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Nueve museos para volverse loco en Venecia

Nos encanta Venecia. La ciudad italiana es uno de los destinos más apasionantes de Europa. Su ajetreada historia, los canales, los callejones eternos y la grandeza artística de esta capital hacen de ella un lugar perfecto para que cualquier amante del arte se vuelva loco. Y no es para menos. Además de los varios centenares de iglesias que pueblan esta urbe, en plena laguna se levanta una de las redes de museos más importantes del mundo. Museos que, para más inri, no se encuentran en espacios convencionales, sino que invaden edificios góticos, renacentistas y barrocos para presentar, en pleno siglo XXI, unas colecciones que quitan el hipo.

En góndola,vaporetto o a pie, estos son los nueve museos que no te puedes perder en tu próxima visita a la capital véneta. Cominciamo!

1. Accademia: la mayor colección de arte veneciano

Las Gallerie dell’Accademia ocupan tres antiguos edificios religiosos y constituyen la principal colección de arte veneciano del mundo. Aquí se dan cita cinco siglos de arte, desde la época medieval al rococó, con obras fundamentales como la imponente Cena en casa de Leví de Pablo Veronese, la Presentación de la virgen en el Templo de Tiziano el Ciclo de Santa Úrsula de Vittore Carpaccio, el Rapto del cuerpo de San Marcos de Tintoretto o el San Jorge de Andrea Mantenga, además de primeras obras de Lotto, la familia Bellini, Canaletto o Tiepolo.

2. Palacio Ducal: el esplendor de La Serenissima

Aunque no es propiamente un museo, el Palacio Ducal es un lugar imprescindible para entender el esplendor al que llegó la República veneciana. Sede del Gobierno, Palacio de Justicia y residencia del dux, este inmenso complejo gótico es un lugar perfecto para disfrutar de algunas de las principales obras de arte de la historia de la ciudad en el lugar para el que fueron concebidas. Destaca, por ejemplo, la gran pintura del Paraíso que preside la espléndida Sala del Maggior Consiglio y que firmaron Domenico y Jacopo Tintoretto. Otro imperdible son los lienzos de Pablo Veronese de la Sala del Consiglio dei Dieci o la lujosa Scala d’Oro, construida por Sansovino y decorada por Alessandro Vittoria.

3. Colección Peggy Guggenheim: en casa de la gran mecenas

Entrar en este palacio inacabado del siglo XVIII es sinónimo de adentrarse en el universo de la conocida mecenas Peggy Guggenheim. Impulsora de artistas como Klee, Pollock, Calder, Kandinsky, Ernst, Picasso, Moore o Braque, Guggenheim adquirió el palacio del Gran Canal en 1949 y en él fijó su residencia. La colección la forman 200 lienzos y esculturas de los artistas nombrados y también de Dalí, Magritte, Chirico, Balla, Duchamp, Rothko, Picabia, Delauney, Malevich y Mondrian, entre otros. Peggy Guggenheim legó su colección a la fundación de su tío Solomon R. Guggenheim con la condición de que se quedase en la ciudad.

4. Scuola Grande di San Rocco: el mejor Tintoretto

De parada obligada, este antiguo hospital de beneficencia construido en honor a San Roque es uno de los mejores lugares para admirar la obra de Tintoretto. Completado en 1549, en 1564 se encargó a Jacopo Tintoretto la decoración de las paredes y los techos de la Scuola. Sin duda, la obra más monumental del complejo es La crucifixión, que se halla en la Sala dell’Albergo, y en la que el pintor logró unas cotas de sentimiento nunca antes vistas en el arte veneciano. 

5. Museo Correr: la historia de la Reppublica

Ubicado en la plaza de San Marco, es uno de los principales museos de la ciudad. Realizado a partir de la colección que el adinerado Abbott Teodoro Correr legó a la ciudad, es el lugar perfecto para conocer la historia de la República veneciana y el movimiento del Resurgimiento italiano. Además, acoge una importante colección de pintura veneciana, en especial de Vittore Carpaccio.

