A 30.000 pies por viajeros para viajeros

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Regata Storica di San Ranieri

San Ranieri es el patrón de la ciudad toscana de Pisa y protector de los viajeros. Cada 17 de junio -y el día anterior- se organizan en su honor espectaculares celebraciones que conmemoran su muerte. De entre todos ellos, destacan la Luminara di San Ranieri y la Regata Storica, que tienen lugar en algunos de los enclaves más representativos de la ciudad.

Luminara di San Ranieri: Pisa bajo la luz de las velas

El 16 de junio, cuando el sol empieza a ponerse, Pisa se ilumina con la Luminara di San Ranieri. Para ello, se encienden miles de luces en ventanas y cornisas, que dibujan los contornos de edificios arquitectónicos, iglesias y puentes creando un efecto único y muy hermoso. Se calcula que para ello son necesarias unas 70.000 velas (llamadas lampanini o lumini), que se colocan en el interior de vasos y candiles. El espectáculo es mágico y un paseo esa noche, bordeando el río Arno y atravesando sus puentes, mientras contemplamos los bonitos reflejos que las luces crean sobre el agua, se convierte en una experiencia inolvidable.

Esa noche es un buen momento para visitar los edificios más emblemáticos de la ciudad, que con esta iluminación ofrecen una visión extraordinaria. Las murallas del siglo XII de la Piazza dei Miracoli (Plaza de los Milagros) albergan el complejo monumental que incluye el Duomo y la famosa Torre Inclinada de Pisa, el Baptisterio, el Cementerio Monumental; todo un conjunto histórico que queda igualmente realzado por las luces de las velas. Pasadas las 23 h. empiezan los fuegos artificiales en la Cittadella Vecchia (la Antigua Ciudadela), que teñirán de colores el cielo de Pisa. En ese momento la gente se acerca al río Arno, desde donde se aprecia mejor todo el espectáculo.

Regata Storica di San Ranieri

Al día siguiente, día de San Ranieri, la fiesta continúa por toda la ciudad con música, comida y bailes. Esta jornada tiene lugar otro de los eventos imprescindibles en honor al santo; es la Regata Storica di San Ranieri, una carrera de traineras y barcos históricos que representan a los cuatro barrios históricos de Pisa: San Francesco, San Martino, Santa Maria y Sant'Antonio. Los barcos son recreaciones de las stefaniane, una fragata típica que utilizaba la Orden de Caballeros de Santo Stefano.

Aparte de visitar la Torre Inclinada, ¿qué más se puede hacer en Pisa?

Pisa es la joya de la Toscana, un destino que atrae a miles de turistas que quieren conocer su patrimonio artístico e histórico. La ciudad en la que nació Galileo Galilei tiene mucho que ofrecer aparte de una visita a la Torre Inclinada. Corso Italia es la calle comercial de la ciudad, el lugar perfecto para hacerse con alguna prenda de moda italiana o disfrutar de sus terrazas. También en Borgo Stretto, con elegantes bares y tiendas de alta costura. Al final de esta callejuela medieval se llega a la hermosa Piazza dei Cavalieri (plaza de los caballeros), el antiguo centro de la ciudad. En la plaza encontramos edificios centenarios como el Palazzo della Carovana, también llamado Palazzo dei Cavalieri, que fue construido para ser sede de los Caballeros de la Orden de San Esteban y que ahora acoge una de las universidades más prestigiosas de Italia, la Scuola Normale Superiore di Pisa. Enfrente se encuentra el Palazzo dell’Orologio (Palacio del Reloj), con sus dos torres medievales. La leyenda cuenta que este palacio se construyó sobre los restos de la Torre de la Fame (Torre del Hambre), en la que estuvo recluido el Conde Ugolino della Gherardesca, que aparece en uno de los pasajes de la “Divina Comedia” de Dante Alighieri, y al que se encarceló junto con sus hijos y nietos acusado de traición al arzobispo. La llave se lanzó al río Arno, por lo que todos acabaron muriendo de hambre.

