A 30.000 pies por viajeros para viajeros

RUTA TRANQUILA DE 5 DÍAS POR EL ALGARVE

El sur de Portugal, con sus playas inmensas y sus pueblos de pescadores, es ideal para una escapada inolvidable de 4 o 5 días. ¿Nos acompañas?

¡Ay, el Algarve! Ese rinconcito del mundo al que siempre vuelves porque nunca falla: es un caballo ganador en toda regla. Tiene playas alucinantes, naturaleza, cultura, pueblos con encanto, actividades a destajo y una oferta turística y hotelera que no te la acabas. Los precios son más ajustados que en otras zonas turísticas, los habitantes van por la vida con ese talante slow que te roba el corazón, se come de maravilla y, en definitiva, se está la mar de bien.

Te querrás quedar allí hasta la jubilación, pero si eso no es posible te bastarán 5 días para descubrir los encantos de un lugar perfecto para unas vacaciones al calorcito.

¿Vas con niños? ¡También les va a enamorar!

Día 1: De Faro a Carvoeiro

Lo bueno de esta región portuguesa es que está salpicada de pueblecitos con encanto. Cualquiera de ellos es perfecto para reservar un hotelito y dedicarnos a los placeres de la dolce vita. Nuestra recomendación es Carvoeiro, a medio camino entre Faro, la capital, y el precioso Cabo San Vicente. Aquí podremos establecer nuestro centro de operaciones y dedicarnos a hacer excursiones de un día, sabiendo que nos encontramos en un lugar animado y lleno de vida, pero sin los excesos turísticos de poblaciones como Albufeira.

Tras aterrizar en Faro es imprescindible dedicar al menos un día a visitar esta capital. Puedes empezar entrando en su catedral románica, seguir con una excursión por el Parque Natural da Ría Formosa y acabar con un paseíto por su puerto y sus murallas. Después solo queda perderse por el centro histórico y pararse a comer un pastelito de Belem en la pastelería Centeio (dicen que son los mejores de todo el Algarve). ¿Te ha entrado el hambre y el cuerpo te pide alta gastronomía? Reserva en Check-in Faro y disfruta de una cocina de autor muy pero que muy recomendable. ¿Prefieres platos más tradicionales? En A Tasca do João te esperan con sus deliciosos platillos y sus vinos locales.

Día 2: Carvoeiro y alrededores

Damos por hecho que lo primero que te apetecerá hacer cuando te levantes en el bonito Carvoeiro es darte un chapuzón. Un buen lugar para hacerlo es la bonita Praia da Marinha, a apenas 15 minutos. Tendrás que descender por una montaña de cuento para poder disfrutar a tus anchas de un rinconcito íntimo, alejado del mundanal ruido. Si no te apetece coger el coche, la playa urbana de Carvoeiro, rodeada de acantilados, es un buen lugar para echar la mañana en un entorno repleto de servicios.

Una buena idea es parar para comer en Casa Algarvia (tradicional y de batalla, en el mejor de los sentidos) o en el restaurante O Patio, con vistas al mar. Por la tarde, hay que guardar energías para visitar una de las joyas naturales de Carvoeiro: el famoso Algar Seco. Este parque costero repleto de cuevas, arcos y formaciones rocosas es un lugar absolutamente marciano que nos hará sentir en otro planeta. Podemos acabar la jornada con una visita al Faro de Alfanzina y un paseíto por la emblemática pasarela con vistas al mar.

Día 3: De Benagil a Albufeira

No podemos alejarnos de Carvoeiro sin visitar antes la Praia de Benagil, con su espectacular cueva, una de las más bonitas de la zona. Benagil es un pueblo pequeñito, más tranquilo que el efervescente Carvoeiro, que podremos visitar en un par de horas y, de paso, aprovechar para comer en alguno de sus restaurantes. Si puedes, reserva mesa en el paradisíaco O Pescador.

A primera hora de la tarde, toca aprovechar la jornada para visitar Albufeira, otro de los pueblecitos emblemáticos del Algarve portugués. ¿Por qué Albufeira enamora? Por su Miradoiro do Pau da Bandeira, por sus tres playas (Peneco,Alemães y Pescadores), por su oferta de deportes acuáticos o por la cercana Praia de Dedé. Es un lugar precioso, pero bastante más turístico, de manera que es probable que llegada la noche te hayas cansado de tantos fuegos artificiales y te apetezca regresar a ese ambiente más agradable y auténtico del siempre acogedor Carvoeiro.

Día 4: Rumbo al Cabo San Vicente

Empezamos la jornada conduciendo hacia el oeste para visitar esa punta de Portugal donde se encuentra el Cabo San Vicente. Cuidado, que lo suyo es llegar al atardecer para alucinar con su puesta de sol, una de las más hermosas del mundo. Hay muchas cosas que hacer antes de que caiga la tarde, y una de ellas es conducir hasta Lagos para contemplar la que, dicen los que saben, es la verdadera catedral del Algarve: Ponta da Piedade. Se trata de una serie de formaciones rocosas que constituyen una especie de templo medio derruido sobre el agua. Si lo deseamos, podemos visitarlas en barco y acabar la jornada con un buen chapuzón en la cercana Praia do Camilo, sin duda la más bonita de Lagos.

Si el cuerpo te pide un poco de vida cultural después de tanta playa, debes acercarte al Núcleo Museológico do Mercado de Escravos, que nos habla de una época en que Lagos era la capital marítima del mundo. El Castelo dos Governadores y la Porta de São Gonçalo también son de visita obligada. La oferta gastronómica de Lagos es una locura. ¿Alguna sugerencia? Bon Bon, con su cocina portuguesa actualizada, su terraza de lujo y su estrella Michelin, es un valor seguro. Si no, acércate a la Rua de Oliveira y toma asiento en alguno de sus numerosos restaurantes.

A apenas 40 minutos en coche de Lagos encontramos Sagres, donde es imprescindible parar un momento para visitar su espectacular Fortaleza y sus inmediaciones, integradas en el parque natural del Suroeste Alentejano y Costa Vicentina. Es un paisaje que paraliza el corazón, pero no lo suficiente como para impedir que sigas tu ruta hasta el cabo San Vicente para disfrutar de su puesta de sol. Llegarás a casa ya definitivamente enamoradísimo/a de este Portugal playero y relajado que tan bien sienta en cualquier época del año.

Día 5: Olhão y Tavira

Con las maletas hechas, listos ya para tomar el avión de vuelta a casa en Faro, te proponemos conducir una horita hacia el este para detenerte en otra parte del Algarve igualmente fascinante: Olhão. Este pequeño pueblo de pescadores de casitas blancas y con un mercado municipal brutal es perfecto para parar a tomar un buen marisco junto al mar. Olhão tiene al frente la Ría Formosa y para llegar a las playas de Armona y Fuseta se debe coger un ferry. ¿Te animas? ¡Lo que empieza con aventuras debe acabar con aventuras!

A media hora de Olhão en coche encontramos Tavira, una de las ciudades más bonitas del sur del Portugal. Pasear por su centro histórico, hacerse una foto en su puente romano y en sus calles repletas de azulejos son algunas de las cosas que te ocurrirán si la visitas. Si te queda un poco de tiempo antes de regresar a Faro (a unos 40 minutos) debes visitar las cascadas de Pego de Inferno, un rincón paradisíaco para darte un último chapuzón y abandonar Portugal –hasta la próxima– con un inmejorable sabor de boca.

Antes de ponerte a preparar el viaje a Faro debes saber algo: al Algarve siempre siempre se regresa. ¡Te hemos avisado!

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