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Bristol brumas de trip hop y graffiti II

Al otro lado de Bearpit se eleva Stokes Croft, la zona bohemia que hierve a bares musicales, clubs y cafeterías con sótanos multifuncionales como el Cafe Kino o The Art House, de éste último nos llamó la atención la carta de paninis, bautizados con nombres de las más populares bandas de la electrónica local. Aunque para comer algo rápido y nutritivo -incluso en versión vegana-, también recomendamos el cercano restaurante de la cadena local Biblos, donde degustamos sabrosos wraps y bandejas de comida para compartir. En la misma calle, se encuentra uno de los primeros murales de Banksy, “Mild Mild West”, el osito de peluche que blande un cóctel molotov frente a un grupo de bobbies, pintado tras las broncas entre policías y raveros acaecidas en 1999. El graffiti queda a la entrada de la Hamilton House, un edificio para artistas y start ups gestionado de manera cooperativa, con un espacioso y concurrido bar llamado The Canteen. Alli nos citó Euan Dickson, el joven ingeniero de sonido de la banda Massive Attack, célebres ciudadanos de Bristol y los más fértiles supervivientes de aquello llamado Trip Hop. Dickson ha asistido en el parto de su música desde principios de los 2000, incluyendo los álbumes “100th Window”, “Heligoland” o el reciente EP “Ritual Spirit”, y además ejerce como teclista en sus giras por todo el mundo, aunque reconoce haber llegado a la música por otro camino: “Cuando la banda editó ‘Mezzanine’ en 1997, ¡yo sólo tenía 10 años! Cogí la guitarra atraído por Oasis, aunque fueron PJ Harvey y Radiohead los que me descubrieron otro mundo. Después tuve la suerte de que mi padre me recomendara como mozo de carga para el estudio de Massive Attack, donde también aprendí a usar el Pro Tools y, gracias a mi entusiasmo, acabé ayudándoles con su música” nos revela Euan, junto a dos simpáticos colegas y unas buenas pintas que compartimos animadamente.

Charlamos sobre la diversidad racial de la ciudad, resultado de la inmigración llegada desde los años 50, que si bien ha enfrentado conflictos, hoy en día “resulta de lo más natural, porque ya creces con gente de todas las procedencias. Piensa que el 70% de Bristol votó por seguir en la Comunidad Europea en el referéndum del Brexit”, explica Dickson. De hecho, los orígenes de la banda en la que milita están profundamente enraizados con la vibrante escena surgida de esta mezcla de culturas. Desde los años 70, la diáspora jamaicana hizo notar su rica influencia musical en el suburbio deSt Pauls, donde en 1980 estallaron los primeros disturbios de la década en respuesta a una redada policial y donde también se encontrarían unos jovencísimos DJ Andrew Mushroom Wolves, Grantley Daddy G Marshall y, el entonces grafitero, Robert 3D Del Naja, luego conocidos como núcleo original de Massive Attack. Juntos fundaron en los ochenta uno de los primeros sound system del Reino Unido, el mítico Wild Bunch, donde también militaban otros ilustres bristolianos como Tricky, futuro colaborador de la banda y después estrella por derecho propio, o Nellee Hooper, productor estrella de Soul II Soul, Björk, Madonna o Gwen Stefani. Entre reggae humeante y activismo punk, los primeros sprays y lettering al estilo New York, sudorosos MCs y cortantesscratches, negras noches y fría lluvia, se sentarían las bases del sonido Trip Hop, discutida etiqueta que calificó la escena iniciada por Massive Attack junto a otras bandas locales que serían reconocidas a nivel global como Smith & Mighty, Kosheen, o los aclamados Portishead, que tomaron su nombre del cercano pueblo donde nació su líder Geoff Barrow, quien conoció a Beth Gibbons cuando esta se buscaba la vida como cantante en los locales de Bristol.

Si la estrecha conexión de Massive Attack con el underground local no fuera suficiente, existe incluso una teoría que identifica a Del Naja, como el rostro oculto tras Banksy. Aunque se nos había advertido que la banda está hasta la coronilla del tema no pudimos evitar deslizar la pregunta. “Si 3D fuera Banksy haría tiempo que lo sabría”, asegura Dickson. Añade que los titulares aparecieron el día antes de que la banda celebrase un gran concierto en su ciudad natal y que “cuando 3D llegó al ensayo, Daddy G empezó a gritar “¡Mirad todos, ha llegado Banksy!” y nos partíamos de risa”.

