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Ámsterdam. Un viaje en el tiempo.

Texto: Ilanka Verhoeven

Lo creas o no, hay otras muchas razones para visitar Amsterdam además de sus coffee shops o el barrio rojo.A lo largo del puerto y en la zona sur de la ciudad, ha ido creciendo el número de edificios futuristas, un equivalente moderno a las casas de los canales de la ciudad. Amsterdam enamora a cualquier apasionado de la arquitectura tanto de los edificios históricos como de los más modernos. Para explorarlos, hazlo como cualquier local: sube a una bicicleta y hecha a andar.
 


1. The Eye Film Institute

Todos los turistas que llegan en tren a Amsterdam lo primero que ven a través del puerto IJ es el fantástico edificio futurista que acoge el Eye Film Institute. Los ferries que salen de la estación central están ocupados sobre todo por locales que ya están familiarizados con el nuevo centro creativo de Amsterdam. Diseñado por la firma austriaca Delugan Meissl Associated Architects, el Eye Film Institute se inauguró en abril de 2012 en el norte de Amsterdam, un distrito que durante tiempo fue considerado tierra de nadie. El edificio alberga cuatro auditorios de cine, una sala de exposiciones y un sótano de acceso libre donde se pueden visionar películas y clips de su colección. La cafetería-restaurante completa la oferta. La terraza ofrece una magnífica vista sobre el agua. Razones suficientes para cruzar las aguas y dejarse maravillar por su arquitectura.

2. El Puente Jan Schaefer

Este puente de acero futurista con el nombre del político Jan Schaefer también se encuentra en el puerto IJ y conecta el Piet Heinkade con la isla de Java. Diseñado por Ton Venhoeven, la forma del puente genera múltiples experiencias. Una intrincada red de conexiones divide el puente en flujos separados de tráfico. Tanto si se va a pie, en coche o en bicicleta el puente es accesible a todos y ofrece, además, una interesante combinación de arquitectura moderna e histórica, ya que pasa por debajo de la vieja y monumental bodega De Zwijger, construida en 1933 bajo el estilo expresionista; más tarde, en 2006, fue renovada, y ahora sir ve de escenario para varios eventos culturales.


3. Museo Het Schip

Diseñado por Michel de Klerk, el prodigio nacido de la Escuela de Amsterdam, Het Schip se encuentra en el distrito de Spaarndammerbuurt y se trata de uno de los pocos diseños de De Klerk que en realidad fueron construidos. El edificio fue diseñado en 1919 y desde 2001 es la sede del museo de la Escuela de Amsterdam. Este inusual y único monumento a la arquitectura expresionista es un de gran interés para cualquier persona interesada en aprender más sobre la historia de Amsterdam. Al lado del edificio hay también una colección de mobiliario urbano en el estilo de la Escuela de Amsterdam.

4. Zuidas

Zuidas es conocido como centro de negocios internacional. Hogar de las empresas internacionales, el área Zuidas parece haber sido creada por y para los amantes de la arquitectura moderna. Los rascacielos de arquitectos de renombre como Toyo Ito ofrecen una vista espectacular sobre la ciudad. Y si hay un edificio que suscita opiniones enfrentadas ése es The Rock. Obra de Erick van Egeraat, se distingue de los demás por las fachadas con paneles de vidrio inclinado, aluminio, piedra y hormigón sin apenas esquinas de 90 grados. The Rock tiene 28 plantas de paredes transparentes y techo de concreto, muy característico de el Deconstructivismo.

5. Teatro Tuschinski

Sobresaliendo por encima de los alrededores de la plaza de Rembrandtplein están las dos torres de la fachada Art Deco del Teatro Tuschinski. El teatro, que data de 1921, fue construido en base a los diseños del arquitecto HL De Jong, con interiorismo de Pieter den Besten y Jaap Gidding. El exterior es un cruce entre el estilo holandés de la escuela de Amsterdam, el Art Nouveau y el Art Déco. A pesar de las obras de renovación entre 1998 y 2002 el teatro se aferra a su estilo original. Hoy en día, el Teatro Tuschinski pertenece a la gran distribuidora Pathé, no hay excusa para no ver los últimos estrenos de cine mientras disfrutamos de sus estilosos interiores.

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Un viaje por Europa siguiendo los pasos de Banksy

Israel, Palestina, Estados Unidos y ciudades europeas como Londres, Bristol o París son algunos de los enclaves que acogen obras de Banksy, el popular artista de graffiti cuya identidad sigue siendo una incógnita.

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Viaje a los naufragios de la Costa de la Muerte

La costa del Cantábrico fue una de las vías navales más importantes de la península y del resto de Europa. Aquí están localizados algunos restos de barcos de diferentes épocas y nacionalidades, que debido a temporales, fatalidades o episodios bélicos acabaron en el fondo del mar. Galeones, mercantes, acorazados, pesqueros, goletas, vapores, barcos de pasaje… la variedad de embarcaciones que descansan en estas aguas son numerosas, tantas como las circunstancias en las que sucedieron cada una de estas tragedias. La ruta que os proponemos se encuentra a poco más de una hora y media en coche del aeropuerto de A Coruña. El trayecto más corto es por AG-55 y AC-552.

