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Atenas en cinco barrios

A pesar de que la crisis ha dejado su huella en algunos de los edificios situados en las principales calles de la ciudad, los cuales se encuentran en un estado de decadencia notable, bien merece la pena visitarla y disfrutar de los contrastes que nos ofrece.

Si solo dispones de un fin de semana, lo más aconsejable es organizar la visita en función de los barrios que componen la capital griega. En cuanto a transporte se refiere, la manera más fácil, económica y rápida de moverse es, sin duda, el metro.

1. Plaka

Debido a su herencia bizantina y otomana es uno de los barrios más auténticos de Atenas, toda su arquitectura está altamente protegida. No en vano, es el barrio más antiguo de la ciudad.

Su situación a los pies de la colina de la Acrópolis, su aspecto bohemio, lleno de estrechas callejuelas adoquinadas y su ausencia de coches lo convierten en uno de los lugares preferidos por los turistas. Se trata de un oasis dentro de la caótica ciudad.

Plaka está lleno de mercadillos, tiendas y bares. Es el sitio perfecto para comprar productos tradicionales, antigüedades o probar la gastronomía popular ¡Pero ojo con los precios! Tomando este barrio como punto de partida, puedes visitar el Museo de la Acrópolis, el Ágora Romana, o la mismísima Acrópolis.

2. Monastiraki

Situado al noroeste de Plaka, entre el Ágora y la Acrópolis, es una de las principales zonas comerciales de la ciudad.Este barrio también da nombre a una de las paradas de metro más céntricas y antiguas de Atenas, la cual cuenta con un atractivo añadido: tiene expuestos los hallazgos arqueológicos que aparecieron durante la construcción de la misma.

Debido a que la zona fue un asentamiento turco durante más de 300 años, aún en la actualidad, podemos observar la influencia de esta cultura en lugares como la mezquita Tzistarakis o los baños turcos.

En la histórica Plaza de Monastiraki se pueden visitar edificios emblemáticos como la Iglesia de Pantánassa, la Torre de los Vientos o la Biblioteca de Adriano, además del Pazari, el mercado de las pulgas, en el que podrás encontrar puestos al aire libre de lo más variopinto.

La calle Adrianú bien merece un paseo, disfrutar de sus comercios o sentarse en algunos de sus bares. A destacar Collage, un local donde podrás comer bien, escuchar música en directo, o tomarte un buen cóctel en su terraza, a la vez que disfrutas de un ambiente muy cool.  

3. Gazi

Es la zona más hipster y provocadora de la ciudad. Gira entorno de Technopolis, su centro cultural, el más grande de Grecia, situado dentro de una antigua fabrica de gas. Este barrio comenzó a tomar relevancia a partir de los Juegos Olímpicos del 2004. Es el barrio más camaleónico de Atenas, y allí proliferan un sinfín depop ups. Las actividades culturales y de ocio invitan a los movimientos más cosmopolitas y actuales a acercarse a esta zona de la ciudad.

El barrio no se ha resistido al cambio, donde un día hubo prostitutas e inmigrantes clandestinos, ahora hay desfiles de alta costura, y los burdeles han dado paso a centros culturales. En edificios abandonados del siglo XIX han surgido innovadores restaurantes que destacan por su llamativa decoración industrial, entre los que cabe mencionar Hoxton y Gazi College.

Si eres amante de la decoración vintage y de los objetos de segunda mano, Gazi está repleto de tiendas en las que perderse.

4. Anafiotika

Es un barrio que destaca por su peculiar historia. En el siglo XIX, el rey Otón mandó diseñar su palacio a prestigiosos arquitectos de las Islas Cícladas; éstos decidieron asentarse en el barrio de Anafiotika y al echar de menos sus raíces, acordaron construir sus nuevas casas imitando la arquitectura de sus islas natales. Como resultado tenemos las características casitas blancas y azules, acompañadas de empedradas calles con marcado estilo marinero, que junto con las plazas, miradores y jardines forman uno de los barrios más bellos de Atenas.  Una pequeña “falsa isla” dentro de la ciudad, desde el cual se contemplan unas idílicas vistas de la misma y donde no te puedes perder unas puestas de sol inolvidables.

5. Kolonaki

Es la zona más “in” de la ciudad, en la que destacan las tiendas de lujo y diseño. Su arquitectura neoclásica y modernista dota al barrio de un ambiente muy señorial y distinguido, que se hace latente nada más llegar. 