Con la entrada al museo, se puede visitar también los colindantes Museo Archeologico y la Librería Sansoviniana, diseñada por el arquitecto Jacopo Sansovino y de la que Andrea Palladio dijo que era “el edificio más bello desde la Antigüedad”.

6. Museo Fortuny: un español en Venecia

El Palazzo Pesaro, de estilo gótico tardío, fue la residencia del famoso diseñador textil español Mariano Fortuny y Madrazo, quien lo adquirió a principios del siglo XX y donde vivió hasta su muerte. Legado a la ciudad junto a su contenido por la viuda del artista en 1956, las elegantes estancias son el marco perfecto para los tejidos bordados con hilo de oro y plata de inspiración renacentista y para los lienzos, retablos y vestidos plisados de seda de los años 20 de Fortuny. Una delicia.

7. Ca’ Pesaro: colección de arte del siglo XX

Este suntuoso palacio barroco es la sede de la Galleria d’Arte Moderna. Fundada en 1897, de sus paredes cuelgan algunos de los cuadros más famosos de Gustav Klimt y Marc Chagall, además de obras de Matisse, Miró, Klee o Kandinsky, muchas de ellas presentadas por los artistas en la Biennale y adquiridas por la ciudad. En la planta superior, no te puedes perder el Museo d’Arte Orientale, que contiene verdaderas joyas traídas en el siglo XIX por el conde de Bardi durante sus viajes por el Lejano Oriente. 

8. Ca’ d’Oro: la joya del Gran Canal

Obras de Andrea Mantegna, Luca Signorelli, Vittore Carpaccio y Tiziano, así como telas, frescos y esculturas, se dan cita en uno de los mayores tesoros del Gran Canal. El museo, que desde 1984 alberga la Colección Giorgio Franchetti, se encuentra en un palacio del siglo XV que es el mejor y más famoso ejemplo de arquitectura gótica veneciana. Tras sufrir varias modificaciones a lo largo de la historia, en los años setenta se recuperó el esplendor original de su fachada, una de las más bellas de la ciudad.

9. Ca’Rezzonico: un paseo por la Venecia del siglo XVIII

Este palacio barroco no es solo uno de los más lujosos de la ciudad, sino que es uno de los pocos del Gran Canal que están abiertos al público. Famoso en su tiempo por los grandes banquetes, las lujosas fiestas y la opulenta decoración que realizó en él la familia Rezzonico, desde 1934 es la sede del Museo del Settecento, una colección de lienzos, objetos y frescos que reflejan la Venecia del siglo XVIII. No os perdáis el espectacular salón de baile diseñado por Giorgio Massari, que ha sido restaurado y en el que hay muebles de Andrea Brustolon y espectaculares candelabros dorados. Además, en tres salas los techos tienen pinturas de Giambattista Tiepolo.

Texto de Aleix Palau para Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de Aleix Palau, QMeuh, Didier Descouens, Basilio Speziari, saragoldsmith, Michele Rienzo

 

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Cardiff para principiantes

El próximo 3 de junio Cardiff acogerá la final de la Champions League. Eclipsada por otras ciudades más populares de Gran Bretaña como Londres, Edimburgo, Manchester o Liverpool, Cardiff, antigua fortificación romana viviendo en la actualidad uno de sus mayores momentos de esplendor, amaga atractivos de sobra como para que os animéis a visitarla tanto si vuestro equipo está sobre el césped del Millennium Stadium como si no. Os descubrimos los rincones más iconográficos de la capital galesa.

Bahía de Cardiff
Es uno de los centros vitales de la ciudad. Motor económico de la capital galesa a inicios del siglo XX, con el declive del negocio de la exportación del carbón, los viejos muelles de Cardiff se tornaron en un territorio desahuciado y olvidado. Fue en la década de los 90 cuando el consistorio de Cardiff decidió recuperar la Bahía de Cardiff convirtiéndola en un espacio abierto a la ciudadanía. Actualmente, enclave favorito de los locales, es una de las zonas más atractivas de la ciudad, espacio en el que disfrutar de algunas de las mejores ofertas de ocio y gastronómicas de Cardiff.