Nos despedimos de Dickson y repasamos la evolución de la electrónica local. En la misma época en que triunfaba el Trip Hop, despuntó otro nativo de la ciudad, Roni Size que junto al colectivo Reprazent definirían el drum&bass, cuyos múltiples subgéneros han seguido nutriendo la ciudad de ritmos rotos. Por ejemplo, aunque sea Londres la que ostenta el título de centro neurálgico del grime, en Bristol nació el aclamado DJ y productor Joker, que dicen goza aquí de un espectacular home studio. Otra figura local es el DJ Blazey del colectivo Bodynod, quien ha gestionado infinidad de clubes dedicados a los sonidos urbanos que combinan rap, electrónica y reggae. Desgraciadamente, no coincidimos con ninguno de ellos, pero sí pudimos asistir a una completa velada de sonidos dub, dubstep y grime en la que unían fuerzas dos verdaderos referentes de la UK Urban Music, nada menos que The Bug y Flowdan, que actuaban para un público descaradamente joven y totalmente entregado en la gigantesca multisala Lakota, en el área de Stokes Croft. Otros clubs donde se hace cola los fines de semana son el vecino Blue Mountain o el SWX de Broadmead. Y es que la electrónica casi surge por generación espontánea en la que también es la ciudad de los ruidistas Fuck Buttons o de The Third Eye Foundation, alter ego de Matt Elliot, también cantante de folk oscurito.

Pero en Bristol la música está en todas partes, en los transhumantes buskers que tocan la guitarra para los turistas, en las numerosas tiendas de instrumentos y en las nuevas tiendas de discos como Idle Hands -indispensable para los amantes de la electrónica- que combaten los cierres de tantos predecesores en la última década. Aunque la música sobre todo se vive en los innumerables bares musicales y salas de conciertos, como The Lanes, donde aquel fin de semana pincharon varios miembros de Fun Lovin Criminals y todos los sábados se celebraba una fiesta mod, esa vez con la participación de Andy Crofts (Paul Weller Band) a los platos; o como la famosa sala Louisiana, “The Louie” para los amigos, o como el gran auditorio filial de la O2 Academy destinado a las grandes citas. Pero también en pubs como el canalla The Surrey Vaults o The Crofters Rights, donde además de probar mil y un tipos de cerveza artesana, asistimos a la velada organizada por el sello londinense Trashmouth Records en la que vislumbramos a Big Jeff, entrañable personaje local, cuya presencia en un concierto certifica que has escogido correctamente en la inabarcable oferta de esta ciudad.

Toda música es bienvenida y que un día suene electrónica, no impide que al siguiente dominen las guitarras. No en vano, Bristol es también la ciudad de Wayne Hussey, antiguo guitarrista de Sisters of Mercy y cantante de The Mission, referentes del rock gótico. De aquí son también otros rockeros como The Alligators y Rob Ellis, batería, productor y arreglista conocido por su estrecha colaboración con PJ Harvey durante más de dos décadas. La banda Airbus es de la cercana Portishead y de hecho compartió un split con la banda del mismo nombre siendo cara B de “Sour Times”. Pero si desean sonidos más duros, destacan los pequeños clásicos del metal Onslaught, que formaron parte de la explosión thrash de los ochenta, se disolvieron poco después y volvieron a reunirse en 2004; o también los Jaguar, enmarcados en la New Wave of British Heavy Metal; o la banda de hardcore punk Disorder. Existe, por tanto en Bristol, una atracción por los riffs cortantes demostrable en el concurrido pub de 3 plantas Mother’s Ruin o en la sala Stag and Hounds, donde aquel fin de semana tocaron Olanza, cuyo bajista es hijo del batería de Black Sabbath.   

