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Diez lugares donde comer y beber en Moscú

Es curioso lo que ocurre en Moscú con las cosas del comer. Suele ser mucho mejor la comida, salvo excepciones, en lugares económicos y sin excesivos alardes que en locales de pretendido postín. ¿Los motivos? Podríamos extendernos en una divagación histórico-político-estético-cultural-existencial que nos llevaría de los zares a Lenin, pasando por la Guerra Fría, para acabar sumidos en una reflexión sobre el particular criterio estético post-Perestroika de una buena parte de la Rusia pudiente, aquellos nuevos ricos de Yeltsin ya felizmente instalados en el capitalismo: esa aversión al minimalismo, ese legendariohorror vacuiruso que se refleja en buena parte de la moda, la arquitectura y, claro, la gastronomía.

Apliquemos, pues, el menos es más, esa frase con tan pocos amigos en Rusia, y ganaremos la batalla gastronómica en una ciudad tan fascinante como hostil, sobrecogedoramente bella, tan diferente a la imaginada. Una ciudad a la que hay que ir con todos los sentidos bien despiertos, con esa necesidad de entenderlo todo que es el motor de cualquier viaje, y con la disposición para aguantar algún que otro berrido en ruso por parte de personas de todas las edades y condiciones que dedican toda la energía de la que son capaces de hacer acopio a dejarte claro desde el primer momento que te detestan, a ti y a todo lo que representas.

Y una vez has pasado frío, has sido objeto de los más variopintos alaridos en ruso, te has paseado por esas inmensas avenidas diseñadas para tanques y no para personas, una vez has comprobado atónito que en muchas cosas Moscú se parece más a Londres que a Moscú, entonces te das cuenta de que te vas a ir de allí habiendo entendido, al fin, un poco mejor el siglo XX. Y constatas que nadie a quien no hayan chillado muy fuerte en ruso al menos una vez en su vida está en condiciones de emitir ninguna opinión sobre lo que ha representado el pasado siglo, ni sobre la herencia que nos ha dejado ni, en definitiva, sobre quiénes somos.

Y mientras dedicábamos largas e interminables horas de caminata a la reflexión existencial, también comíamos. A veces asombrosamente mal, en locales generalmente pseudo modernos, y otras, las que nos ocupan, muy bien, en restaurantes mucho más modestos. Con todos ustedes, nuestros diez restaurantes preferidos de Moscú:

1. Caffe del Parco (Via di Camaldoli, 7)

Atención 'hipsters'. Este va a ser vuestro restaurante favorito de Moscú, que se halla en el que va a convertirse sin duda en vuestro barrio de referencia, el Octubre Rojo, junto al río, una suerte de Williamsburg-Malasaña-Shoreditch versión rusa aún por acabar de hilvanar, pero claro, ahí está la gracia. No hay todavía muchos locales, pero sí alguna tienda interesante, una librería y un buen número de restaurantes de mobiliario reciclado, copeo, DJs y ambiente nocturno. Caffe del Parco, recién abierto por un siciliano afincado hace años en Moscú, es un bonito y minimalista restaurante-cafetería donde se recuperan las recetas de la nonna y en el que hemos tenido la suerte de comer uno de los mejores risottos de nuestra vida. Una más de las mil paradojas que nos brinda constantemente Moscú.

2. Cafe Mart

Y seguimos con el moderneo. La cafetería de una de las dos sucursales del Museo de Arte Moderno de Moscú está situada en un hermoso jardín repleto de estatuas del artista georgiano Tsereteli, abarrotado de familias entregadas al noble arte del brunch y muchos niños correteando por el comedor o participando en alguno de los talleres que se organizan en su interior. Deliciosos cafés, bollería, bocadillos o algún plato de una carta sencilla y sin pretensiones que combina la cocina francesa con las especialidades georgianas, en un local que bien podría situarse en Berlín o Ámsterdam.

3. Harat's Pub

En este pub irlandés, pequeño y acogedor, situado en la calle Arbat, una gran avenida peatonal que funciona como centro neurálgico de compras y ocio de la ciudad, es una de las pocas opciones de copeo. Y es un lugar curioso, regentado por un simpático moscovita ex residente en Andalucía que ama la cultura latina hasta el punto de que le da exactamente igual ser el propietario de un pub irlandés, y le es aún mucho más indiferente que este pub esté situado en una calle mainstream de la ciudad, de la que uno espera un poco de 'rusiedad' y no experimentos cosmopolitas. Porque a él y a su rockera clientela parece gustarles la música en español, y cuando pasas ante su puerta te dejas seducir por un contundente “Lega-lega-li-za-ción” que emana a todo volumen de sus bafles. Sí, aquí son fans de España, de Ska-P, de las birras de importación y de Irlanda en toda su magnitud, y este extraño pero entrañable mix da lugar a uno de los bares más divertidos de Moscú.

4.  Varenichnaya N.1 (Arbat, 29)

He aquí nuestro restaurante preferido de la ciudad, un local sin pretensiones, muy agradable, céntrico (ubicado también en la calle Arbat) y económico, que ofrece cocina tradicional rusa en forma de platos tradicionales como las vareniki (una pasta en forma de empanadilla servida con diversos rellenos y acompañada de una salsa deliciosa), las pelmeni (un plato similar de origen ucraniano) y las chebureki (empanadas típicas rellenas de carne). Cuenta, además, con una oferta de pancakes, muy típicos en el país, cócteles con y sin alcohol, cafés y bollería casera. Todo ello en un local amplio y concurrido, muy acogedor, en el que conviven detalles que muestran un extraordinario buen gusto con otros que te convencen de todo lo contrario, cosa que no te importa lo más mínimo cuando hincas el diente a una de sus especialidades rusas a buen precio de la mano de un servicio encantador que, sorprendentemente, es capaz de comunicarse en inglés.

