The Wild West el epicentro trendy de Zúrich
¡Bienvenidos a Zúrich West! El distrito creativo, gastronómico y nocturno más trendy de Zúrich. Puede que no lo parezca, ¡pero esto es Zúrich! Olvida todo lo que has aprendido, aquí no hay imagen de postal que valga: ni lago de aguas cristalinas, ni calles pintorescas, ni tiendas de lujo; sólo ladrillo, hormigón y grúas cercadas por vallas de construcción. ¿Dónde está el truco? Pues que éste es el anti-Zúrich: más informal, más urbano, y más cosmopolita.
Y es que la todopoderosa Zúrich vive una transformación radical, y su buque-insignia no es otro que Zúrich West, el antiguo distrito industrial que, en menos de dos décadas, se ha convertido en el motor de la modernización suiza, insuflando tendencias a la altura de Berlín, Londres y Nueva York.
Érase una vez un barrio industrial…
Situado a lo largo del Hardbrücke, en la parte más oeste de la ciudad, el también llamado Kreis 5 o Industriequartier emergió como zona industrial en el siglo XX. Hacia finales de los años 80, una actividad industrial agonizante dio paso a la decadencia de la zona. Almacenes, fábricas y talleres abandonados pronto fueron recuperados por artistas y diseñadores de la escena underground, abriendo espacios artísticos alternativos, y organizando fiestas ilegales célebres en media Europa.
Pero el verdadero cambio llegó con el nuevo milenio, y el Kreis 5 -Kreis significa distrito en alemán- embarcó en un proceso frenético de mutación que todavía no ha desfallecido. Hoy, allí dónde se producían barcos, jabones y turbinas, las máquinas han parado dando paso al arte, el diseño, la gastronomía, y la música. Pero también a negocios, pisos y hoteles. De la era industrial es testigo la abrumadora escala de las calles, las monumentales estructuras de las fábricas y las colosales vías del tren.
Con un eclecticismo que mezcla sin complejos pasado y futuro, edificios de ladrillo con rascacielos de acero y cristal, y un paisaje urbano en constante redefinición, Zúrich West tiene una personalidad magnética que atrae a suizos y extranjeros por igual, haciendo de ella un caldo de cultivo multicultural en plena ebullición. Seducidos por su ambiente alternativo y su imponente topografía, ¡empezamos la jornada!
Im Viadukt: Shop till you Drop!
Tiendas chic de diseñadores locales, estudios de arquitectura, cafés y puestos de comida orgánica se suceden en Im Viadukt, un vibrante paraíso de las compras construido bajo los arcos del antiguo viaducto del tren. Aquí hay de todo: desde flores hasta timbres para la bici. Eso sí, no esperes encontrar ningún chollo; el concepto ‘barato’ no existe en el léxico suizo.
Si tienes hambre, el Markthalle ofrece productos de kilómetro 0, y su restaurante menús frescos de mediodía a precios ajustados. Los domingos están dedicados a los brunchs; reserva antes o no encontrarás ni un hueco. Por la noche el bullicio no decrece, y los bares se llenan hasta la bandera con jóvenes que beben Prosecco en el Ambrosi a la espera de que empiece algún concierto en el BOGEN F.
Alrededor del Frau Gerolds Garten
Un caótico entramado de jardines, tiendas de diseño y clubs de baile se codean en Geroldstrasse. En el centro, un montón de contenedores de transporte apilados recuerdan un lego a gran escala abandonado a su suerte; es el Frau Gerolds Garten, un oasis urbano con sabor a Do It Yourself y hub hipster por antonomasia. Los sábados de verano se monta un mercado al aire libre, y en invierno se ofrece fondue para combatir el frío. A mediodía se llena de gente tomando café entre grafitis y plantas, y por la noche, el público nocturno se toma ‘la primera’ antes de atacar los clubs vecinos. No te pierdas la panorámica desde las terrazas superiores, los trenes pasan a ras y si tienes suerte puedes ver los Alpes en la distancia.
A sólo unos metros se alzan dos instituciones del clubbing alternativo. El archiconocido Hive es un templo de la música electrónica, mientras que el veterano Supermarket atrae a jóvenes que bailan house y techno hasta el amanecer. Y es que cuando se trata de clubs, Zúrich es la reina, y el distrito oeste el campamento base de la escena electrónica y experimental.
