Ruta por la Menorca británica
No, no es que nos hayamos puesto el objetivo de persigáis a todos los británicos que viajan a la isla, que son unos cuantos, o visitar los locales que frecuentan, que seguramente daría para otro post, sino que lo que queremos es adentraros en una pequeña parcela del pasado de Menorca que ha dejado múltiples huellas en ella. Y es que esta isla balear además de bellas playas donde relajarse, tiene en su haber una situación estratégica en el mar Mediterráneo que bien le valió en el pasado ser la niña bonita codiciada por todos en el baile por el control comercial en el Mare Nostrum. Fenicios, griegos, cartagineses, romanos, vándalos, normandos, árabes, españoles, británicos y franceses lucharon por tener esta pequeña parcela en el mar.
En esta ocasión nos vamos a centrar en la corona británica que durante poco menos de un siglo, desde 1708 hasta 1802, que se firma el Tratado de Amiens, ocupó Menorca, y dejó buena impronta de ello en sus gentes, la arquitectura, la lengua, la gastronomía, entre otras muchas cosas.
Un primer aspecto que llama la atención es lapresencia de anglicismos en el menorquín,con palabras como fáitim(fight him- pégale), joques (joke- bromas), o fingles (fingers- dedos),o con expresiones como quatre mens i un boi (men, boy, para decir que había pocas personas), o fer un trinqui (drink,echar un trago).
La gastronomía es otro de los aspectos culturales de Menorca en los que ha quedado su huella. En las recetas más antiguas se usa la manteca de cerdo en lugar de aceite; uno de los postres típicos de la isla, la greixera dolça, no deja de ser una reinterpretación del pudding inglés; y la pomada, un de los combinados más populares de Menorca, presente en todas sus fiestas, contiene gin, la ginebra menorquina, que como bien habrás podido deducir, fue introducida por los británicos.
También son numerosos losrestos arquitectónicosrelacionados con la época de la ocupación británica y a los que os recomendamos acercaros en algún momento de vuestra visita a la isla. A continuación os hemos hecho una relación de algunos de los más relevantes:
Los alrededores del puerto de Mahón. Durante la estancia de los británicos en Menorca se realizó un especial esfuerzo en defender el puerto de Mahón mediante la construcción de una serie de fuertes y torres con los que protegerlo del enemigo. Es el caso del Fuerte de Marlborough, situado en la cala Esteve, al sur del puerto, construido entre 1720 y 1726 en honor a Sir John Churchill, duque de Marlborough. Hoy en día es un museo dedicado a la historia de Menorca y a la historia de Europa durante el siglo XVIII. No olvidéis recorrer su foso y disfrutar de las vistas de la zona histórica del puerto de Mahón.
También ubicado en la orilla sur de la bocanada de acceso al puerto se encuentrael castillo de San Felipe, construido en el siglo XVI por los españoles para protegerse de los turcos, y tras la ocupación británica su exterior sería reforzado. Lo que llama la atención en la visita a este monumento son sus galerías subterráneas, un auténtico laberinto de pasillos que sirvió de refugio tanto a españoles como a británicos de los ataques del enemigo.
Muy cerca del castillo de San Felipe está la población de Es Castell que fue fundada por los británicos en 1771, siendo bautizado con el nombre de Georgetown. Construida siguiendo un trazado ortogonal, destaca su gran plaza de la Explanada en la que se encuentra el ayuntamiento. Con la vuelta de los españoles a la isla, sería rebautizado como Villacarlos, en honor a Carlos III.
Por último, en el puerto de Mahón está situada la isla del Rey, también conocida como The Bloody Island, (La Isla Sangrienta) ya que fue en ella en la que desembarcó el rey Alfonso III en 1287 camino de la conquista de Menorca a los musulmanes. Además de los resto de una iglesia paleocristiana, están los del hospital militar construido por los británicos.
El camino d’en Kane. Sir Richard Kane gobernó Menorca durante los dos primeros períodos de la ocupación británica. Entre las múltiples medidas que tomó está la construcción de un camino comunicando Mahón con Ciutadella. En la actualidad queda el tramo que une Mahón con Mercadal. Os recomendamos recorrerlo, a poder ser en bicicleta, y disfrutar del paisaje del interior de la isla. En el camino encontraréis un pequeño obelisco en homenaje a la labor de Sir Richard Kane.
