Arte en estado natural a media hora de Copenhague
¿Un museo con nombre de estado americano en Dinamarca? No es este el único detalle llamativo de Louisiana. Ubicado en la pequeña localidad de Humlebæk, a 35 kilómetros al norte de Copenhague, Louisiana atrae a miles de visitantes cada año tanto por su interior como su exterior: su colección de arte contemporáneo es realmente extraordinaria, pero más aún quizás lo sea el enclave en el que se encuentra –frente a las frías aguas que separan Dinamarca de Suecia, y sobre una extensa zona de jardín, árboles y acantilados–, así como su diseño arquitectónico, perfectamente integrado en el entorno que lo acoge.
El museo se creó en 1958 por el empresario y filántropo danés Knud W. Jensen, quien encargó la primera fase del proyecto a los arquitectos VilhelmWohlert y JørgenBo. Curiosamente su nombre no proviene del estado americano, si no de una casualidad que tiene que ver con el anterior propietario del terreno: las tres veces que se casó lo hizo con mujeres llamadas Louise. La colección privada del museo es mucho mayor que el espacio del que dispone para su exhibición, así que las obras están en constante movimiento: en el interior encontramos piezas de Lucien Freud, David Hockney, Asger Jorn (uno de los artistas daneses más importantes del s. XX), el español Juan Muñoz, fotógrafos como el alemán Thomas Demand o la neoyorkina Cindy Sherman, y la que probablemente sea la joya de la corona: una sala en la que están frente a frente, como en un diálogo permanente, una pintura de Francis Bacon con una de las distintivas esculturas alargadas de Alberto Giacometti. En el jardín se encuentran varias esculturas de elevado peso específico; entre ellas una de Alexander Calder y una de Joan Miró, separadas por apenas cinco metros de distancia –y con el mar como acompañante eterno–, así como obras de Louise Bourgeois o Max Ernst, entre muchos otros.
Hasta finales de enero (¡dense prisa!) el museo exhibe además una exposición de largo recorrido y una instalación que deja huella: la primera repasa la extensa, colorista y provocadora obra de la artista multidisciplinar japonesa Yayoi Kusama (esculturas de formas fálicas, habitaciones pintadas de lunares, vestidos agujereados y otras maravillas); la segunda es una escultura enorme del canadiense David Altmejd, llamada The Flux and the Puddle, que ocupa toda una sala y que resulta casi imposible de explicar; en ella se mezclan metacrilato, comida, taxidermia, hilos y espejos de forma visceral y tremendamente impactante.
Es muy fácil llegar desde Copenhaguen a Louisiana: desde la Estación Central de la capital hay que tomar un tren en dirección a Helsingor y bajarse en Humlebæk. Así de sencillo. A la vuelta una opción más que recomendable es la de explorar el barrio de Vesterbro, pegado a la misma estación central, hasta no hace mucho hogar de prostitutas y macarras y hoy uno de los más interesantes y bulliciosos de la ciudad, abundante en galerías, tiendas, cafeterías y restaurantes. Uno de los lugares de obligada parada es Bang & Jensen, abierto todo el día en Istadgade; se recomienda probar la sopa de lentejas con curry y cilantro y jugar unas partidas al pinball o el Arkanoid. Otra posibilidad de lo más recomendable es pasearse por el Meatpacking District, el antiguo mercado de carne y pescado reconvertido en una de las zonas más cool de la ciudad, y escoger entre sus múltiples y apetitosas opciones gastronómicas. Para los amantes de la música y los vinilos, el mejor lugar en Vesterbro es sin duda Sort Kaffe & Vinyl, pequeña tienda de discos con bar (o viceversa: cafetería con discos) que destaca por disponer de una selección pequeña pero cuidadísima en materia de folk, jazz, electrónica, exótica y experimental. Y para descansar y zamparse un buen desayuno a la mañana siguiente, ahí van dos buenas opciones de alojamiento, ambas en el barrio: Bertrams Guldsmeden (muy cerca de una de las calles más bonitas de la ciudad, Værnedamsvej) y Avenue Hotel, especialmente recomendable en primavera y verano por su hermoso patio.
Si ya de por si una visita a la ciudad es altamente recomendable, la posibilidad de visitar Louisiana, además de pasar unas horas en Vesterbro, convierte el viaje en poco menos que una obligación. ¿A qué esperas para reservar tu vuelo a Copenhague?
Texto de Carles Novellas para ISABELYLUIS Comunicación
Imágenes de Carles Novellas y Anna Higueras
+ infoCracovia. Pasado y presente.
