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Belgrado en tres rutas

Hablar sobre Belgrado es hacerlo sobre una ciudad maltratada por la historia. Por ella han pasado pueblos, culturas y religiones con más poder de destrucción que de dejar una huella histórica perenne. Quizás por ello me sorprende que los belgradenses hayan querido conservar los restos de las antiguas civilizaciones que pasaron por esta ciudad y que a su vez acabaron con ella.

La Belgrado de Singidunum

Una tribu celta construyó en el siglo III a.C., en el lugar donde se encuentra hoy la Fortaleza de Kalemegdan; Singidun (nombre que significa fortaleza redonda). El ejército romano que vendría después romanizaría el nombre y lo convertiría en Singidunum, hasta el año 878 cuando pasaría a llamarse Beograd.

Los restos del bastión que construirían las primeras tribus, así como algunos de época romana, aún puede visitarse en el Parque Kalemegdan donde se encuentra la fortaleza. Partes de un acueducto, cisternas y algunos tramos de muralla conviven con una curiosa mezcla de edificios de diferentes épocas, de las que os hablaré también hoy aquí como la otomana y la austrohúngara.

En Serbia nacieron 18 emperadores romanos, así que esa herencia romana aún persiste en parte del territorio como en la antigua Viminacium actual Kostolac o en Félix Romuliana, situada cerca de la ciudad de Gamzigrad y declarada en el año 2007, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

En Belgrado existen dos museos imprescindibles si se quiere profundizar en su herencia romana, son: el Museo Municipal de Belgrado y el Museo Nacional de Serbia.

La Belgrado otomana

La pátina otomana que recubre la ciudad de Belgrado, puede verse en el pavimento de piedra del siglo XV que recubre Skadarlija; la calle peatonal más famosa del Barrio Bohemio. Aquí la vida comienza con la caída del sol, cuando los múltiples restaurantes, tabernas y cafeterías se llenan de serbios y extranjeros por igual, para probar la cocina que sale de sus fogones. Algunos de esos platos son: Sarma (rollo de carne y verduras envuelto en hoja de vid), Kebab (pincho de carne) o Baklava (los famosos dulces realizados con masa de frutos secos y bañados en miel) y que nos transportan a la Belgrado otomana.

De las 273 mezquitas que existían en la ciudad sólo se ha conservado la de Bajrakli Džamija del año 1575. Después de sufrir el paso del tiempo, destrucciones parciales y atentados, en la actualidad está reconstruida y abierta al culto para la comunidad musulmana de Belgrado.

En la fortaleza del Parque Kalemegdan que hemos mencionado anteriormente, pueden verse varios restos de época otomana, como son: la Torre Sahat con su inconfundible reloj o el Mausoleo Silahdar Damat Alí Pasha perteneciente a un Gran Visir del Imperio Otomano “Conquistador de Morea” (nombre bizantino del Peloponeso) que entre 1713 y 1716 gobernó aquí.

En Belgrado se ubica un museo muy interesante si se quiere profundizar en la herencia otomana de la ciudad. Se trata de la Galeriji Fresaka (Galería de Frescos) que muestra una exposición de más de 1.300 frescos, iconos copiados de monumentos serbios del siglo XI hasta el XV, algunos de estilo bizantino, que en parte han sido destruidos en sus lugares originales o están a punto de desaparecer.

La Belgrado austrohúngara

Quizás toda la herencia del Imperio Austrohúngaro en Belgrado, la época comprendida entre 1867 y 1919, podría resumirse con la palabra Zemun; con la que se conoce un distrito peculiar que no formó parte de Serbia hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial y que conserva una atmósfera especial no reconocible en otro barrio de la ciudad.

Pero toda esa combinación de arte ecléctico que duró entre 1860 y finales de los años 1920, así como la arquitectura historicista de estilo neorrenacentista, también se encuentra en abundancia en la vía peatonal de Kneza Mihaila; la calle comercial y más importante de Belgrado. Con un kilómetro de longitud es la que atesora más mansiones de finales de la década de 1870, así como librerías, tiendas de moda, cafeterías y paradas de venta de recuerdos para tomarle el pulso a la vibrante vida cotidiana de Belgrado.

Otros de los puntos con más vida de Belgrado, además de ser punto de encuentro de belgradeses y extranjeros, es Trg Republike; la Plaza de la República donde se encuentra “El Caballo”. Esta estatua ecuestre obra de 1882 está dedicada a Mihajlo Obrenović III; dicen que el príncipe Miguel fue el responsable del fin de la dominación turca. Justo a sus espaldas se encuentra el mencionado Museo Nacional de Serbia que tiene previsto abrir sus puertas en abril del 2016, después de las obras de reforma que se están llevando a cabo actualmente.

