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Ruta en coche desde Alicante hasta Valencia: 7 paradas imprescindibles

Benidorm, Altea, Jávea, Denia y Calpe: toma nota de estas paradas imprescindibles en tu ruta en coche entre Alicante y Valencia.

El tramo que separa Alicante de Valencia se caracteriza por su clima apacible durante todo el año y presume de algunos de los enclaves costeros más hermosos de todo el país. Una escapada en coche para conocer lo más destacado de la zona nos permite combinar mar y naturaleza, paellas legendarias con vistas al Mediterráneo, cultura, historia y, casi siempre, una vida nocturna alegre y efervescente. ¿Se puede pedir más a unas vacaciones? Claro que sí: poder disfrutar de este despliegue sin pasarnos horas en la carretera ni vivir un segundo de estrés, porque la vida siempre es fácil y agradable en la costa levantina. Reserva tu vuelo a Alicante y verás todo lo que la costa mediterránea tiene reservado para ti.

Primera parada: Alicante

Alicante es una de esas pequeñas ciudades costeras en las que la vida transcurre despacio y el mar está presente de una forma u otra en todo momento. Ya sea en sus playas (como San Juan, la Albufereta o la Cala Cantalar), en el castillo de Santa Barbará (uno de sus lugares icónicos), en la concatedral de San Nicolás o las callejuelas repletas de bares y macetas del Barrio de Santa Cruz.

Acabar la tarde tomando algo en una de las terracitas del puerto no tiene precio. Y si el cuerpo nos pide surcar los mares, nada como navegar a la Isla de Tabarca, la única isla habitada de toda la comunidad valenciana. Se llega fácilmente desde el puerto de Alicante, con barcos que separan los dos puntos con frecuencia a un precio que ronda los 20 €. ¿Te ha sobrado tiempo? El Mercado Central se encuentra en un bonito edificio modernista, y en él podrás adquirir provisiones para ese road trip que está a punto de empezar.

Benidorm, la otra cara

La otra cara de esa costa levantina apacible y slow la encontramos en Benidorm, un lugar que merece la pena visitar una vez en la vida porque refleja como pocos los cambios ocurridos en la España de las últimas décadas. Los rascacielos te recibirán desde la lejanía para recordarte que a Benidorm se viene a jugar, a visitar sus pubs, sus restaurantes, darlo todo en los karaokes, luchar por un rincón en la playa si vamos en temporada alta y salir de allí, seguramente, con unos kilos de más y unos cuantos bailes que no nos quitarán nunca. Pasear por el Casco Antiguo, hacer un Reel de Instagram desde el Balcón del Mediterráneo o bañarse en la calita de Mal Pas (no todo son playas estratosféricas en Benidorm) son algunas de las actividades que debemos disfrutar si la vida nos lleva a Benidorm.

Altea, la perla del Mediterráneo

Con sus casitas blancas, sus callejuelas empedradas y sus portales de colores, Altea representa ese Alicante más relajado y mediterráneo, que bien nos podría recordar a una isla griega, que año tras año vuelve locos a viajeros de todo el mundo. Los amantes del snorkel van a disfrutar de lo lindo nadando entre la fauna marina de La Olla o Cap Negret, mientras que aquellos a quienes les pierde el postureo van a darlo todo posando en la calle Major o Sant Miquel. Los interesados en la historia y la arquitectura tienen una visita obligada en la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo o la iglesia ortodoxa rusa San Miguel Arcángel. Conviene reservar unas horas para conducir hasta el castillo de Guadalest, en los alrededores, y darse un baño refrescante en las cascadas de Fonts d’Algar, cosa que se agradece mucho cuando aprieta el calor.

Calpe, el rincón gourmet

Hay muchos motivos para conocer Calpe y uno de ellos es su espectacular gastronomía. En esta pequeña y pintoresca localidad costera encontramos nada menos que tres restaurantes con estrella Michelin, cosa que nos obligará a parar al menos una noche para poder darnos un lujo gastronómico en forma de alta cocina mediterránea. Audrey’s, Beat y Orobianco son los tres establecimientos estrellados situados a escasa distancia en esta localidad presidida por el Peñón de Ifach, que bien vale una visita. Mirar las aves en Las Salinas, recorrer el Paseo Príncipe de Asturias, subir al Mirador Morro del Toix o nadar en la playa urbana de Cantal Roig son algunas de las actividades que nos depara Calpe, cuyos alrededores ofrecen numerosas rutas para los amantes del senderismo.

Jávea, playas de ensueño para todos los gustos

Apenas 40 minutos separan Altea de Jávea, donde es obligatorio ponerse el bañador (y, a poder ser, meter en la mochila también el tubo y las gafas) y hacer una parada en la cala Granadella, un hermoso rincón de arena fina y aguas de color turquesa donde también podremos entregarnos a los placeres del kayak. Los fans del senderismo se perderán por el Parque Natural de Montgó, que cuenta con una superficie de más de 2000 hectáreas y con numerosos caminos señalizados para disfrutar de una jornada excursionista en toda regla. La foto perfecta la conseguiremos, probablemente, desde el cabo de San Antonio, con permiso de Cala Portitxol, con vistas a la Isla del Portitxol, a la que se puede acceder nadando o en kayak.

Denia, mucho más que un castillo

Dicen que la vida se ve de otro color cuando se mira desde lo alto del castillo de Denia, una construcción emblemática de la localidad que data de los siglos X y XI. Situado en una colina en pleno corazón de la ciudad, desde aquí se domina el núcleo urbano, el Parque Natural de Montgó y el Golfo de Valencia. Nada mejor que aprovechar la visita a Denia para adentrarnos en el Museo Arqueológico, y si nos gusta visitar museos no podemos perdernos tampoco el Museo del Mar, situado en pleno puerto, un lugar siempre ambientado y bullicioso donde día tras día llegan los fantásticos pescados frescos que degustamos en el bonito y pintoresco barrio de Pescadores. Si vamos en familia, no podemos dejar de visitar el Museo del Juguete, que refleja la amplia tradición en la materia de esta localidad, que cuenta además con playas hermosísimas como la de Les Bovetes, Els Molins (perfecta para los amantes del surf), La Cala o Arenetes.

Valencia

Llegaremos a Valencia morenos y relajados, habiendo aprovechado al máximo esa combinación única entre mar, cultura y naturaleza que nos brindan los pueblos recorridos. Es probable que tengamos ganas de asfalto y aventura, de manera que nada mejor para acabar el periplo que hacerlo en Valencia, esa gran capital que nos ofrece arte, cultura, ocio, gastronomía y una retahíla de propuestas para llenar la agenda. Podemos empezar visitando la Ciudad de las Artes y las Ciencias, seguir con una visita a la Catedral, un paseo por el, una visita al Oceanografic y, cómo no, un buen baño en alguna de sus playas (desde la Malvarrosa hasta el Cabañal o Pinedo). Visitar el Mercado Central es todo un placer, y más si nos decidimos a parar a comer en alguno de sus puestecillos, así como pasear por los Jardines del Turia o hacer una parada en el Bioparc.

Quemando Valencia habremos puesto fin, pues, a una ruta variada y trepidante en la que habremos visitado castillos e iglesias, comido de lujo, adentrado en calas que hasta el momento solo vivían en nuestra imaginación y, en definitiva, nos habremos impregnado de esa manera de entender la vida que solo existe en la costa mediterránea.

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