Catedral de Llandaff
Es una de las edificaciones religiosas más representativas de todo Gales. Erigida en el siglo XIII, la Catedral de Llandaff es una magna y mesmerizante construcción de estilo gótico, aunque en algunos rincones se pueden percibir vestigios normandos y añadidos posteriores, como el imponente Cristo modelado por el escultor estadounidense Jacob Epstein que pende suspendido de la nave central. Para aquellos a los que les interesen los fenómenos paranormales, sobre la Catedral de Llandaff circulan todo tipo de leyendas fantasmagóricas. Tal es así que incluso se ha creado un “Ghost tour” que descubre aquello rincones en los que se dice que se esconden los fantasmas. Por cierto, no muy lejos de la Catedral, en la escuela de Llandaff fue donde cursó sus estudios el escritor Roald Dahl.

Castillo de Cardiff
Como el Coliseo romano, la Acrópolis ateniense o la Torre Effiel parisina, el Castillo de Cardiff es de visita imprescindible en todo viaje a la ciudad. Erigido sobre los cimientos de una antigua fortificación romana, sus orígenes se remontan al siglo XI. Aunque conserva gran parte de su estructura inicial, en el siglo XIX el Marqués de Bute ordenó su remodelación encargando las obras de remodelación al arquitecto William Burges, que lo convirtió en una de las moradas más fastuosas del momento, remozando el castillo a partir de las líneas de los estilos victoriano y neogótico.

Cardiff City Hall
Flanqueado por el  Cardiff Crown Court y el National Museum of Cardiff, nos topamos con el Cardiff City Hall o lo que es lo mismo, el ayuntamiento de Cardiff, uno de los edificios más imponentemente bellos de la ciudad. Construido a inicios del siglo XX, ya sus exteriores, acentuados por la pureza de la piedra caliza blanca, son de un extraordinario atractivo arquitectónico. Que la apariencia imponente no os corte a la hora de entrar en el consistorio. Preguntad en recepción, pero habitualmente se pueden visitar todas aquellas estancias que os encontréis abiertas. Si tenéis suerte podréis disfrutar de espacios como la Sala de Mármol, con su colección de esculturas de figuras ilustres de la historia galesa, la Sala de Actos o la Sala del Consejo.

Museo Nacional de Cardiff
Justo al lado del Ayuntamiento de Cardiff daréis con el Museo Nacional de Cardiff, el más importante de la ciudad. Como sus vecinos Cardiff Crown Court y Cardiff City Hall, se trata de un formidable edificio eduardiano cuya edificación se inició en 1912 pero, debido a la Primera Guerra Mundial, no pudo terminarse hasta 1927. De entrada gratuita (como casi todos los museos británicos), en sus dependencias podréis disfrutar de una variedad de exposiciones que van desde el arte -destacando su colección de pinturas impresionistas con genios como Van Gogh, Monet o Cézanne- a las diferentes disciplinas de las ciencias naturales.

Wales Millennium Centre
A las puertas de la Bahía de Cardiff os toparéis con el Wales Millennium Centre, sede de la Ópera Nacional de Gales. Inaugurado en 2012, este moderno edificio reluce en pizarra, metal, madera y vidrio, elementos todos ellos de procedencia galesa. Su fachada está coronada por dos sentencias de la poetisa galesa Gwyneth Lewis. La primera, en galés, reza “Creando verdad como el cristal en el horno de la inspiración”, la segunda, en inglés,   “En estas piedra el horizonte canta”. En el interior, el Teatro Gordon Donald, con capacidad para 1900 personas, y dos salas adyacentes, que a lo largo de todo el año acogen recitales y espectáculos de ópera, música sinfónica, ballet, teatro o música moderna.