Es precisamente la Piazza Dante otro de los puntos claves de encuentro en la ciudad. Desde aquí es fácil adentrarse por las callejuelas de la ciudad medieval, en la que encontrarás multitud de bares y restaurantes de gastronomía toscana. En Pisa se come muy bien y, saliendo de los circuitos más comerciales cercanos a la Torre Inclinada, no tiene por qué ser especialmente doloroso para el bolsillo.

Texto de Scanner FM

Imágenes Fabio Gismondi | elenavataga | Federico Caboni | Alex | Alessandro | Guillaume Baviere

 

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Viaja a Japón sin salir de Europa

Por Roger Ortuño

¿Sabías que el barrio Little Tokyo de Düsseldorf es, seguramente, lo más cerca que puedes estar de Japón sin salir de Europa?
Desde los años 50 los japoneses se instalaron en Düsseldorf para aprovisionarse de materiales y maquinaria para la reconstrucción de su país tras la II Guerra Mundial. Hoy en día, con más de 450 empresas niponas y 11.000 personas, supone la tercera mayor comunidad japonesa en Europa. Esto ha convertido a la ciudad en un destino de visita obligada para todos los amantes de la cultura y gastronomía japonesa.

Lo mejor de todo es que el barrio japonés de Düsseldorf, popularmente conocido como “Little Tokyo”, se concentra en el cruce de las calles Immermannstrasse con Oststrasse y sus aledaños y puede recorrerse a pie. Al deambular por sus calles es fácil perder la noción del espacio-tiempo e imaginarse recorriendo algún barrio de Tokyo, ya que está repleto de barras de ramen, teppanyaki, tascas al más puro estilo izakaya, supermercados y pastelerías japonesas donde podréis probar toda clase de bollos como el melon pan. A unos minutos en taxi también podréis visitar un par de jardines zen, en uno de los cuales se encuentra el único templo budista de estilo japonés que se ha construido en Europa (Ekô Haus, Brüggener Weg 6).

Si os apetece hacer un salto cuántico y aterrizar en Japón sin salir de Europa os propongo la siguiente ruta gastronómica. Como anécdota os contaré que en todos los sitios pude desenvolverme en japonés, sin necesidad de utilizar el inglés ni el alemán, y por unos instantes llegué a olvidar que me encontraba en Alemania.

Hotel Niko Düsseldorf

Immermannstrasse 41
Situado en el epicentro de Little Tokyo, este hotel 4 estrellas superior pertenece a un prestigioso grupo hotelero japonés. El Torii Bar en el lobby del hotel es ya todo un clásico como punto de encuentro de la comunidad nipona de la ciudad, ya que en el mismo edificio se ubica el centro Germano-Japonés. En el propio hotel también se encuentra el restaurante Benkay, aclamado por todos como el mejor teppanyaki de la ciudad, y el Fish Corner y su barra de sushi dirigidos por el maestro Hisato Mochizuki. A destacar su cuidada selección de sakes, donde podréis probar delicias como el Dassai 23, el sake más refinado que se produce, o el Shimeharitsuru “Jun” de la prefectura de Niigata.

Takumi y Takumi 2nd

Immermannstrasse 28
Justo enfrente del Hotel Nikko se encuentra Takumi, una singular barra de ramen con opciones vegetarianas. Posiblemente será uno de los únicos sitios del mundo donde podréis degustar ramen sentados en una terraza. A pocos metros se encuentra el Takumi 2nd (Ostrasse 51), del mismo grupo, donde también podréis probar tonkotsu miso ramen elaborado con caldo de cerdo y miso o sus deliciosas empanadillas gyoza caseras.

Naniwa

Ostrasse 55
Otra barra de ramen, con una carta mucho más extensa donde no debéis dejar escapar el Chashu tokusei miso ramen o el ramen “de lux” con miso y lonchas de cerdo adobado. Para rematar la jugada, podéis pedir que añadan unos wantan en el mismo cuenco. Otras curiosidades son el Chanpon, un cuenco de fideos con verdura crujiente, típico de Nagasaki, o el Tantan men, unos fideos picantes que no debéis dejar de probar. En la acera de enfrente se encuentra el Naniwa Sushi & More, donde, como su nombre indica, podréis pedir sushi y algún que otro plato.