Torres de vigilancia. Son múltiples las torres construidas por los británicos con el objetivo de alertar de la llegada del enemigo. La más grande de todas es la Torre de Fornells, pero encontrarás muchas otras en el perímetro de la isla: la Torre des Castellar (Ciutadella), la Torre de Sa Mesquida, la Torre Cala Molí (Mercadal), etc.
Por último lugar, y siguiendo con la estela británica, os recomendamos dos casas de estilo colonial donde podréis hospedaros: el Hotel Son Granot, construido en 1712, y con unas vistas magníficas al puerto de Mahón, y el Hostal El Almirante, de 1809, situado en Es Castell.
Te animamos a que entre cala y cala aproveches para ir en busca del pasado de la isla, ¡consulta tu Vueling a Menorca aquí!
Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de jorapa , Fundació Destí Menorca
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Ruta de museos por Le Marais
Cuando uno piensa en los museos a visitar en París, lo primero que le viene a la mente son los nombres de los grandes templos del arte con los que cuenta: el Museo del Louvre, con la inquietante sonrisa de la Gioconda como estandarte; el Museo de Orsay, con una espectacular colección en las que el romanticismo y el impresionismo harán las delicias de cualquier amante del arte; el Centro Pompidou, con una de las colecciones más completas de ate moderno y contemporáneo del mundo.
Pero más allá de estos grandes espacios existen otros tantos lugares en la capital francesa, donde además de arte descubriremos la vida de importantes personajes de la ciudad, conoceremos parte de su historia, o simplemente disfrutaremos con las obras de coleccionistas privados en espacios de ensueño.
Uno de los barrios más en boga estos últimos años, Le Marais, situado en los distritos III y IV en el margen derecho del Sena, abarca un buen número de estos espacios donde experimentar otro tipo de experiencias expositivas menos masificas en alguno de los casos, a la par que enriquecedoras. A continuación hemos hecho una selección de algunos de los museos que no debes perder la oportunidad de visitar en tu recorrido por este colorido y cosmopolita barrio.
Maison de Victor Hugo
Victor Hugo es el primer protagonista de nuestra selección, ya que cuenta con el honor de tener su propio museo en el que es el centro neurálgico de Le Marais, la Place des Vosges.Victor Hugo residió entre 1832 y 1848 en la tercera planta del Hôtel de Rohan-Guéménée, donde escribiría gran parte de Los Miserables. En la actualidad es un museo donde conocer en profundidad esta imprescindible figura de la literatura francesa.
Museo Picasso
Otro gran nombre, esta vez de uno de los artistas más influyentes del arte del siglo XX, es nuestra segunda opción. El Museo Picasso, situado en el Hôtel Salé, cuenta con una amplia colección formada por 200 cuadros, 100 esculturas –este es el apartado más destacado de este museo- y cerámicas, y 3000 dibujos y grabados que abarcan todas la épocas. Además se puede ver la colección personal del pintor, con piezas de, entre otros, Paul Cézanne o Henri Rousseau.
Memorial de la Shoah
Lo que empezó siendo el monumento al Mártir Judío Desconocido acabó convirtiéndose en el Memorial de la Shoah, uno de los principales centros de documentación sobre el Holocausto en Europa -la palabra hebreashoah significa catástrofe y también se emplea para hacer referencia al Holocausto-. En el acceso al mismo se encuentran los nombres de los 76.000 judíos que fueron deportados desde Francia a los campos de concentración nazis.
Museo de Arte e Historia del Judaísmo
En Le Marais se encuentra el barrio judío conocido popularmente como Pletzl (significa plaza en yiddish), por cuyas calles bien merece dar una vuelta y disfrutar del colorido de sus comercios. Aprovechando que estás por aquí te recomendamos que te acerques al Hôtel de Saint-Aignan, situado en el número 71 de la Rue du Temple, y visites el Museo de Arte e Historia del Judaísmo, donde podrás conocer la historia de las comunidades judías en Francia, Europa y el Norte de África, desde la Edad Media hasta la actualidad.