5. Varvary

No se puede hablar de gastronomía en Moscú sin mencionar a Anatoly Komm, el primer chef del país en lograr una estrella Michelin, poseedor de un restaurante de alta cocina de vanguardia, el Varvary. Si nos lo podemos permitir, vale la pena reservar mesa en el comedor de este excéntrico e inclasificable chef, que parte de la cocina tradicional rusa (sopas, ahumados) y le aplica las más modernas técnicas de vanguardia. Komm se lamenta, y sus razones tendrá, de la terrible autarquía rusa, del poco afán de la población por abrirse a todo aquello que llega de la vecina Europa. No es el caso de su lujoso restaurante moscovita, que ofrece cocina molecular para clientes con los paladares bien educados, lejos de esos “nuevos ricos”, en palabras de Komm, sin apenas educación y gustos algo pomposos. Los platos de este hombre sensible y amante del arte destacan, entre otras cosas, por su espectacular estética.

6. Monsieur Croissant (Baumanskaya, 42)

Hay que alejarse del centro hasta la zona de Baumanskaya, cosa que recomendamos encarecidamente si deseamos acercarnos al Moscú real, mucho más cálido y habitable, lejos de las inclemencias de un centro tan hostil como espectacular. Y si decidimos enfrentarnos al bellísimo aunque complicado metro moscovita este pequeño restaurante es una gran opción, ya sea para desayunar uno de sus pasteles o bollos o comer al mediodía algún plato sencillo y bien elaborado, como una pasta con verduras o una sopa del día. Al lado, un Mercure Hotels, en el que nos alojamos, a un precio de risa comparado con las tarifas del centro y a tan sólo dos paradas de metro de la Plaza Roja.

7. Tamerlan

En Moscú predomina mucho el macro local de pseudo lujo en el que una clientela vestida como tú cuando vas de boda bebe vodkas como si fuesen agua. Este restaurante asiático es una buena opción si el cuerpo nos pide glamour, pues la comida, especializada en Eurasia, es notable, el precio moderado, y el interiorismo llamativo y bonito.

8. Chemodan (Gogolevskiy Blvd., 25/1)

Sería imperdonable abandonar Moscú sin haber cenado al menos una vez en Chemodan, un local delicioso, absolutamente inclasificable, nada propio de la imagen que tenemos del Moscú contemporáneo. Chemodan se sitúa en las inmediaciones de la calle Arbat, y su atmósfera (con sus grandes lámparas, la pared empapelada, alfombras y cuadros en las paredes) nos recuerda más a la de un bar de intelectuales del París de los años 20 que a lo que esperas de la Rusia de Putin. Cuando abres la puerta y un encantador viejecito te recibe con el 'Bésame mucho' de fondo sabes que estás en el lugar adecuado, y te entregas a una cocina de raíces rusas, que trata de explorar en una sola carta elaborada con mimo y sensibilidad todas las cocinas del país.

9. Café Pushkin

Sólo si tenemos alrededor de 300 € en el bolsillo podremos visitar el Café Pushkin, un local legendario que merece la pena mencionar por hallarse en todos los rankings posibles de restaurantes no sólo mejores sino más hermosos del mundo. Preparemos, pues, nuestras mejores galas y sintámonos cual Cenicienta en este majestuoso espacio revestido en maderas nobles, donde hasta el último rincón rebosa lujo bien entendido, y preparémonos para degustar una cocina rusa con pinceladas francesas (o tal vez sería más correcto decirlo a la inversa), que es probable que, pese al encanto del conjunto, no satisfaga a aquellos comensales que busquen alta gastronomía en estado puro.

10. Beverly Hills Diner

Y por último una gran broma, que no hemos querido pasar por alto por ser de lo más impactante que hemos visto en Moscú. El más americano de los locales, en el que parece a punto de entrar Olivia Newton-John, se encuentra allí, en el centro de Moscú, con esas luces de neón que pretenden mostrar al mundo con orgullo que sí, que la Guerra Fría la ganaron  ellas. Tragas saliva y constatas, con cierta amargura que no sabes exactamente a qué se debe, la victoria: te das cuenta de que sí, de que tras tanto salmón y salsas rusas te apetece sentir el placer de lo conocido e hincarle el diente, al fin, a una hamburguesa.

¡Ven a vivirlo! Consulta nuestros vuelos aquí

Texto y fotos de Laura Conde (Gastronomistas)

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Las otras iglesias de Roma

Le llaman “La Ciudad Eterna”. Y es que Roma permanece en un limbo histórico en el que, aún hoy en día, siguen conviviendo vestigios etruscos, romanos, medievales, del renacimiento, barrocos e incluso fascistas. Cuna de nuestra civilización y meca de la religión católica, monumentos como el Coliseo, el Vaticano, el Foro o el Panteón reciben cada año millones de visitantes. Pero esta gran urbe esconde otras joyas que no todo el mundo conoce. Hemos paseado por los barrios más emblemáticos de la capital italiana y hemos descubierto las doce iglesias más espectaculares y menos conocidas de la ciudad.

Trastevere

Turistas y locales se mezclan por uno de los barrios más animados y con más personalidad de la ciudad. Además, aquí se encuentran algunas de las iglesias medievales más fascinantes de Roma, como Santa Maria in Trastevere.

1. San Franceso a Ripa: el otro éxtasis de Bernini
Piazza San Francesco d’Assisi 88

Posiblemente la escultura más conocida de Gian Lorenzo Bernini sea el Éxtasis de Santa Teresa. Pero lo que muchos no saben es que una iglesia en pleno corazón del barrio del Trastevere esconde otro éxtasis de este artista. Se trata de San Francesco a Ripa y el Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni. Una joya de mármol que seguro que os fascinará. Además, esta iglesia es famosa por levantarse en el lugar donde estuvo el hospicio en el que vivió San Francisco de Asís durante su visita a Roma en 1219. De hecho, en su celda siguen conservándose su almohada de piedra y el crucifijo.