A través de esta ruta uno podrá conocer una serie de barcos hundidos a lo largo de la historia, en aguas de la Costa da Morte, entre Fisterra – Finisterre - y Porto do Son. Sin duda es una manera fascinante de descubrir este patrimonio subacuático, posiblemente uno de los más ricos del mundo.

Las Rutas

Actualmente se pueden realizar dos rutas que recorren la costa por tierra tras la huella de los naufragios. Estas dos rutas son ideales para visitar en familia. La primera de ellas, ubicada en la zona norte, está dedicada a los galeones, como los de la Flota de Padilla, que en el siglo XVI naufragaron en aguas de Finisterre. La segunda, se centra en las historias de los buques de guerra que yacen en el fondo de la Costa da Morte. Ambos itinerarios están señalizados con señales que contienen códigos QR y emisores NFC que, usando un dispositivo móvil con conexión a internet, te mostrarán información detallada sobre cada naufragio y te ayudarán a conocer mejor el territorio.

Además, si te gusta practicar submarinismo es posible aventurarse en las profundidades de las aguas del Atlántico; de esta manera podrás conocer de primera mano los naufragios de barcos del siglo XVIII o incluso de algún que otro vapor de principios del XX. Para ello, no tienes más que acercarte a los centros de buceo Buceo Finisterre y Mergullo Compostela, los cuales se encargan de organizar las inmersiones recreativas guiadas por monitores. Sumergirse en este mar es una gozada. Además de descubrir la historia oculta de sus profundidades quedarás eclipsado por una biodiversidad sorprendente.

Pecios: los restos del naufragio

Desde la Capitana de la Saane, hundido en 1543, hasta la fragata Ariete, embarrancada en 1966, es posible visitar una docena de yacimientos, los cuales suponen un revulsivo en la concienciación del patrimonio que la costa gallega atesora después de siglos de estar en el centro de las grandes rutas de navegación.

Se llama pecio, a los restos de una nave hundida total o parcialmente. Aquí va una selección de las más destacadas que podremos ver:

1. Capitana de la Saane (hundida el 25 de julio de 1543). Buque de guerra francés, localizado en las inmediaciones del Monte Louro, Ría de Muros. Perteneció a la flota de Alabardes dirigida por el general De Saane. Era el barco donde residía el mando de la flota. Su carga estaba compuesta por pertrechos bélicos y, posiblemente el botín que la flota, conseguido en los puertos que había atacado (Laxe, Finisterre y Corcubión). El general francés Jean de Clamorgan, Señor de La Saane, negociaba con los vecinos de la villa de Muros un rescate de 12.000 ducados. Fue entonces cuando, en pleno Día del Apóstol Santiago, llegó a la ría la flota española que dirigía Álvaro de Bazán, el viejo. El marino español abordó con la proa de su barco la capitanía de los franceses y está se hundió con toda su tripulación y el botín, entre el que se dice, se encontraba un relicario de plata con el brazo de San Guillermo en su interior.

2. Santa María La Anunciada (hundida el 28 de octubre de 1596). Nao de propulsión a vela, localizado en Punta Restelos, Finisterre. Las causas de su hundimiento fue un temporal, el cual provocó la pérdida de 243 vidas. El barco pertenecía a la Armada del Océano, al mando de Martín de Padilla Manrique. La nave viajaba de Portugal a Ferrol y formaba parte de una flota, formada por 100 navíos más. Transportaba un ejército expedicionario, además de armamento y municiones.

3. Bayonnaise (hundido el 28 de noviembre de 1803). Corbeta de vela y casco de madera forrado de cobre, localizado en la playa de Langosteira, Finisterre. Fue construido en 1794 en Bayona, contaba con veinticuatro cañones de 8 libras a bordo, que se completaba con cuatro cañones de borda y dos carronadas de 32 libras. El navío cubría la ruta de La Habana a Ferrol cuando era perseguido por el buque inglés HMS Ardent, de 64 cañones. El Bayonnaise fue embarrancado por su propia tripulación que lo abandonó tras haberle pegado fuego. El buque estalló a media noche.

Estas rutas temáticas están organizadas por Galician Seas Finisterre Shipwrecks que es un proyecto orientado a poner en valor el patrimonio subacuático del noroeste español. Si quieres conocer esta parte de la historia marítima de una manera especial, ¿a qué espera para venir? Consulta nuestros vuelos a A Coruña aquí.

