A 30.000 pies por viajeros para viajeros

Resultados

78 horas degustando Lanzarote

Por Isabel Loscertales de gastronomistas

¿Nostalgia por el fin del verano? A escasas tres horas de vuelo desde Barcelona, Lanzarote se presenta como una solución cercana y accesible para volver a disfrutar de buen tiempo durante un fin de semana largo. Aunque no debería ser la primera razón para tu visita. La singular belleza de su paisaje volcánico, el arte de César Manrique y la gastronomía de la isla te fascinarán más que su clima. Y al ser de dimensiones tan reducidas (unos 60 kilómetros de largo por unos 20 de ancho), pocos días bastan para quedarte con buen sabor de boca y romper con la rutina. Te sugerimos una ruta idónea para visitarla en tres días:

DÍA 1. CENTRO DE LANZAROTE

Entre las muchas opciones que tienes para hospedarte en la isla, la turística Costa Teguise concentra un sinfín de hoteles. Uno económico y familiar es el Barceló Lanzarote Resort (Av. del Mar, 5. Tel. 928 591 329. www.barcelo.com). En pleno proceso de renovación, cuenta con habitaciones amplias y confortables, tres piscinas para adultos y dos para niños, muchas actividades infantiles, instalaciones deportivas (rocódromo, mini-golf, pista de tenis...), centro wellness, desayuno buffet, y -entre toda su oferta gastronómica- un restaurante con pasta casera y una cuidada selección de vinos, el Mediterráneo.

Ya aposentados y relajados, un buen plan podría ser ir a explorar la zona de La Geria, por donde se extiende el peculiar paisaje de los viñedos lanzaroteños. Al tener suelo volcánico y fuertes vientos, las cepas se plantan en hoyos parapetados por muros circulares de piedra que las protegen. Cultivo de enarenado, se llama. La panorámica de esas extensiones de vides con esos tabiques perfectamente ordenados y las peladas montañas al fondo es única en todo el mundo y vale mucho la pena disfrutarla. Mejor aún si es con una copa de vino en la mano. El bueno aquí es el blanco y, más específicamente, el de malvasía volcánica, la variedad estrella en la isla. En cuanto lo pruebes, no beberás otra cosa. Para conocer más, puedes visitar alguna bodega como El Grifo (Teguise-Uga, LZ-30, km. 11. San Bartolomé. Tel. 928 524 036. www.elgrifo.com). Luego, se puede visitar el Monumento al Campesino y la Fundación César Manrique, muy cerca.

En la zona central de la isla y en la costa sur se ubica la capital, Arrecife. Su zona más encantadora, que por cierto está bastante de moda y cuenta con mucho ambiente, es el Charco de San Ginés. Tras un paseo, podéis cenar en un restaurante recién abierto, con un rollete 'cool' y bonitas vistas a la laguna: Naia. Tras los fogones está el chef mitad vasco mitad canario Mikel Otaegui, que ofrece una cocina mediterránea y actual con toques divertidos, como el foie micuit a modo de crema catalana o el arroz meloso de chipirones. Av. César Manrique, 33. Tel. 928 805 797. www.restaurantenaialanzarote.com).

DÍA 2: SUR DE LANZAROTE

El Parque Nacional de Timanfaya es una de las joyas imprescindibles de la isla. Justo a la entrada se encuentra la turística opción de dar un paseo en dromedario, que podéis hacer... o no. Lo verdaderamente espectacular es realizar el recorrido en autobús por el centro del parque, de un paisaje lunar sobrecogedor: un terreno desértico plagado de volcanes, rastros de lava, tonalidades ocres, rojizas y naranjas con el mar azul al fondo, que casi te hacen entender como sería la vida en otro planeta. Acabado el recorrido podéis tomar algo en el peculiar restaurante El Diablo, diseñado por César Manrique (el artista omnipresente que ha intervenido muchos puntos de la isla) y con mirador al parque. Acercaros a la parrilla gigante donde hacen la carne: ¡la cocinan directamente con el calor geotérmico de la tierra, a 600 grados!