Techniquest
Es el mayor museo de la ciencia, la tecnología y el conocimiento del Reino Unido. Situado en Stuart Street, a dos pasos de la Bahía de Cardiff, reconocible por su característica estructura de vidrio y acero, es el mayor museo de ciencia y tecnología de Reino Unido. Conjugando lo divulgativo con el entretenimiento, más allá de las exposiciones permanentes y temporales, el Techniquest cuenta con un teatro desde el que se realizan diferentes espectáculos siempre con la ciencia como protagonista, un planetario y un centro del conocimiento y la tecnología destinados a la enseñanza de los principios científicos mediante experimentos lúdicos.

Y Mochyn Du
Tras tanta visita, siempre es necesario reponer fuerzas. Para ello nada mejor que un típico pub galés, y ninguno más recomendable que el Y Muchyn Du (el cerdo negro en galés). Se encuentra a unos 20 minutos del centro de la ciudad, justo en la entrada de los Sophia Garden, junto al principal estadio de cricket de la ciudad, pero una vez ahí veréis como habrá merecido la pena el desplazamiento. Paredes recubiertas de memorabilia rugbística, clientela hablando galés, una oferta gastronómica de aroma tradicional y un buen surtido de cervezas locales. En definitiva, uno de esos locales que transpiran autenticidad. 

El escenario de la final
El próximo 3 de junio el fútbol será el protagonista, pero el Estadio Nacional de Gales, también conocido como Millennium Stadium, es uno de los grandes templos del rugby, el deporte que despierta más pasiones entre los galeses. Orgullo de Cardiff, el recinto fue construido en 1999 con motivo de la Copa del Mundo de Rugby, en el que se celebró la ceremonia de inauguración, el primer partido y la final que proclamó a Australia como campeona. Con una capacidad para 74.500 espectadores se trata de uno de los estadios más grandes del mundo con techo retráctil, además de uno de los más imponentes y arquitectónicamente elegantes del mundo. Sede de las selecciones de rugby y fútbol de País de Gales, será aquí donde se corone el nuevo campeón de Europa de clubes de fútbol.

Texto de Oriol Rodríguez

Imágenes de John Greenaway, David Ip, Michel Curi, John Mason, Jon Candy

 

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El verdadero rostro de Copenhague, más allá de la Sirenita

Por Iñaki Makazaga de Piedra de Toque

Al final del paseo del puerto (Langelinie), la figura más visitada de Dinamarca, el principal reclamo turístico de la ciudad pasa totalmente desapercibido. La Sirenita pequeña, mirando al mar, casi de espaldas al visitante, rehúye de toda mirada. Tal vez porque sólo ella sepa el precio de su fama (dos veces degollada, tres mutilada, otras tantas arrojada al mar) y la realidad de su propia historia. Nos lanzamos en bicicleta en busca de respuestas y encontramos el verdadero rostro de Copenhague: una ciudad de pasado bárbaro convertida ahora en un lugar de paz.

Iniciamos el viaje a orillas del canal de Jorgens con la fachada de las casas señoriales reflejadas en sus aguas y nos abrimos paso entre familias, gente haciendo deporte y ocas picoteando la hierba. Pedaleamos con una de las bicicletas que se alquilan en los 110 puntos de la ciudad, una de las medidas para alcanzar en 2015 el puesto de capital con la mejor calidad ambiental del mundo. Y no es para menos. Con cada pedaleo, dejamos atrás un árbol. Abrimos bien los ojos y al tercer puente giramos a la derecha. Llegamos al Jardín y Museo Botánico (Botanisk Have), Gothesgade 128.

En los terrenos de las antiguas fortificaciones han brotado ahora más de 20.000 especies diferentes de plantas. Las murallas recogen un gran jardín y el foso está lleno de plantas acuáticas y pantanosas cada una con su tarjeta de visita clavada en el suelo. Aparcamos las bicis en la entrada y caminamos. Es marzo y todo anuncia el cambio de la estación de nieve. La tierra está removida, los árboles sin hojas, el cielo gris. Un enorme invernadero de tres alturas aparece a lo lejos con cuatro pabellones de cristal en los que se incuban y estudian desde 1.000 variedades de cactus a plantas de café, piñas y hasta palmeras. No superamos la tentación y compramos en la tienda de la entrada dos bolsas de semillas: una de bonsáis asiáticos y otra de orquídeas rojas. Tal vez, con la idea ingenua de llevarnos un trozo de la paz que se respira en este parque en cuyas raíces está todavía la sangre de la gente que luchó por defender la ciudad de las invasiones enemigas.

