Las islas no están reservadas solo para el verano. En invierno dicen que Menorca es, si cabe, aún más bonita. Te contamos por qué para que vayas planeando tu próxima escapada ya mismo.
Hay mil motivos por los que Menorca es un gran destino en invierno. Por sus temperaturas agradables, que aunque tal vez no nos permitan bañarnos son perfectas descansar o leer en la arena. Por ir a comer una buena caldereta de langosta en alguna terracita al sol, o disfrutar del producto fresco de la huerta y el mar. Por su oferta cultural ecléctica y profusa, que convierte la isla en un hervidero de propuestas que van desde el arte al cine, museos, centros culturales y mucho más. También por una naturaleza salvaje, bellísima, que nos ofrece desde hermosos caminos junto al mar para disfrutar de una jornada de senderismo a unas aguas perfectas para practicar deportes acuáticos durante todo el año.
10 planes para hacer en Menorca si la visitamos en invierno
1. Un paseo por Binibeca y alrededores
Este pueblecito de callejuelas blancas y serpenteantes e increíbles vistas al mar nos hará sentir en un cuento de hadas. En Binibeca disfrutaremos callejeando sin rumbo, tomando fotografías de todos los rincones. Después podemos acercarnos hasta Punta Prima para disfrutar de la arena con las bucólicas vistas de un islote con un faro en el horizonte: la Illa de l'Aire.
2. Una visita a Maó
Maó es una visita obligada para el viajero intrépido, una agradable ciudad portuaria siempre alegre y animada. Es imprescindible dedicar una jornada a pasear por su centro histórico, descubrir el Ayuntamiento, las iglesias de Santa Maria y Nostra Senyora del Carme y el Portal de Sant Roc, resto de la antigua muralla que rodeaba la ciudad. Nos sentiremos en otra época, en otro mundo.
El puerto de Maó es una hermosura, un lugar perfecto para pasear entre embarcaciones y pararnos a comer un arrocito en alguno de sus restaurantes. Si lo que nos pide el cuerpo es tranquilidad, podemos ir hasta Es Grau y, además de disfrutar de la playa, adentrarnos en el Parque Natural de s'Albufera des Grau.
3. Museu de Menorca
No podemos abandonar la capital menorquina sin visitar el Museu de Menorca, situado en un antiguo convento franciscano que por sí solo ya merece una visita. Considerado el más importante de la isla, nos invita a conocer la convulsa historia de Menorca, desde la Prehistoria a la actualidad, a través de más de 200.000 objetos.
4. Elige tu propia cala
Es habitual que el viajero enamorado del mar tenga serias dificultades para elegir qué calas visitar. Las hay para todos los gustos y todas son bellísimas, rodeadas de naturaleza, remansos de paz a los que se accede por senderos perfectos para los amantes del trekking. No importa que sea invierno: sus aguas tranquilas nos invitarán a meter los pies, reposar al sol en sus arenas siempre plácidas, leer o practicar deportes acuáticos. La isla está llena de calas y es muy difícil escoger las más hermosas: Turqueta, Tortuga, Macarella, Mitjana, Escorxada, Galdana o Cala Pilar son solo algunas de ellas. Podéis visitar la costa norte y la costa sur para jugar a conocer sus diferencias.
5. Senderismo y trekking
Los amantes del senderismo, tanto aquellos que buscan desgastar al máximo las botas como quienes prefieren excursiones ligeras y sencillas, van a disfrutar recorriendo Menorca a pie. Hay rutas para todos los gustos, que nos permitirán bordear mares y bosques al tiempo que respiramos aire puro. De hecho, el Camí de Cavalls es una ruta de 185 kilómetros que rodea toda la isla, cuyos orígenes se remontan al siglo XIV y cuya función era proteger toda la costa menorquina y comunicar las torres de defensa.
¿Algunas recomendaciones? Los 5,2 km que separan Cavalleria de Cala Pregonda son todo un espectáculo. O los 7 km de recorrido que van de Punta Nati a Cala Morell. Los amantes de la bici también podrán recorrer la isla a pedales, ya que existen numerosos caminos para hacerlo muy bien señalizados.