Antes de abandonar la zona nos vamos de compras. En Bogen 33 y Walter puedes comprar muebles vintage. Y en una torre de 25 metros hecha de 17 contenedores de mercancías apilados, la marca Suiza Freitag presenta sus conocidas bolsas recicladas hechas de lonas de camión; un edificio reciclado para un producto reciclado, y es que la Freitag es todo un símbolo del estilo industrial contemporáneo de Zúrich West, y su mejor embajador; las vistas desde la azotea son increíbles, e incluso hay un telescopio para que no se te escape detalle.
Tocando las estrellas en la Prime Tower
126 metros y 36 pisos consagran la Prime Tower como el edificio más alto de Zúrich. Este rascacielos de piel verdosa inaugurado en 2011 sobrevuela la ciudad, y es el nuevo estandarte de la arquitectura moderna y el desarrollo económico de la zona.
En la última planta el restaurante Clouds hace honor a su nombre, y es que desde aquí tocar el cielo parece más cerca; las vistas del lago, el casco antiguo y los Alpes cortan la respiración, así como sus precios. En la planta baja, el Hotel Rivington & Sons nos transporta al Nueva York clandestino de los años 20, cuando la Ley Seca prohibió la venta de alcohol y los bares se camuflaron bajo la piel de tiendas y hoteles; tómate un cóctel a cualquier hora, la oferta es enorme.
Schiffbau y Puls 5: vanguardia y tradición
No muy lejos de allí, los hangares del Schiffbau, dónde en el pasado se construyeron embarcaciones para medio mundo, acogen ahora las propuestas más vanguardistas del famoso teatro Schauspielhaus; los mejores conciertos de jazz de la ciudad en el Moods; y el glamuroso La Salle, que ofrece cocina francesa e italiana en un espacio abierto envuelto por paredes de cristal. Las copas se toman en el popular Nietturm Bar, un impresionante cubo de cristal que corona el edificio con una panorámica espectacular.
Una calle más abajo, los noctámbulos se preparan para encarar la noche. El Exil, ofrece un programa de fiestas y conciertos alternativos que van desde el rock al hip hop, mientras que el Blok Club se entrega a la música electrónica internacional.
A tiro de piedra, se alza Les Halles, un acogedor bistro con toques parisinos. Situado en un antiguo almacén, este popular lugar de encuentro es ruidoso y desaliñado, con artículos de segunda mano y carteles publicitarios vintage. Puedes comprar una de las muchas bicicletas dispersas en su interior mientras pides su especialidad: los Moules-frites (mejillones con patatas fritas).
Modernidad y tradición se mezclan en la antigua fundición de acero, sede del complejo Puls 5, una colosal construcción de 5000 m2 donde restaurantes, tiendas, oficinas, club de fitness y apartamentos envuelven la gran nave de producción. Con vigas de acero, tuberías expuestas y una gran grúa industrial, este espacio alberga eventos de todo tipo, y personifica las alianzas entre pasado y futuro y la fusión de usos que conviven en un mismo lugar. Si pasas por allí, no te pierdas el Restaurant Gnüsserei, en su centro se erige la centenaria cúpula del alto horno.
Löwenbräu: arte contemporáneo en vena
El arte contemporáneo se ha mudado al Kreis 5 y lo ha hecho en la antigua fábrica de cerveza Löwenbräu.Sus paredes de ladrillo rojizo acogen ahora el Löwenbräukunst, un complejo dedicado al arte más actual. Aquí, la Kunsthalle Zürich y el Migros Museum of Contemporary Art, presentan exposiciones de arte emergente de artistas de todo el mundo. El edificio es también sede de galerías internacionales, como la reconocida Hauser & Wirth, y de la mejor librería de arte de la ciudad, la Kunstgriff, donde es obligado perderse entre su extenso catálogo.
Y desde allí, guiados por el colosal Swissmill, un mastodonte de hormigón inaugurado en 2016 que sirve como almacén de grano y es la segunda torre más alta de la ciudad, ponemos punto y final a nuestro tour. Hemos llegado al Río Limmat, ¡y es hora de darse un chapuzón!