Cracovia es la ciudad más turística y con más historia de Polonia. De hecho, el centro histórico de Cracovia ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ya que, unque la ciudad fue devastada por ejercito alemán durante la II Guerra Mundial, a partir de 1950 se inició la reconstrucción de su casco antiguo -que se conoce como Stare Miasto-, guiándose con la máxima fidelidad a la ordenación original.
El corazón de la ciudad es Rynek Glówny, una de las plazas más grandes de Europa, animada a todas horas por músicos ambulantes y grupos de turistas. Por la noche, todavía sigue iluminándose con las lámparas de luz de gas, que proyectan sombras sobre los edificios que bordean las plazas -construidas en los siglos XIV y XV-, dándole un aspecto un tanto tenebroso pero muy romántico.
En la actualidad, Cracovia es un gran punto de atracción turístico, pero que pide a gritos no olvidar el pasado para poder disfrutar de un futuro prometedor.
El antiguo gueto judío
No se encontraba en el actual Barrio Judío de Kazimierz, si no un poco más alejado, en el distrito de Podgórze. De él se conserva únicamente un tramo de muro, alguna de las calles y se ha erigido en la plaza de los héroes del Gueto (Plac Bohaterów Getta) el Memorial de la Plaza de los Héroes del Gueto, unas grandes sillas metálicas que representan las pertenencias robadas a los judíos al llegar al gueto.
El gueto de Cracovia se fundó en 1941 y, a medida que se intensificó la presión nazi de genocidio, empezó a sobrepoblarse y la gente moría de hambre o enfermedades, cuando no eran directamente asesinados en la misma calles.
La farmacia el Aguila
Sin embargo, como particularidad, en el guetto de Cracovia se permitía que los comercios siguieran trabajando. Es el caso de Tadeusz Pankiewicz, propietario de la Farmacia el Aquila (Apteka pod Orlem), que tuvo un papel imprescindible para la inteligencia judía. La farmacia era un valioso punto de reunión, contrabando de comida y medicamentos, y otros objetos de valor.
Tadeusz Pankiewicz ha recibido, por ello, una mención del estado de Israel. En 2004, Roman Polanski y Steven Spielberg, se encargaron de la restauración de la farmacia, que se ha reconvertido en parte del Museo Histórico de la ciudad , en el que se muestra la aniquilación que sufrieron los judíos y el importante papel de la farmacia. El mismo Polanski, quien pudo escapar del guetto siendo niño, le dedicó su Óscar por la película El pianista.
La fábrica de Schindler
Otra laureada película dio fama a esta famosa fábrica, que se encuentra muy cerca del antiguo guetto. La historia de la fábrica de Oscar Schindler -ahora también reconvertida en museo- se recreó en la película La lista de Schindler de Spielberg.
En ella una exposición permanente bajo el nombre "Cracovia bajo la Ocupación Nazi entre 1939 y 1945", con exposiciones, reconstrucciones, imágenes, objetos de ese período y sonidos que hacen simular a los visitantes la experiencia de los polacos durante la invasión nazi.
El barrio judío de Cracovia
El barrio judío de Kazimierz, conformado antes de la II Guerra Mundial por una de las comunidades judías más grandes de Europa, es hoy un encantador barrio bohemio, de calles animadas, peculiares comercios y talleres artesanales, y mucha oferta de restaurantes de cocina hebrea.
Aquí se puede visitar la Vieja Sinagoga -la más antigua de Polonia- o la Sinagoga Remuh -junto al cementerio judío- o las espectaculares iglesias católicas de Santa Catalina o la Roca. Como curiosidad, debes saber que fue el lugar en el que Steven Spielberg rodó La lista de Schindler.
Auschwitz-Birkenau
A unos 60 kilómetros de Cracovia, se encuentran los tristemente famosos campos de concentración de Auschwitz I -el primero que se construyó- y Auschwitz II o Birkenau - construido posteriormente como campo de exterminio-.
Se puede llegar fácilmente en tren o los autobuses que salen desde la estación central de trenes y autobuses Kraków Główny, en un trayecto que dura cerca de una hora y media.
Su vergonzosa transcendencia viene por ser el mayor campo de concentración construido durante el régimen nazi y el de mayor exterminio de la historia, en el que fueron asesiandas más de un millón de personas. Hoy en día, se mentiene en pié como recuerdo para evitar que vuelvan a suceder y a caer en el olvido las atrocidades allí comentidas.