Muy cerca, el pueblecito costero de El Golfo ofrece diversas opciones de cocina marinera autóctona. Entre ellos, el restaurante Bogavante (Av. Marítima, 39. El Golfo. Tel. 928 173 505), con una terraza a muy poca distancia del mar. Es el momento de probar los diferentes pescados y mariscos de Lanzarote. Con el sabor intenso y tosco que les otorga el Atlántico, bocinegro, cabrilla, bocinegro, salmonete, lapas, puntillas, cherne (mero)... se cocinan de forma sencilla, a la parrilla, y acompañados de las imprescindible papas arrugás con su mojo picón (el verde, más cítrico, y el rojo, ligeramente picante). Otros productos lanzaroteños en la carta: el queso, también servido frito con dulce de higo, y el gofio escaldado (el gofio es una harina de cereales tostados que se amasa con agua y sal que viene a sustituir el pan en algunos casos y, en otros, sirve para preparar diversos postres). Para acabar, hay que probar el bienmesabe, un dulce -muy dulce- típico de la zona, elaborado con almendras, miel, yema de huevo y azúcar.

Por la tarde, podéis visitar la Laguna Verde o de los Clicos y los Hervideros, con el curioso desgaste que el mar ha originado en las rocas volcánicas. Más abajo, las Playas de Papagayo, situadas en un parque natural (por lo que hay que pagar unos 3 € para dejar el coche) y con paradisíacas calas para relajarte tomando el sol.

Y para que sea un día redondo, nada como reservar en el restaurante La Tegala, en el pueblo de Mácher, encima de Puerto del Carmen. Un lugar muy especial y romántico recomendado en la Guía Michelin y que combina magníficamente tradición y modernidad en la arquitectura y en el plato. Situado en una pequeña atalaya, surge de la unión entre una casa típica campesina y un anexo vanguardista a base de grandes cristaleras. La cocina de autor del chef Germán Blanco utiliza cada vez más ingredientes locales -ecológicos en la medida de lo posible- para darles un giro contemporáneo y divertido, sin perder de vista el sabor. Mejor descubrirla a través de la experiencia del menú Estela, que cambia varias veces al año y que cuesta unos más que razonables 42 €.

DÍA 3: NORTE DE LANZAROTE

De camino hacia el norte, es recomendable una parada en el pintoresco pueblo de Teguise. Si vais en domingo, celebran un mercado muy popular con un pequeño apartado gastronómico donde comprar algún queso, mojo picón artesano, vino... A pocos kilómetros, la Playa de Famara, con un impresionante acantilado y favorita de los surfers (aquí el viento sopla a lo grande) y, luego, el pueblo de Haría y su valle de las mil palmeras.

Otro de los grandes 'hits' de Lanzarote es el Mirador del Río, un proyecto de César Manrique enclavado -y perfectamente integrado- en la cima del Risco de Famara, con impresionantes vistas de sus laderas volcánicas y del archipiélago Chinijo, con la isla Graciosa a la cabeza. Se puede tomar algo en la bonita cafetería-restaurante, con amplios ventanales para disfrutar mientras de la panorámica. Después, toca visitar la Cueva de los Verdes, en un tubo volcánico que se prolonga bajo el mar. Y a continuación, otra de las grandes obras del artista lanzaroteño César Manrique, el precioso conjunto de Jameos del Agua, un tubo volcánico abierto que acoge un lago natural. Observad atentamente los pequeños cangrejos albinos que habitan en él, se trata de una especie endémica llamada jameítos. También cuenta con cafetería-restaurante.

Podéis comer en el pueblo costero de Arrieta para continuar degustando las delicias marinas de la isla. Si buscáis algo económico, el chiringuito La Casa de la Playa, en la playa La Garita ofrece mariscos y pescados a un precio medio de 15-20 € (Tel. 928 173 339). Y si os queda tiempo, no dudéis en contratar una excursión a la isla Graciosa para visitar alguna de sus playas desiertas. Normalmente salen barcos desde el municipio de Órzola. La pequeña isla sólo tiene un par de municipios y cero asfalto, por lo que los amantes de la naturaleza más virgen la van a disfrutar, y mucho, a ritmo de pedales.

Nosotros nos apuntamos, si quieres venirte consulta nuestros vuelos aquí.

