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8 motivos para comerse Santiago de Compostela (literalmente)

Descubre Santiago de Compostela con el paladar: mercados vibrantes, bares míticos, estrellas Michelin y sabores gallegos que justifican el viaje por sí solos.

En Galicia se come de lujo. Y Santiago de Compostela, como buena capital, reúne todos sus sabores y aromas en una ciudad donde callejear sin rumbo es siempre un placer. Aquí puedes pasar del olor a pulpo recién hecho al crujido de un pan celestial; de una tasca donde el vino Ribeiro corre como si no hubiera mañana a un restaurante con estrella Michelin que demuestra que Santiago sabe mirar al mundo sin apartar la vista de su recetario tradicional. Santiago es cultura, arquitectura, arte, historia, tradición, pero también una gastronomía que justifica por sí sola una visita.

Una buena manera de conocer lo que se cuece en Santiago es descubrir Santiago(é)Tapas, un recorrido gastronómico por distintos bares y restaurantes de la ciudad donde cada local ofrece una creación propia. Del 18 de febrero al 20 de marzo de 2026, la capital gallega se convierte en un mapa de sabores que invita a pasear y probar propuestas originales.

Es, sin duda, una buena manera de descubrir Santiago a bocados. Pero hay muchas más: vamos a por 8 de ellas.

1. El Mercado de Abastos, el corazón que late fuerte

Mercado de Abastos de Santiago de Compostela

El Mercado de Abastos es la plaza mayor del sabor en Santiago. Siempre efervescente, siempre lleno de vida, siempre oloroso. Aquí llegan los mejores productos de los mares, de los huertos, de los bosques y de las ganaderías gallegas. Verás rodaballos brillantes, berberechos vivos, grelos orgullosos, quesos que te llaman por tu nombre y terneras que prometen gloria. Recorrerlo es un lujo absoluto: la gente compra, charla, regatea, sonríe… Y tú, feliz, absorbiendo Galicia en formato real.

Si quieres una experiencia 360º reserva mesa en Abastos 2.0, el restaurante del mercado donde se cocina a diario con producto fresco. Pero no es el único establecimiento de nivel que encontramos en sus alrededores. Bajo la energía constante del mercado han nacido bares y restaurantes que lo han convertido en el punto de encuentro de Santiago: desde los platos con fuego y actitud de Lume, a las raciones sin complicaciones de Casa Pepe, el ambientazo de A Lonxa do Mercado, o la parada perfecta para un café (o un vino, quién te va a juzgar) en El Hispano o Café de Altamira. Comer aquí es vivir la ciudad: ruidosa, sabrosa, social y siempre en movimiento.

2. Restaurantes con estrella: cuando la tradición se viste de gala

Restaurantes con estrella Michelin en Santiago de Compostela

Santiago juega en la Champions gastronómica gracias a sus tres restaurantes con estrella Michelin y a muchísimos otros reconocidos por la prestigiosa guía. Entre los estrellados encontramos A Tafona, capitaneada por Lucía Freitas, todo un homenaje a lo gallego: ella recorre cada mañana el Mercado de Abastos para elegir los mejores productos locales, y en su menú reinan los sabores campesinos reinterpretados con técnicas modernas. Casa Marcelo lleva décadas siendo una referencia gracias a su menú degustación sin carta, fusión entre la raíz gallega y la sencillez de lo callejero. Y Simpar, la novedad reciente, ha sido galardonado con su primera estrella gracias a una cocina creativa y técnica basada en productos de proximidad, tan fresca que su carta cambia cada día.

3. París Dakar: ruta mítica de bares (y barra libre de anécdotas)

Ruta de bares París Dakar en Santiago de Compostela

Los estudiantes compostelanos se inventaron esta ruta hace décadas: empezabas en París y terminabas en Dakar recorriendo bares del centro. Hoy el espíritu maratoniano se ha relajado y algunos bares han cerrado, pero las barras santiaguesas siguen ofreciendo tapas legendarias que justifican cualquier desvío: la tortilla jugosa de La Tita (ojo, que levanta pasiones y probablemente tengas que hacer algo de cola para probarla), los “Tigres Rabiosos” del Bar Trafalgar, el pulpo de O gato negro, la mítica oreja de cerdo de Orella y mucho más. Croquetas caseras, callos humeantes, empanada gallega o pulpo á feira servido con pimentón. ¿Qué más se puede pedir? Una barra llena de vida, un Ribeiro bien servido... ¡y ya serás compostelano por unas horas!