Piazza Navona

La Piazza Navona se levanta sobre los cimientos del antiguo estadio de Domiciano, de ahí su forma oval, y es una de las grandes obras del barroco italiano. En la zona hay múltiples vestigios de Borromini, Bramante y Bernini en forma de fuentes, iglesias y palacios. Animada día y noche, esta es una de las mejores partes para medir el pulso de la ciudad.

2. Santa Maria della Pace: proporciones bramantianas
Vicolo dell’Arco della Pace 5

Esta soberbia iglesia fue construida por Baccio Pontelli en la segunda mitad del siglo XV y cuenta con un claustro de Bramante que data de 1504. Para este espacio, el gran arquitecto italiano aplicó las reglas de proporción clásicas para lograr un gran efecto en un espacio de reducidas dimensiones.

Campo de’ Fiori

Este barrio mantiene el sabor medieval de sus calles y uno de los mercados al aire libre más famosos de Europa. Centro del renacimiento romano, con edificios como el Palazzo Farnese o el Palazzo Spada, por sus calles encontramos también el colorista gueto judío, el teatro romano de Marcelo y el sorprendente pórtico de Octavia.

3. San Girolamo della Carità: festival barroco
Via de Monserrato 62A

Cerca de la Iglesia de los Españoles y en el lugar donde vivió san Felipe Neri, se levanta este templo, cuya impresionante capilla Spada bien merece una visita. Proyectada por Borromini, es una oda al barroco italiano, con estatuas, paneles de jaspe veteado y mármol y todo tipo de decoraciones doradas simulando cortinas y damascos floreados.

Esquilino

Esquilino es la mayor de las siete colinas de Roma y, hoy, es un barrio que sigue manteniendo parte de su carácter primitivo. Muchos son los restos romanos que todavía pueden verse aquí, como los restos de las termas de Trajano o la Domus Aurea, pero si por algo destaca es por el gran número de iglesias, algunas fundadas en casas privadas. 

4. Santa  Bibiana
Via Giovanni Giolitti 154

La sencilla fachada de Santa Bibiana fue el primer trabajo de Gian Lorenzo Bernini en el terreno de la arquitectura. Aquí reposan los restos de esta santa, que murió flagelada con cuerdas de plomo en la época romana. De hecho, se cree que la pequeña columna que hay en el interior del templo fue la utilizada para torturar a esta mártir. Dentro de la iglesia también destaca la estatua de mármol de la santa que esculpió el propio Bernini y que, como curiosidad, fue la primera figura vestida cincelada por el artista napolitano.

5. Santa Prassede
Via di Santa Prassede 9A

Joya indiscutible del arte bizantino, en Santa Prassede se encuentran algunos de los conjuntos de mosaicos más interesantes de la ciudad. La iglesia fue fundada por el papa Pascual II en el siglo IX, en el lugar donde antiguamente se alzó un oratorio del siglo II. Aunque ha sufrido alteraciones, todavía se aprecia su estructura medieval original. En la nave central hay una losa que cubre un pozo donde, según la tradición, santa Prassede enterró los restos de 2.000 mártires. Pero la atención debemos centrarla en los bellos mosaicos, que representan santos, animales, palmeras y amapolas. También en esta iglesia se encuentra parte de una columna traída de Jerusalén y en la que se cree que Cristo fue atado y azotado.

Laterano

El palacio Laterano fue la residencia del papa durante la Edad Media y es aquí donde se alza una de las iglesias más espectaculares de la ciudad, San Juan de Letrán. 

6. Scala Santa y Sancta Sanctorum
Piazza di San Giovanni in Laterano 14

Muchos turistas pasan por alto este lugar al visitar San Juan de Letrán. Se trata de un edificio proyectado por Domenico Fontana y en la que se encuentran los dos últimos vestigios del palacio Luterano. Hablamos de la Scala Santa y del Sancta Sanctorum. La primera se trata de una escalera de 28 escalones por la que, según la tradición, subió Cristo hasta la casa de Pilatos antes de ser juzgados. Fueron traídos de Jerusalén por la madre el emperador Constantino, santa Elena, y colocados en este lugar por el papa Sixto V cuando se destruyó el palacio Laterano. Debes saber que se trata de un espacio sagrado y de peregrinaje, por lo que solo puede subirse esta escalera de rodillas. Al final de la escalera está el Sancta Sanctorum, que contiene una pintura que parece ser que fue realizada por san Lucas con la ayuda de un ángel.

7. Santa Croce in Gerusalemme
Piazza di Santa Croce in Gerusaleme

Aunque hoy tiene un aspecto muy distinto, esta iglesia fue fundada por santa Elena, la madre de Constantino, en el año 320 d.C. Aquí se guardan las reliquias de la crucifixión de Cristo. En la cripta hay una estatua de santa Elena que, en su origen, fue una escultura romana encontrada en el yacimiento de Ostia. En el centro del ábside, Sansovino levantó la tumba del cardenal Quiñones, que fue confesor del rey Carlos V de España.

8. Santo Stefano Rotondo
Via di Santo Stefano Rotondo 7

Es una de las iglesias más antiguas de Roma. Fundada en el 468 d.C., su llamativa planta circular es difícil de olvidar. Las cuatro capillas conservan parte de los frescos medievales y destaca un mosaico del siglo VII que representa a Jesús con san Feliciano y san Primo.

Caracalla

Las espectaculares ruinas de las termas de Caracalla siguen siendo la principal atracción de esta parte de la ciudad que, además, es ideal para pasear. La que fue zona residencial en la antigua Roma, posee hoy muchas zonas verdes y es posible apreciar la muralla romana de la ciudad y la Porta San Sebastiano, una de las mejor conservadas.

9. Santa Maria in Domnica
Piazza della Navicella 2

La iglesia data del siglo VII y se cree que se emplaza en lo que fue una antigua estación de bomberos. Merece la pena perderse hasta aquí y disfrutar de la paz de este poco turístico lugar. No os perdáis el espectacular mosaico del ábside, encargado por Pascual I en el siglo IX.