Y por supuesto no podemos obviar que algunas de las bandas seminales del post punk, como The Pop Group o los Glaxo Babies, se crearon en Bristol a finales de los 70, seguidos en la década siguiente por acólitos como The Agents, The Escape o Rip Rig + Panic, que incluyó entre sus filas a la mismísima Neneh Cherry, quien por cierto cedería la cocina de su pisito londinense como estudio para Massive Attack en las primeras incursiones de la banda en la metrópolis. Pero es que Bristol también vio nacer a dos miembros de las populares Bananarama. Y otro referente delmainstreamde los ochenta, los añorados Tears for Fears, se formaron en la cercana localidad de Bath, donde también surgieron los Propellerheads. Sin duda, esta es una tierra fértil para la música.

La lluvia fue una constante en nuestra visita a la ciudad, y aunque no llegamos a entender los tranquilos paseos en jersey o camisa de algunos nativos acostumbrados a los aguaceros, si aprendimos a apreciar la temprana oscuridad y el estimulante frío de Bristol en invierno. Admiramos la ciudad recordando los versos de Beth Gibbons: “All mine / you have to be / from that cloud / number nine”. Y aún empapados, nos sentimos afortunados de pisar sus calles.

¿Te ha gustado? Inspirador, ¿verdad? Pues no lo dejes ahí, coge un vuelo y vívelo directamente. Consulta horarios y fechas aquí.

Texto de Mondo Sonoro y Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de Los Viajes de ISABELYLUIS

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Siguiendo las pistas de Indiana Jones en Venecia

Hace ya unos años que se rodaron en Venecia algunas secuencias de la película Indiana Jones y la Última Cruzada; concretamente se realizó un agosto de 1988. Sin embargo, la fascinación que produjeron las escenas del bueno de Indy en la ciudad, todavía perduran en nuestras retinas.

A muchos nos gustaría poder coger el DeLorean de Regreso al Futuro y viajar, no sólo en el espacio, sino también en el tiempo, para asistir a su rodaje y ver a un joven Harrison Ford protagonizando grandes hazañas. Fantasías aparte, sí que podemos plantear actualmente nuestro viaje a Venecia como un juego en el que, tras las típicas visitas a la plaza de San Marco o el puente de Rialto, sigamos las pistas que dejó Indiana Jones en la hermosa ciudad de los canales.

Primera parada: la Salute

Las escenas en Venecia empiezan cuando Indiana y su colega Marcus se encuentran con la arqueóloga Elsa Schneider al bajar de un vaporetto. El vaporetto es un autobús acuático que sirve de medio de transporte público en Venecia y que cubre rutas regulares a lo largo del gran canal y entre las distintas islas de la laguna. Concretamente, ellos bajan en la parada Salute, que pertenece a la línea 1 del vaporetto -la más utilizada- y que se encuentra junto a la iglesia Santa Maria de la Salud. Del nombre de la iglesia viene precisamente el de la parada. Pero estas escenas no corresponden a la actual estación Salute, ya que se rodaron en un embarcadero de la fondamenta della Dogana alla Salute. Desde este lugar podrás apreciar a lo lejos el Campanile di San Marco -ubicado en una esquina de la plaza de San Marcos- tal y como aparece en la película.

Ponte dei Pugni

Una vez han desembarcado, caminan por algunas de las tranquilas calles del barrio de Dorsoduro. El galán de Indiana le entrega una flor a la doctora Schneider mientras cruzan el ponte dei Pugni (puente de los puños), que recibe este curioso nombre porque durante años en él se enfrentaron a puñetazos las bandas rivales de los Nicolotti y los Castellani. Los perdedores solían acabar en el agua ya que, hasta hace poco, el pequeño puente no tenía barandilla.

La Chiesa di Barnaba

Finalmente llegan a la biblioteca de San Barnaba -donde el padre de Indy fue visto por última vez-, y cuya fachada pertenece en realidad a la iglesia de San Barnaba (Chiesa di San Barnaba). Ten en cuenta que, de los escenarios naturales por donde transcurrieron las hazañas de Indiana Jones, los que más han fascinado a los incondicionales de la saga son el Tesoro de Petra, en Jordania, que fue usado como el templo secreto donde se encontraba el Grial, y el de labiblioteca de Venecia, que se ubica precisamente en esta iglesia.