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Texto de Núria Gurina i Puig para Los Viajes de ISABELYLUIS
Fotos de Zürich Tourism/Elisabeth Real y Núria Gurina
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10 bocados de Lyon (con permiso de Paul Bocuse)
Por Josep Sucarrats de Gastronomistas
Que en Lyon se comía como en ninguna otra parte era algo sabido desde tiempos inmemoriales. Pero quien lo puso negro sobre blanco fue Curnonsky, afamado crítico gastronómico de la primera mitad del siglo XX que, tras la construcción de la carretera N-25 que unía París con el Mediterráneo, se tomó la molestia de redactar, en 1925, una guía para los viajeros amantes de la buena mesa. En Lyon, Curnonsky descubrió foies, quesos, vinos y dulces, se encandiló con los ‘bouchon’ (versión local de los famosísimos bistrós franceses) y sucumbió a los sabores de la cocina de las mères. Las mères eran esas matronas capaces de cocinar como nadie. Los lioneses encuentran en ellas el alma de su cocina local.
La leyenda culinaria de Lyon ya estaba echada y no había marcha atrás. La confluencia de buen producto y grandes cocineros daba sustancia a esta capitalidad gastronómica mundial. Rebló el clavo un chef de primer orden reconocido en todo el planeta: Paul Bocuse.
Hoy, las trazas de Paul Bocuse, su semblante imponente, su infinito gorro blanco y su mirada cargada de autoridad aparecen en muchos rincones de Lyon. En alguno de sus cuatro restaurantes, en las fotos de los puestos de Les Halles donde se abastece —¿hemos dicho Les Halles? Completemos bien el nombre: desde hace un par de meses se llaman Les Halles Paul Bocuse— o en los sueños de cualquier lionés que todavía no haya estado en su mítico L’Auberge de Pont de Collognes.
Hemos pensado que si visitáis Lyon os toparéis con Bocuse fácilmente. Por ello, y con su permiso, no os llevaremos a ninguno de sus establecimientos. Nos hemos entretenido en buscar otros 10 atractivos gastronómicos de la ciudad —si hablamos del comer y beber, resulta fácil— cual Curnonskys del siglo XXI. Nosotros, eso sí, no hemos necesitado la N-25 para llegar allí. Nos ha bastado salir con Vueling desde Barcelona para plantarnos en Lyon en menos de una hora y media. Pronto, del 6 al 9 de diciembre, la capital de Rhone-Alpes celebra su famosa fiesta de las luces, en la que sus monumentos se iluminan con curiosas performances artísticas. Un pretexto para visitarla y sentarse a comer bien.
1-Un ‘bouchon’ de verdad: el Café des Fédérations
No hemos comido en todos los ‘bouchon’ lioneses, ni mucho menos, pero en este sí y ya estamos convencidos de que es uno de los mejores y más auténticos de la ciudad. Os recomendamos que lo visitéis con hambre: la cocina tradicional lionesa es contundente. De aperitivo, chicharrones. De primero, huevo poché con salsa al vino y chicharrones o escarola frisé con chicharrones (¡cuánto chicharrón!). Lentejas: “no son caviar, pero bueno”, nos advirtieron (llevaban una salsa de mostaza estaban buenísimas). Decidido: si las lentejas son buenas, el caviar no es para tanto. Pollo al vinagre o soufflé de lucio. Quesos. Dulces. Un ágape como este es un estupendo catálogo de cocina 100% lionesa, muy bien elaborada y con un par de atractivos más. El principal, Yves, el propietario, el hostalero que te espera en su casa, que te atiende, que te agasaja, que es simpático, que le sentarías en tu mesa. Y el segundo: los precios (15 € el menú de mediodía, 25 € el de la noche). Café des Fédérations. 8, 9, 10 rue Major Martin. Tel. 00 33 4 78 28 26 00.
2-Un monumento gastronómico: la pularda démi-deuil
El precio no será su máximo atractivo (les hablamos de un restaurante con dos estrellas Michelin), pero, si se puede, toca darse este capricho. ¡Que no hablamos de cualquier plato! La pularda demi-deuil es algo así como una orgía de lo mejor. Imaginen esa ave criada en las mejores granjas de alrededor de Bresse, al aire libre, bien alimentada, carnosa y de textura melosa contagiada por el sabor y el aroma de la trufa auténtica. Sí, porque la receta consiste en rellenar con láminas de trufa el espacio entre la piel y la carne de la pularda. Hay que ser goloso, pero ¡benditos golosos! La pularda demi-deuil (que significa algo así como ‘de medio duelo’) hizo famosa a la primera cocinera del mundo en conseguir tres estrellas Michelin. Sucedió a los años 30 del siglo pasado y ella era Eugénie Brazier. Lo de Eugénie —huérfana de madre, analfabeta, campesina— sí era carácter. Todavía tiemblan las paredes de Lyon cuando la pularda no sale perfecta del horno. En su restaurante de leyenda, La Mère Brazier, se forjó Paul Bocuse. Hoy, el chef propietario es Mathieu Viannay, quien, junto con sus nuevas creaciones, mantiene varios platos de su ilustre predecesora. Jamás se le ocurriría eliminar la pularda demi-deuil que tantas celebridades ha acercado a Lyon.