10. San Giorgio in Velabro
Via Velabro 19

Iglesia de aspecto primitivo, parece mentira que en julio de 1993 un atentado terrorista destruyese su pórtico y el frontón. Restaurada y sin signos del ataque, destaca en el ábside un fresco de Pietro Cavallini. En una de las esquinas de la fachada, no dejéis de admirar el arco degli Argentari, dedicado al emperador Septimio Severo en el 204 d.C.

11. Santa Sabina
Piazza Pietro d’Illiria 1

Al igual que San Giorgio in Velabro, esta es una de las iglesias romanas que mejor conservan la distribución de basílica cristiana. Con un púlpito, coro y trono del siglo IX, los ventanales iluminan una nave con exquisitas columnas corintias. Las puertas del pórtico lateral, talladas con escenas bíblicas, datan del siglo V.

Afueras de Roma

Las catacumbas, la Via Appia Antica o la Galleria Borghese se encuentras fuera del centro de la ciudad.

12. Santa Costanza
Via Nomentana 349

Inspiradora de iglesias de planta circular como la Capilla Palatina de Aquisgrán o Santo Stefano Rotondo, Santa Costanza es una de las joyas del primer cristianismo. Construida originalmente como mausoleo para las hijas de Constantino, las 12 columnas que sujetan la bóveda son toda una obra de ingeniería. En un nicho, hay una réplica del sarcófago de Costanza, que se encuentra en los Museos Vaticanos.

Texto de Aleix Palau para Los Viajes de ISABELYLUIS

 

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Destino Turín

Por: Belén Parra y Carme Gasull

La gastrocita: Salone del Gusto e Terra Madre. Del 23 al 27 de octubre de 2014

La Turín más gastro
Turín gusta y se gusta. Cuando la pisas, la conoces mejor y la degustas entiendes su capitalidad en el Norte de Italia. Sus 2 millones de habitantes reconocen sus atributos y los disfrutan, pero curiosamente su turismo es aún a día de hoy incipiente. Durante décadas la ciudad ha construido su propia realidad de puertas adentro, alejada de las recepciones masivas de otros destinos italianos. Los JJOO de invierno de 2006 significaron claramente un antes y un después para Turín, que nunca ha vivido a expensas del turismo. Si acaso, del interior. Y no será precisamente por su falta de atractivos… Entre ellos, el gastronómico. La (bien) denominada Città del Gusto seduce también por el estómago.

La acogida
Calidez. Es probablemente la palabra que mejor defina el carácter turinés. Basta que muestres curiosidad, interés o simplemente desconocimiento por algo para que enseguida encuentres la respuesta deseada. Con una generosidad reseñable. “La buona accoglienza fa bene al turismo”, proclaman ahora. Y predican con el ejemplo. Nada mejor que Turín para pasearse cual turista sin agobios. Ningún español por aquí, ningún alemán por allá, ningún inglés por acullá… Siempre, eso sí, que la ciudad no sea cita de algún gran acontecimiento internacional.

Los transportes
Dando por obvio que es a pie como mejor se descubre cualquier destino, en Turín no hay excusa para moverse de un lado al otro de la ciudad. Tren, autobús, metro, tranvía, bicicleta pública… Es tan accesible que si no la descubres a fondo es porque no quieres. Pero insistimos: pasear, en especial por el centro, te permite descubrir su pulso, su peculiar retícula y sus múltiples encantos.
El alojamiento
Precisamente por el influjo de ese crecimiento moderado de su turismo, el alojamiento en Turín se concentra en hoteles de categoría estándar y superior. Os proponemos 2 opciones sugerentes en ambientes completamente diferenciados.

Best Western Hotel Piemontese
Via Claudio Luigi Berthollet, 21
Coqueto, discreto y confortable. En uno de los centros de mayor vida social y nocturna de la ciudad. Rodeado de locales para el desayuno, el aperitivo, el vermut y el copeo. Cerca de la gran estación ferroviaria de la ciudad: Porta Nova.
NH Santo Stefano
Via Porta Palatina, 19
Ubicado en el centro del moderno Quadrilatero Romano, a dos pasos de la Catedral de San Juan Bautista y del centro histórico. La cercanía del hotel a las estaciones de tren Porta Susa y Porta Nuova ofrece fácil acceso a Turín en tren.

Las plazas
Ciudad de contrastes meteorológicos, Turín se vive en sus plazas sea invierno o verano. De hecho, no os extrañe la profusión de mesas al aire libre en numerosas calles pero sobre todo, en las plazas. Desde la imponente Piazza San Carlo, una de las más grandes y elegantes de la ciudad y que lleva a la Gran Madre de Dio, a Piazza Castello o las pequeñas Emanuele Filiberto y Della Consolata.
Aperitivos, cafés y cervezas artesanas proliferan por las mesas. Poned atención a las cartas de bebidas de los diferentes locales porque suelen ser interminables. ¿Sabías que estamos también en la cuna del vermut? Sea invierno o verano, las terracitas de las plazas apetecen. También porque en ellas se encuentran curiosamente locales históricos de corte gastronómico.

Locales con historia
Locales más que centenarios, con historia, con buen producto. Concurridos. Como sus cafeterías. Turín es la tercera ciudad de Italia con más locales históricos.

Caffè Mulassano
Piazza Castello, 15
Aquí surgió el famoso tramezzino, un sándwich de pan blanco de molde ligeramente tostado relleno de diferentes combinaciones de ingredientes, todos de primera calidad. El más típico, de ensalada d’aragosta’ (langosta). Persiste en la misma ubicación desde 1907.

Baratti&Milano
Piazza Castello, 29
A pocos metros del primero, de mayores dimensiones y con una oferta mucho más dulce. Sus chocolates, dulces y pasteles se exhiben en las diferentes vitrinas.

Caffè Cioccolateria Al Bicerin
Piazza della Consolata, 5
Pequeño y solicitadísimo negocio (con tienda delicatessen anexa) en funcionamiento desde 1763. Mesas y sillas de mármol y un producto estrella: el bicerin, una bebida a base de café, chocolate y crema de leche. A 5€ la unidad.