Seguimos en ruta. Dejamos atrás el jardín y museo botánico para pedalear ahora por los alrededores de Roseborg Slot, el palacio Real que levantó Christian IV en 1606 como residencia de verano y convertido ahora también en un gran museo. Contiene miles de objetos relacionados con la monarquía más antigua de Europa lleno de cuadros, muebles, armas y joyas. El semáforo pasa de ámbar a verde: pedaleamos.

La paz del jardín botánico cambia ahora por el bullicio del centro de Copenhague. Los coches ceden el paso a las bicicletas, entre los edificios sobre salen las torres del Marmorkirken, una iglesia inspirada en la de San Pedro de Roma y que de origen quiso ser construida con mármol noruego. No tardaron en darse cuenta de que los 300 años del reinado de la familia de Frederik V se podían celebrar de una forma más sencilla y un siglo más tarde se cambió el mármol noruego por el danés para terminarla. Donde no se escatimó en gastos fue en escalones: 260 para alcanzar el campanario. Las vistas de la ciudad bien merece la pena la fatigada subida. Aprovechamos para revisar el mapa. El bullicio del centro nos llama, con la calle Stroget llena de tiendas o las terrazas de las plazas empedradas y medievales de Kongens Nytorv y Radhuspladsen. Las dejamos para la noche. Seguimos hacia el puerto que la Sirenita nos espera.

Caminamos ahora con la bicicleta en la mano. Estamos en Nyhavn, el Puerto Nuevo, abierto por soldados entre el 1671 y 1673 para que los barcos atracaran con sus mercancías en el centro de la ciudad. Durante siglos fue la zona más oscura de Copenhague al habitarla marineros y mujeres de mala reputación. Habitaciones baratas, tabernas oscuras, tiendas de tatuajes, burdeles. Nyhavn ha dejado ahora su pasado más canalla para mostrar a lo largo de sus 300 metros de acera una de las caras más atractivas de la capital con sus casas estrechas y de colores y sus aceras llenas de terrazas. Da igual el frío que haga, una manta, una estufa y una vela abrazan al visitante. Y en las orillas del puerto, permanecen testigos de esa época barcos de madera como el buque faro del siglo XIX, convertido en un restaurante. Una ancla que perteneció a una fragata danesa recuerda también su pasado marinero y rinde homenaje a todos los que perdieron la vida en la II Guerra Mundial. Fotografiamos las fachadas. Tal vez, desde alguna de ellas se asomara Hans Christian Andersen para mirar al cielo mientras escribía sus cuentos. Y es que en este barrio, hasta las paredes susurraran historias.

Volvemos al sillín, pedaleamos en paralelo al canal, rumbo al mar con el viento húmedo dándonos en la cara. En las orillas la marca negra de las mareas nos saluda junto a nuevos pabellones. Entramos en la Ciudadela (Kastellet) otra gran fortificación para protegerse del ataque de los suecos. Con forma de estrella de cinco puntas, la fortaleza ha sido también testigo de la historia del país. Tomada por las tropas nazis como cuartel general durante la II Guerra Mundial, pertenece ahora al ejército danés aunque los jardines y murallas están abiertas al público. En siglo XIX fue utilizado también como prisión y ahora pequeñas esculturas hablan del horror de la guerra. Un museo recoge la actividad y nombres de las personas que lideraron la resistencia nazi. Ni rastro de Sirena.

Seguimos pedaleando. Empieza a nevar y un corro de turistas nos anuncia otro punto de interés turístico. Al final del paseo, apoyada en una roca y de espaldas a los turistas encontramos por fin a la protagonista de uno de los cuentos más conocidos de Andersen. La misma que se enamoró de un príncipe y que ahora espera con la mirada puesta en el mar su regreso. Sigue nevando. El cielo gris descarga a cámara lenta lluvia, nieve, lluvia.