6. Ciutadella, portuaria y monumental
El puerto de Ciutadella es perfecto para degustar la gastronomía marinera tradicional en alguna de sus agradables terracitas. El resto del día, disfrutaremos callejeando por sus rincones repletos de tiendas de artesanía, de los que es imposible salir con las manos vacías. Podemos seguir el recorrido por la plaça des Born, coronada por el edificio del ayuntamiento y con edificios tan representativos como el Teatro, el Palacio Salort y el Palacio Torressaura. No hay que olvidar caminar bajo los pórticos de la calle Ses Voltes, acercarse a la iglesia del Roser y guardar al menos una horita para visitar Can Saura, el Museu Municipal de Ciutadella, una auténtica joya del barroco menorquín. Por último, la Catedral de Santa Maria es uno de los principales reclamos de la ciudad, un bello edificio gótico que fue construido por orden del rey Alfonso III.
7. Una efervescente agenda cultural
Los menorquines son siempre activos, muy dados a salir a las calles y dejarse caer por todo tipo de eventos culturales y gastronómicos. Es por ello que la oferta de la ciudad es interesante durante todo el año, de manera que siempre encontraremos actividades a nuestra medida. Teatros, salas de exposiciones y conciertos, centros culturales que ofrecen además actividades infantiles, excursiones, librerías rebosantes de presentaciones, actividades en las bibliotecas, conciertos para todos los gustos, cine y mucho más. Lo mejor es organizarse bien los días y consultar la agenda cultural para no perderse absolutamente nada.
8. Recorriendo la Menorca prehistórica
La Menorca Talayótica es el legado de una cultura que, con un esfuerzo titánico, consiguió levantar multitud de construcciones ciclópeas entre el 1600 a.C. y el 123 a.C. Descubrir sus casas circulares, sus taulas de hasta 4 metros de altura, sus impresionantes talayots... es todo un espectáculo. Hay multitud de monumentos repartidos por toda la isla, solo queda escoger cuáles visitaremos.
La Naveta des Tudons, Torre d'en Galmés y Torralba d'en Salort son tres buenos ejemplos, muy bien conservados. Si nos quedamos con ganas de más, siempre podemos acercarnos a visitar Talatí de Dalt, la necrópolis de Cala Morell o el Poblado Talayótico de Trepucó.
9. Pueblecitos con encanto: Fornells, Es Mercadal y Alaior
No podemos abandonar Menorca sin visitar la Torre de Fornells (levantada durante la dominación británica, a principios del siglo XIX) y pasear por este pueblecito costero en el que, dicen, se cocina la mejor caldereta de la isla. Su puerto siempre animado, el Castell de Sant Antoni y la iglesia de Sant Antoni Abat son algunos imprescindibles de Fornells. Tampoco debemos perdernos Es Mercadal, ubicado en el centro de la isla, que nos ofrece numerosos ejemplos de la arquitectura tradicional menorquina. Alaior, uno de los pueblos más bonitos de la isla, con sus calles blancas y su importante legado histórico, es otro buen ejemplo de esa Menorca interior que atrapa a los viajeros en cualquier época del año.
10. Faros y castillos
Podemos sacarnos la foto de rigor junto a un faro al atardecer, ya sea en Favàritx, Cavalleria, Punta Nati o Artrutx, por citar solo algunos de los que encontramos a lo largo y ancho de la isla. También podemos recorrer los restos de castillos como el de Sant Felip o Santa Àgueda. La Fortaleza de Isabel II y el castillo de Sant Nicolau son también puntos emblemáticos de una isla que nunca se acaba, de un rincón del mundo del que disfrutar incluso más cuando llega el invierno, bajan los decibelios y podemos adaptarnos a ese ritmo tan característico que se apoderará de nosotros nada más aterrizar.
¿A que ahora te miras Menorca con otros ojos? Es hora de conocer esta cara suya que pocos conocen aún.