Caffè Pasticceria Abrate
Via Po, 10
Casa con una larga tradición pastelera y confitera. Fundada en 1866.

Caffè Torino
Piazza San Carlo, 214
Un clásico de la ciudad (1903) que permanece en la actual ubicación desde 1930. Ha sabido reinventarse con el paso del tiempo. De generosas dimensiones, su bufé de bocados para acompañar el aperitivo es de sobras conocido y su terraza permite disfrutar de la viveza de la plaza San Carlo.

Comer y beber

Bar Enò
Galliari, 12
En San Salvario, una de las zonas con mayor vida nocturna. Ofrece cenas a altas horas de la noche -la cocina cierra de madrugada y el local en concreto a las 4 am-. Pasta casera, dulces típicos, pan buenísimo, vinos, birras artesanas y buen servicio. Tiene prácticamente de todo y para todos. Sus elementos decorativos no tienen desperdicio. El orden dentro de caos. ¡Hay que pisarlo!

Restaurante Consorzio
Via Monte di Pietà, 23
Una trattoria moderna o una evolución de la típica trattoria sin llegar a ser un establecimiento de vanguardia que sigue los preceptos de slow food. Destacable también por su oferta de vinos naturales italianos y del mundo, cervezas y destilados.

Enoteca Bordò
Via Carlo Ignazio Giulio 4/G
Regentado por dos hermanas toscanas es un establecimiento sencillo y acogedor donde el viajero puede sentirse como en casa comiendo un buen plato de pasta acompañado de una copa de buen vino o cerveza artesana, como la turinesa Brew Up. Al lado del Mercado de Porta Palazzo.

Pastis
Piazza Emanuele Filiberto, 9b
El Sur en el Norte. Aires retros para un local regentado por un siciliano que pone el alma y el humor necesarios para dotar de carácter y singularidad a su negocio.
Su propietario, Andrea Tortorella, se reinvidica en las paredes -¡y el suelo!- del local, pero sobre todo en su sabrosísimo recetario casero y en su cocina de horario prácticamente ininterrumpido. Detallismo personalista en una decoración que incluye incluso uno de los últimos trozos del derribado Muro de Berlín. Su terracita cubierta es todo un acierto para los meses más fríos. Muy razonable relación calidad-precio.

Dausin
Via Goito, 9
O ‘vecino’ en dialecto piamontese. Pequeño restaurante que sigue los preceptos de la filosofía Slow Food o proyecto eco-gastronómico —como gustan definirse— porque reduce las emisiones de CO2. Producto próximo, cercano, sin grandes manipulaciones. A pocos pasos de la estación de Porta Nuova.

Emporio Gastronomico
Via Avogadro, 2
Restaurante y pizzería de culto para quienes gustan de las masas artesanas elaboradas al momento y al horno de leña (se puede seguir incluso todo el proceso de elaboración). El listado de pizzas es bastante clásicos y sus precios, al contrario que los de otros platos de la carta, son bastante económicos.

Taberna Libraria
Via Conte Giambattista Bogino, 5
Para degustar un menú típicamente piamontese en diferentes formatos y según el apetito de cada uno con platos como el vitello tonnato (ternera asada fría con mayonesa y alcaparras). No dejéis de probar (o de comprar) alguno de los vinos que se exponen a lo largo de todo el local.

Focacceria Lagrange
Su nombre se inspira del matemático turinés más famoso del siglo XVIII, inventor de la mecánica racional. Sostienen que la focaccia es una ciencia matemática un sistema del gusto compuesto de un número finito de partículas de harina biológica sujetas al encuentro dinámico con el agua y el aceite. Nada más. Podéis comprobarlo en tres establecimientos (Via Lagrange 11/f, via Sant’Agostino 6 y Piazza Castello, 153).

Perino Vesco
Via Cavour, 10
Panes a tutiplén, en todas sus formas y variedades como los grissini (colines) que nacieron en esta ciudad para ayudar al pequeño Vittorio Amedeo II, de salud enfermiza, a quién gustaba comer este pan crujiente, de forma alargada y de fácil digestión. O eso dicen. El establecimiento acostumbra a estar lleno y registrar colas tanto para comprar simplemente el pan del día, galletas o dulces típicos como para degustar un panino, una focaccia o un café o piezas de bollería.

Dónde comprar
Mercado de Porta Palazzo
Mezcla de colores, sabores y culturas, bienvenidos al mercado más grande de la ciudad y el mercado alimentario más grande de Europa. Tiendas, bares, trattorias y comercios unidos en un mismo espacio para ofrecer todo tipo de productos, desde ropa a antigüedades. Obligado perderse entre sus puestos y dejar que pasen las horas como en un suspiro.

Guido Castagna
Via Maria Vittoria, 27/C
La pastelería-boutique por excelencia. El referente del chocolate de calidad. Su propietario ama y mima el cacao como si lo cultivara. En su obrador a pocos kilómetros de la ciudad Guido Castagna recibe, muestra y enseña el oficio. Su buen hacer ha creado escuela y ha conseguido unos giandujotti (el dulce típico de la ciudad elaborado con cacao y avellanas) fuera de lo común. ¡Hay que probarlos!

Alberto Marchetti
Torino es la ciudad del chocolate pero también la del helado. Y para helado, el de Alberto Marchetti. Dispone de tiendas en la ciudad, la más grande en Corso Vittorio Emanuele II 24bis, la segunda en Via Po 35 bis. Y la tercera, aún por venir, en la Via Rossini. Para poder escoger te dejarán degustarán antes los sabores que gustes. ¡Lo asombroso es que hay tantos donde elegir! Superad los clásicos y atreveros con el de popcorn o saboread el pallino (café expreso, bola de helado y nata montada). Todo de cosecha propia. Exquisitos. Tremendos helados a partir de 2€. Y además, babyfriendly (cambiador en el baño y mesita con juegos).