Walt Disney nos habla de una feliz sirena rodeada de amigos del mar y que lucha por cumplir sus sueños. La realidad se muestra diferente. Color cobre, sola, desnuda aguanta los flashes de los turistas pero no sonríe. Y es que Andersen dejó escrito otro final. El príncipe por el que dejó de ser sirena acabó casándose con otra. Y la Sirenita murió sola, sin romper el hechizo que le permitía volver al mar pero que pasaba por acabar con la vida del príncipe. Prefirió su espera convencida de que antes o después otro final llegaría para ella. Copenhague, como la Sirena, ha preferido no derribar ni un palacio, ni una fortaleza que hablan de su pasado vikingo y bárbaro parar convertirlos en jardines y museos que cultiven una nueva historia pacífica y tolerante. Nos unimos a la Sirena y en silencio miramos al horizonte.

Copenhaguen en bicicleta

Tiempo: 2 horas

Ruta: Canal de Jorngens en Norrebro, Museo Botánico, Roseborg Slot, Marmorkirkren, Nyhanvn, Kastellet, La Sirenita.

Recomendaciones:

Visitar los museos citados: horario de 10.00 horas a 16.00 horas.
-Obtener la Copenhague Card.
-Moverse por la ciudad en bicicleta, almorzar en el Puerto Nuevo una vez terminada la ruta.

Por Iñaki Makazaga de Piedra de Toque

Imagen de Henrik Jessen

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Ferrol, una joya fortificada próxima a A Coruña

¿De dónde viene el nombre de Ferrol? Dice la leyenda que "Ferrol" proviene del santo bretón de nombre San Ferreol, el cual se cuenta que arribó a tierras gallegas en un barco entre un impresionante coro de siete sirenas. Pero estudios más terrenales dicen que lo más probable es que el origen de este término se encuentre en la toponimia medieval, relacionando dos palabras que pueden significar bien 'puerto – cercano' o 'embarcadero sobre pilastras'.

Historia

Los primeros pobladores de aquel enclave fueron los celtas. Poco después pasaron a incorporarse al Imperio romano en el siglo I a. C. A partir de ahí los habitantes de aquella villa próxima al mar empezaron a especializarse en la exportación pesquera y conservera. En 1087 fue la primera vez que se usó el topónimo de Ferrol en un documento eclesiástico que hace referencia a una donación realizada al monasterio próximo de San Martín de Jubia por parte de una pequeña población costera, que contaba con una pequeña iglesia dedicada a San Julián. El Ferrol de la Edad Media se situaba sobre lo que en la actualidad se conoce como barrio de Ferrol Vello.

Desde A Coruña

Ferrol es una ciudad que está bien comunicada con las principales poblaciones del norte de Galicia. Se encuentra a poco más de 42 minutos de A Coruña, en un trayecto en coche con impresionantes paisajes a través de la AP-9. Pero desde allí también es fácil llegar por carretera a otras poblaciones como Villalba, Naró y Ortigueira. En el camino que va de A Coruña a Ferrol se atraviesan numerosos ríos como el Eume. A lo largo del viaje se alternan las extensas praderas verdes plagadas de riachuelos de ensueño, con las panorámicas vistas al gran océano. También se pasa junto al Parque Natural Fragas do Eume, sin duda una parada obligada para el viajero. Se trata de uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de toda Europa. Se extiende a lo largo de 9.000 hectáreas que a día de hoy se mantienen prácticamente vírgenes. El parque es de forma triangular y se ubica entre As Pontes, Pontedeume y Monfero. Entrar en el bosque es como trasladarse a un cuento de hadas y duendes. Lo mejor es dejarse llevar y perderse a través de su frondosa vegetación, llegando a ser tan tupida por momentos que se hace imposible vislumbrar los rayos del sol. Aquí encontraremos fresnos, robles, chopos, alisos y un sinfín de especies de helechos y líquenes. Pero no todo acaba aquí, el agua es un componente muy importante y las fuentes y cascadas abundan por doquier. Si tienes paciencia y no te dejas embaucar por la flauta mágica de la naturaleza puedes conseguir una más que merecida recompensa: la visita del encantador monasterio de Caaveiro, un antiguo convento establecido aquí en el año 934 d. C. desde el cual se divisan unas majestuosas vistas de esta espesura de fantasía.