La iglesia de San Barnaba se fundó en el siglo IX pero su aspecto actual se debe a una restauración realizada en 1749. Se encuentra en la plaza del Campo de San Barnaba, donde también Katharine Hepburn protagonizó una escena de la película Summertime en la que se cae en el canal. Indiana Jones aparece por una alcantarilla de esta plaza una vez ha escapado de las catacumbas bajo la biblioteca, exclamando la célebre frase “Ah, Venice!”.

Algunos fondos reconocibles

Perseguidos por miembros de la Hermandad de la Espada Cruciforme salen corriendo hasta la ficticia calle de Santa Lucía. Aquí empiezan unas escenas de persecución en lancha que se filmaron en los muelles de la ciudad inglesa de Tilbury. Los escenarios venecianos continúan por los alrededores del gran canal y el palacio Ducal (palazzo Ducale). Indiana deja a Kazim -un miembro de la hermandad que ha capturado- frente al Palazzo Barbaro, a la altura del Ponte dell'Accademia. Este palacio, también conocido como Ca 'Barbaro, acogió en su día a ilustres huéspedes como Sargent, Henry James, Robert Browning, Whistler y Monet. En la escena también se pueden distinguir dos fachadas más: la del palacio Venier dei Leoni y el palacio Barbarigo.

La aventura de Indiana Jones en Venecia acaba con un plano que representa la más típica estampa veneciana: una góndola que pasea a una pareja por el rio de Malpaga, con el Puente de l'Avogaria de fondo.

Venecia, escenario de cine

Si te gusta descubrir localizaciones de cine durante tus viajes, prueba a hacer lo mismo con alguna otra de las numerosas películas que se han rodado en Venecia, como El Talento de Mr. Ripley, Casino Royale,The Tourist o The Italian Job, por citar algunos de los títulos más conocidos. Es una manera única y divertida de descubrir lugares interesantes de la ciudad. ¿A qué esperas para ir? Consulta nuestros vuelos aquí.

 

Texto de Scanner FM

Imágenes de Carlos de Paz, Didier Descouens, Frans Persoon, John_k, Bernard-G

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El Zurich que fascinaría a John Waters

John Waters alcanzó la fama dirigiendo disparatados filmes de bajo presupuesto como Pink Flamingos (1972), donde glorificaba la violencia, la perversión sexual y el mal gusto, utilizando la provocación como arma contra la hipocresía de las buenas maneras, la férrea moralidad y los valores religiosos del american way of life. Pero muchos desconocen que el dandi norteamericano de fino bigotillo es también autor de collages y fotomontajes de gran formato. Y ha seleccionado  40 de estas piezas -incluyendo storyboards de sus películas- para la muestra How Much Can You Take?, que permanecerá hasta el 1 de noviembre en la reconocida Kunsthaus de Zurich, coincidiendo con unos murales de Joan Miró que seguirán expuestos hasta finales de enero.

Paradójicamente, el polifacético realizador comparte con Zurich otras características como la clase, el orden y una extrema limpieza. En Waters subyace también una ternura y un fetichismo que hace pensar que disfrutaría de los tópicos disponibles en la céntrica Teddy’s Souvenir Shop, donde venden cajitas de música, navajas suizas, cencerros de vaca o relojes de cuco, que forman una imagen bucólica de Suiza. Esa que tan bien simboliza Heidi, el personaje infantil creado por la escritora Johanna Spyri, quién por cierto está enterrada, al igual que el poeta Gottfried Keller, en el frondoso parque del cementerio de Sihlfeld -el primero de Europa que incorporó un crematorio-, una visita que agradaría a Waters no sólo por su afición a lo macabro, si no por el amor que profesa por la literatura, en la que últimamente se prodiga más que en el cine. Por eso, también le recomendaríamos irhasta el cementerio de Fluntern, donde hallaría la hermosa tumba de James Joyce, quién en Zurich no sólo desató su alcoholismo licencioso sino que escribió buena parte de su “Ulises” -tan crítico con Iglesia y Estado-. También murió en la ciudad el escritor alemán autor de “La montaña mágica”, honrado en el Thomas Mann Archiv, un pequeño museo ubicado en la ETH, universidad pública por la que pasaron una veintena de Premios Nobel como el científico Albert Einstein, tan rebelde contra los convencionalismos como Waters. En la misma universidad se encuentra la espectacular Biblioteca de la Facultad de Derecho, diseñada por el arquitecto Santiago Calatrava. Aunque probablemente el cineasta del morbo preferiría leer en la antigua abadía que aloja la Zentralbibliothek, principal biblioteca de la ciudad.