Aquí también están algunos de los bares, pubs y discotecas de moda de la ciudad. Mind The Gap es ideal para comer algo o tomar la primera copa, o Dybbuk es perfecto para bailar con música de la buena hasta el amanecer. A los atenienses les gusta disfrutar de la vida social tanto diurna como nocturna, y lo percibimos gracias al buen ambiente que se percibe en sus locales, siempre repletos de gente. 

Este barrio colinda con la popular Plaza Syntagma, y se encuentra en el paso hacia la Colina de Licabeto, una bella cota desde donde se pueden apreciar unas maravillosas vistas a 360 º de la ciudad.

¡Atenas es un destino para marcar en el calendario ! ¿A qué esperas para reservar tu Vueling?

 

Texto de Tensi Sánchez de ilovebilbao.com

Imágenes de Aurora Loudeiro

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Destino Gambia. Puerta a África.

Por Clara Arnedo

Recién aterrizada de Gambia, aún conservo en la cabeza el arco iris que se forma cada atardecer en la playa de Tanji, cuando llegan los barcos cargados de pescado y todo el pueblo se vuelca a la recogida y venta de la fresca cosecha marina. Es uno de tantos recuerdos de este país pequeño pero perfecto para hacernos una idea de cómo es el continente africano. Ahora Vueling nos facilita el viaje con la nueva línea que conecta Barcelona con Banjul, la capital del país.

El itinerario empieza en la capital, Banjul, pequeña y agradable. Como lo es el país, con 1,6 millones de habitantes. Banjul, a su medida, se trata de una ciudad segura y tranquila, donde merece la pena perderse por mercados de colores abarrotados de gente comprando de todo. El más sobresaliente de ellos es el Albert Market, un gran zoco a lo africano donde la fruta, la verdura y el pescado son los grandes protagonistas. Sus gentes, vendedores, vendedoras, clientes y clientas, se muestran primero reacios a nuestra visita, y evaden las cámaras fotográficas rápidamente. Con el rato, se muestran más amables y dispuestos. Necesitan un poco de tiempo.

Otra de las atracciones de la ciudad es el Arco del 22 de Junio de 1994, dedicado al presidente del país. El que fue guardaespaldas del anterior jefe de Estado subió al cargo ese día. Desde entonces él es el gran protagonista de Gambia: a Yahya Jammeh le vemos en todas partes, en carteles publicitarios que cuelgan de paredes y farolas de cada aldea y ciudad.

Pero Gambia es sobre todo la que se abre ante el océano Atlántico, la de las playas y la costa, y la que penetra como una cuña en medio de Senegal, partida por la mitad por el otro accidente geográfico que articula el país, el río que lo bautiza, el Gambia.

Nos acercamos primero a la costa para descubrir las playa de Banjul, largas y de arena fina. Algunos hoteles se sitúan a su orilla, con maravillosas vistas al mar. Pero, sin duda, la postal marinera inolvidable la ofrece Tanji, con mosaico de color y vida que se forma cada día a la orilla de la playa con la llegada del pescado. Un aparente caos reina en el lugar, pero aquí rige, en realidad, una organización y jerarquía internas, unas leyes que permiten que cada anochecer, con la caída del sol, se forma el mismo espectáculo. Son los hombres, fuertes y musculosos, los encargados de trajinar quilos y más quilos de pescado de las barcas hasta la playa, haciendo equilibrios con las cestas posadas sobre sus cabezas. Una vez en la orilla, algunas mujeres recogen el tesoro, para limpiarlo y dejarlo listo para su venta. Otros muchachos corren más allá, buscando otros puntos para colocar y vender el pescado. Muchas veces les siguen niños, corriendo veloces tras sus pies, esperando que la suerte le deje alguna propina en forma de pescados que se derraman durante su transporte. Este mercado, esta lonja improvisada en la arena de la playa, es la punta del iceberg de un país pequeño pero repleto de vida. Por la mañana, el mismo lugar que al anochecer ocupaba el mercado del pescado, se transforma en un colorido mercado de fruta y verdura, imperio de las mujeres que venden y compran comida. Una de ellas es Ida Cham Njai, una guapa y energética cocinera que ofrece la experiencia única de acompañarla a hacer las compras al mercado, para, después, pasar una agradable jornada cocinando comida local a su lado y en su casa. Es a través de la gastronomía y los productos locales que podemos aprender un poco más de este agradable destino.

