Gran Canaria es una isla en gran parte salvaje y virgen, repleta de encantos naturales para todos los gustos y de hermosos pueblecitos alejados del turismo de masas.
Viajar a Gran Canaria es siempre un valor seguro si buscamos un clima suave y agradable, bonitas playas, bosques de cuento de hadas, rutas de senderismo, pueblos con encanto que aún no se han rendido a las tiendas de souvenirs y al turismo de masas, shopping, gastronomía y mucho más. Es el lugar ideal para unas vacaciones que combinen actividad y flow, adrenalina y relax, ya sea solos, en pareja o para una escapada en familia: un rincón del mundo perdido en medio del Atlántico que nos invita a descansar y desconectar, y que nos ofrece a su vez enclaves fascinantes que descubrir sin prisa pero sin pausa. La isla tiene mucho que ver, así que conviene organizar bien la agenda y no dejarse ninguno de estos planes. Porque Gran Canaria, por suerte, es mucho más que sol y playa.
1. Dunas de Maspalomas
Este pequeño desierto a pie de playa es un lugar sorprendente y paradisíaco que nos regalará algunas de las mejores fotos del viaje. La Reserva Natural Especial Dunas de Maspalomas presenta especies de fauna africana como el lagarto gigante y numerosas aves, que sobrevuelan ese paisaje único, que parece esculpido a mano, cuyo mar de fondo, limpio y cristalino, nos invita a darnos un buen chapuzón al acabar el paseo.
2. El pueblo de Arguineguín
Ubicado al sur de Gran Canaria, Arguineguín es uno de los pueblos más bonitos de la isla, ya sea por su encantadora playa, sus barquitos de colores, el coqueto casco histórico o la efervescencia del puerto, al que llegan a diario pescados fresquísimos que posteriormente podremos degustar a buen precio en alguno de los numerosos restaurantes de la zona. Lo mejor es visitarlo el martes, ya que es día de mercadillo y Arguineguín rebosa color y alegría. Si nos quedamos con ganas de más pueblecitos y nos apetece un roadtrip por la isla, nada mejor que parar también en Agüimes, Arucas, Firgas o Agaete, entre otros.
3. Gastronomía: Tabaiba, Embarcadero y mucho más
Lo bueno de Gran Canaria es que podemos viajar sin rumbo y acercarnos a cualquier restaurante de batalla cercano al mar con la certeza de que vamos a comer muy bien. La gastronomía de la isla nunca defrauda: en prácticamente cualquier lugar nos van a servir excelentes pescados a la brasa (su popular vieja, la reina del lugar), que suelen llegar a la mesa acompañados de ensalada y unas buenas papas con mojo, una auténtica perdición que, sin duda, sabe mejor con vistas al Atlántico. Todo ello, regado con un buen vino de la zona –existe la denominación de origen Vinos de Gran Canaria– y a precios muy ajustados. Pero también encontramos establecimientos con propuestas más sofisticadas, restaurantes de gran nivel que demuestran que la nueva cocina canaria está imparable. Desde el modernísimo Tabaiba a las brasas de Embarcadero o la cocina de mercado de Deliciosa Marta son perfectos para degustar las mieles de la cocina contemporánea en Gran Canaria.
4. Vegueta, el barrio que lo tiene todo
La capital de la isla, Las Palmas de Gran Canaria, es la ciudad más grande de todo el archipiélago canario y poner los pies en su concurrido centro nos hará felices si el cuerpo nos pide algún día un poco de asfalto, shopping, monumentos y algarabía. El barrio de Vegueta, en pleno centro, con su calle Triana repleta de tiendas, restaurantes y alegría, merece una visita sosegada en la que detenernos en la Casa de Colón (donde conoceremos los detalles del paso del almirante por Canarias), la Catedral, la Plaza Santa Ana, el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) y, por supuesto, su popular mercado repleto de productos gourmet locales.
