Si planeas una escapada de 4 o 5 días a París, o si ya te conoces de sobra la capital francesa, te recomendamos que visites alguno de estos lugares.
París es mucho París, y es tanto lo que hay que ver en él que solemos olvidarnos de las posibilidades que ofrecen sus alrededores. Y es comprensible. Es tal el volumen de maravillas con las que dejarnos embelesar en la Ciudad de la Luz, que es fácil que no nos queden ni tiempo ni energías para ir más allá de los límites de esta gran y bella urbe. Pero si tenéis la oportunidad, no debéis dudar en coger algún medio de transporte público, o en su defecto, alquilaros un coche, y acercaros a alguno los lugares que os recomendamos a continuación.
Versalles, el palacio más grande de Europa
El Palacio de Versalles es un clásico entre los clásicos que no debe faltar en ninguna lista de sitios a ver en las inmediaciones de París. La joya del reinado de Luis XIV brilla ya no tan solo por su arquitectura y sus opulentos interiores, sino también por los espléndidos jardines que lo rodean, que incluyen delicadezas como los Palacios de Trianón y el Dominio de María Antonieta.
Lo que durante el reinado de Luis XIII no era más que una pequeña construcción de caza, durante el reinado de su sucesor acabaría transformándose en esta fastuosa construcción que terminaría siendo la residencia oficial del rey de Francia.
Fontainebleau, más que un bosque y un castillo
A poco más de una hora al sur de París se encuentra este auténtico “pulmón” que es el Forêt de Fontainebleau: nada más y nada menos que 20.000 hectáreas de bosque, por cuyos senderos merece la pena perderse, ya sea a pie, en bicicleta o a caballo, e incluso permite la práctica de la escalada en determinadas zonas.
Fuente de inspiración para los artistas del siglo XIX, que no dudaron en desplazarse hasta aquí para captar su luz, muchos siglos atrás ya había seducido a la realeza, que lo convertiría en uno de sus lugares favoritos de descanso o para la práctica de la caza. Consecuencia de este uso es la construcción del palacio de Fontainebleau, cuya primera versión fue edificada en el siglo XII, y que con los siglos y tras múltiples intervenciones llevadas a cabo por los distintos monarcas, acabaría siendo la gran obra arquitectónica que es hoy en día, y uno de los palacios más grandes de Francia. Incluso el mismísimo Napoleón se dejó seducir por sus encantos, y fue precisamente en la fantástica escalera de Herradura, también conocida como la escalera de los Adioses, en la que se despidió de su guardia en su partida al exilio a la isla de Elba.
Chantilly más allá de su deliciosa crema
Esta población situada a 50 kilómetros al norte de París, cuyo nombre es mundialmente conocido por su fantástica crema con aroma a vainilla, desprende una elegancia por la que bien merece la pena acercarse hasta ella. Entre sus principales atractivos está el Château de Chantilly, que está compuesto por dos edificios, el Grand Château, destruido durante la Revolución francesa y reconstruido en 1870, y el Petit Château edificado alrededor de 1560. No dudes en dedicarle un tiempo a los increíbles jardines de geométrico diseño rodean el palacio, obra de Le Nôtre, también autor de los jardines del Palacio de Versalles y del Palacio de Vaux-le-Vicomte. Y tampoco te vayas sin visita el Museo Condé, ubicado en el Grand Château, que contiene una excelente colección de libros, manuscritos, dibujos y pinturas.
Château de Vaux-le-Vicomte, la niña bonita
La belleza del Château de Vaux-le-Vicomte causó tal envidia al rey Luis XIV, que provocó el encarcelamiento de Nicolas Fouquet, su propietario, y sirvió de fuente de inspiración en la construcción de Versalles. Con estas credenciales es imposible no incluir en nuestra escapada a los alrededores de París una visita al que dicen que es uno de los castillos más hermosos de Francia y, curiosamente, poco conocido para el público en general.
Esta bella joya se encuentra ubicada en la pequeña población de Maincy, a 60 kilómetros de París. En su construcción trabajaron el arquitecto Louis Le Vau, el pintor Charles Le Brun y el jardinero André Le Notrê. Entre lo más destacado está su espectacular salón oval, de 19 metros de largo por 18 de ancho, único en la historia de la arquitectura francesa.