Reducto británico en época colonial, es ahora uno de los países más pequeños de África occidental. Y también uno de los que tiene un mayor índice de natalidad. A Gambia la salpican los niños, y las mamás que los llevan atados a su cintura, una postal tan bonita como casi icónica del país. El resto, selva, naturaleza y muchos animales para observar: monos, pájaros e incluso hipopótamos. Cuanto más adentro se mete el río en el país, más salvaje se vuelve la naturaleza, y más rural la población. Aventurarse por el río en dirección a la población de Georgetown es toda una aventura selvática, ya que, si lo que buscamos es alojamiento, por aquí encontraremos pocas posibilidades. Gambia es un país poco desarrollado turísticamente, y, en parte, ese es su encanto. De todos modos, no hace falta ir muy lejos de Banjul para tener un primer contacto con la vida salvaje. Cerca de Serrekunda, la ciudad más grande y bulliciosa del país se encuentra el Bijilo National Park, o parque de los monos, que puede recorrerse por sencillos senderos. También en la zona puede visitarse una piscina de cocodrilos, y ¡hasta alguno se deja tocar! Y esa es la otra cara de Gambia, la del río y los manglares, la Gambia de piel negra y uno de los países menos desarrollados del planeta, con una esperanza de vida de 54 años y el 40% de índice de alfabetización.

Pero el viaje no termina aquí, y, Gambia, aunque pequeña, nos tiene reservadas aún algunas sorpresas. ¿Imagináis remotas aldeas africanas literalmente invadida por el street art y los grafitis? Pues éstas se encuentran en Gambia. Concretamente Bafuloto y Makumbaya son los nombres difíciles de recordar de dos poblachos de casas pequeñas y sencillas y calles de arena y tierra donde juegan niños y niñas al sol. Y es en las paredes de estas chozas donde el movimiento Wide Open Walls encontró uno de sus lienzos favoritos. Imágenes naturalistas de animales de la zona y otros motivos llenan de color estos lugares.

Una manera de conocer Gambia desde otra perspectiva. Otra manera de penetrar a África por esta pequeña puerta de entrada.

Por Clara Arnedo

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Arte diseño y siete restaurantes para disfrutar de Amberes

Lejos del aire de gran urbe de negocios que desprende Bruselas, o de ese toque de cartón piedra que encontramos en la pintoresca Brujas, Amberes es una ciudad moderna y cosmopolita, con una escena cultural excepcional, especialmente en los ámbitos de la moda, el arte y el diseño. Vale la pena visitarla en exclusiva o, si no nos llega el tiempo, dedicarle al menos un día si nos encontramos en Bruselas. 

Su oferta gastronómica es interminable, propia de una ciudad que se percibe bienestante por los cuatro costados, y la cocina autóctona (fantástica, ¿quién dijo que la cocina belga no es interesante?) comparte territorio con numerosos restaurantes de cocina internacional. 

Heavenly Pizza
Si el tiempo acompaña, una pizza en la terraza del Heavenly Pizza, una pizzería de vocación contemporánea donde encontramos creaciones siempre originales y atrevidas, es una buena opción para disfrutar de las vistas al edificio del Museum aan de Stroom (MAS), un museo que explora la relación de Bélgica con el resto del mundo y en el que encontramos exposiciones más que interesantes.

Ras
Si a mediodía apenas hemos compartido una pizza y una de las ensaladas con producto orgánico de Heavenly Pizza, la noche es un buen momento para reservar mesa en el restaurante Ras, literalmente suspendido sobre el río –protagonista absoluto de la vida en Amberes–. Este sofisticado local donde los cócteles se combinan con una cocina autóctona de toque contemporáneo, reúne a buena parte de la gente guapa local y ofrece una cocina notable, con gran presencia de pescados frescos y verduras.

Món
El restaurante Món se ubica en una antigua casita baja que conserva buena parte de sus elementos originales. Local sofisticado y acogedor, perfecto para cenas de grupo, cuyas carnes causan furor en la ciudad gracias a que se elaboran en un horno Josper, de procedencia catalana. De ahí su nombre, Món (mundo en catalán). 

Local Store

El Local Store es el lugar perfecto para el brunch. Este luminoso edificio acristalado reúne los domingos a familias con niños y grupos de amigos dispuestos a empezar la jornada con una buena dosis de cocina orgánica, que toma forma de ensaladas, sopas, quesos, embutidos, deliciosos panes y otros productos orgánicos y de proximidad. Además de restaurante, económico y de aspecto informal, aquí podemos adquirir numerosos productos delicatessen y acabar la jornada con un paseo por las tiendas de los alrededores. 