Eataly Alti Cibi
Via Nizza, 230/14
Un buen deli a lo grande. Por sus dimensiones, por su amplia oferta de producto y por la calidad de ese producto. De todo y para todos los gustos. Si andas buscando algo en concreto para degustar e incluso para regalar, aquí lo encuentras seguro: pasta, arroz, chocolate y otros dulces, café, salsas y condimentos, libros de cocina, menaje…. Calidad, sostenibilidad y ecología. La primera tienda se abrió en Turín, le siguió Roma, Florencia, Milán. Hoy existen 26 Eataly en todo el mundo.

No te pierdas (tampoco)…

Dos grandes museos
O algunos de ellos, especialmente dos. El Museo Egipcio (Via Accademia delle Scienze, 6) se considera el segundo más importante del mundo después del Museo del Cairo por su colección de antigüedades. En estos momentos se está acometiendo una ambiciosa renovación que no terminará hasta 2015.
Para grandes y pequeño cinéfilos o simplemente apasionados del 7º arte, más que recomendable el Museo Nazionale del Cinema, situado en el interior de la Mole Antonelliana, símbolo del skyline de la ciudad (Via Montebello, 20). De 167 metros de alto, un ascensor de cristal viaja por la gigantesca bóveda hasta el templete panorámico. Sorprendente.

La Catedral
Piazza San Giovanni
Parada obligada en la ciudad, este bello edificio del siglo XIV dedicado a San Juan Bautista, patrón de Turín, alberga en su interior el lienzo funerario en el cual fue envuelto Jesús después de haber sido descolgado de la cruz: la Sábana Santa, también conocido como Síndone o el Santo Sudario. La reliquia sólo se muestra en ocasiones extraordinarias.

El río Po
Pasear por sus alrededores. Si todavía te ha quedado tiempo para disfrutar de la ciudad con cierto relajo, disfruta del cauce del Po sobre sus puentes. También podrás navegar en sus aguas, si lo prefieres. El toque más parisino de esta ciudad transalpina.

Ahora como entonces, siempre nos quedará Turín.

Nosotros nos apuntamos, si quieres venirte consulta nuestros vuelos aquí.

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15 ‘hotspots’ gastro de Munich

Por Laura Conde

Tienes tres días libres y algunos ahorrillos. Ya conoces las grandes capitales europeas y aunque te encantaría repetir Londres o París no estás en ese momento en la vida de una persona en que se puede permitir pagar 4 € por un café. ¿Qué se hace en estos casos? ¿Compro un vuelo a Múnich? Para responder a esta pregunta estamos nosotros, que nos plantamos en Múnich con tres días por delante para descubrir los encantos de esta ciudad, la tercera más grande de Alemania tras Berlín y Hamburgo, la capital de Baviera, donde la gente se despide con un alegre ‘ciao’, desayuna cerveza con salchichas, e idolatra a partes iguales a Guardiola y al duque Guillermo IV, que allá por 1516 aprobó una ley que iba a marcar el destino de Alemania, la llamada Ley de Pureza, que establecía que a partir de ese momento la cerveza solo podría elaborarse con agua, lúpulo, levadura y malta. ¿El motivo? Parece ser que Guillermo IV perdía súbditos a mansalva, los cuales fallecían a causa de la gran cantidad de variopintos conservantes que se añadían a aquella letal cerveza homemade.

Beber cerveza ha sido y será siempre, como demuestra su célebre Oktoberfest, una costumbre fuertemente arraigada en Múnich, una de las ciudades que vieron nacer los populares biergarten (jardines de cerveza), jardines al aire libre, con mesas largas para compartir y música bávara de fondo en los que uno puede llevar la comida y pasar el día tomando cerveza hasta la extenuación. Cuando hace buen tiempo los biergarten se convierten en los lugares más concurridos por muniqueses y turistas, pero suelen estar cerrados en los meses de invierno. Los amantes de la cerveza tienen, además, una cita obligada, del 21 de marzo al 6 de abril, con el Starkbierfest, la llamada “fiesta de la cerveza fuerte”, una especie de Oktoberfest menos masivo pero igualmente divertido en que los muniqueses se lanzan a las calles con un único propósito: beber mucha cerveza.

Otro Guillermo ilustre en la historia bávara fue Guillermo V de Wittelsbach, cuyo bodorrio dio lugar a unos festejos que no han tenido parangón en la historia de la ciudad y, con ellos, al nacimiento de uno de sus mayores reclamos turísticos: el famoso carrillón del ayuntamiento, que puede verse dos veces al día y es realmente un espectáculo curioso. Algo del espíritu fiestero de aquel Múnich del siglo XVI que paró máquinas para entregarse en cuerpo y alma a aquella boda, está agradablemente presente todavía en el Múnich contemporáneo, una ciudad hermosa y sorprendentemente viva, donde la gente es alegre, amable, muy alejada del tópico del seriote alemán medio tan asentado en nuestro imaginario colectivo. Hemos recorrido el precioso centro histórico de la ciudad, los barrios ‘trendy’ y esas nuevas zonas en auge fruto de la gentrificación que afecta cada vez más al extrarradio de las ciudades bienestantes para detectar lo que, a nuestro parecer, son los 15 hotspots de Munich. Y después de hacerlo no nos queda la menor duda: id.