Museo Cognacq-Jay
Situado en el Hôtel de Donon se encuentra el Museo Cognacq-Jay, en el que se puede ver la colección de obras del siglo XVIII francés adquiridas por Ernest Cognacq y su esposa Marie-Louise Jay entre los años 1900 y 1925. Durante la visita a este espacio podrás disfrutar de los más de 1200 objetos recopilados por este matrimonio aficionado al coleccionismo, entre los que se cuentan cuadros de Canaletto, Tiepolo, Boucher, Fragonard, Greuze, o Reynolds.
Museo de la Magia y el Museo de los Autómatas
En el Museo de la Magia podrás conocer todos los secretos que se hallan tras el arte de la magia, la prestidigitación, y el ilusionismo. En él encontrarás todo tipo de objetos usados para hacer trucos de magia (varitas mágicas, cajas, gorros de mago, etcétera), además de poder ver espectáculos en vivo. En este mismo espacio también se encuentra el Museo de los Autómatas, que cuenta con una colección de 100 autómatas con los que dejarse sorprender. Ideal para aquellos que viajan con niños.
Reserva tu Vueling a París y anímate a recorrer uno de los barrios máscoolde la ciudad y a adentrarte en alguno de sus curiosos museos.
Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de Assayas, Sailko, Guillaume Baviere
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Bari a bocados
Bari es la cuna de la mejor cocina italiana. La vera (verdadera), sin duda. Te lo dirá cualquier lugareño pero también cualquier norteño, consciente de la excelencia del producto bañado por el Adriático. Si consideras que en Italia se come bien en cualquier lado, espérate a probar bocado en este rincón del Sur y sus aledaños.
Street food, de la focaccia al sgagliozze
La parte vieja de Bari es el mejor escaparate de comida callejera. Empezando por el Mercato del Pesce (Mercado del Pescado) al aire libre, donde los pescadores presentan su género del día. Fresquísimo, limpio y en crudo es como lo adquiere la gente local para comérselo ahí mismo si hace falta. Con una birra Peroni en mano, claro. Se te irán los ojos a los erizos de mar, las sepias y el pulpo que acaban de golpear en los cercanos muelles. Las raciones son importantes para los pocos euros que pagas.
En torno a la basílica de San Nicolás, tómate una focaccia en la histórica panadería Fiore antes de proseguir tu camino entre callejas. Verás la de mujeres de su casa que elaboran y luego secan al fresco los diferentes tipos de pasta hechas a mano. Es un lujo verlas amasar la pasta y darle forma sin descanso.
En la denominada strada della pasta (calle de la pasta) encontrarás a la familia Caputo Rino cocinando a todo el que pasa. Sus miembros son tan auténticos como los platos que elaboran. Te fascinará su naturalidad y te sentarás sin dudarlo a una de sus mesas, siempre que vengas con reserva previa. Si quieres acceder a los recovecos más insólitos, déjate guiar por la gente de Velo Service, que además te puede llevar de un sitio a otro sin apenas cansarte.
Cuando anochece es el turno de los puestos callejeros de sgagliozze (polenta frita), otro bocado icónico de Bari, como lo son los panzerotti o empanadas también fritas rellenas de queso y tomate autóctonos. Y si te va la marcha, trasnocha en los bares y tómate alguno de los cruasanes que sólo sirven de madrugada en la plaza Mercantile antes de coger la cama. Aunque para tentempiés y dulces buenos, los de Martinucci, donde también vale la pena su café.
Disfruta igualmente, junto al castillo normando-suevo, de los helados de Gentile. Efímeros pero buenísimos. En temporada, atrévete con el de zeppole, elaborado a partir de un dulce típico de la Apulia, o bien por el clásico de pistacho y Nutella.
Y no olvides detenerte en los colmados del casco antiguo, donde encontrarás embutidos de la zona. Entra a probarlos, e incluso, tráete alguno de recuerdo.
Cocina de autor de despensa local
La oferta de restaurantes en Bari saca partido del producto local sin excederse en los precios. Convence especialmente el Giampaolo por su derroche de marisco y pescado fresco, pero también por sus pizzas y su repostería casera.
Conviene alejarse de la ciudad para degustar cocinas de autor que agradecerás como contrapunto a las más populares. La más cercana es la de Umami Ristorante, ubicado en una masía en plena carretera que te sorprenderá por la rotundidad de sus propuestas. Profusión de producto local en bonitas presentaciones.