Coffee Labs
Los espacios de coworking tienen personalidad propia en Amberes, pues numerosos profesionales liberales del ámbito de la cultura, especialmente del arte, la moda y el diseño, escogen establecerse en esta ciudad por las múltiples posibilidades que ofrece. Coffee Labs es el restaurante abierto al público de un espacio de coworking, siempre animado, donde podremos pedir ensaladas multicolores, tostadas, pasteles caseros, zumos y otras opciones informales para comer a cualquier hora del día. Ojo, del día, porque por la noche está cerrado.

Paniek
Uno de nuestros locales preferidos de Amberes es el peculiar Paniek, ubicado en una nave industrial con hermosas vistas al río, con una terraza concurrida incluso cuando las temperaturas lo ponen muy difícil. Poblado por un público variopinto que va desde familias con niños (el parque infantil vecino es todo un reclamo), a jóvenes Erasmus degustando las primeras copas de la noche, pasando por artistas, profesionales locales y foráneos, todos ellos atraídos por su indudable encanto, y por ese equilibrio perfecto entre destartalado y cool de este peculiar lugar, de precios moderados y profusa actividad cultural.

Graanmarkt 13
El Graanmarkt 13 es un espacio que refleja muy bien el espíritu de Amberes, pues combina en un solo edificio arte, diseño, interiorismo y gastronomía. Esta concept store XXL (un tipo de establecimiento muy extendido en la ciudad), con ropa, muebles, complementos y accesorios, acoge en su plata baja el restaurante del prestigioso chef Seppe Nobels, que apuesta por una cocina de temporada, creativa, basada en el recetario local y con vocación saludable. El local, sofisticado y elegante aunque esencialmente informal, es ideal para ir a cenar tras habernos dado un capricho en la tienda (ojo, los precios son prohibitivos).

Chocolat Line
No podremos sentarnos a comer, pero es imperdonable visitar Amberes y no hacer una paradita en el sobrecogedor Chocolat Line, lugar donde hemos probado los chocolates más deliciosos que recordamos. Ubicada en el interior del Paleis op de Meir, un bonito edificio cercano a la casa de Rubens –todo un personaje, por cierto, y su casa un espacio de visita obligada–, en esta tienda en la que se vende exclusivamente chocolate compremos como si no hubiese un mañana y descubriremos productos que cambiarán nuestras vidas para siempre. En nuestro caso fue el chocolate para esnifar.

Reserva tu Vueling a Bruselas, que está a apenas media hora en tren de Amberes, y anímate a descubrir la faceta gastronómica de esta bella ciudad.

Texto y fotos de Laura Conde de Gastronomistas.com

 

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9 cafes Estocolmo

En Estocolmo hay cafés en cada esquina, 502 en toda la ciudad, para ser precisos. Y cada uno rivaliza en especialidades culinarias (no solo dulces, sino que la mayoría cuentan en su oferta con sándwiches, menú del día o brunchs el fin de semana), originalidad de concepto y decoración.

A todo color - Vurma Kafé(Gastrikegatan, 2)

Ni te sorprendería si Frida Kahlo, Sara Montiel o Lola Flores entraran por la puerta. Todo recuerda a estos iconos kitsch: las paredes son de color rojo y azul fuerte, hay flores de plástico en cada rincón -incluso en el moño de la camarera- y cada mesa, cada silla, cada cojín de terciopelo es de otro color y de otra colección. Y aunque al entrar se experimenta una sensación psicodélica, absolutamente todo nos gusta del Vurma. Pero lo que más, su leche orgánica que se toma con uno de los sándwiches calientes con nombres rarunos que combinan ingredientes a priori no complementarios. ¡Sorpresa! Están buenísimos. ¿Nuestros favoritos? El de queso de cabra, manzana, miel y nueces, y el de humus picante.

Caos perfecto – String (Nytorgsgatan 38)

Un café que, a la vez, hace oficio de anticuario accesible. Aquí absolutamente todo está a la venta: el mobiliario, la mantelería, la vajilla, las lámparas y los objetos de decoración. El bombazo de este local es su tarta de frutos rojos strudel, bañada en una suculenta salsa de vainilla. El mejor lugar para tomar el café - servido en termos- es, sin lugar a dudas, en la mesa dispuesta en una vitrina con escalón que permite observar durante horas a los hipsters que desfilan por el ultramoderno barrio de Söderman. El domingo, por tan solo 8 euros, ofrecen un brunch muy completo: bebida caliente, zumo, pan, queso, yogur, crepe, frutas frescas, huevo e, incluso, helado. ¡Toma ya!