+ info

Top 10 pabellones de la Expo Milán 2015

La Expo 2015 en Milán abrió sus puertas el pasado mes de mayo a los visitantes tras más de siete años de preparativos. Se trata de uno de los eventos internacionales más antiguos, con una tradición de más de 160 años. El lema de la Expo para esta edición es “Alimentar el Planeta, energía para la vida", abarcando ámbitos como la tecnología, la innovación, la cultura, las tradiciones y la creatividad, relacionándolos con la alimentación y la dieta. Tras unos días de visita por el inmenso recinto expositivo os hemos preparado una selección con los 10 mejores pabellones. No ha sido tarea fácil, ya que este año participan más de 145 países. 

10. Pabellón de México

El pabellón mexicano, diseñado por la oficina Loguer Design cuenta conuna estructura exterior que usa la hoja de maíz como inspiración principal, mientras que el diseño interior hace referencia al sistema de manejo integral de la Cuenca de México durante el imperio hidráulico-agrícola del rey Nezahualcóyotl, un verdadero logro en sostenibilidad al aprovechar óptimamente el entorno natural sin degradarlo.

9. Pabellón de España

Fue diseñado por el estudio b720 Fermín Vázquez Arquitectos. En un evento como este, que promueve una alimentación saludable, la dieta mediterránea ocupa un lugar central. El pabellón español fusiona la estructura de un invernadero con la de un granero tradicional. En éste se mostrarán diversos productos de la gastronomía regional, así como sus procesos de producción y cultivo de alimentos.

8. Pabellón de Italia

El Pabellón de Italia, diseñado por el estudio Nemesi & Partners Srl, Proger SpA y BMS Progetti Srl, está conectado con los espacios de exhibición, el auditorio y los salones de conferencias. Vale mucho la pena dejarse caer por esta construcción cuyos ejes se fusionan con la propia estructura. También se trata de una arquitectura sostenible, que apuesta por los paseos evocadores y el uso de nuevas tecnologías.

7. Pabellón de China

El Pabellón ondulante de China fue creado en colaboración con la Academia de la Universidad Tsinghua de Arte y Diseño y el estudio de arquitectos de Nueva York StudioLink-Arc. Se titula "La Tierra de la Esperanza. Comida para la Vida" y muestra el progreso de esa inmensa nación en la agricultura y el suministro de comida. Nos encantó el campo interior a base de lámparas LED. Éste simula un cultivo de acuerdo con el calendario lunisolar chino.

6. Pabellón de Austria

Es en realidad un bosque exuberante, al aire libre, dando a los visitantes la oportunidad de deambular por él y poder respirar aire fresco. Su generosa vegetación crea su propio microclima y aunque no está cubierto, la sombra de la arboleda proporciona a la construcción una temperatura que es siempre cinco grados menor que la temperatura del exterior. Cada hora el bosque produce suficiente oxígeno para 1.800 visitantes.

5. Pabellón de Ecuador

Se trata de uno de los proyectos de mayor aceptación por parte de crítica y público. Es obra del estudio español Zorrozúa y Asociados.En la fachada del pabellón de Ecuador queda plasmado su ideario “Viaje al centro de la vida", a la perfección, pero también otros como el de las oportunidades que se abren para el sector de la agricultura en los ámbitos del desarrollo sostenible, el bienestar común y la lucha contra el hambre, así como el de la alimentación de las culturas del mundo y los grupos étnicos. Destacan las cortinas que cubren todo el edificio a cargo de KriskaDECOR. Se trata de una innovación, puesto que es la primera vez que se recubre completamente toda la superficie de un pabellón con cortinas.

4. Pabellón de Alemania

A este pabellón se le conoce como "El Campo de Ideas" –más alemán imposible, ¿verdad?-.El uso de la arquitectura aquí, sirve para reflejar los paisajes naturales y ricos de Alemania, y para ello se sirven de curvas ondulantes, un gran toldo verde y enormes árboles solares, que producen energía a través de tecnología fotovoltaica orgánica. Seguimos una ruta a través de las "raíces de la nutrición" - agua, suelo, clima y biodiversidad - antes de llegar al "Jardín de las Ideas". El pabellón está lleno de lugares privados para relajarse y disfrutar de los paisajes y de música en vivo, sesiones de DJ y otros espectáculos.

