Aterriza este verano en Suiza, no te arrepentirás. Aquí tienes una ruta perfecta para descubrirla en 5 días.
¡El verano está a la vuelta de la esquina! ¿Quieres vivir un viaje de los que no se olvidan? Prepara las maletas porque nos vamos a Suiza, un país que te roba el corazón casi sin darte cuenta. Si tienes 5 días, tienes todo lo que necesitas para dejarte enamorar por paisajes de ensueño, ciudades que parecen salidas de un cuento y una diversidad cultural sorprendentemente rica que se saborea, se vive y se disfruta más allá de los Alpes.
Suiza es un destino conocido en todo el mundo por ser uno de los países más ricos, por el turismo de montaña, los relojes de precisión, sus deliciosos chocolates y quesos, y hasta los bancos y ferrocarriles. Pero Suiza es mucho más que eso. Sus ciudades guardan fragmentos de historia que merece ser contada, joyas arquitectónicas que son un regalo para la vista y parajes de naturaleza viva que te dejan sin respiración. Así que pilla tu cámara y prepárate para una aventura en el corazón de Europa con esta ruta de 5 días. ¡Nos vamos!
¿Cómo llegar a Suiza?
Para viajar a Suiza tienes varias opciones: puedes volar a Zúrich, Basilea o Ginebra, todo depende de por dónde quieras empezar tu ruta. En este post partimos de Zúrich, pero puedes hacerlo en el orden que quieras.
¿Cómo moverse por Suiza?
Para moverte por Suiza lo mejor es alquilar un coche y así poder hacer todas las paradas que quieras. De todas formas, si no te apetece conducir, tienes también la opción de conseguir un Swiss Travel Pass: un pase para cruzar de ciudad en ciudad en tren, autobús o barco y sacarle el máximo partido a tu viaje.
Planning de la ruta por Suiza en 5 días
Día:1 Zúrich
Si hay que empezar por algún lugar, sin duda es Zúrich. ¡Vamos al centro histórico! Altstadt es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, declarado patrimonio histórico y, sin lugar a dudas, perfecto para perderse una soleada mañana de agosto. Envuelto por las ruinas de una antigua muralla medieval, en el corazón de Altstadt encontrarás desde callejuelas con encanto hasta la gran avenida Bahnhofstrasse, ideal para comprar souvenirs y todo tipo de caprichos. Entre fachadas tradicionales de colores, aparecen algunas de las iglesias renacentistas más emblemáticas de Suiza como Peterskirche, Fraumünster y Grossmüntser, icono de la Reforma Protestante desde 1519. Y, por supuesto, cientos de restaurantes para saborear la vida al más puro estilo suizo. Entre los favoritos: Swiss Chuchi, un máster en fondues de irresistibles quesos suizos, y Zeughauskeller, especialista en salchichas alpinas con su clásico rosti (¡tienes que probarlo!).
Después del festín nada como pasear un rato para seguir con la ruta rumbo al Jardín Botánico: un oasis de naturaleza en mitad de la ciudad para descansar y desconectar después del ajetreo del centro. Si prefieres algo más íntimo sin renunciar a la calma, otra opción es hacer una visita al Lago de Zúrich. Una excursión en barco bastará para enamorarte de sus pueblos y villas de lujo mientras recorres sus más de 40 km. ¿Prefieres un recorrido en bici con unas vistas impresionantes? Estos lagos te llevarán muy, pero que muy lejos: Limmat, Bichelsee y Sussbaumerse son increíbles.
Si todavía quieres más, aquí tienes algunos spots que no te puedes perder y a los que puedes ir cuándo y cómo quieras: Üetliberg, un mirador increíble para sacar la mejor panorámica de la ciudad; el Museo Nacional de Zúrich, con algunas de las obras más aclamadas de la historia, la Ópera, un edificio neoclásico de espectáculos impresionantes, y Lindt Home of Chocolate, la espectacular Fábrica de Lindt. ¿Seguimos? Allez!