Un café con leche y el diario - Saturnus (Eriksbergsgatan, 6)

La prensa internacional, pasteles ultra voluminosos e hipercalóricos (aquí sería un pecado no zamparse un cinnamon band, pero lo podéis compartir entre 2 o 3 personas) y un exquisito café con leche servido en una de las más grandes tazas de Estocolmo. Un local cosmopolita y cálido, simplemente genial para pasar el rato con los tuyos. La carta también cuenta con sándwiches y ensaladas inspiradas en “everywhere” (todo el mundo), como lo cuenta el propietario del local. Algunas perlas del Saturnus: el cubano (lomo con salsa barbacoa), el rouben de pastrami, los batidos de fruta fresca o su cheesecake con nueces de Macadamia.  Precio medio: 12 euros.

En un mercado - Roberto (Östermalmstorg, 114)

Durante una estancia en Estocolmo, es de visita obligatoria  el mercado cubierto Östermalms Saluhall. Cuenta con lujosas e impolutas paraditas con productos gourmets locales: reno, salmón, mariscos, quesos y tortas. Cerca de la entrada se encuentra el café Roberto, en el que podréis retomar fuerzas antes de seguir con el tour turístico.

Tras los pasos de Mikael Blomkvist–Melquwist (Hornsgatan, 78)

Conocido por tener uno de los mejores cafés de la ciudad y por ser uno de los locales en el que Mikael Blomkvist, protagonista de la trilogía policiaca Millenium de Stieg Larsson, resuelve algún que otro crimen con la ayuda de Lisbeth Salander. Los habituales de este muy concurrido local suelen pedirse el pack desayuno, que incluye: zumo fresco, bebida y sándwich caliente (probad el de huevo y mozzarella) por unos 11 euros. El otro punto fuerte del Melquwist es su agradable terraza con mantas y estufas para quienes se atrevan a desafiar las bajas temperaturas.

Tienda y café – Taverna (Hornsgatan, 5)

Totalmente arty y contemporáneo. El local, cuya larguísima pared está decorada con un sobrio grafiti negro da la bienvenida al visitante con una tienda de delicatessen internacionales, un stand de charcutería y una panadería-pastelería. La consumición se puede tomar en uno de los bancos dispuestos como si el comedor fuera una terraza.

El clásico infalible - Vete-Katten (Kungsgatan, 55)

Abierto desde principios del siglo pasado, es una institución con aires de salón de té clásico y elegante en el que el personal es más que encantador. Generaciones de habitantes de Estocolmo vienen aquí a disfrutar de su excelente pan y de sus pasteles tradicionales como el semla (un brioche relleno de nata y crema de almendras) y la trenza de canela, elaborados con grandes dosis de azúcar y mantequilla, y que resultan exquisitos acompañados de una gran taza de café negro. Para dar con el Vete-Katten, dejaos guiar por el olor a dulce que invade las calles de los alrededores.

Rock&tartas - Café Fatölgen (Götgatan, 12)

Curioso. Para acceder al salón donde conviven lámparas de araña de cristal, pósteres de estrellas del rock y un papel pintado con estampado floral, hay que pasar por la cocina de este local con estética glam rock. En este recorrido pasamos ante las más de 12 tartas, la especialidad de la casa, listas para ser devoradas (5 euros la porción). Una buena ruta promocional, ya que es imposible resistir a la tentación.

Mágico - Rosendals Kafé(Rosendalsterrassen, 12)

No existe lugar más mágico para comer o tomar un café. Este local está en medio de un invernadero repleto de plantas, a su vez en medio de un inmenso jardín lleno de manzaneros que en verano sirve de terraza hippie chic. Y entre este panorama bucólico que amaréis nada más cruzar la puerta, podéis disfrutar de un menú preparado con productos 100% orgánicos procedentes de la huerta. Las especialidades del Rosendals Kafé son las sopas, elpastel de zanahoria y cualquier dulce preparados con flores del jardín en su pastelería artesanal  (pastelitos de rosa o de ortigas, por ejemplo). 

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Por Gastronomistas

 

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