La más apartada, y a su vez la más atrevida, es la del Krèsios de Giuseppe Iannotti, con una estrella Michelin. Alucinarás con su menú degustación porque exalta el paisaje y la despensa italiana en un gran repertorio de sensaciones maridado con una excelente bodega. Para disfrutar completamente de la experiencia, quédate a dormir en una de sus habitaciones rodeadas de viñedos.
Cocina nocturna y clandestina
En el único bar clandestino de Bari podrás decantarte tanto por sus cócteles como por su tapeo a base de bocatas y cupcakes salados. La barra está en un local y las mesitas, en el espacio contiguo. Por eso debes consultar con antelación si puedes también comer algo o simplemente conformarte con la copa. El local está en una discreta calle cerca del puerto y su nombre, Speakeasy, se comparte sotto voce, o sea, en voz baja.
Dónde dormir
Hotel Imago. Este hotel boutique de pocas habitaciones está en ese punto intermedio entre el casco antiguo y los barrios más modernos. Apartado lo justo del bullicio, pero en pleno entorno comercial y muy bien comunicado. Habitaciones amplias, mobiliario funcional, desayuno continental y wifi gratuita.
Ahora que ya tienes las claves para comerte a bocados Bari, reserva tu Vueling y disfrútala en primera persona.
Texto y fotos de Belén Parra de Gastronomistas
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Bolonia una ciudad para disfrutarla en familia
Bolonia es una de las ciudades más bellas del norte de Italia. Conocida por contar con la Universidad más antigua del mundo occidental, también la caracterizan sus pórticos y las fachadas rojizas que cambian de tono según la luz del sol. Una ciudad pequeña con una gran historia. Algo que la hace cómoda y atractiva a la hora de visitarla, y muy recomendable para una escapada en familia.
El pasado está vivo en sus calles, en el casco antiguo medieval, en los palacios y villas renacentistas, en las iglesias barrocas, y en sus plazas y jardines. En ella se respira una atmósfera joven, revolucionaria y algo bohemia. Lo moderno respeta y convive con lo antiguo, algo de lo que pueden estar bien orgullosos sus habitantes.
El punto de partida para visitar la ciudad es la Piazza Maggiore donde podemos admirar algunos de los monumentos más representativos de la ciudad como el Palazzo dei Banchi, la Basílica de San Petronio, el Palazzo dei Notai, el Palazzo d'Accursio que alberga el Ayuntamiento de Bolonia, y el Palazzo del Podestà. En este último se encuentra la oficina de turismo de la ciudad en la que nos informarán muy amablemente de todas las posibilidades para conocerla en familia. Si no tenemos mucho tiempo, hay dos buenas opciones. Por un lado, la visita guiada family friendly ideada por el colectivo Mammacult de la ciudad. Y por el otro, la Welcome Card de 48 horas que incluye acceso gratuito a los museos, una visita guiada por el centro histórico, o la de 72 horas, que también te permite el acceso a la torre y al bus turístico. Cada una de ellas es válida para un adulto y para un niño menor de 12 años, y la verdad es que merece la pena.
Adyacente a la gran plaza está la Piazza del Nettuno con su fuente dedicada al dios del mar y custodiada por el Palazzo Re Enzo y la Sala Borsa, antiguo centro de la vida económica de Bolonia y ahora transformada en una rica biblioteca pública multimedia. Un lugar para refugiarnos en el caso de cansancio o mal tiempo ya que dentro hay un maravilloso espacio para bebés y niños. Si nos apetece seguir leyendo cuentos para niños y niñas solo tenemos que salir de nuevo a la calle y rodear el Palazzo Re Enzo, en la via Rizzoli está la Giannino Stoppani Libreria per Ragazzi. Y es que en Bolonia se celebra cada año la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, la más importante del mundo.