Día 2: Basilea
A apenas 1 h 20 min de Zurich encontramos Basilea, la tercera ciudad más grande de Suiza, una bellísima urbe medieval dividida en dos zonas separadas por el río Rin: Grossbasel y Kleinbasel. ¿Por dónde empezamos? ¡Por el principio! La parte antigua de Basilea nos lleva hasta el Ayuntamiento, conocido como Rathaus, un edificio renacentista de color rojo y dorado que acapara todas las miradas. En la misma plaza, Markplazt, podrás disfrutar cada mañana de todo tipo de quesos, frutas y flores de temporada en un mercadillo a pie de calle. Pilla tu desayuno take-away, ¡seguimos!
La Catedral Basler Münster de finales del siglo XIV también es digna de ver, igual que la Puerta Spalentor, la más importante de las tres puertas que se conservan de la gran muralla del siglo XV junto al antiguo puente Mittlere Brücke inaugurado en 1226. Si no quieres perderte ni un solo rincón de su casco antiguo, es hora de reservar un tour a pie para conocer las boutiques, tiendas de souvenirs y galerías de arte con más encanto de la ciudad. Y para bajar un poco el calor de verano, la Fuente de Tinguely es todo un espectáculo: una piscina de agua con 9 esculturas de hierro en movimiento.
Ahora que ya hemos abierto el hambre, es hora de conocer uno de los grandes secretos de la ciudad: sus dulces tradicionales. Entre sus especialidades destacan los Läckerli, el Magenbrot, Brunsli y Rosekiechli, panecillos, pasteles y galletas que endulzan el viaje a cualquiera. Si todavía queda hueco para otro dulce, 2 paradas obligatorias: Jakob’s Basler Leckerly, la fábrica de bizcochos más antigua de Suiza y Gelati Gasparini, the spot para probar el emblemático helado Zolli-Cornet que cautiva a locales y turistas desde 1950.
Por la noche llega el turno de Kleinbasel, la parte alta de Basilea donde se encuentra el mejor ocio nocturno. Desde Klybeck, el barrio de moda de la ciudad, hasta la popular zona Steinenvorstadt, pasando por Rheingasse, están repletas de bares y restaurantes escondidos para disfrutar de cócteles y cenas de lujo con vistas increíbles de la ciudad. Entre los mejores: la elegante vinoteca de delicatessen Consum Basel, el Bar Rouge de 105 metros de alto, Club 59 con Djs locales y Café des Arts, un salón de arte y champán, brasserie, música en vivo y mucho más. Guten Appetit!
Día 3: Berna
¿Sabías que Berna es la capital federal de Suiza? Se encuentra a menos de 1 h 30 m de Basilea, y en un día podrás disfrutar de todos sus encantos, que son un montón. Es una de las ciudades más bonitas de Europa, cuyo casco histórico está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Puedes llegar en tren desde Basilea y empezar a recorrer el centro de Berna por Kramgrasse: una avenida de más de 6 km repleta de edificios medievales, fuentes renacentistas y la Casa Museo Einstein o Einsteinhaus, lugar donde vivió el genio más de 7 años.
Entre los spots de Berna que tienes que tachar de la lista se encuentran: la Torre del Reloj o Zytgloggeturm, construida entre 1191 y 1256; la Catedral de Berna, con más de 100 metros de altura y las mejores vistas de la ciudad, el Ayuntamiento medieval de 1406 y el Palacio Federal de Suiza, probablemente el emblema más importante de todos. Y te has cansado del asfalto y te apetece conectar con el lado más natural de Berna, tienes a un paso algunos de los lagos más espectaculares de la región: Gantrischeeli, Inkwilersee o Bielersee te robarán el corazón.
Seguimos con el Jardín de las Rosas o Rosengarten, un lugar mágico con más de 200 variedades de rosas. Ideal para hacer una pausa y relajarte contemplando un precioso atardecer con vistas a los tejadillos rojos del casco antiguo medieval y una cena en su famoso restaurante. ¿Fan de las vistas? Pues todavía hay más: Grosser Muristalden es el mirador más bonito de la ciudad a orillas del río Aar. Una zona que nos lleva directos al barrio de Marzili, el lugar de moda en Berna.