3. Pabellón de Brasil

Aquí se combina la arquitectura y la escenografía con el fin de proporcionar a los visitantes una experiencia que transmita valores brasileños. Fue genial la idea de la red flexible, suave y descentralizada, la cual está presente en toda la construcción y que, según sus autores, representa el pluralismo del país. En medio de más de 130 construcciones, el Pabellón de Brasil es una buena excusa para hacer una pausa, -nosotros la hicimos – con la intención de crear una plaza pública que atraiga a las personas.

2. Pabellón de Emiratos Árabes Unidos

Diseñado por el estudio de arquitectura icónica Foster + Partners, cuenta también con paredes onduladas de gran altura, que reflejan los paisajes del desierto de los EAU. Esta estructura logra que la temperatura sea fría, ya que con, ni más ni menos, que 12 metros de altura se consigue una gran protección contra el sol, creando además caminos sombreados para los visitantes. El recorrido a través de estas vías nos condujo a los espacios de exposición al aire libre, y finalizó en un impresionante auditorio de oro

1. Pabellón de Reino Unido

El destacado Pabellón del Reino Unido para nosotros es el más espectacular de todo el recinto, por su originalidad y por su plasmación en el plano real. Ha sido diseñado por el artista británico Wolfgang Buttress, llama la atención por su parecido con un panal de abejas. Los visitantes del pabellón del Reino Unido siguen el camino de una abeja, girando a través de un campo de flores y hasta el corazón de la estructura de la colmena. Cuenta con sonidos de audio y señales visuales que están vinculados en tiempo real a una colmena real que se encuentra en el Reino Unido. Sonidos de audio de la llamada la reina de las abejas pueden ser escuchados en toda la exposición y las luces LED iluminan cuando aumenta la actividad de las abejas.

¿A qué esperas para venir a Milán? No hay nada mejor que una exposición universal para conocer el presente y futuro de buena parte de las naciones del mundo. ¡Vamos! Consulta nuestros vuelos aquí.

 

Texto de ISABELYLUIS Comunicación

Imágenes de Expo Milano 2015

+ info

Fiordos del oeste la Islandia más remota y auténtica

Luces bajas, melancólicos atardeceres, fiordos sin fin, pueblos pesqueros a los que sólo se llega por carreteras sin asfaltar, pozas termales con vistas al océano y, sobre todo, tranquilidad. Mucha tranquilidad. Todo ello es lo que ofrece al viajero la región de los Fiordos del Oeste, la más solitaria y virgen de Islandia. Pasar unos días explorando sus apartados confines es lo más parecido a lo que hasta hace muy poco fue viajar por la hoy popularísima Ring Road. Os recomendamos cómo llegar hasta este remoto y cautivador paraíso y, una vez allí, qué ir a visitar.

1. Ísafjördur, antigua capital de la pesca

Aunque es el asentamiento más grande de los Fiordos del Oeste, en Ísafjördursólo viven 2.600 personas. Sin embargo, en estas latitudes un censo de este calibre se interpreta como una auténtica aglomeración humana.

En el acogedor centro histórico de la población, que conserva un buen número de casas de madera del siglo XVIII, se disfruta de un animado y sorprendente ambiente. Encontraremos buenos restaurantes –el marisco y los productos del mar son la especialidad local– y agradables cafés que, con la calefacción siempre al máximo, invitan a guarecerse de las habituales inclemencias del tiempo. Resulta interesante el Museo Marítimo de los Fiordos del Oeste, lleno de reliquias de la época de los balleneros. Es de gran ayuda para comprender el origen y la era dorada de este aislado puerto.

Por tierra, mar y aire:los vuelos diarios desde Reikiavik convierten a Ísafjördur en la puerta de entrada más rápida y cómoda a los Westfjörds. También es el puerto de partida de los barcos con destino a la Reserva Natural de Hornstradir.

2. Snaefellsness y el viaje al centro de la tierra

Si preferimos aventurarnos por tierra desde Reikiavik, de camino al lejano norte merece la pena desviarse ligeramente para explorar la península de Snaefellsness. La panorámica carretera circunvala todo el perímetro de la península, que luce coronada por el espectacular volcán cubierto de glaciares que inspiró a Julio Verne para su novela Viaje al centro de la tierra.

Aunque suele soplar un fuerte viento, el trayecto está repleto de paisajes sobrecogedores, profundos acantilados, ríos de lava y playas de arena de color melocotón. Una excursión a pie muy recomendable –si el viento lo permite– es el camino costero que une Arnarstapi y Hellnar, de 5 km en total, a lo largo del cual veremos espectaculares formaciones basálticas, cuevas horadadas por el oleaje y arcos naturales de roca.