La Mère Brazier. 12 rue Royale. Tel. 00 33 4 78 23 17 20
3-Comer en tres declinaciones y mirando a Japón: Do-Mo
La gastronomía tradicional de Lyon, popular o burguesa, es tan archifamosa en el mundo entero, tan legendaria y, a la par, tan soberbia que, claro, cuesta escaparse de ella. Pero un pequeño paseo por las calles más céntricas de la ciudad revelará, por poco que se preste atención, que la cocina nipona está calando. Que algo le verán los lioneses, porque de restaurantes japoneses hay, y unos cuantos. Os proponemos uno que resulta especialmente singular. En Do-Mo los mismos productos se ofrecen en tres declinaciones: francesa, francojaponesa o japonesa. Así, por ejemplo, el buey se puede escoger asado al estilo francés, con un punto de wasabi que le da el toque fusión o en un tataki totalmente japonés. Y del mismo modo con las tres versiones de los rollitos de primavera, o con la dorada, o con el chocolate, por citar más ejemplos. El Do-Mo ocupa un local modernísimo en el nuevo barrio que se ha alzado a orillas del Saona. De día, las vistas son de postal. De noche, se llena de gente guapa. Cuando hace buen tiempo, es denunciable renunciar a su terraza. Y la visita nocturna debe acabar en su lounge fashion de al lado. Carta aparte, disponen de dos menús —49,50 € y 39,50 €. Tienen incluso un menú infantil que ni se llama así, ni consiste en macarrones, carne rebozada y patatas fritas. Es el menú Jeune Gastronome y contiene un plato de la carta declinada y un postre por 12 €.
Do-Mo. 45, quai Rambaud. Tel. 00 33 4 37 23 09 23
4-Queseros: ¡a por el Saint-marcellin!
Varios colmados de la Presq’île —esto es la Península, que es como se conoce la parte de Lyon comprendida entre los ríos Saona y Ródano— y numerosos puestos de Les Halles atestiguan, por si algún despistado lo había dudado, que los lioneses también se pirran por el queso. El más típico de la zona es el Saint-marcellin, un queso de pasta blanda y corteza fermentada que se elabora con leche de vaca. Este queso y muchos más podéis encontrarlos en la Mère Richard, famosa quesería de Les Halles cuya propietaria, expertísima a la hora de recomendar quesos a los clientes y exigente a la hora de seleccionar sus proveedores, puede hacer gala de un carácter tan temperamental como el de madamme Brazier. Parece ser que las mujeres lionesas tienen tanto nervio como sus quesos: nos gusta. Su nervio y, todavía más, sus quesos.
Mère Richard. Les Halles Paul Bocuse. Tel. 00 33 4 78 62 30 78
5-Descanso ‘cool’: a dormir y a desayunar en Mama Shelter
Hay que descansar. Lyon es una ciudad de negocios repleta de hoteles confortables, no cuesta encontrar donde alojarse. Pero si se acierta con un alojamiento singular, mejor. Si os gusta sentiros un poco ‘cool’, no lo dudéis. Mama Shelter es el hotel que buscáis. El personal es jovencísimo y simpatiquísimo. En cada habitación hay una pantalla de Mac con un mensaje personalizado de bienvenida. La clientela es “buenrollera” y aprovechan tanto las sesiones de DJ nocturnas como los copiosos, pero sanos, desayunos matinales. El comedor del Mama Shelter, a pesar de sus colores abigarrados y su estética hypster (que no nos disgusta), transmite un ambiente zen que contribuirá a relajar vuestro estómago con vistas al tour gastronómico que toque ese día. No está en el barrio más céntrico, pero está muy bien comunicado por metro, autobuses, tranvías y trolebuses. Que en lo que a medios de transporte se refiere, Lyon no repara en gastos.
