Partimos en coche desde Milán para recorrer sin prisas los paisajes de los Alpes italianos, que nos regalan lagos, cascadas, montañas, valles, pueblos de cuento y espectaculares vistas.
Volar a Milán siempre es una buena idea, puesto que se encuentra a poca distancia de numerosos lugares dignos de visitar: desde el Lago de Como y sus bonitos pueblos de cuento de hadas hasta Gardaland, un parque de atracciones de visita obligada si vamos con niños. La ciudad tampoco tiene desperdicio por sí misma, pues es un derroche de elegancia italiana bien entendida con numerosos atractivos culturales, artísticos, arquitectónicos y gastronómicos.
Partimos desde Milán, tras haber disfrutado la ciudad y recorrido sus calles a poder ser durante un par de días, hasta el corazón de los Dolomitas: un conjunto de macizos montañosos en los Alpes italianos orientales. Un lugar remoto, bello e inabarcable que aparecerá ante nuestros ojos, si es que eso es posible, mucho más bonito de lo que habíamos imaginado.
Allegue
Son cuatro horas y media las que separan Milán de la primera parada en nuestra ruta: Alleghe. Pero no importa, porque en el camino encontramos Bérgamo (parada imprescindible donde tomar un buen cappucino y pasear por su centro histórico repleto de monumentos) y Verona, donde los más románticos pararán a visitar la casa de Romeo y Julieta que, pese a ser un fake, no deja de tener su encanto. Bordear el lago de Alleghe (que, dicen, es el pueblo más bonito de Dolomitas), a los pies del Monte Civetta, es como estar dentro de una bucólica postal en la que parece que nada malo pueda ocurrir nunca. Si vamos en verano, haremos senderismo por sus intrincados bosques siempre verdes y agrestes, y si la vida nos lleva a Alleghe en invierno nada mejor que abrigarse bien y acceder a sus pistas de esquí.
Passo Giau
Passo Giau es uno de los pasos de montaña más conocidos de los Dolomitas, un lugar que nunca defrauda y que se encuentra a una media hora en coche de Alleghe. Posee más de 1.200 m de desnivel y es el paraíso para los ciclistas, además de uno de los escenarios más populares del Giro d'Italia. Las vistas son sobrecogedoras y los amantes del senderismo las disfrutarán al máximo: conviene guardar al menos unas horas para hacer una excursión por sus paisajes. ¡Hay un montón!
Marmolada
En los Dolomitas hay numerosas montañas perfectas para los amantes del trekking, pero, sin duda, la más espectacular es la Marmolada. Es la más alta de todas, con cerca de 3.300 metros de altitud. Es, además, el único glaciar que queda en la zona, por lo que se convierte en visita obligada que conviene acometer, como siempre, con sumo cuidado. Aquí podemos practicar esquí de fondo y alpino o hacer alguna de las más de 100 rutas de trekking que encontramos perfectamente señalizadas. Lo mejor es acceder a la Marmolada a través del funicular de Malga Cialpela, aunque si estamos en forma y tenemos ganas de desgastar las botas, nada mejor que hacer una excursión desde el lago Fedaia, donde además podremos darnos un buen chapuzón.
Lago Sorapis y Cortina d'Ampezzo
Una buena manera de acceder al lago Sorapis es recorrer la ruta de 10 km (ida y vuelta) que separa este rincón espectacular de aguas cristalinas y montañas majestuosas de Cortina d'Ampezzo, un lugar perfecto para reservar alojamiento, comer estupendamente en sus restaurantitos y calentar motores para una ruta que no va a ser fácil, puesto que el desnivel es muy elevado y nos encontraremos senderos complicados.
La recompensa, sin embargo, vale la pena: contemplar este lago recóndito y espectacular, de difícil acceso, tras haber atravesado senderos de ensueño, tramos de escalera, ascendido por cuerdas y disfrutado de esa paz única que solo encontramos en los Alpes. Si queremos una aventura completa, nada mejor que reservar (siempre con antelación) en el Refugio Vandeli, un refugio de montaña perfecto para una experiencia completa en la que mande la aventura. No podemos dejar de acercarnos a Auronzo di Cadore para disfrutar de todo el poderío de los toboganes Fun Bob, subir al teleférico y disfrutar de alguna excursión por la zona.
Ruta de los lagos: Liandro, Dobbiaco y Braies
A estas alturas de la ruta ya estaremos más que ambientados en esa Italia repleta de montañas y lagos que no pierde ni por un momento la elegancia natural que la caracteriza. Pero querremos más, de modo que conviene acceder a los lagos di Liandro, Dobbiaco y Braies, una ruta que podemos hacer perfectamente en el mismo día sin excesivas dificultades. Es recomendable detenerse en el lago de Dobbiaco, donde Mussolini construyó diversos bunkers durante la Segunda Guerra Mundial, y rodearlo por el sendero señalizado, sencillo, que nos llevará alrededor de una hora y media aproximadamente, perfecto si vamos con niños. Si vamos bien de tiempo y nos apetece destinar un día a una excursión circular preciosa, nada mejor que poner rumbo a Tre Cime Levaredo e ir con bocadillos preparados para hacer un pícnic frente al lago Sorgenti.
Valle de Funes
Nos dirigimos ya a la zona del Valle de Funes por serpenteantes carreteras de montaña que nos ofrecen en todo momento vistas espectaculares. De nuevo nuestros ojos se van a perder en praderas verdes y cuidadas, coronadas por montañas que parecen talladas a la medida de un paisaje que siempre sorprende por su singular belleza. Es imprescindible visitar sus iglesias, St Giovanni in Ranui (minúscula y encantadora, en medio de un paisaje inabarcable) y Santa Maddalena. El valle tiene apenas 24 kilómetros, pero todos son tan sumamente hermosos que convierten a Funes en uno de los lugares más fotografiados de la zona de Dolomitas. Nada mejor que acercarse a Velturno para comer en alguna de sus trattorias y visitar su espectacular castillo.
Sass Pordoi
Conocido como 'la terraza de los Dolomitas', el espectacular mirador de Sass Pordoi es de visita obligada si la vida nos lleva a esta zona de Italia que nos demuestra una vez más por qué estamos en un país fascinante, mezcla de culturas y talantes y fuente inagotable de atractivos naturales y culturales. Desde aquí, nada mejor que conducir los apenas 50 minutos que nos separan del lago Carezza, con sus maravillosos colores y sus vistas a la cordillera de Latemar, y dedicar la última jornada del viaje a pasar un día de relax en paz absoluta. De hecho, no hay centros urbanos cerca del lago Carezza, apenas algún hotel de montaña donde también podremos pernoctar si queremos llevar la desconexión a su máxima expresión.
Recorremos las cuatro horas que nos separan de Milán para pasar una última jornada en esta ciudad fascinante, cambiar la naturaleza y los lagos por la moda y el diseño y regresar a casa con las pilas cargadas, la mente reseteada y unas ganas locas de repetir.