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Texto y fotografías de Ana Isabel Escriche (Planeta Dunia)

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Underground. Bajo el suelo de Belgrado.

Una ciudad bajo el suelo. Ya la ideó Emir Kusturica - director de cine nacido bosnio, criado musulmán, convertido al cristianismo y auto proclamado serbio- en su película Underground de 1995, en la que retrataba la convulsa história de la antigua Yugoslavia. Una visión trágico-cómica en la que sus protagonistas inventan un mundo bajo tierra para proteger sus intereses, olvidando el transcurso de los acontecimientos en la superficie. Una especie de Caverna de Platón en la que viven aislados mientras arriba se sucede la invasión nazi, el régimen de Tito durante la Guerra Fría y las Guerras de Yugoslavia.

Con una ubicación estratégica entre occidente y oriente, en la confluencia de los ríos Sava y Danubio, y cerca de los mares Adriático, Egeo y Negro, seguramente sea la ciudad europea que más veces ha sido devastada y reconstruida de nuevo. La capital serbia ha sido ocupada hasta en 38 ocasiones y, durante 300 años, austriacos, serbios y alemanes crearon toda una serie de estructuras sobre las que se asienta la actual Belgrado.

Sus entrañas - una maraña de túneles, pozos, cuevas y búnkers- son las que siempre han estado allí, preservadas de todas estas guerras; también creadas para ellas. Gran parte de su centro histórico se encuentra sobre yacimientos arqueológicos y cientos de metros de túneles construidos, por diversos motivos, durante miles de años.

Desde 2012, se pueden descubrir algunos de estos secretos ocultos de Belgrado -aunque la mayor parte sigue cerrada al público- en un viaje bajo tierra por rutas subterráneas. En total, son unas 140 estructuras las certificadas hasta ahora oficialmente y aptas para ser visitadas.

Porque de momento es imposible hacer una radiografía exacta por la cantidad de elementos subterráneos que se esconden en su subsuelo. Uno de los que mejor conocen esta realidad es Zoran Nikolic, coautor del libro Beograd ispod Beograda (Belgrado bajo Belgrado) donde desvela sus secretos. Ahora trabaja como guía especializado por estos lugares.

Bajo la biblioteca de Belgrado

Al inicio de la calle Knez Mihailova se encuentra la Biblioteca Municipal, en el edificio que fue en su tiempo el hotel más famoso de Belgrado. Encontramos en sus bajos la sala Romana, con restos bien conservados de la fortaleza y una colección de esculturas y tumbas romanas. La sala se utiliza para lecturas, recitales de música y otros eventos culturales.

Bajo la fortaleza de Belgrado

Kalemegdan, la gran Fortaleza de Belgrado, es una de las siete que se alzan a orillas del Danubio en su recorrido por Serbia y en la confluencia de los ríos Sava y Danubio. Aquí es donde, según cuenta la leyenda, se enterró a Atila.
Junto al parque Kalemegdan, forman el complejo histórico-cultural más importante de Belgrado.

Bajo su suelos está la cueva Barutana, un gran almacén militar austríaco que ahora hace las funciones de museo arqueológico, con piezas extraídas de Singidunum, la antigua ciudad romana sobre la que se alza Belgrado, como sarcófagos, lápidas y altares.

Bajo el parque también se conserva un búnker fascinante, de la época de escisión con la Unión Soviética. Josip Broz Tito, jefe de Estado de Yugoslavia, mandó construir este búnker tras la II Guerra Mundial, por miedo a que los rusos quisieran invadir Belgrado.

Muy cerca de la fortaleza, se construyeron unas cuevas artificiales que se usaban para almacenar alimentos. Ahora se ubican aquí algunos restaurantes y bodegas, con una temperatura natural tan fresca, que no necesitan aire acondicionado en ninguna temporada del año.

Bajo el parque Tašmajdan

Una de las partes más significativas de la ruta está bajo el céntrico parque Tasmajdan, debajo el parlamento de Serbia. Entre capas de asfalto y hormigón, se esconden unas cuevas excavadas por los romanos que se utilizaron siglos después con diversos propósitos: durante la I Guerra Mundial se convirtieron en refugio de las bombas, mientras que, durante la II Guerra Mundial, fue uno de los principales centros ocultos de mando de los alemanes.

Imagen de wikimapia.org

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