A la vertiente más iconoclasta del cineasta le deleitaría recordar como Zurich fue cuna del Dadaísmo, el anárquico “antiarte” que criticaba la sociedad burguesa de la Primera Guerra Mundial, cuando la pareja de artistas Emmy Hennings y Hugo Ball fundó en Niederdorf, parte de la antigua ciudad medieval, el célebre Cabaret Voltaire donde junto a Tristan Tzara y otros rompieron con todo canon establecido. Con el tiempo, el edificio quedó en desuso hasta que en 2001 un grupo de artivistas lo okuparon, celebrando performances de espíritu neo-dadaista ante miles de zuriqueses. Tras su desalojo, el Ayuntamiento anuló los planes de derribo y fue reconvertido en centro cultural alternativo. En la misma ciudad vieja encontramos el inusual Musée Visionnaire, donde el público selecciona qué desea ver -y es invitado a expresar su opinión- ante un catálogo de Art Brut, una corriente también conocida como Arte Marginal, que engloba tanto la obra de amateurs y enfermos mentales como de todo creador ajeno a las instituciones y a los límites de la cultura oficial. Unos personajes entre los que no desentonarían los Dreamlanders, parias contraculturales y colaboradores habituales de Waters como Mink Stole o Divine.

El Waters que de joven se apasionaba con accidentes truculentos e historias sanguinolentas, también se interesaría por el Moulangenmuseum, muestra de moldes de cera de diversas partes del cuerpo humano afectadas por enfermedades, con piezas desde 1917 de la colección médico-didáctica del Hospital Universitario. Y atraído por lo repulsivo, quizá visitaría también la oscura obra, de estética biomecánica y fuerte carga erótica, de otro ilustre residente de Zurich y uno de los máximos responsables visuales del cinematográfico Alien, el recientemente fallecido H.R. Giger. Aunque los fans del ilustrador y escultor deberán escoger entre ir hasta su exhaustivo Museo en la ciudad amurallada de Gruyères (a casi 2 horas al sur de Zurich), o acercarse al espectacular Giger Bar en su ciudad natal de Chur (aprox. 1h en coche desde Zurich), curiosamente la misma tierra que inspiró a la pastoril Heidi.

Para cerrar el paseo por el lado oscuro, nada mejor que cenar en el Blindekuh Zurich, el primer restaurante completamente a oscuras abierto en el mundo. Afortunadamente, el chef no es Waters, así que no teman que les sirvan lo mismo que a Divine en Pink Flamingos. No sé si me entienden, pero antes que eso, mejor vayan a una chocolatería de calidad como Sprüngli.

En todo caso, no olviden que la expo de Waters se clausura en pocas semanas, ¡consigan ya sus billetes aquí!

 

Texto de Carlos G. Vela para ISABELYLUIS Comunicación

Imágenes de David Shankbone, Roland zh, Juerg Peter Hug, Absinthe, Edsel Little

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Turín, enamorada del cine

Una película me llevó a Turín. Me impactó con un gigantesco edificio acabado en aguja que se erigía por encima de la ciudad. Era la Mole Antonelliana, descriptivo nombre que hace referencia tanto a su brutal presencia como al arquitecto, Alessandro Antonelli, que la ideó inicialmente como sinagoga. La descubrí en un pequeño pero apreciable filme independiente llamado Dopo Mezzanotte (After Midnight), de Davide Ferrario, quién vive en la ciudad y ha rodado allí muchas de sus películas. Es un canto de amor al cine, un triángulo pasional cuya acción se desarrolla dentro del Museo Nazionale del Cinema, localizado desde el año 2000 precisamente en el interior de la Mole. Con 3.200 m2, es el más grande de Europa dedicado al Séptimo Arte, y tanto por su ubicación como por la disposición de su colección -que incluye objetos ópticos pre cinematográficos, linternas mágicas, o atrezzo antiguo y moderno, incluyendo máscaras de Star Wars y de El Séptimo Sello de Bergman, la capa de Superman o un corpiño de Marilyn Monroe- supone una exposición original y espectacular. Es, de hecho, uno de los museos más frecuentados de Italia, lo que es mucho decir en un país rico en legado histórico y artístico. Allí se celebra además el Torino Film Festival -próxima edición del 20 al 28 de noviembre-, que han dirigido realizadores como Nanni Moretti, Gianni Amelio o Paolo Virzi.

