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5 días en modo ‘slow’ en otoño en la isla de Mallorca

Mallorca, en las islas Baleares, es una isla de sorpresas. Deslumbra por su oferta de ocio, naturaleza, cultura, tradiciones y contrastes. Por eso hay que dedicarle tiempo y, sin duda, repetir. Para empezar y abrir boca al slowlife mallorquín, partimos para una escapada de 5 días en la Isla. Os damos la bienvenida a bordo.

Más allá de su conocida capital, Palma, donde deleitarse con los atractivos turísticos más propios del verano, la isla deslumbra en oferta y contrastes. Entre mar y montaña, costa e interior, tradición y contemporaneidad, calma y tumulto… tiene mucho que ver, o TODO, con el hedonismo. Para que el flechazo surja, busca unos vuelos baratos a Mallorca y dale a “reservar”.

Palma de Mallorca

Empecemos por la básico: la capital de la isla. Una gran playa, que se extiende a lo largo de una ciudad repleta de todo tipo de ocio y bordeada de muchos hoteles, ha convertido Palma de Mallorca en una ciudad altamente turística. Pero no por ello está exenta de atractivo. Más bien todo lo contrario. Con museos de interés, una catedral fabulosa, un casco antiguo lleno de encanto, una gran oferta gastronómica, un enorme patrimonio arquitectónico (en el que lo antiguo y lo modernista se entremezclan con armonía), cultural y artesanal, merece sin duda una estancia. Si es larga, mejor.

En la temporada otoñal, cuando la ciudad vive a un ritmo más tranquilo y con menos afluencia, es cuando se puede saborear y podemos descubrir sus tesoros. Empezando por su soberbia catedral, con vistas al Mediterráneo, que impresiona por su dimensión al ser el segundo edificio religioso más grande de España después de la Catedral de Sevilla.

El Castillo de Bellver; el Call, el barrio judío, donde antiguamente vivía una comunidad de unos 5.000 judíos; y los patios Mallorquines (para descubrirlos, tan solo hay que mirar a nuestro alrededor mientras paseamos por la ciudad) son otros imprescindibles que ver en Palma de Mallorca. Y mientras paseamos, hay que disfrutar de este museo al aire libre con sus infinitos escaparates repletos de colores y estímulos y con sus galerías de arte contemporáneas, alternativas, clásicas… ¡qué maravilla!

Pero ya que hemos venido a disfrutar de Mallorca, sea cual sea el recorrido previsto, debe incluir unos placeres para el paladar: un desayuno en el Fornet de la Soca, donde se pueden saborear de las mejores ensaimadas artesanales de Palma (¡hay que probar la de patata!); una visita al tradicional Mercat de L'Olivar, donde descubrir la tremenda variedad y calidad de los productos locales de Km 0 como los fajos de pimientos variados, la sobrasada y los quesos; y para los más gourmet –o quienes simplemente quieren pasar un rato maravilloso– no hay que perderse el placer que supone una comida o cena en el magnífico restaurante Fera. Escondido entre las calles adoquinadas del centro de Palma, en un palacete restaurado, este restaurante es un establecimiento que cautiva nada más atravesar la puerta por su interiorismo que entremezcla arte y artesanía local, casi orgánica, con modernidad, elegancia y calidez, muy en línea con el alma de la isla. El jardín es la segunda sorpresa que ofrece Fera. Lo que sigue son, en formato menú degustación o carta, las creaciones culinarias del chef austriaco Simon Petutschnig, que ensalzan producto y técnica local y asiática con total sofisticación y respeto. Una maravilla que por sí sola justifica una visita a la isla.

Alcudia y el norte de Mallorca

La ciudad de Alcudia es la más grande del norte de la isla, ubicada a aproximadamente una hora de Palma. Antigua capital de la isla, y de construcción romana, su casco antiguo rodeado de murallas alberga callejones con encanto, un ambiente vibrante y vistas a las montañas circundantes.

También es un destino recomendable para disfrutar de sus playas. Sea para bañarse, tomar el sol, pasear o simplemente desconectar, la playa de Alcudia, la Muro o la cala San Vicente son excelente opciones para extender la toalla. Sin embargo, uno de los secretos mejor guardados de la zona es la cala de Sa Punta Llarga donde perderse horas y horas, en cualquier momento del año.

La zona también es famosa por sus numerosos senderos donde ganar altura. Lo recomendable es ir hasta la Ermita de la Victoria y, a partir de allí, explorar los alrededores como, entre otros hotspots, el mirador de Ses Tres Creus o la Talaia d’Alcúdia. Ambos lugares ofrecen unas vistas espectaculares.

Sureste de Mallorca

¡Día de playa! Porque sí, y porque por eso mucha gente viene a Mallorca, y con razón: para disfrutar del mar y de aguas cristalinas como en pocos lugares del planeta. Si la playa de Es Trenc es una buena opción, no hay que dejar pasar la ocasión de visitar, muy cerca, las salinas que forman pequeños lagos rosados ​​y se convierten en un paisaje idílico. Tanto es así que han sido declaradas Área Natural de Especial Interés Paisajístico y Rural.

Por otra parte, la Cala Llombards es pura magia. Una cala tranquila con una pequeña playa (de tan solo 55 metros de largo) de agua azul turquesa traslúcida digna de cualquier idea que tenemos del paraíso. Para terminar bien el día, se recomienda poner rumbo a Cap Blanc, desde cuyos asombrosos acantilados admirar la puesta de sol sobre el mar. Sí, el paraíso existe.

El oeste

Una de las zonas más maravillosas de Mallorca es su costa oeste, donde se erige sobre el mar la Sierra Tramontana. Valldemossa es uno de sus pueblos con más encanto y conocido, sobre todo, por la Cartuja de Valldemossa (un precioso monasterio, antigua residencia de Chopin) o la casa natal de santa Catalina Thomàs. Es, además, un placer perderse por su calles estrechas y repletas de flores. A una altitud de 400 metros, rodeado de montañas, olivos y almendros, es un hermoso lugar para pasear al aire libre por los pequeños callejones.

Volvemos al camino donde nos espera Deià, entre montaña y mar, y el fotogénico puerto de Sóller y Pollença. En este recorrido hay espectaculares vistas como las que se observan desde el Mirador de Ses Barques, o el Torrent de Pareis en Sa Calobra, una cala declarada Monumento Natural por el Gobierno Balear. Para finalizar el paseo, nada mejor que continuar por la carretera del Cap de Formentor, el final de la península, parando en el Mirador d'es Colomer, Talaeid d'Albercutx en Cala Figuera y seguir hasta el faro.

Para descansar tras un largo día, es recomendable buscar un hotel alejado de todo y disfrutar del flow mallorquín. Una buena opción es Can Beneït, un lugar íntimo, en plena campaña mallorquina de la Sierra de Tramontana. Un establecimiento de agroturismo ubicado en una antigua aldea restaurada y convertida en masía-hotel, donde se ha respetado la flora autóctona y se han conservado los materiales originales.

Desde aquí se pueden visitar los pueblecitos cercanos a la finca: Caimari, Selva o Moscari. Un paseo impregnado de naturaleza en el que descubrir las plantas y árboles de la zona. Ya que estamos, nada mejor que seguir la ruta hasta el pueblo Búger. Creedme, vale la pena. Aquí se elabora una de las mejores ensaimadas de la isla –incluso ostentan el primer premio del campeonato mundial en la materia–, en Can Rafel. Las hay de chocolate, crema, cabello de ángel, frutas, sobrasada, pimientos con lomo… Divinas. Como todo aquí.

¡Vámonos!

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