Yabase

Klosterstrasse 70
Restaurante sencillo, donde muchas familias japonesas se dan cita para comer toda clase de platos auténticos como el takosu o pulpo aliñado con vinagre; la lengua de ternera a la parrilla o gyûtan, un plato típico de Sendai; alitas de pollo frito tebasaki; o pinchitos kushikatsu empanados, un plato muy típico en las tascas japonesas porque es muy fácil de compartir, donde los pinchos se sumergen en un tarro de salsa tonkatsu comunitaria. La regla no escrita es que sólo se puede sumergir una vez en la salsa antes de hincarle el diente.

Nagomi

Bismarckstrasse 53
Os confieso que no tuve tiempo de probar este establecimiento, pero su espaciosa barra de sushi hecha de madera y su diseño me cautivaron. La prueba definitiva fue que estaba repleto de clientes nipones y después los dueños de la librería japonesa Bon (Marienstrasse 41) me confirmaron que era uno de los últimos restaurantes que acababan de abrir en el barrio y que tenía mucho éxito. Otro sitio que dejé pendiente para mi próxima visita es la tasca Kagaya (Charlottenstrasse 60), un auténtico izakaya donde podéis probar algunos de los mejores sakes, junto a un cuenco de ramen y algún que otro platillo.

Nagaya

Klosterstrasse 42
El único restaurante japonés en Alemania con estrella Michelin. Su cocina japonesa combinada con platos europeos y sushi tradicional son de visita obligada para todo gourmet que se tercie. A escasos metros se encuentra Soba-an (Klosterstrasse 68) regentado por Reiko Miyashita y su esposo, quien elabora artesanalmente sus propios fideos soba. Una alternativa a la comida rápida que no hay que dejar escapar.
Si os habéis quedado con hambre y queréis llevaros un trocito de Japón en vuestro equipaje de mano, podéis acercaros por el supermercado Shochiku (Immermannstrasse 15), donde encontraréis toda clase de utensilios y productos como salsas, aliños, currys japoneses e, incluso, una pescadería donde os prepararán los cortes de pescado específicos para que podáis hacer sushi en casa.

Por Roger Ortuño

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LifeStyle en el corazón de Berlín

Por Tensi Sáncez de Actitudes Magazine

Nada más llegar al aeropuerto te das cuenta que la vida en Berlín es tranquila, sin prisas, sin agobios, donde la contaminación no forma parte de su paisaje.
 Para un berlinés no hay tesoro más preciado que disfrutar de un día soleado, y asaltar las calles en busca de sencillos placeres cotidianos, tales como pasear, tomar una bieral aire libre, disfrutar de un buen libro en alguno de sus maravillosos 2.500 parques o visitar alguna de sus cientos de galerías de arte.

La capital alemana respira modernidad con una marcada personalidad que se refleja en el arte que emana cada uno de los poros de la ciudad, plasmado en infinitas disciplinas. Y, si a todo esto le añadimos que la vida no es cara, resulta una de las capitales más dinámicas del mundo, en cuanto a arte y diseño europeo. 
Toda la ciudad está perfectamente comunicada a través del metro, tranvía o tren, es casi imposible no llegar a un destino por cualquiera de estos tres medios (al principio se requiere paciencia para descifrarlo), aún así, quiero descubriros el área de Mitte, que se puede visitar sin necesidad de usar el trasporte público. Mitte significa la mitad o el medio, por ello esta zona se define como el corazón de la ciudad y es el barrio principal de Berlín, ya que alberga el centro histórico.

Uno de mis hoteles preferidos en la ciudad es Eurostar Berlin, no le falta detalle, piscina, sauna, un pianista en el lobby que te acompaña durante el desayuno junto a exposiciones de arte que se exhiben en el recinto, sin olvidar el amable personal.

