempo para callejear y descubrir la ciudad entre película y película. De Doelen lleva en pie desde 1966, y actualmente es un centro de convenciones que funciona como la sede oficial de la Orquesta Filarmónica de Róterdam. El resto de cines que ofrecen proyecciones también se encuentran por el centro, en teatros con encanto como Oude Luxor y el Pathé Schouwburgplein. Estos espacios quedan relativamente cerca de algunos museos de la ciudad que merece la pena visitar, como es el caso del Maritime Museum, que repasa los diferentes aspectos y la importancia de la cultura de la navegación en el mar. Además de un recinto de exposiciones, dispone de un canal cerrado de agua en sus aledaños que ofrece todo tipo de actividades paralelas. El Museo Boijmans Van Beuningen, el espacio de arte estrella de Róterdam, con una colección de obras excepcional, el sueño húmedo de cualquier fan de la pintura, que reúne cuadros de Salvador Dalí, Tintoretto, Hubert van Eyck, Willem Heda y Pieter Bruegel, entre otros. Y no solo eso, el museo también apuesta por otras disciplinas artísticas (diseño industrial, instalaciones, graffiti), y exposiciones itinerantes que cambian cada mes. Por cierto, el Boijmans Van Beuningen está a un tiro de piedra del Museumpark, uno de los parques públicos más bonitos y uno de los pulmones de la ciudad.
El Festival Internacional de Cine de Róterdam, más allá de las películas y ciclos que hemos mencionado un poco más arriba, también ofrece una serie de proyecciones especiales que se salen un poco de lo normal. Una de las más sonadas es el día casi íntegro que el certamen dedica a los niños. Este año la cita será el domingo 29 de enero con una selección de películas que los más pequeños de la casa podrán disfrutar acompañados de sus padres. Más eventos que vale la pena destacar: las dos maratones de cortos que se celebrarán el 4 de febrero (seis horas de duración cada una) en el Kino Rotterdam, un cine el que también, si quieres, podrás cenar o tomar una copa. Consulta el resto de evento del festival aquí.
Anímate a conocer Róterdam desde la perspectiva que ofrece su festival de cine, reserva tu Vueling aquí.
Texto de Xavi Sánchez para Los Viajes de ISABELYLUIS
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