El 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos, una efeméride que sirve para recordar el papel vital que tienen en nuestra vida, más allá de su belleza. Son los pulmones de nuestro planeta porque de ellos sale la mayor parte del oxígeno que respiramos y son fuente de alimentos y medicinas. Con motivo de esta fecha tan señalada, repasamos aquí cuatro fondos marinos de Europa que quitan el hipo.
Lanzarote (España)
El fondo marino de las Canarias es uno de los más ricos y variados del planeta. Vamos a centrarnos aquí en una de las islas, Lanzarote, que cuenta con numerosos centros de buceo para todos los niveles. Sus aguas cálidas, con temperaturas alrededor de los 20 grados durante todo el año, y transparentes, con una visibilidad horizontal que puede llegar a los 30 metros, son ideales para descubrir sus paisajes volcánicos subacuáticos (paredes, cuevas, grutas) y su exuberante flora y fauna. Una riqueza que se debe a que es el área marina protegida más extensa de Europa. Estas características convierten Lanzarote y sus “satélites” (la isla de La Graciosa y los islotes vecinos) en uno de los destinos más deseados para los submarinistas de todo el mundo. Allí, puedes visitar estos centros de buceo para disfrutar a tope de los tesoros que esconden sus aguas: Big Blue Sea Diving Center (Playa Blanca), Non Stop Divers (Playa blanca), Aquatis Diving Center (Costa Teguise), Lanzarote Buceo (Puerto del Carmen) y Timanfaya Sub (Puerto del Carmen).
Parque Nacional de las islas Kornati (Croacia)
Vamos a Croacia. Muy cerca de Zadar y no muy lejos de Split, el Parque Nacional de las islas Kornati es un caramelo para quien disfruta bajo el agua, que en este caso es más que cristalina. Allí encontrará cuevas, restos arqueológicos y flora y fauna para parar un tren (perdón, un barco). Se trata de un archipiélago también conocido como Las Coronadas, y es el mayor de toda la costa adriática: está formado por 147 islas e islotes, muchos de ellos con calas salvajes, casi vírgenes, que hacen las delicias de cualquier buceador que quiera descubrir qué se esconde ahí abajo o de cualquier navegante que tan solo quiera disfrutar del paisaje flotando sobre las olas (lo de pescar es otra cosa porque es una zona protegida y hay que consultar la normativa al respecto). Allí, las que ‘pescan’ sin tasa son las aves que viven en la zona.
Isla de Port-Cros (Francia)
Entre Niza y Marsella está la pequeña isla de Port-Cros, de poco más de 7 kilómetros cuadrados y con una montaña que alcanza los 199 metros. Pero, ojo, que no te engañe su tamaño porque se trata del primer parque marino de Francia (1963), y tantos años de protección han convertido su fondo marino en un auténtico regalo para quien tiene la suerte de visitarlo. Además de su flora y fauna, de una riqueza desbordante y sorprendente pese a estar ubicada en una zona cercana a enclaves muy turísticos y abarrotados de gente, hay que destacar su relieve submarino, que se convierte en un escenario casi de película, lleno de fallas y cuevas. Si prefieres ir sobre el agua, puedes alquilar una embarcación o dejar que te hagan una ruta alrededor de la isla, repleta de costas rocosas, acantilados, playas de arena y calas de agua límpida y, ya que estás, alejarte unas millas para ver cetáceos en su hábitat natural.
Gozo (Malta)
Pues no es mal nombre para un enclave con un fondo marino tan bonito. Porque es un gozo, un placer recorrer las aguas de esta isla de paisaje escarpado del archipiélago de Malta, la segunda más grande. Aguas claras de color turquesa, nada frías, y escenarios submarinos de órdago con restos de embarcaciones históricas y cuevas monumentales, arcos mayestáticos y saltos vertiginosos, han convertido Gozo en uno de los destinos favoritos tanto para los buceadores más experimentados como para los que se divierten haciendo snorkel. Toma nota de sitios que no puedes perderte: Punta de Dwejra (Dwejra Point), con una profundidad máxima de 60 metros, con aguas cristalinas y llena de vida entre corales; Ghar Lapsi, ene Qrendi, perfecto para principiantes, con profundidades de entre 15 y 20 metros, muchas cuevas (una de ellas con un pozo de luz en el fondo); y la playa de Hondoq ir-Rummien, al lado del pequeño pueblo de Qala, con muchas cuevas pequeñitas. Ah, y no hay que olvidarse de visitar la vecina isla de Comino, con unas aguas límpidas que qui-tan-el-hi-po.
En fin, que no podrás decir que no te recomendamos lugares para disfrutar por tierra, mar y aire. Llegas por aire a bordo de un Vueling y ya luego tú decides si empiezas por mar o sigues dando vueltas por tierra.