Desde el hotel un agradable paseo por la orilla del río Spree te conduce a Mitte, hay muchísimas tiendas, galerías, bares y restaurantes. Empezamos por la fabulosa tienda Flagshipstore con colecciones de más de una veintena de jóvenes diseñadores nacionales y escandinavos. En Who killed Bambi encontrarás moda y complementos de mujer con diseños atrevidos y a buenos precios. Storia y Fairly ofrecen moda muy femenina y elegante. ¡Aquí te lo querrás comprar todo!

Greta&Luis es una tienda multimarca con mucho estilo, especialmente en ropa de chico y una de mis preferidas es Potipoti, marca española creada en 2005 por Silvia Salvador y Nando Cornejo. Su filosofía es unir el diseño gráfico, el arte y la moda. Todas sus colecciones son diseñadas en Berlín y producidas en España ¡No te irás sin comprar algo!

En Berlín es imposible no dejarse seducir por el mundo Vintage clothing & accessories. Ejemplo de ello es Waahnsinn, donde hallarás infinidad de gadgets, ropa y complementos de segunda mano. Class of Berlín, regentada por Franzisca diseñadora de la marca Marlenes Tochter, es el lugar idóneo para adquirir ropa vintage desde los años 30 a los 60, además incluye servicio de barbería. Por último descubre el vintage con más clase en Garments, donde sucumbirás a auténticos tesoros a precios muy asequibles de Comme des Garcons, Valentino, Channel o Martin Marguiela, entre otras destacadas firmas.

Si te gustan los objetos y muebles con aire industrial y retro, Objets trouvés es tu tienda de decoración, la descubrirás por su peculiar fachada. No muy lejos, está situada la maravillosa galería de Oliver Rath, Rath-Gallery, su fotografía no deja indiferente a nadie, y te invitará a la reflexión. Unas calles más abajo está la galería aquabitArt con exposiciones de lo más vanguardistas.

Fotografía de Oliver Rath

Tomarse un café en cualquier bar de la zona de Mitte es un básico y más si lo haces en alguna de sus terrazas al aire libre, pero hay un sitio especial al que se accede por un callejón a la altura del número 39 Rosenthaler Straße, una vez dentro crees haber traspasado el Berlín de antaño quedando hipnotizado por los graffiti. Déjate llevar y avanza hacia el final, allí te esperan varias galerías de arte, entre ellas Neurotitan Shop & Gallery donde te perderás entre sus libros, discos, camisetas… yCentral Kino una insólita tienda-cine con palomitas incluidas.

Para reponerte de la impresión y admirar la peculiaridad del callejón, siéntate en la terraza del Café cinema y saborea una buena cerveza alemana.

En la zona de Mitte, desde Hackesche Höfe hasta Oranienburger Strasse, se pasa por numerosos bares que abrieron sus puertas de par en par a las hordas de berlineses occidentales tras la caída del muro, algunos locales son relativamente fáciles de encontrar, aunque lo divertido es perderse por los bares que brotan como setas y que desaparecen de un día para otro.

Por Tensi Sáncez de Actitudes Magazine

Imagen de Ruben Seco

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Tánger, un viaje a la inspiración

Hay destinos a los que acudes por su oferta museística; otros por sus playas o sus montañas; otros por la energía que desprenden; y otros porque simplemente están de moda. En el caso de Tánger, es un viaje que inevitablemente va asociado a la inspiración y a la nostalgia de ese pasado como musa artística que tiene en su haber. Por esta magnífica ciudad, situada en el extremo norte de Marruecos, han pasado múltiples artistas y literatos que de algún modo fueron hechizados por sus encantos.

El Tánger de la luz y el color

El primero de los artistas en dejarse fascinar por Tánger fue el pintor francés Eugène Delacroix. En 1832 viajó allí con una delegación diplomática, y acabaría siendo seducido por su luz y su color, que quedarían magníficamente plasmados en cuadros como “Boda judía en Marruecos”.

Mariano Fortuny, pintor español, y conocedor de la obra de Delacroix, también acudió a Tánger en busca de esa magia, de la que extrajo múltiples esbozos y apuntes para sus obras de temática orientalista.