Centro de Cracovia por FotoCavallo | Auschwitz por Gigatel Cyf Ltd. | Fábrica de Schindler por Noa Cafri | Barrio judio de Cracovia por Jakub Hałun
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Bari a bocados
Bari es la cuna de la mejor cocina italiana. La vera (verdadera), sin duda. Te lo dirá cualquier lugareño pero también cualquier norteño, consciente de la excelencia del producto bañado por el Adriático. Si consideras que en Italia se come bien en cualquier lado, espérate a probar bocado en este rincón del Sur y sus aledaños.
Street food, de la focaccia al sgagliozze
La parte vieja de Bari es el mejor escaparate de comida callejera. Empezando por el Mercato del Pesce (Mercado del Pescado) al aire libre, donde los pescadores presentan su género del día. Fresquísimo, limpio y en crudo es como lo adquiere la gente local para comérselo ahí mismo si hace falta. Con una birra Peroni en mano, claro. Se te irán los ojos a los erizos de mar, las sepias y el pulpo que acaban de golpear en los cercanos muelles. Las raciones son importantes para los pocos euros que pagas.
En torno a la basílica de San Nicolás, tómate una focaccia en la histórica panadería Fiore antes de proseguir tu camino entre callejas. Verás la de mujeres de su casa que elaboran y luego secan al fresco los diferentes tipos de pasta hechas a mano. Es un lujo verlas amasar la pasta y darle forma sin descanso.
En la denominada strada della pasta (calle de la pasta) encontrarás a la familia Caputo Rino cocinando a todo el que pasa. Sus miembros son tan auténticos como los platos que elaboran. Te fascinará su naturalidad y te sentarás sin dudarlo a una de sus mesas, siempre que vengas con reserva previa. Si quieres acceder a los recovecos más insólitos, déjate guiar por la gente de Velo Service, que además te puede llevar de un sitio a otro sin apenas cansarte.
Cuando anochece es el turno de los puestos callejeros de sgagliozze (polenta frita), otro bocado icónico de Bari, como lo son los panzerotti o empanadas también fritas rellenas de queso y tomate autóctonos. Y si te va la marcha, trasnocha en los bares y tómate alguno de los cruasanes que sólo sirven de madrugada en la plaza Mercantile antes de coger la cama. Aunque para tentempiés y dulces buenos, los de Martinucci, donde también vale la pena su café.
Disfruta igualmente, junto al castillo normando-suevo, de los helados de Gentile. Efímeros pero buenísimos. En temporada, atrévete con el de zeppole, elaborado a partir de un dulce típico de la Apulia, o bien por el clásico de pistacho y Nutella.
Y no olvides detenerte en los colmados del casco antiguo, donde encontrarás embutidos de la zona. Entra a probarlos, e incluso, tráete alguno de recuerdo.
Cocina de autor de despensa local
La oferta de restaurantes en Bari saca partido del producto local sin excederse en los precios. Convence especialmente el Giampaolo por su derroche de marisco y pescado fresco, pero también por sus pizzas y su repostería casera.
Conviene alejarse de la ciudad para degustar cocinas de autor que agradecerás como contrapunto a las más populares. La más cercana es la de Umami Ristorante, ubicado en una masía en plena carretera que te sorprenderá por la rotundidad de sus propuestas. Profusión de producto local en bonitas presentaciones.
La más apartada, y a su vez la más atrevida, es la del Krèsios de Giuseppe Iannotti, con una estrella Michelin. Alucinarás con su menú degustación porque exalta el paisaje y la despensa italiana en un gran repertorio de sensaciones maridado con una excelente bodega. Para disfrutar completamente de la experiencia, quédate a dormir en una de sus habitaciones rodeadas de viñedos.
Cocina nocturna y clandestina
En el único bar clandestino de Bari podrás decantarte tanto por sus cócteles como por su tapeo a base de bocatas y cupcakes salados. La barra está en un local y las mesitas, en el espacio contiguo. Por eso debes consultar con antelación si puedes también comer algo o simplemente conformarte con la copa. El local está en una discreta calle cerca del puerto y su nombre, Speakeasy, se comparte sotto voce, o sea, en voz baja.
Dónde dormir
Hotel Imago. Este hotel boutique de pocas habitaciones está en ese punto intermedio entre el casco antiguo y los barrios más modernos. Apartado lo justo del bullicio, pero en pleno entorno comercial y muy bien comunicado. Habitaciones amplias, mobiliario funcional, desayuno continental y wifi gratuita.
Ahora que ya tienes las claves para comerte a bocados Bari, reserva tu Vueling y disfrútala en primera persona.