Texto de ISABELYLUIS Comunicación

Imágenes de Galician Seas Finisterre Shipwrecks, Amy Nelson, K. Kendall , Archeonauta SL

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Wieliczka, un viaje a las entrañas de la tierra

¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde procede un condimento tan popular como la sal? Una visita a las minas de Wieliczka puede ser una excusa perfecta para conocer la extracción de un producto tan preciado por el hombre, además de descubrir una espacio asombroso a la par que sorprendente. Situadas en las proximidades de Cracovia (a unos 15 kilómetros), llevan en funcionamiento desde el siglo XIII casi ininterrumpidamente hasta la actualidad, siendo las segundas minas de sal más antigua del mundo (la primera también está en Polonia, en Bochnia). En 1978 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, una excusa más para conocerlas.

Pero, ¿qué tienen las minas de sal de Wieliczka que las hacen tan especiales? Para empezar, hay que quitarse de la mente la imagen de oscuridad y claustrofobia a la que solemos asociar la palabra “mina”. Tras el larguísimo tramo de escaleras inicial, de unos 350 escalones, que nos adentra en sus profundidades, la primera sorpresa con la que nos encontramos es la presencia de una estatua esculpida en sal de Nicolás Copérnico recibiéndonos en el primer nivel. Pero ésta no será la única escultura de este mineral que veremos en nuestros recorrido, hay múltiples obras y todas ellas talladas por los propios mineros. Las temáticas van desde la representación de personajes históricos, pasando por escenas del trabajo en la mina, hasta incluso religiosas. Por haber, hay hasta un relieve en sal con la reproducción de la “Última cena” de Leonardo da Vinci. Sorprendidos, ¿no?

Pero esto no es todo. La “joya de la Corona” de la visita se encuentra en la capilla de Santa Kinga, una gran cavidad de 54 metros de largo, 17 de ancho y 11 de alto, esculpida toda ella en la roca, y ornamentada con lámparas, que como no podía ser menos, también son de sal. Es la iglesia bajo tierra más grande del mundo, y sólo por lo inesperado del espacio, merece la pena la visita. Esta obra es fruto de la devoción que tienen los mineros por Santa Kinga, de la que dice la leyenda que trajo la sal a Polonia.

La visita termina a 135 metros de profundidad, tras haber pasado algunos lagos de salmuera, que incluyen espectáculo de luces con banda sonora de Chopin. Esto último puede sonar un pocokitsch,pero el espacio vale la pena ¡Ah! Y no temáis, la subida a la superficie se hace en ascensor.

Viviendo experiencias en el subsuelo

Las minas de sal de Wieliczka están perfectamente preparadas para el turismo, pudiendo escoger entre varias opciones a la hora de visitarlas: el “itinerario Turísitco”, es la opción más clásica, pero también podemos ir más allá y convertir nuestra visita en una experiencia más contundente. En el “itinerario Minero” podemos ponernos en la piel de un minero y conocer todos los entresijos de la extracción de la sal. Para los más religiosos existe la “Ruta Peregrina”, que se centra en los espacios espirituales de las minas, como son la Capilla de Santa Kinga y la capilla de San Juan Pablo II.

Además, las minas cuentan con un microclima que resulta beneficioso para la salud, ya que son espacios libres de contaminación, en los que además reina la calma. Por otro lado la sequedad del ambiente provocada por la sal y la temperatura constante, ayuda a crear un escenario perfecto para aquellas personas con problemas respiratorios. Las instalaciones incluyen un balneario en el que poder disfrutar de sus diferentes tratamientos Y para aquellos que vayáis con tiempo y os gusten las emociones fuertes, que sepáis que el complejo incluye alojamientos para poder pasar la noche. Se encuentran en dos niveles de profundidad, uno a 125 metros y otro a 135. ¿Os atrevéis?

Preparando la visita

Os recomendamos que tengáis en cuenta los siguientes puntos antes de realizar la visita a estas minas:

- Hay servicio de autobuses desde Cracovia con una frecuencia de unos 20 minutos.
- No es necesario realizar reserva. La visita se realiza siempre con guía, que está disponible es múltiples idiomas, aquí tenéis los horarios.
- Tiempo medio que lleva realizar toda la visita es de unas tres horas.
- La temperatura del interior de la mina es de unos 14-16 grados, así que no olvidéis llevar alguna chaqueta o ropa de abrigo si no queréis pasar frío.
- Son muchos los escalones a descender, alrededor de 800, así que es importante que llevéis calzado cómodo.
- ¡Ojo! Para aquellos que queráis dar envidia a vuestros amigos con vuestras fotos, tened en cuenta que para fotografiar o filmar el espacio tendréis que pagar un suplemento.

No os perdáis la oportunidad de conocer tan peculiar espacio, consulta nuestros vuelos aquí.

Texto de ISABELYLUIS Comunicación

Fotos de Taver, Jennifer Boyer, Alexander Baxevanis y Minas de Wieliczka (fotos de R. Stachurski)

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