EL MUNICH ‘TRENDY’

1. Un ‘brunch’ en Cotidiano

En la zona de Gärtnerplatz, el barrio trendy por excelencia y una de las zonas más efervescentes de Múnich, encontramos este flamante café siempre bullicioso y concurrido ideal para hacer el brunch dominical o simplemente echar la tarde ante un tazón de café con leche (decimos literalmente tazón: te lo sirven en un bol) e hincar el diente a alguno de sus bocadillos, pasteles artesanos o ensaladas. Completan la oferta de este lugar de visita obligada, en plena plaza, un surtido de ensaladas y otros platos que te entran deliciosamente por los ojos. Gracias a su gran cristalera que da a la calle, es una delicia en los días luminosos, que, por desgracia, en invierno son pocos. Pero es parte del encanto de Múnich. No tienen Wi-Fi.
Gärtnerplatz 6

2. Una parada para comprar ropa en Kauf Dich Glücklich.

A dos pasos de Cotidiano nos topamos con una tienda de ropa de hombre y mujer muy interesante, que cuenta en su interior con una pequeña barra en la que sirven cafés. Fuera, una pseudoterraza formada por unas cuantas mesas y sillas recicladas se convierte en el lugar ideal para hacer una parada entre tanta caminata y hacerse con alguna prenda sofisticada, urbana, estilosa y a muy buen precio.
Oderberger Straße 44

3. Pastel XXL en Kochspielhaus.

El tamaño de absolutamente todo lo que encontramos en este céntrico café es realmente estremecedor. Su concepto de ración nada tiene que ver con el nuestro, cosa que hará felices a todos aquellos turistas con buen saque. Kochspielshaus no es, sin embargo, uno de esos lugares horteras de raciones gigantes y gente chillando: es un precioso café impecablemente decorado similar a Cotidiano, con panadería en el interior, repleto de jóvenes profesionales, muchos de ellos en compañía de sus perros (si hay una ciudad dog friendly esa es Múnich), donde todo, absolutamente todo es bonito y gigantesco a partes iguales. Te reciben en la entrada una serie de pasteles enormes, deliciosos, que puedes maridar con un cafe latte del tamaño de la Torre Eiffel, o un zumo que te tapará la luz cuando te lo planten delante. El local, revestido en madera, es de visita obligada para conocer el Múnich más cool.
Rumfordstraße 5

4. Una cena italiana en Sarfati.

Nos resistíamos a incluir un italiano en la lista, porque estamos en Múnich y aquí la gente desayuna salchichas con cerveza (damos fe) y cuando el hambre arrecia se cocina un codillo del tamaño de tu cuarto de baño. Pero la influencia italiana es tal en esta ciudad bávara que difícilmente consideraríamos a este flamante Sarfati, ubicado en pleno epicentro de hipsters con posibles, un restaurante de cocina internacional. En Múnich son muchos los que hablan italiano y cualquier restaurante de cualquier barrio cuenta con varios platos de cocina italiana en su carta, desde tiramisú a ensaladas o pasta. En este contexto encontramos este restaurante-vinatería que cuida la pasta hasta límites insospechados: traen todos los ingredientes de Italia (pedid su burrata si está en la carta), la pasta se elabora manualmente con una materia prima excelente y cuentan con una peculiar oferta de vinos. El vino de la casa, un Asinoi italiano, es delicioso. Y se cena estupendamente por 25 € por cabeza.
Kazmairstraße 28

5. A cualquier hora en Café Marais.

Es, probablemente, nuestro restaurante favorito de Múnich, tanto por la calidad de una carta deliciosa y sencilla que funciona durante todo el día como por la belleza de un interior de cuento de hadas, en una zona rodeada de pequeñas y encantadoras boutiques de diseñadores autóctonos. No muy alejado de Sarfati, la calidez es la seña de identidad de un local con grandes pasteles y mesas a compartir, repleto de elementos vintage y con un aire muy bien logrado entre retro y naif. Ver nevar desde sus cristales es una experiencia que nadie debería perderse. Ojo, no hay Wi-Fi.
Parkstraße 2

6. La parrilla interior más grande de Alemania en Brenner.

Como decíamos, la influencia mediterránea en general e italiana en particular es una constante en Múnich. Lo demuestra la carta de uno de los restaurantes de moda en la ciudad, el céntrico Brenner, un amplísimo y efervescente establecimiento ubicado en un antiguo establo cuyo precio medio de carta, pese a su aire indudablemente sofisticado y estiloso, no superará los 25 €. Cocina de inspiración mediterránea con claras influencias italianas y platos tradicionales alemanes revisados es lo que encontramos en un local en el que es prácticamente obligatorio pedir una pieza de carne, servida con verduras, que se cocina al momento en la parrilla interior más grande de Alemania. Tienen un mostrador de pasteles que hará las delicias de los más golosos. Tampoco tienen Wi-Fi.
Maximilianstraße 15

7. Un café con los niños en el San Francisco Coffee Company.

Es una cadena de cafeterías muy agradable, y nosotros escogimos el establecimiento que se halla en frente del flamante Verkehrszentrum, el museo del transporte, para hacer una parada y ¡por fin! conectarnos a su red Wi-Fi y fardar un poco de nuestro viaje en Instagram (los locales con Wi-Fi son escasos en Múnich). Café de muy buena factura y pastelería en un local moderno, bonito y declaradamente kids friendly, amplio y repleto de familias con niños, con zona de juegos.
Consultar direcciones de todos los establecimientos en: www.sfcc.de

EL MUNICH TRADICIONAL

8. Una cerveza de litro en Hofbräuhaus

El horror tiene un nombre y se llama Hofbräuhaus. Dicho esto, ni se te ocurra abandonar la ciudad sin dejarte caer por este singular espacio de visita obligada. Esta macrocervecería fue fundada en 1589… ¿a que no adivinas por quién? Sí, por Guillermo V, el mismo cuya boda duró una semana y dio lugar al carrillón del ayuntamiento, y es el paraíso del turismo de masas, un gran templo donde circulan cervezas de un litro como si fueran agua y la gente cena codillo XXL con puré de patatas a las 5 de la tarde. Hofbräuhaus es el Cheer’s de Munich, un lugar repleto de personajes pintorescos que van desde inmensos señores rubios con grandes bigotes ataviados con el traje tradicional bávaro a camareras enormemente malencaradas vestidas de igual manera. Un detalle: fijaos en el nudo del vestido. Si lo llevan a la derecha están casadas, si lo llevan a la izquierda solteras y si lo llevan detrás son viudas.
Platzl 9