Texto y fotos de Belén Parra de Gastronomistas
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Budapest Meca gastrohipster
Dónde se concentran los hipsters: Barrio Judío
Una de las zonas más animadas de Budapest, donde descubrir un local chulo a cada paso, ya sea de corte clásico o hipster. Uno de los restaurantes de cocina tradicional con más encanto es el Spinoza Café, de iluminación íntima e ilustracionesvintage decorando sus paredes. En su carta encontrarás especialidades judías como el hummus (puré de garbanzos condimentado) e imprescindibles húngaros como el goulash, el popular guiso de ternera generalmente acompañado despätzle, un tipo de pasta de forma irregular. Acaba la cena con uno de los licores más típicos del país: pálinka, un aguardiente potente pero digestivo que aquí exhiben en una botella gigante y preciosa sobre la barra.
Si prefieres algo más moderno, aquí no te faltarán opciones. Como Street Food Karaván, una concentración de foodtrucks y puestos callejeros especializados donde tomar algo informal en sus mesas para compartir al aire libre. Las hamburguesas caseras de Zing Food no decepcionan. Otras opciones bajo techo son Situ (Kazinczy, 32), con un toque afrancesado; Vintage Garden, femenino y romántico; |3| Három – Three (Kazinczy, 3), informal y cool; o Doblo, un simpático bar de vinos.
Acaba la noche tomando copas en uno de sus ruin bars, uno de los conceptos más peculiares de Budapest. Son edificios abandonados que han sido recuperados por gente joven para montar bares con un punto underground y mucha imaginación: donde no llega el dinero, llega la creatividad. El ruin bar más famoso: Szimpla Kert, ambientadísimo y divertido.
Dónde comer en Buda: Baltazár Grill
Aunque Pest sea más dinámica, no puedes dejar la ciudad sin visitar la zona del Castillo Buda, que ofrece vistas excepcionales. Aquí te recomendamos probar el Baltazár Grill, un bistrot hipster presidido por una pintura de Basquiat, con platos húngaros actualizados (muy bueno su pollo con paprika y la sopa goulash) y excelentes hamburguesas hechas en horno Josper. Al otro lado del restaurante tienen un acogedor wine bar, en el que probar excelentes vinos húngaros.
Dónde va la gente guapa: Menza
Es el restaurante de moda ahora mismo. Mezcla estética retro y futurista para proponer una carta ecléctica, contemporánea e internacional donde caben la pasta, los sándwiches, diversas opciones de carne e incluso alguna de pescado (debes saber que Budapest es una ciudad principalmente carnívora).
Dónde disfrutar de bistrots con encanto
La fórmula bistrot está de moda en la capital húngara. Después de Costes y Onyx, el tercer restaurante en obtener una estrella Michelin fue el bistrot Borkonyha, de ambiente relajado pero cocina impecable. Al lado del precioso Mercado Central -de visita imprescindible- encontrarás el estupendo Borbíróság con una moderna cocina de mercado y más de cien vinos húngaros de calidad por copas. Recomendables su pato con ragout de cerezas y patatas con queso cheddar y su ternera con foie gras con ratatouille y patatas rustidas. Otros bistrots que te gustarán: Terminál, ubicado en una antigua estación de autobuses y Zona (de hermoso interiorismo y toques internacionales en sus platos húngaros.
Dónde merendar: cafés con solera
La tradición se impone en una de las ciudades con mayor saber hacer pastelero. No abandones la ciudad sin merendar en el portentoso New York Café, un palacete neobarroco del siglo XIX que te hará difícil dejar de disparar la cámara... hasta que pruebes uno de sus magníficos dulces, claro. Clásica pero más sobria es una de las pastelerías con más fama de la ciudad: Gerbeaud donde deberías probar una de las especialidades locales que aquí hacen excepcionalmente bien: la tarta dobos, elaborada con finas capas de bizcocho, crema de chocolate y con una cobertura final de caramelo.
Dónde dormir: Eurostars Budapest Center
La cadena española cuenta con un cuatro estrellas de situación inmejorable, justo al lado del barrio judío y a dos pasos del Danubio. Emplazado en un edificio de la era comunista, las habitaciones son espaciosas, luminosas, funcionales y elegantes y a precio razonable. El desayuno -buffet libre- es abundante y variado, las zonas comunes, confortables... pero lo mejor es el servicio: son atentos, si necesitas alguna reserva, la hacen por ti, y ¡hablan español!
Texto y fotos: Isabel Loscertales (Gastronomistas)
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