Andando por la misma calle en dirección al Barrio Universitario veremos otro símbolo de la Bolonia, las Dos Torres medievales (Asinelli y Garisenda), las más altas de la veintena que quedan en la ciudad. Para los peques que sean algo más mayores y atrevidos es muy divertido subir los 498 peldaños que nos llevan a la cima de la Torre Asinelli y contemplar las hermosas vistas de la ciudad. Si al bajar nos ha entrado hambre podemos pasearnos por las callejuelas comerciales del Área Quadrilatero, el antiguo mercado de la ciudad. Aquí encontraremos unas sabrosas vistas a sus frutas, dulces, embutidos, pasta fresca e incluso pescado fresco.
También os recomendamos las tiendas del área de la T comercial, formada por la via Ugo Bassi, via Rizzoli y la larga via dell’Indipendenza. Caminando por debajo de los señoriales pórticos hay desde tiendas de marcas globales y de moda italiana de toda la vida, cafeterías y dulces pastelerías, colmados y droguerías en los que encontrar lo que se busca, hasta el Mercato delle Erbe, donde comprar todo tipo de fruta y verdura. Además hay toda una ruta de antiguos negocios restaurados con mucho gusto y convertidos ahora en tiendas de estilo vintage. Una de ellas es Les Libellules, un atelier de ropa de sastrería infantil situada en la via San Vitale, cerca de las Dos Torres.
Otro de los rincones que merece mucho la pena de admirar es la ventana sobre el canal en via Piella, entre via Zamboni y via Indipendenza, en la que se nos desvela uno de los secretos más bien guardados de la ciudad, las aguas subterráneas que en su día pasaban por canales a cielo abierto similares a los de Venecia. También recomendamos acercarse a la Piazza Santo Stefano presidida por la basílica del mismo nombre, formada por cuatro (antiguamente siete) iglesias de épocas distintas, una auténtica belleza. En uno de los lados está la Corte Isolani con un pasaje cubierto que une la strada Maggiore con la via Santo Stefano. En esta misma vía encontramos La Gallina Smilza, una tienda muy mona con todo tipo de cositas para decorar la casa y la habitación de los niños. Algo más adelante, en el número 70, está una de las heladerías más famosas y deliciosas de Bolonia, la Cremeria Santo Stefano, hay sabores para todos los gustos.
Si seguimos hacia el sur de la ciudad daremos con los hermosos Jardines Margherita, una muy buena elección para un picnic en familia o para hacer un aperitivo en el Vetro, un viejo invernáculo convertido ahora en un bar-restaurante. Tiene una genial terraza al aire libre con mesas de jardinería y luces dentro de tiestos, una maravilla para relajarse al final del día. Éste forma parte de Kilowatt, un coworking y acelerador de ideas de valor social, cultural y ambiental que autogestiona este espacio gracias al programa público Incredibol del ayuntamiento de Bolonia.
La ciudad también cuenta con numerosos museos de gran interés y atractivos para visitar con niños. En el centro histórico, en la via dell’Archiginnasio está el Museo Civíco Arqueológico que nos ayudará a entender un poco más el pasado de la ciudad. Un poco más adelante encontramos el Palacio Archiginnasio, primera sede de la universidad más antigua de occidente, fundada en 1088 donde podremos visitar el Teatro Anatómico en el que se daban las clases de anatomía. Bolonia fue reconocida por la Unesco como Ciudad Creativa de la Música, un prestigioso título basado en la riqueza de las propuestas del presente y en las excelencias del pasado plasmadas en su Museo internazionale e biblioteca della musica con una cuidada colección de más de ochenta instrumentos musicales antiguos. Si lo que os apetece es ver arte moderno entonces no os podéis perder el Museo d'Arte Moderna di Bologna (MAMBO) que ofrece una gran variedad de talleres y actividades infantiles.
Para ponerle la guinda a nuestra visita a Bolonia podemos acercarnos con el bus número 87 hasta el Gelato Museum situado en las instalaciones de la famosa compañía Carpigiani, fabricante de máquinas y equipamientos para hacer el inigualable gelato italiano, el más sabroso y cremoso del mundo. Un fantástico espacio dedicado al estudio y análisis de la historia del helado artesanal. Además hacen un workshop pensado especialmente para familias que incluye una visita guiada por el museo y un taller de elaboración de helados siguiendo la receta original. ¡A disfrutar de la experiencia!
Anímate a hacer una escapada en familia a Bolonia, reserva tu Vueling aquí.
Texto de Mar Domènech
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