4. Los ultramarinos: templos secretos del buen comer

Tiendas de ultramarinos en Santiago de Compostela

Las tiendas de ultramarinos compostelanas son auténticos cofres del tesoro. Recorrerlas significa viajar en el tiempo (algo que siempre resulta muy fácil en esta ciudad todavía misteriosa y enigmática) y alejarse por un instante del siglo XXI.

Aquí conviven quesos gallegos, vinos, chorizos, grelos secos, conservas de mariscos, algas, ortigas en lata (sí, existen), miel con nueces, marron glacé y mirabeles en almíbar. Pide y lo tendrán. Atención al chocolate artesanal compostelano: espeso, oscuro, intenso, perfecto para las tardes de lluvia. Entre la Rúa das Orfas, Praza do Toural y Caldeireiría tendrás un paseo delicioso entre callejuelas medievales y piedras llenas de historia.

5. Vinos gallegos: 5 DO y una cultura que se bebe

Vinos gallegos con denominación de origen

Galicia no solo come bien, también bebe de lujo. Las 5 denominaciones de origen —Rías Baixas, Ribeiro, Ribeira Sacra, Monterrei y Valdeorras— se cuelan en cualquier barra o restaurante compostelano. Blancos atlánticos que huelen a mar, tintos heroicos cultivados en bancales imposibles, vinos jóvenes, frescos, intensos... En Santiago el vino es cultura, conversación y compañía y disfrutarlo en una de sus barras siempre animadas es toda una experiencia. ¿Te has venido arriba? Pide un licor de hierbas, bébetelo de un golpe y empezarás a hablar con acento gallego.

6. Dulces que te roban la dieta (y la cordura)

Dulces típicos de Santiago de Compostela

Graba a fuego este mantra antes de emprender el viaje: en Santiago está prohibido no dejar sitio para el postre y para la sobremesa. La famosa tarta de Santiago es la reina absoluta, pero cuidado, que no está sola: entre filloas que se deslizan en tu boca (¿te atreves a meterles un chorizo en medio?), orejas crujientes, unos buñuelos esponjosos y melosos (ellos les llaman chulas) y melindres que desaparecen solos, tu autocontrol va a pedir auxilio. La bica te mira con cara de “cómeme”, la larpeira te tienta con crema pastelera y almíbar, y si te queda hueco, hasta te vas a atrever con queso de Arzúa con membrillo o una queimada que prende fuego a la noche.

7. Tesoros gastronómicos con credenciales

Productos gallegos con DOP e IGP

Si Galicia fuera un mapa de sabores, cada bocado sería una bandera de orgullo local. Aquí no se anda con medias tintas: desde el Queso Tetilla DOP, cremoso y suave, hasta el Arzúa-Ulloa (cuidado, porque muchos los confunden), o el potente y elegante San Simón da Costa DOP. La carne tampoco se queda atrás: la Ternera Gallega IGP es reconocida internacionalmente, y el Cordero Gallego IGP es garantía de jugosidad y sabor, ambos criados con mimo en prados verdes que parecen sacados de una postal. Y el mar… ¡ay, el mar! Galicia presume de Mejillón de Galicia IGP, Ostra de Galicia IGP y los codiciados Percebes de Galicia, auténticos tesoros gastronómicos que reinan en las mesas más sofisticadas.

No faltan los clásicos: el pulpo á feira, el lacón con grelos, las empanadas rellenas de maravillas del mar o de la huerta y ese caldo gallego que calienta el cuerpo y el alma. ¿Te has quedado con hambre? Pide unos pimientos del Padrón (DOP Pimiento de Herbón) y prepárate para jugar a la ruleta rusa en clave gastronómica.

8. Ensanche: la ciudad que no sale en las guías

Ensanche de Santiago de Compostela

Desde la Praza de Galicia hacia el sur se despliega el Ensanche, la parte moderna de la ciudad. Está llena de tiendas, cafeterías y restaurantes que mezclan lo gallego con sabores del mundo: japoneses, italianos, turcos, mexicanos, de todo. Las terrazas de la Praza Roxa son perfectas para parar, comprar, descansar y observar la vida compostelana con calma. Y si te queda energía, los pubs y discotecas de la zona te regalan una noche con mucho ritmo.

Después de todo esto, lo único difícil de comerse Santiago es, efectivamente, parar. Que si una empanada por aquí, que si un ribeiro por allá, que si "venga, solo otro trocito de tarta de Santiago que total es ligera" (spoiler: no lo es). Al final acabarás volviendo a casa con antojo permanente de pulpo, varios quesos de tetilla en la mochila y la firme sospecha de que Galicia debería tener su propio Ministerio de Gastronomía.

Así que ya sabes: ven con hambre, vuelve con recuerdos… y quizá con un botón menos abrochado. Galicia non pasa fame.

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