3. Frailecillos en los acantilados de Látrabjarg

Es el punto más occidental de Europa –y probablemente también uno de los más ventosos–, pero en los acantilados de Látrabjarg es posible observar muy de cerca a los fotogénicos frailecillos –o puffins–, esas vistosas aves de picos de colores que anidan junto a otras especies en estos inexpugnables precipicios que se alzan más de 400 metros sobre el océano.

Pese a la simpatía que provocan entre los viajeros, conviene tener presente que la población local se alimentó durante décadas de sus huevos y su carne. De hecho, el puffin sigue siendo un plato selecto que se ofrece en algunos restaurantes. La técnica utilizada para cazarlos obliga a descolgarse con cuerdas y redes desde lo alto de los acantilados. Precisamente la pericia y el arrojo de los cazadores de puffins de la región resultaron vitales cuando en 1947 un barco inglés se hundió en estas costas y todos los miembros de la tripulación fueron rescatados e izados uno a uno pared arriba.

Llegar a Látrabjarg implica conducir por un sector de casi 50 km de pistas de tierra (sólo ida). Unos 5 km antes del faro del "finisterre de Europa" encontraremos un área de camping muy básica (hay WC y agua potable, pero no duchas ni agua caliente), apta para tiendas y autocaravanas.

De camino hasta allí pasaremos por Hnjótur, donde hay una cafetería y un interesante museo con artefactos diversos, incluido un avión de la United States Navy.

4. Pozas termales deReykjafjarðarlaug

Las aguas termales siempre son un regalo de la naturaleza, pero en un entorno como los Westfjords se convierten en auténtico maná divino. Una de las mejores piscinas termales, aunque no la única, fue construida por un grupo de voluntarios en 1975 frente al fiordo de Reykjafjörður, a escasos 50 metros de la carretera de tierra que comunica Bíldudalur con Hrafnseyri. El manantial brota unos metros más arriba, a 52ºC, pero la piscina se mantenía a 38º. Y hablamos en pasado porque lamentablemente en 2016 permaneció cerrada. Esperamos que en 2017 vuelva a funcionar.

5. Catarata de Dynjandi

Con 100 metros de caída en forma de hermosa escalinata, Dynjandi –también conocida como Fjallfoss– es sin duda la cascada más espectacular de los Fiordos del Oeste. Se llega a ella por una carretera de montaña sin asfaltar y se ha habilitado una zona de acampada básica apta para tiendas y autocaravanas. Orientada hacia el oeste, la mejor hora para retratarla es al atardecer.

6. Focas y mermeladas en Litlibaer

Unos 70 km al este de Ísafjördur, en dirección a península termal de Reykjanes, hay una colonia de focas visible desde la carretera. Para hacernos una idea del carácter confiado de la población, un granjero local deja allí unos prismáticos para quien las quiera observar con más detalle, además de unos cuantos frascos de mermelada casera y una hucha para que quien desee llevarse un bote le deje los 6 euros que cuesta el tarro.

7. Paseos en kayak

En el siguiente fiordo, llamado Mjóifjörður –es fácil perder la cuenta–, el nuevo trazado de la ruta 61 ahorra al viajero moderno el amplio y obligado rodeo de antaño que iba hasta el fondo del estuario por la vieja carretera de tierra 633. En lo más apartado está Heydalur, una granja de turismo rural con piscinas de aguas termales, donde organizan excursiones en kayak con inicio en la colonia de focas de la boca del fiordo. Durante el trayecto, de 5 horas, a veces se avistan ballenas.

8. Expedición a la Reserva Natural deHornstrandir

Nadie vive allí, sólo los guardas forestales, las aves y los zorros árticos. Se trata del extremo más aislado y virgen del país, al que sólo se puede llegar en barco. Más allá del puerto de Hesteyri –donde se puede dormir en la vieja casa del médico, de sólo 16 plazas, construida en 1901–, no hay ni tiendas, ni restaurantes, ni hoteles. Sólo áreas de acampada básicas. Por tanto, la Reserva Natural de Hornstrandir está reservada a amantes de la fauna y la flora acostumbrados a la vida al aire libre y los caprichos de la climatología ártica. Algunas agencias organizan tours guiados de senderismo de 4 o 5 días.