Mama Shelter. 13, rue Domer. Tel. 00 33 4 78 02 58 00
6-Ir a la pastelería y no comprar lionesas
Es que hay cosas que no se entienden. Vas a una pastelería española y todo el mundo sabe qué es una lionesa. Vas a una pastelería lionesa y, cuando se las pides, se quedan a cuadros. Ellos les llaman choux, que, al fin y al cabo, es el nombre de la misma pasta, que se rellena de trufa o nata, de nuestras lionesas. Pero te aclaran que las choux son igual de Lyon, que de Toulouse, que de Courbevoie, por poner de ejemplo el pueblo donde nació Louis de Funes. Lyon tiene dulces más locales, como los coussins (esto es, almohadas) o los cocons (que significa capullos, se entiende que de mariposa). Una posibilidad es probar estas especialidades tradicionales. Otra que os recomendamos sin lugar a dudas es que salivéis contemplando el mostrador de Clostan Traiteur. Y que después de salivar, compréis y degustéis tartas, mousses, tiramisús y mil variaciones creativas de postres tradicionales, que consiguieron encumbrar este pastelero como el mejor del mundo en 2012.
Clostan Traiteur. Magasin Halle Paul Bocuse. Tel. 00 33 4 78 62 93 03
7-Quenelles nunca vistas (ni comidas)
A Lyon le pilla lejos el mar, pero a los lioneses siempre les ha gustado comer pescado. Ya en la edad media, unos monjes de la región estancaron aguas artificialmente para criar lucios, y hoy ese entorno se ha convertido en parque natural. Pero vamos a lo que nos interesa: aquello garantizaba la disponibilidad de pescado, y con ese pescado —el lucio, brochet en francés— se crearon las tipiquísimas quenelles de Lyon. Lo más habitual es hacerlas con pasta choux mezclada con pasta de trigo, mantequilla, huevos, leche y el citado brochet. La cocinera o cocinera experto, ayudado por dos cucharas, dará una forma semicircular al preparado, que ha conseguido que todo el mundo hable de quenelle refiriéndose sólo a una forma. Las quenelles pueden ser enormes y constituir en si mismas un solo plato. Otras veces son más pequeñas y permiten probar de variedades muy distintas. La gente de Giraudet les da un toque creativo —con tinta de calamar y otros ingredientes poco tradicionales— y los lioneses soportan colas y esperas para poder comprarlas.
Giraudet. Les Halles Paul Bocuse. Tel. 00 33 4 78 62 34 05 Giraudet. 2, rue du Cl Chambonnet. Tel. 00 33 4 72 77 98 58
8-¡Jesús! No es un estornudo, es un embutido
Los embutidos merecen capítulo a parte en el yantar lionés. Los charcuteros de la ciudad los elaboran con fórmulas propias sobre una base común, por lo que encontrar dos embutidos iguales de establecimientos diferentes es imposible. Lo que los charcuteros guardan con celo es el secreto que da la personalidad a sus embutidos. El toque, básicamente, consiste en las hierbas aromáticas y especias que se le añaden. Algunos embutidos populares son el cerveuil (que se debe cocer y que contiene pistachos y, cuando se viste de lujo, trufa), el saucisson a cuire (salchichón para cocer), la rosette (una especie de fuet ) y, más que nada, el jesús. El jesús curado se elabora con la parte más ancha del intestino y recibe este nombre porque, durante el proceso, se le envuelve con un cordel, y la leyenda dice que le daba un aire al niño Jesús. Quien lo diría. Lo que confirmamos es que es el gran embutido de Lyon y que un Jesús así despierta la fe en el ateo más descreído.
9-Perderse en el mercado y almorzar allí
Que si el pollo de Bresse. Que si el foie. Que si la trufa. Que si los quesos. Que si los vinos. Amantes del buen comer, si entráis en el mercado de Lyon, estáis perdidos. Probablemente saldréis con un poco más de colesterol y un poco menos de dinero. ¡Pero esta es la vida dura del foodie! Para no arruinarse ni castigar al paladar, os proponemos que os quedéis a comer en Les Halles mismos, donde hay toda variedad de precios. Somos muy fans de Passionnement Truffes, un pequeño bistrot dentro del mercado donde la trufa es la reina. A mediodía, disponen de una fórmula muy asequible por 19 € (plato del día —generoso—, postre, copa de vino). Comimos allí un pollo melosísimo bañado de salsa de setas. Y nos imbuyó la bonheur. Passionnement Truffes. Les Halles Paul Bocusse. Tel. 00 33 4 78 60 15 98
10-Le beaujolais est arrivé!