9. Una cena bávara en Augustiner.

Una de las cervezas más populares de Múnich, también conocida como el champán de las cervezas, se fabrica desde el siglo XIV en un monasterio muy céntrico, que cuenta con un flamante restaurante en el que degustar una cena bávara de calidad, en un ambiente igualmente tradicional pero mucho menos informal que el del establecimiento anterior y también mucho menos turístico. Aunque cuentan con una gran cantidad de platos bávaros, también encontramos cocina internacional.
Neuhaustraße 27

10. Un queso de wasabi (y más) en el biergarten del Viktualienmarkt.

El Viktualienmarkt es uno de los hotspots de Múnich y sólo por visitarlo ya merece la pena volar a la ciudad. Es un enorme mercado de productos delicatessen al aire libre, en el que durante los meses de verano se monta un biergarten muy frecuentado por los muniqueses, que suelen comprar la comida en los puestos del mercado y comerla en el biergarten acompañada de una gran cerveza. Pese a que el biergarten sólo funciona en verano, el mercado está abierto todo el año. Además del mercado al aire libre, el Viktualienmarkt tiene un flamante pabellón cubierto repleto de productos delicatessen en el que encontramos numerosas tiendas y puestos de comida.
Viktualienmarkt 3

11.Souvenirs en la tienda Milka.

En el interior del mercado cubierto, donde no recomendamos parar a comer pese a que la oferta, damos fe, entra por los ojos, se encuentra uno de los puestos de souvenirs más frecuentados de la ciudad: la tienda Milka. Un lugar en el que una simpática dependienta nos obligó en un perfecto italiano, ya en caja dispuestos a pagar, a devolver unos pins que habíamos decidido adquirir aduciendo que eran muy caros y que a quién se le ocurre gastarse el dinero en eso (“troppo caro, amici”). Fue probablemente en ese punto, aunque tal vez fuese un poco antes, cuando se inició nuestro idilio con este lugar repleto de todo tipo de entrañables objetos, desde trajes de bávara en lila Milka a zapatillas de estar por casa, bombones o, uno de nuestros hits, ¡un toblerone de 4,5 kg!
Viktualienmarkt 15.

12. De litro en litro en el Oktoberfest.

Es una vez al año pero su recuerdo perdura durante los once meses siguientes. Unas carpas habilitadas para la ocasión junto al río acogen numerosos puestos destinados exclusivamente al disfrute de la birra, que, al parecer, se bebe a litros. Todo Múnich, además de la cantidad de visitantes que todos los años acoge la ciudad con motivo de esta festividad, se lanza a las calles a disfrutar del placer de beber cerveza: desde familias con niños a parejas de abuelitos, pasando por grupos de estudiantes, hombres de negocios… Y se empieza de buena mañana, lo que indica que hacia el mediodía la felicidad emana de todos los rincones de Múnich, la timidez da paso al desenfreno y se inician amistades inolvidables que duran, al menos, lo que dura el Oktoberfest.

13. El Oktoberfest primaveral: Starkbierfest.

Dos semanas completas dura este homenaje a la cerveza fuerte que tiene lugar en diversos puntos de Múnich y que los propios muniqueses suelen calificar como “un Oktoberfest sin turistas”. El centro neurálgico de los festejos, con música bávara y cerveza a destajo, es la sede de la cervecería Paulaner en Nockherberg, donde al parecer se fabricó la primera starkbier (cerveza fuerte), llamada Salvator, para sobrellevar mejor el ayuno parcial al que se sometían los monjes en Cuaresma.

ARTE Y SNACKS

14. Ella.

En el museo de arte moderno, el Lenbachhaus, ubicado en la llamada “zona de los museos”, que agrupa los más importantes de la ciudad, encontramos un bonito café restaurante acristalado que nos ofrece cocina internacional con especial atención a las propuestas italianas. Sólo por hacerse una foto frente a su bonito letrero setentero merece la pena una visita, aunque recomendamos visitar su colección de pintores muniqueses de los siglos XVIII y XIX. Que no todo va a ser comer.
Luisenstraße 33

CON ESTRELLA MICHELIN

15. Cena tradicional con estrella en Pfistermühle.

Múnich cuenta con varios restaurantes con estrella Michelin, algunos de cocina internacional tan interesantes como el prestigioso Toshi, japonés, pero nosotros nos detuvimos en este local ubicado en un antiguo molino ducal del siglo XVI para probar una cocina estrellada, cuyo precio de carta no superará los 60 €, en pleno centro de la ciudad y un entorno de ensueño, que ofrece fundamentalmente especialidades bávaras revisitadas.
Pfisterstraße 4

Y MAS

Dormir en el Schiller 5.

Nosotros escogimos este céntrico hotel de cuatro estrellas por diversos motivos: está a dos pasos de la estación, lo que facilita mucho los desplazamientos al aeropuerto, a cinco minutos de la céntrica Marienplatz, y además se halla en una zona repleta de hoteles, con lo cual encontramos restaurantes abiertos a todas horas y en general todo tipo de servicios. El hotel es sobrio, moderno y confortable, con cocina en las habitaciones, y su dueño, un entrañable ancianito, se acerca todos los días durante el desayuno a cada una de las mesas a preguntar a sus huéspedes si son felices en su hotel.
Schillerstraße 5

Visita obligada (y más con niños) al Deutsches Museum

Un apunte extragastronómico para el museo más visitado de toda Alemania, al que conviene acceder dando un paseo a lo largo del río, que, por cierto, tiene una flamante zona de baño muy concurrida en verano. Se trata de uno de los museos de la ciencia y la tecnología más importantes de Europa y cuenta con una zona dedicada al transporte (barcos, aviones y complejos artilugios motorizados de toda índole), espacio, instrumentos musicales, cerámica, farmacia, metales, física y así hasta completar una serie de secciones que tardaríamos unos 8 días en recorrer si quisiésemos visitar al completo. Un buen lugar para parar a tomar un café, en su cafetería ubicada en la misma tienda.
Museumsinsel 1

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Por Laura Conde

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