La ciudad que hechizó a Risi, Tornatore y Argento

Obviamente, la que fuera la primera capital del estado italiano, es habitual en su cinematografía, del neorrealismo a las comedias eróticas, con profusión de policíacos de títulos tan explícitos como Torino violenta, Torino Nera o Torino, centrale del vizio. El maestro del terror Dario Argento rodó aquí varias escenas de uno de sus primeros éxitos, El Gato de Nueve Colas, y enamorado confeso de la ciudad, filmaría por completo en ella sus últimas obras ¿Te gusta Hitchcock?, Insomnio (Non ho sonno) o Giallo. 

La ciudad del club de futbol Juventus -y del Torino F.C.-, con el que disputa el Derby de la Mole - es también parada obligada en los viajes representados por clásicos imprescindibles. Enrico Loverso emigra del pobre sur al norte fabril turinés en Así reían (Così ridevano), de Gianni Amelio. En Están todos bien, de Giuseppe Tornatore, un anciano y espléndido Marcello Mastroianni visita a sus hijos repartidos por Italia y al último lo encuentra -claro- en Turín. Y desde su estación de tren parte el irascible ciego interpretado por Vittorio Gassman en Perfume de mujer, dirigida por Dino Risi (mucho después harían unremakecon Al Pacino). Por cierto, fue en la misma localidad alpina donde Risi debutó en el cine, como asistente en el rodaje de Pequeño mundo antiguo, y donde una noche juró amor eterno a la bellísima actriz Alida Valli, cuando se encontraban dentro de una carroza bajo la lluvia, en los románticos y frondosos jardines del Parco del Valentino.

Escenario para robos y espías en el cine USA

En La Pantera Rosa 2, con Steve Martin, se roba uno de los mayores tesoros de la ciudad, nada menos que la Sábana Santa. Pero probablemente la película que más ha dado a conocer Turín en el mundo haya sido una cult movie de 1969 llamada Un trabajo en Italia, de Peter Collinson -y de la que un remake reciente recuperaba el título original, The Italian Job-, donde la banda comandada por Michael Caine roba un botín y con sus pequeños automóviles Mini Cooper escapan de los carabinieri (policías italianos), a través del Palazzo Carignano; por las escaleras interiores del Palazzo Madama y por las exteriores de la iglesia Grande Madre di Dio; derrapando por el glamuroso centro comercial Galleria San Federico, ascendiendo a la cubierta abombada del Palazzo a Vela -creado para la Exposición Internacional de 1961 y recuperado como centro deportivo en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006- y subiendo también a la vertiginosa pista oval de pruebas que se halla en el techo de la antigua fábrica FIAT -verdadero motor de la ciudad durante décadas-, situada en el Lingotto -hoy espacio multidisciplinar para ferias y festivales-. En su escapada final, los Mini llegaban hasta los cercanos Alpes, la impresionante cadena montañosa que sirve de fondo a esta preciosa ciudad, no sin antes atravesar el mismísimo río Po.

Y es justo frente al Po, donde se encuentra la majestuosa Piazza Vittorio Veneto, que aparece en El ultimátum de Bourne, de la saga protagonizada por Matt Damon. Sin embargo, el café donde luego vemos sentarse al adrenalínico agente secreto ¡está en realidad en Madrid! El equipo de rodaje trabajaba ya en España, cuando un cambio en el guión obligó a rodar de nuevo la escena inicialmente filmada en Turín. Porque la magia del cine siempre tiene truco.

Y si quieres descubrirlo, ¡hazte ya con tu billete aquí!


Texto de Carlos G. Vela para ISABELYLUIS Comunicación

Imágenes de Felipe Cadona Colombo, Jean-Pierre Dalbera, Luigi Giordano, Marco Coïsson, MarkusMark, Nicola Gambetti

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