En 1912 llega Henri Matisse a Tánger. Allí no sólo se topa con "los paisajes de Marruecos exactamente como los describen las pinturas de Delacroix", tal y como él  mismo diría, sino que también encuentra una nueva paleta de colores para sus cuadros. Instalado en la habitación número 35 del aún vigente Gran Hotel Ville de France, donde pintaría obras como Vu d'une fenêtre (Vista de una ventana).

Paul Bowles, Tánger y la generación beat

Tánger se convertiría en un auténtico polo de atracción de escritores, sobre todo durante la década de los 50 y parte de los años 60. Esto no fue fruto de ninguna casualidad. La ciudad entre 1923 y 1956 fue un condominio gobernado por diversos países. Su situación estratégica, en el Estrecho de Gibraltar, y las disputas internacionales por su control llevaron a la toma de esta medida. Conocida como la Zona Internacional de Tánger, era un lugar de paso para mucha gente: diplomáticos, aventureros, artistas, espías, etc. Al ser una ciudad de muchos, o si se quiere, una ciudad de nadie, gozaba de un extraño estatus de libertad y tolerancia muy difícil de encontrar en cualquier otro lugar.

Uno de sus principales habituales fue el escritor y compositor Paul Bowles, que en 1947 llegó a Tánger y quedó totalmente atrapado por sus encantos. Es aquí donde escribe su primera novela, El cielo protector, que tan bien tradujo al campo cinematográfico el director Bernardo Bertolucci. Y tras él, aterrizaron allí otras figuras del mundo de la creación como Truman Capote, Tennessee Williams o Francis Bacon. Y sí, también fue el responsable de la llegada de la generación beat: William Burroughs, Allen Ginsberg y Jack Kerouac no pudieron resistirse a un lugar donde podía dar manga ancha a su imaginación y a sus vicios, para qué negarlo.

El Tánger de ahora

¿Qué queda en la actualidad de todo este pasado? Aunque ha llovido mucho desde entonces y la ciudad se encuentra en pleno proceso de renovación, aún perduran muchos de esos lugares donde rememorar a estos artistas.  

La visita al Gran Zoco es una buena forma de tomar un primer contacto con la ciudad. El buen ambiente y el colorido están asegurados. Y perderse (literalmente) por sus calles también. Sin saber cómo llegarás al Zoco Chico (Petit Socco), una plaza situada en el corazón de la medina, llena de cafés y restaurantes. Otra plaza, la de Francia, también es lugar de imprescindible visita, ya que en ella se encuentra el Gran Café de París, todo un histórico. Aquí pasaron múltiples horas nuestros protagonistas observando a la gente y charlando.

En el Museo de la Fundación Lorin, situado en una sinagoga, hay una buena colección de fotografías, documentos y carteles con los que nos podremos hacer una idea de cómo era el Tánger de la primera mitad del siglo XX. Por otro lado, el Museo del Legado Americano de Tánger es un lugar de visita obligada para los fans de Paul Bowles, pues en su interior hay un espacio dedicado al escritor, con fotos, retratos y las partituras de música marroquí que él mismo se encargó de registrar.

En Villa Muniria, actualmente transformada en el Hotel el Muniria (1, rue Magellan), fue el lugar de alojamiento favorito de la generaciónbeat, que también acogió en sus estancias a Tennessee Williams y a los mismísimos Rolling Stones. En la habitación número 9 William Burroughs escribiría la que sería su obra más destacada, Naked Lunch (El almuerzo desnudo).

Otro espacio esencial en la vida literaria de Tánger es la Librairie des Colonnes (54 del Boulevard Pasteur), que fue un centro de reunión de escritores y artistas, y que en la actualidad sigue programando actividades culturales.

¡Déjate seducir como lo hicieron en el pasado artistas y escritores y márcate una escapada de lo más inspiradora con Vueling!

 

Texto de ISABELYLUIS Comunicación

Imágenes de Dieter WeineltAndrzej Wójtowicz

 

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