5. Ruta de shopping: artesanía canaria
Dado que la cosa va de disfrutar de los grandes placeres de la vida, nada mejor que ir de tiendas por Gran Canaria y llevarnos a casa algún recuerdo de los días vividos en esta isla arrebatadora y abierta al mundo. En Las Palmas de Gran Canaria encontraremos, además de los centros comerciales de rigor, numerosas tiendecitas de artesanos locales dispersos por su centro, así como en los diferentes municipios de la isla, donde en muchas ocasiones incluso es posible contemplar el trabajo de los artesanos. Cestería, cosmética natural, joyas (las famosas argollas canarias) o cuchillos son algunas de las piezas típicas de la artesanía local, por no hablar de sus productos gourmet: quesos (¡ay, el almogrote, esa pasta de queso espectacular!), vinos, sal y mucho más.
6. Las playas urbanas
Si el cuerpo nos pide una jornada playera en un entorno urbano repleto de chiringuitos y un paseo marítimo con todos los servicios que se nos ocurran, tenemos que visitar la playa de Las Canteras, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, considerada una de las mejores playas urbanas de Europa. La de Puerto Rico, Anfi de Mar y Amadores, en Mogán, son perfectas si viajamos en familia, pues vamos a pasar un día estupendo entre snorkel, palas, baños de sol y paseos por la orilla. El clima siempre es un plus en Gran Canaria y parece diseñado a prueba de gafes: suele ser caluroso y apacible los 365 días del año.
7. Y las playas más salvajes...
Una de las playas vírgenes más bonitas de la isla es, sin duda, Güigüí. Lo mejor es llegar a este remanso de paz tras una excursión de dos horas y media desde Tasartico, que nos permitirá impregnarnos de los olores y el aura del paisaje canario antes de darnos un chapuzón en este bello enclave de aguas limpias y cristalinas. Si no nos apetece la caminata, siempre podemos tomar un barco desde Mogán. Otra de las playas salvajes más bonitas de Gran Canaria es Playa de las Nieves, en Agaete, un remanso de paz bordeado por unas montañas rocosas donde los submarinistas se vuelven locos con su fauna marina. Y también en Agaete debemos visitar el Dedo de Dios. Si queremos practicar nudismo, nada mejor que dirigirnos a la bellísima Guayedra, y si buscamos autenticidad local en una playa poco concurrida, ubicada en una pequeñísima aldea de pescadores, Tufia nos está esperando con sus suelos rocosos y sus casitas blancas como telón de fondo.
8. Piscinas naturales
De la playa a la piscina. No nos referimos a la del hotel, sino a alguna de las numerosas piscinas naturales que encontramos salpicadas por toda la costa norte de Gran Canaria. La endiablada orografía volcánica de la isla provoca que se formen charcos y piscinas en diferentes puntos, desde el Charco de San Lorenzo, en Moya, hasta el popular Roque Prieto, en Santa María de Guía, en el que contagiarse del espíritu dicharachero de los autóctonos. Los charcones de Bañaderos, en Arucas; el Agujero, en Gáldar; y Las Salinas, en Agaete, también son lugares en los que darse un buen chapuzón en esta mezcla maravillosa entre piscina y mar que nos aguarda para refrescarnos en los días de verano.
9. El monolito de Roque Nublo
Pese a que el viaje va a ser un no parar de playas paradisíacas, mojitos en chiringuitos, pescados frente al mar, tiendas y naturaleza, conviene guardar una mañana para visitar uno de los lugares más emblemáticos de la isla: El Roque Nublo, una roca volcánica de 80 metros de alto y que en su día fue espacio de culto de los antiguos aborígenes a 1813 metros sobre el nivel del mar.
10. Parque Natural de Tamadaba y otras maravillas de la naturaleza
La naturaleza de Gran Canaria, entre agreste y volcánica, siempre sorprendente, tiene tal vez su máximo exponente en el Parque Natural de Tamadaba, 7.500 hectáreas repletas de senderos en los que bordear acantilados, atravesar bosques de pino canario, encontrarnos barrancos y praderas y hacer la foto de rigor en miradores como el del Balcón. La Reserva Natural del Barranco Oscuro, el Parque Rural de Doramas o el Roque de Aguayro son otros rincones de la isla para disfrutar de la naturaleza, con numerosas rutas de senderismo para todos los niveles y gustos.
Así pues, nada mejor que unas vacaciones de verano en Gran Canaria para disfrutar de mil estímulos en una sola isla. ¡Vámonos!