Ideal para gozar del verano en la ciudad, Marzili te enamora con sus cafeterías y tiendas de diseño, la gran piscina Marzili y un espacio verde infinito repleto de trampolines, césped para tomar el sol, restaurantes locales y heladerías para divertirse pequeños y mayores cualquier tarde de agosto. Y para cerrar el día en Berna con un boost de inspiración, el Kunstmuseum es imprescindible. Más de 3.000 cuadros y esculturas desde la Edad Media hasta el arte contemporáneo lo convierten en uno de los museos más importantes de Suiza. ¡Alucinarás!
Día 4: Ginebra
2 horitas separan Berna de Ginebra, una ciudad que tienes que visitar sí o sí si te mueres por el queso. Ginebra nos invita a hacer un alto en el camino para descubrir algunos de los más de 450 tipos de queso suizo. ¿Sabías que a partir de la 7 de la tarde las calles del centro huelen a queso? Sus restaurantes cautivan a todo tipo de viajeros con sus exquisitas fondues en las terracitas de Vielle Ville. Un planazo para compartir en pareja, con amigos o en familia a cualquier hora del día.
Con las pilas bien cargadas, seguimos investigando algunos de los rincones más especiales de su casco histórico: la Catedral de Saint Pierre, el Parc des Bastions o la plaza Bourg-de-Four ofrecen algunas de las mejores vistas de la ciudad a través de su historia que permanece intacta tras cientos de años.
Para los amantes de las compras y las antigüedades, un lugar que no te puedes perder es el Mercado Plainpalais. Se celebra todos los miércoles y sábados, así como el primer domingo de cada mes. Eso sí, corres el riesgo de que se te pase la tarde volando ¡y todavía hay mucho por ver! Si quieres disfrutar un poco más de los encantos de Ginebra aquí tienes algunos musts: Carouge es parada obligatoria, un barrio encantador 100% Italian Style; tampoco puede faltar un buen selfie el monumento más famoso de la ciudad, Jet d’Eau; o una tarde cultural por el Museo Swatch, el Museo de Historia Natural, el CERN o Patek Philippe, el museo que guarda el reloj más complicado del mundo.
El día en Ginebra no puede terminar sin visitar el Jardín Inglés y su l’Horloge Fleurie, un precioso reloj al aire libre hecho con flores; un baño de verano en Bains des Pâquis, la zona de playa de Ginebra o una escapada a Lemán, el lago más grande de Europa Occidental. La parada ideal para seguir maravillándote con paisajes que relajan el cuerpo, la mente y el alma. Y aprovechando que estás en Ginebra, siempre puedes dedicarle una parte del día a Le Salève: la montaña de Ginebra que ofrece la mejor panorámica de la ciudad, los Alpes, el Jura y Montblanc a 1.100 metros. ¿Subimos?
Día 5: los Alpes
¡No puedes irte de Suiza sin haber pisado los Alpes! Y lo cierto es que es mucho más fácil de lo que parece. Para disfrutar de paisajes de montaña y naturaleza en su estado más puro, basta con un solo día. Desde Ginebra y Zúrich se organizan excursiones de día con recorridos guiados que incluyen desde comidas hasta alojamiento. Sin duda la forma más segura y fácil de aventurarte a los Alpes para descubrir la belleza de la Suiza más rural y contemplar desde los picos más altos hasta auténticos glaciares, pequeños pueblos y aldeas medievales que quitan el hipo.
Algunas de las excursiones más famosas desde Ginebra son: la visita a Chamonix y Mont Blanc, la montaña más alta de Europa; la excursión a Gruyères, para saborear el famoso queso local, o la salida a Interlaken, uno de los pueblos alpinos más famosos de la región de Jungfrau.
Saliendo desde Zúrich, también tienes muchas escapadas que te robarán el corazón desde lo más alto: la excursión de día completo a Monte Titlis y Lucerna para cruzar el puente colgante más alto de Europa; visita a Jungfraujoch, conocido como “Top of Europe” y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNSECO; o el increíble recorrido por las Cataratas del Rin y Stein am Rhein, un viaje de medio día para explorar las colinas de la frontera suizo-alemana.
¿A qué esperas para reservar tu vuelo? ¡Suiza te está esperando!