Paseo por el barrio de la Magdalena

Para entrar en ambiente, nada mejor que iniciar un paseo por el Barrio de la Magdalena, una de las zonas comerciales y de ocio más importantes. Trazado exactamente como una cuadrícula, a la manera racionalista de la Ilustración, y con excepcionales construcciones modernistas como el Teatro Jofre (1892), el Mercado de La Magdalena- “La Pescadería” (1923), el Casino Ferrolano (1923), el Hotel Suizo (1916), o el Banco Hispano-Antigua Fonda Suiza (1909-1910). El barrio se puede recorrer sin problemasa pie, en coche o autobús. Con una disposición urbana similar al Ensanche de Barcelona está parcelado en numerosas manzanas de idéntica forma y dimensiones. Destacan en los extremos dos amplias plazas cuadradas (Plaza de Amboage o del Marqués de Amboage, y Plaza de Armas). Conserva viviendas del s. XVIII, con balcones en hierro forjado sobre ménsulas de piedra y galerías de madera acristalada en blanco (la mayoría de ellas ya del s. XIX); además de edificios de estilo modernista, El Barrio de A Magdalena fue declarado Conjunto Histórico-artístico en 1983. Además, si lo que quieres es ir de compras, en el barrio hay cientos de establecimientos comerciales, sobretodo a lo largo de sus calles principales: Real, Magdalena, Igrexa, Dolores, Galiano y María. Hay un abundante número de negocios textiles, así como sector de la hostelería. La zona de tascas y bares donde poder disfrutar de tapas y copas se ubica a lo largo de la calle del Sol.

Ciudad Fortificada

Una auténtica joya dentro de la historia naval son el Castillo de San Felipe, las diferentes fortalezas de la población y en especial, el Arsenal. Construido en el siglo XVIII, también bajo el estilo de la Ilustración, es un complejo de obras hidráulicas y edificios únicos en todo el continente, entre los que se incluye el Museo Naval, también de visita ineludible. Incluye la Porta do Dique, puerta de estilo neoclásico que comunica el Ferrol Vello con el Arsenal, que fue realizada bajo el reinado de Isabel II. No hay que dejar escapar la ocasión de visitar el Castillo de San Felipe, que nos evocará épocas pasadas y la importancia que el elemento militar tuvo en la construcción y desarrollo de la ciudad. De estilo neoclásico, su construcción se inició en tiempos de Felipe II. Sin duda constituye uno de los mejores ejemplos de las denominadas "baterías-abaluartadas" del siglo XVIII. Desde esta fortificación se pueden admirar unas grandiosas vistas sobre toda la ría y el Castillo de A Palma.

La Armada

Ferrol es una población dedicada sobretodo a una actividad económica marítima. De ahí que cuente con un puerto pesquero y comercial, astilleros civiles y militares, y las magníficas instalaciones de La Armada Española. Ésta última es una de las fuerzas navales activas más antiguas del mundo. Funciona desde finales del siglo XV. La Armada Española ha tenido un papel protagonista en la Historia de España, particularmente en los ámbitos logístico y defensivo durante la época del Imperio Español. Entre los grandes hitos de la Armada están el descubrimiento de América y la primera vuelta al mundo hecha por el hombre, a cargo Juan Sebastián Elcano La Armada Española fue la más poderosa del mundo desde el siglo XVI hasta mediados o finales del XVII.

Ferrol es sin duda una oportunidad única de descubrir un pedazo de nuestra historia dentro de un exuberante marco paisajístico. ¿A que esperas para reservar tu Vueling? Consulta nuestros vuelos aquí.

Texto: Isabel y Luis Comunicación

Fotos: Juan Balsa, Diputación de A Coruña y Concello de Ferrol

 

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