Cerca de Lyon hay cuatro denominaciones de origen vinícolas. Beaujolais es una y se ha hecho popular por el descorche del beaujolais noveaux, esto es el primer vino que se consume en el año, el vino más joven. Se abre apenas dos o tres meses después de la vendimia (entre noviembre y diciembre) y los enófilos más remilgados os dirán que tampoco merece la pena, que el vino es mejor dejarlo madurar más. Pero la emoción de los viticultores de degustar los primeros frutos de su trabajo nos emociona también a nosotros. Que no nos quiten la ilusión de brindar al grito de Le beaujolais est arrivé! y celebrar que Lyon nos ha enamorado por el estómago. Y este amor es de los que duran.
Por Josep Sucarrats de Gastronomistas
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+ info20 motivos para visitar Granada (gastronómicos y más)
Por Laura Conde de Gastronomistas
Si empiezas a pensar en motivos para hacer una escapada a Granada te salen así, sin pensar demasiado, unos 10.000 en un momento. Y es que la ciudad andaluza es un lugar felizmente anclado en el tiempo, al que la modernidad ha llegado, sí, pero lo ha hecho a su manera, un enclave bellísimo en cuyas calles empedradas podemos leer su historia mientras damos cuenta de una caña bien fría y unas tapas.
Porque Granada, sí, tiene eso que damos en llamar duende; tiene un barrio, el Albaicín, que se encuentra entre los rincones más bellos del mundo; tiene la Alhambra, tapas kilométricas, unos habitantes majísimos y un encanto incontestable difícil de describir.
Para ello, para tratar de poner en palabras ese 'charm' que tiene la ciudad y que no encontramos en ningún otro lugar del mundo, podríamos escoger una frase de los célebres Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving, un inglés que cayó rendido a la ciudad nada más poner un pie en ella. Pero en su lugar vamos a ponernos posmodernos y escoger una frase que escuchamos a alguien durante nuestro viaje y que, de momento, es la que mejor define a nuestro parecer la esencia de una ciudad que provoca flechazos: “Granada es el lugar perfecto para escaparte con tu amante”. Y sí, lo es. Pero incluso si somos monógamos convencidos, o si lo nuestro no son las relaciones furtivas, hay mil motivos para visitarla. Aquí van los primeros veinte.
MONUMENTALES
1- La Alhambra. Qué decir de este auténtico desafío a las insensibilidades más galopantes. La Alhambra es la belleza, así, en estado puro, sin aditivos, ante nuestras narices. Es la historia, más reciente de lo que creemos, de una España que aún tiene mucho de aquella España, es un paseo por nuestras raíces tan necesario en momentos históricos en que los árboles no nos dejan ver el bosque. Como poco se puede decir sobre la Alhambra, nos permitimos humildemente dar un par de consejos al visitante deseoso de perderse entre esos hermosos mosaicos repletos de historias que parecen recién salidas de Las mil y una noches: A) conviene contratar un guía en la medida de lo posible, pues que alguien nos narre la vida en la Alhambra, y por ende en Granada, a través de los siglos, no tiene precio. B) No os citéis con vuestro guía a la mañana siguiente de haber cerrado aproximadamente un 90% de los bares de Granada, y mucho menos a una temperatura de 35 grados a la sombra. La cosa, creednos, puede no acabar nada bien.
Alhambra. Calle Real de la Alhambra, s/n.
2- El Mirador de San Nicolás. Visita obligada es este concurrido mirador que cada tarde reúne a decenas de visitantes deseosos de ver (y de fotografiar) cómo cae el sol sobre la Alhambra, un auténtico espectáculo de luz y color de una belleza incomparable.
Mirador de San Nicolás. San Nicolás, s/n.
3-El Albaicín. El antiguo barrio judío, en el que se encuentra el Mirador, sigue siendo un laberinto ondulado de callejuelas empedradas con pequeñas tabernas ocultas, tablaos flamencos, tiendas, restaurantes... Al Albaicín sólo se puede ir de una manera: a perderse. Y sin reloj.
GASTRONÓMICOS
4- El remojón. Esta ensalada de naranjas y bacalao es uno de los platos estrella de la zona, que nos hará reconciliarnos con las naranjas locales y se convertirá, si no somos muy amantes del gazpacho, en el entrante perfecto para el viaje, ideal cuando el termómetro hace de las suyas. El de la foto lo comimos en un lugar de ensueño llamado Mirador de Morayma, un restaurante con bonitas vistas a la Alhambra muy frecuentado por turistas, por tanto poco apto para todos aquellos viajeros intrépidos que buscan por encima de todo autenticidad.