Texto de Sergio Fernández Tolosa y Amelia Herrero Becker de Con un par de ruedas

Imágenes de Con un par de ruedas

+ info

Harry Potter y Edimburgo

Por Angie de Más Edimburgo

Hablar de Harry Potter y Edimburgo evoca, inevitablemente, la imagen de una joven J.K. Rowling acurrucada en el rincón de una cafetería, volcando en el papel su universo imaginado mientras las horas vuelan y la taza humeante se vacía poco a poco. Aunque es difícil saber hasta qué punto es indiscutible que Rowling se inspiró en los parajes de la capital escocesa para poblar su mundo de personajes y lugares fantásticos, ya que fue en Edimburgo donde las primeras andanzas del mago cobraron forma a principios de los 90 y donde Rowling dio por finalizado el último libro de la saga en 2007. Muchos fans de Harry se desplazan a la ciudad para seguir los primeros pasos de un niño que un buen día recibió una carta que le cambiaría la vida.

Inicios

En 1994, Rowling y su hija pequeña, todavía un bebé, se mudaron a Edimburgo desde Portugal, donde trabajaba como profesora de inglés. Cuando llegó a Escocia, la idea de Harry Potter llevaba años gestándose y Rowling ya había escrito los primeros capítulos del primer libro de la saga, «Harry Potter y la piedra filosofal».

Cafeterías

Durante el invierno de 1994, Rowling comenzó a frecuentar distintas cafeterías de la ciudad, donde pasaba horas escribiendo en una libreta mientras su hija dormitaba plácidamente a su lado después de pasearla por las calles de Edimburgo.

Al principio, Rowling acudía a una cafetería hoy en día desaparecida, Nicholson’s Café, en Nicholson Street. Cuenta la historia que, por el precio de un café, se le permitía pasar la tarde entera escribiendo en el establecimiento. Hoy otra cafetería, Spoon, ocupa su lugar.

The Elephant House, en George IV Bridge, es la cafetería que más estrechamente se relaciona con Rowling. Aunque en una inscripción y un dibujo en su cristalera The Elephant House presume de ser “el lugar de nacimiento de Harry Potter”, lo cierto es que no abrió hasta 1995, y por aquel entonces el primer libro de la saga ya avanzaba con fluidez. Pero es verdad que la autora escribió muchas tardes en una mesa del fondo de la cafetería, junto a la ventana, cuyas espléndidas vistas sobre el castillo y el cementerio de Greyfriars se cuenta que le sirvieron de inspiración para construir su historia. A lo largo de los años, los seguidores de la saga han llenado las paredes de los baños de The Elephant House de inscripciones:

Rowling siguió visitando los cafés de la ciudad hasta mucho después de que sus libros se convirtieran en un éxito de ventas, pero mientras escribía el cuarto volumen, «Harry Potter y el cáliz de fuego», su fama cada vez mayor la obligó a abandonar esta práctica.

Greyfriars Graveyard

Cuenta la historia que el cementerio de Greyfriars, uno de los más conocidos de Edimburgo por las supuestas apariciones de algún que otro habitante del más allá y por la leyenda del perrito Bobby, inspiró la mítica y lúgubre escena del cementerio de «Harry Potter y el cáliz de fuego», en la que Voldemort retoma su forma física y se bate en duelo con Harry.

En este cementerio podrás visitar dos puntos interesantes. El primero es la tumba de William McGonagall, un autor galardonado con el título de peor poeta de la historia del Reino Unido. Se rumorea que de aquí proviene el nombre de la profesora Minerva McGonagall, ya que la misma Rowling comentó que le parecía curioso el contraste entre este poeta de poca monta y una mujer brillante como la profesora. En el segundo punto, una lápida recuerda a un padre y un hijo llamados Thomas Riddell. En los libros ingleses, el nombre real de Voldemort es Tom Marvolo Riddle y, aunque escrito de distinta forma, el padre y el abuelo de «el que no debe ser nombrado» también compartían el nombre de Tom / Thomas, y Harry visita sus tumbas en las novelas.