Mirador de Morayma.Pianista García Carrillo, 2.
5- Damasqueros. Uno de nuestros restaurantes favoritos de la ciudad se encuentra en la calle con el mismo nombre. Aquí hallamos una cocina creativa de raíces andaluzas firmada por la chef Lola Marín, que podemos degustar únicamente en forma de menú degustación a 39 € (en Damasqueros no hay carta) y que nos demuestra que la ciudad es, por suerte, mucho más que tapeo y finos.
Damasqueros. Damasqueros, 3.
6-Estrellas de San Nicolás. Fue la casa de Enrique Morente y ahora es uno de los restaurantes más populares de la ciudad, especialmente entre los visitantes. El motivo, un espacio encantador con una bella terracita desde la que podemos contemplar el atardecer sobre la Alhambra, y una carta en la que hallamos desde gazpachos a fondues, pues la cocina andaluza tradicional convive con especialidades internacionales. Si reservamos mesa en su terraza, pese a que el comedor acristalado es un derroche de 'charm' y buen gusto, disfrutaremos de su espectáculo a ritmo de guitarra andaluza, en vivo.
Estrellas de San Nicolás. Atarazana Vieja, 1.
7- Las tapas. Sí, en Granada te pides una cañita a las 12 de la mañana para hacer un alto en el camino e intentar mitigar el síndrome de Stendhal, y sí, te ponen una cosa que ellos y tu madre consideran tapa pero que para ti es un plato principal en toda regla (lease un plato de paella o un guiso de cordero con patatas fritas). Y sí, te va a costar 2 €, con lo que si eres de saque moderado ya habrás comido, y si eres de buen comer necesitarás apenas tres rondas.
8- La calle Navas y alrededores. Especialmente la calle Navas, pero también las calles aledañas son los centros del tapeo por excelencia. Lo dicho, un ambientazo a todas horas, grupos de gente de todas las edades, cañitas, vinos y tapas (según ellos y tu madre), el lugar ideal para socializar, hacer nuevos amigos y, quién sabe, quedar para quemar la noche en ese lugar quasi-místico del que todo el mundo habla y que, si te vanaglorias de ser intrépido, vas a tener que visitar aunque sea lo último que hagas: hablamos del archiconocido Maué (quedaos con este nombre, pronto daremos más datos), en boca de todos. 'Tenéis que ir al Maeué', '¿Todavía no conocéis el Maué?'. Un lugar que comentaremos más tarde porque, claro, no sabían con quién estaban hablando, cómo no pasarse por el... ¿Maué?
9- Las despedidas de soltero/a. Enlazando con el punto anterior, ¿cómo no visitar en Maué si una de las personas que te lo ha recomendado es un tipo de 90 kilos y barba disfrazado de conejita de Playboy? ¿O un grupo de amigas de la facultad vestidas de enfermeras? Granada es el paraíso de las despedidas de soltero, una ciudad que cada fin de semana acoge multitud de grupos que celebran el fin de la soltería. Y que el sábado y el domingo se dedican a pasear por la calle Navas, beber, tapear, confraternizar y, claro, mostrar su desprecio sin límites hacia tu persona porque todavía no conoces el Maué. Sólo sentarse en una terraza de la calle y, simplemente, ver el espectáculo de despedidas de soltero, divertidísimo, ya merecería una visita a Granada.
10- Castañeda. Ya en la zona de la calle Elvira y alrededores, otro epicentro de tapeo y 'shopping' repleto de tiendecillas de objetos árabes principalmente, encontramos este local siempre concurrido, bullicioso, estridente, con sus jamones y chorizos colgados del techo, su toro en la pared y unas tapas increíbles.
Castañeda. Almireceros, 1-3.
11- Cannelle. Si buscamos un desayuno saludable y completo, con pasteles caseros, packs especiales, revistas y libros, un lugar absolutamente kids friendly, ese es Cannelle, una cafetería que bien podría estar en Londres o París, repleta de mensajes que apelan a la felicidad y el buen rollo.
Cannelle. Acera del Darro, 44.