George Heriot’s School

Muy cerca del cementerio de Greyfriars se alza la espectacular construcción gótica de George Heriot’s School, cuyo fundador, George Heriot, ideó como una escuela para niños huérfanos donde estos recibían educación gratuita. Hoy en día es una prestigiosa escuela privada, y se dice que Rowling se inspiró en ella para crear la inolvidable Hogwarts. De hecho, los alumnos de George Heriot’s School están divididos en cuatro casas, como los magos de Hogwarts: Lauriston (caracterizada por el color verde), Greyfriars (de color blanco), Raeburn (de color rojo) y Castle (de color azul). ¿Slytherin, Hufflepuff, Gryffindor y Ravenclaw? Durante el curso, cada alumno aspira a conseguir puntos para su casa respectiva, que se consiguen gracias al buen rendimiento académico, entre otras cosas. Habitualmente no es posible acceder a la escuela, pero en ocasiones abre sus puertas en días señalados como el Open Doors Day.

Hotel Balmoral

Mientras que los primeros libros de Harry Potter nacieron en cafeterías humildes, Rowling escribió las últimas líneas de la novela que cierra la saga en una habitación del lujoso hotel Balmoral, uno de los más prestigiosos y caros de la ciudad. La autora se hospedaba en la suite 552 mientras terminaba la obra y, en cuanto la concluyó, dejó escritas las siguientes palabras en un busto de mármol: «El 11 de enero de 2007, J.K. Rowling acabó de escribir ‘Harry Potter y las reliquias de la muerte’ en esta habitación».

Otros lugares

Existen otros muchos puntos de la ciudad relacionados de alguna manera con la autora de la saga. Por ejemplo, justo antes de la publicación de «Harry Potter y el misterio del príncipe», se convocó un sorteo y los 70 niños que resultaron ganadores pudieron disfrutar de un fin de semana en el castillo de Edimburgo, que se vistió de Hogwarts para la ocasión. Rowling se reunió con los niños, que llegaron al castillo en carruaje, y respondió a sus preguntas, les regaló ejemplares firmados del nuevo libro y les invitó a distintos actos y banquetes.

Además, se cree que Rowling inspiró el bullicioso Callejón Diagon, donde los magos acuden a aprovisionarse de todo el material necesario, en una conocida y pintoresca calle de Edimburgo, Victoria Street, que también está repleta de tiendas, como un establecimiento de productos de broma al más puro estilo de los gemelos Weasley.

También se dice que J.K. Rowling basó el Sombrero Seleccionador, un sombrero de miles de años de antigüedad que los jóvenes magos se ponen a su llegada a Hogwarts para que les asigne una casa, en una tradición que tiene lugar en la ceremonia de graduación de la University of Edinburg, en la que los estudiantes suben uno a uno al escenario para que el vicerrector les dé un golpecito en la cabeza con un sombrero histórico.

En un rincón de las Edinburgh City Chambers, en la Royal Mile, se inmortalizan las manos de personalidades relevantes para la ciudad, y J.K. Rowling fue la segunda en recibir este honor, después del escritor Ian Rankin. Hoy en día, Rowling sigue residiendo en Edimburgo la mayor parte del tiempo, así que, si eres seguidor de la saga, ten los ojos bien abiertos, porque de vez en cuando se deja ver por la ciudad.

Si paseas un sábado cualquiera por el parque de los Meadows, encontrarás partidos de fútbol, de rugby… ¡Y entrenos de quidditch! Aunque comenzó siendo un deporte ficticio, pronto se llevó a la práctica y desde hace años muchas universidades americanas y británicas tienen su propio equipo. Una de las características es que se juega sobre una escoba, aunque, a diferencia de los libros, no es voladora.

Tours

La mayoría de tours de Edimburgo mencionan los libros de Harry Potter en algún punto del recorrido, y también existe un tour especializado en el mago, el Potter Trail, que, a pesar de ser una ruta agradable que te proporcionará información y te llevará a los sitios mencionados anteriormente, no da acceso a ningún edificio privado ni tiene un gran valor añadido con respecto a un paseo que tú mismo puedas diseñar a tu medida por el centro (consulta el mapa para más información).

Imagen de Eiscir

Por Angie de Más Edimburgo

Te han entrado ganas de ir a Edimburgo? Consulta aquí nuestros vuelos!

+ info