NOCTÁMBULOS
12- Ganivet. La noche granadina tiene en este céntrico local, ubicado bajo unos arcos, un bastión indestructible con sus dos consabidad salas: la de los hits de música comercial y la de arriba, con sus éxitos del pop en español. Está siempre a rebosar, el ambiente es sano y agradable, las copas buenas y el público ronda la treintena.
Ganivet. Ángel Ganivet, 13.
13- Bambino. Flamenqueo comercial en un local donde la media de edad baja notablemente con respecto a Ganivet, uno de esos lugares deliciosamente impredecibles, muy curioso, que en ocasiones está a reventar y en otras parece un velatorio. ¿Pero cómo ir a Granada y no bailotear algún hit de Navajita Plateá en una disco?
Bambino. Arabial, 45.
14- Mondrian. Si tenemos ganas de ponernos rockeros tenemos que pasarnos por este bar que encontramos ascendiendo por una bella callejuela estrecha y empedrada donde, a diferencia de locales como Ganivet, podemos encontrar sin problemas gente despeinada, con la camisa arrugada y con zapatillas deportivas. De hecho, en Mondrian tendremos en todo momento la sensación de que va a aparecer un tipo por la puerta vestido de negro con chupa de cuero y botas, va a apostarse en la barra, pedirse una Voll-Damm y girarse hacia nosotros con cara de atormentado, momento en que vamos a darnos cuenta de que es Miguel Ríos. Sus mojitos son riquísimos.
Mondrian. Santa Inés, 4.
15- Mae West. Discotecaza en toda regla, abierta hasta las 6 de la mañana, que suele acoger, a partir de las 3 h, a toda la fauna noctámbula de Granada, que abandona el resto de locales para dar con sus huesitos en este templo de la música comercial, el copeo y el desfase. Un lugar curioso, que aglutina a gente de prácticamente todas las edades y en el que se reúnen a altas horas de la madrugada y tras una jornada indudablemente intensa las diferentes despedidas de soltero y soltera que han ido iluminando la ciudad con su cachondeo. La juerga al más alto nivel está servida. Sí, habéis acertado: estamos, al fin, frente a frente con el celebérrimo Maué, una leyenda en Granada.
Mae West. Centro Comercial Neptuno. Arabial, s/n.
16- Aliatar. Gran discoteca de ambiente más maduro y música disco, que dispone de una barra de gin-tonics que hará las delicias de los más sibaritas, un lugar por el que pasarnos a cualquier hora para que nos preparen un copazo de excepción (los cócteles están elaborados con manos muy sabias) o para plantar bolso y chaqueta sobre el gran piano que encontramos en el centro de la pista y lanzarnos a bailar 'Lady Marmalade'. Un clásico.
Aliatar. Recogidas, 2.
17- Tablao flamenco Albayzin. No tiene por qué ser necesariamente este el 'tablao' que elijamos, pues la cosa está en perderse por el Albaicín y guiarnos por las sensaciones, escoger uno prácticamente al azar y dejarnos emocionar con el flamenco que sólo se escucha aquí. Conviene preguntar en el hotel en que nos alojemos, pues a menudo organizan packs que incluyen desplazamiento hasta el 'tablao', cena y espectáculo, lo que nos permitirá acceder al conjunto por un precio mucho más ajustado.
Tablao Flamenco Albayzin. Carretera de Murcia s/n.
Y MÁS...
18- La lonja. Nos escapamos de la gastronomía, pero es imposible no recomendar acercarse a esta curiosa tienda, entre destartalada y 'cool', que ofrece todo tipo de objetos vintage seleccionados con un gusto excelente, desde mobiliario a complementos.
La lonja. Buensuceso, 31.
19- La simpatía de la gente. Sí, no es un tópico para nada. Ellos son el no va más en simpatía.
20- ¿Tu amante? Si lo tienes, es un gran motivo para visitar Granada. Si no, siempre puedes dedicarte, como hicimos nosotros, a cerrar todos los bares de la ciudad. Cuando hayan pasado tres días no tendrás ni idea de dónde está el ayuntamiento pero probablemente todos los porteros de los pubs te llamarán por tu nombre. ¿O acaso creías que lo de la resaca y posterior (y aparatoso) desmayo en pleno paseo matutino por la Alhambra era una licencia periodística?
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Visitar monumentos y museos está bien, pero creemos que no hay mejor manera de conocer un país que a través de sus sabores. Descubre con nosotros algunos de los mejores festivales de comida de Europa y elige tu próximo destino no por lo que podrás ver, ¡sino por lo que podrás probar!
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