Reikiavik una pequeña gran ciudad I
La primera parte de este post la centraremos en el contexto de una escena musical tan rica como la de la capital islandesa. Veremos como es esta ciudad encantadora, llena de contrastes, y acogedora para el visitante.
En cierta manera, visitar Reikiavik no supone visitar Islandia, sino descubrir su cara más abierta al mundo, la más cercana y amigable, la que nos permite sentirnos cómodos estando a miles de kilómetros de casa. Porque una vez abandonadas las acogedoras calles del centro de la capital islandesa, que es la ciudad más poblada de toda la isla (unos 130.000 habitantes -215.000 sumando la periferia- de un total de 335.000 personas en todo el país), las distancias entre edificaciones va creciendo exponencialmente, distribuyéndose la población como si estuviésemos en Estados Unidos. Aunque si algo manda más allá de los límites de Reikiavik es la naturaleza, pero esa es otra historia de la que ya hablaremos en otra ocasión.
Aunque las frías temperaturas invernales no permiten el turismo que nos gustaría a los mediterráneos, visitar Reikiavik durante primavera, verano y principios de otoño puede ser una experiencia fantástica. A principios de octubre las temperaturas en la ciudad resultan todavía muy aptas para visitantes españoles, con temperaturas entre los diez grados como máxima y los dos como mínima. Vamos, frío, pero todavía soportable. Por ello, y por las horas de luz, apetece pasear caminando arriba y abajo por la calle, echando un vistazo a las tiendas que se suceden una tras otra en el centro de la ciudad. Establecimientos de artesanía, tiendas de ropa de lo más diverso (se recomienda visitar las que venden jerséis de coloridas cenefas hechos a mano), restaurantes, bares musicales, galerías de arte e incluso tiendas de discos, se van alternando hasta convertir el centro en un núcleo comercial importante, pero muy alejado de la locura de los centros de las grandes urbes europeas. En Reikiavik todo el mundo piensa con la cabeza, pero también con el corazón. Las tiendas buscan su propia personalidad, su trato es cercano y no vamos a encontrarnos con hilos musicales atronadores, colas masivas o campañas invasivas que nos corten la respiración. También podremos pararnos a comer, desde comida local de sabores fuertes a pizzas de estilo italiano como las de Primo Ristorante, pasando por apetitosas sopas de estilo nórdico y eslavo de carne –no dejes de ir a Svarta Kaffi, en Laugavegur 54, donde las sopas las ofrecen dentro de un pan -o los populares perritos calientes de Bæjarins Beztu Pylsur (Tryggvagata 1), el puesto callejero en el que según George Clinton se hacen los mejores hot dogs del mundo. Y no se preocupen por el servicio. Al margen de que nos podamos encontrarnos con gente de diversas nacionalidades (entre ellos bastantes españoles), los islandeses son de trato agradable, pero discreto. Ah, y tampoco se sorprendan si los camareros o camareras que les sirven son muy jóvenes para el estándar español. Si alguna vez fue cierto aquello de que el trabajo ennoblece, en Islandia parecen aprenderlo antes que en otros países europeos.
De todas formas, que nadie se preocupe, porque si caminar no apetece, Reikiavik cuenta con diversas líneas de autobuses que nos ayudarán a movernos por el casco urbano y las inmediaciones.
Un verdadero viaje a Islandia debe empezar con las calles de la capital y extenderse luego sin excusa posible a lo largo y ancho de una de las islas más preciosas del mundo para los amantes de la calma, lo mágico y la naturaleza más atractiva. En la ciudad los colores de los edificios se combinan, permitiéndose libertad suficiente como para que un edificio tenga sus paredes azules y el contiguo prefiera un blanco señorial marcado por el paso de los años; en la naturaleza, el blanco de la nieve y el hielo, el verde brillante de la vegetación, el marrón y el gris volcánicos y los mil y un matices de las aguas que fluyen libres se combinan para crear una paleta de colores que no hace sino subrayar la majestuosidad de una naturaleza que los islandeses siempre han defendido desde lo más profundo de sus corazones.
Ahora bien, eso no significa que, por estar en la capital, debamos darle la espalda a las oportunidades de acercarnos a la Islandia más libre y salvaje. Sin ir más lejos, en el puerto de la ciudad hay infinidad de propuestas que nos invitan a embarcarnos durante tres o cinco horas para poder ver a diversos tipos de cetáceos nadar en total libertad en las frías aguas árticas, ballenas de tamaños distintos o variedades inimaginables de delfines. Eso sí, que nadie se lleve un chasco. Los animales no están ahí esperándonos, con lo que la suerte de encontrarse con ellos o el riesgo de que nuestro viaje sea infructuoso están en manos de la madre Gaia. De ahí que quizás la excursión que nos brindará mejores resultados será la de visitar las zonas en las que los frailecillos atlánticos, conocidos en Islandia como puffins, anidan y desarrollan su vida. Se calcula que hay entre ocho y diez millones en todo el territorio.
Pero hay mucho más que hacer en una ciudad como Reikiavik. Podrían ustedes ver las fantásticas auroras boreales (si tienen suerte coincidirán con una de las marcadas ocasiones en las que la ciudad apaga sus luces para que todo el mundo pueda disfrutar de esa maravilla de la naturaleza), visitar la Hallgrímskirkja Church, de colores grises en su exterior, pero de formas e interiores sorprendentes, o sumergirse en las aguas calientes de los diversos baños termales tanto dentro como fuera de la ciudad.
En la siguiente parte pasaremos a desgranar la que es una de las escenas musicales más prolíficas e interesantes del planeta. ¿A qué esperas para descubrir la capital más al norte del mundo? Consulta nuestros vuelos aquí.
Texto de Joan S. Luna (Mondo Sonoro)
Imágenes de Los Viajes de ISABELYLUIS
+ infoLa ciudad del vermut
En general la norma es que, cuanto más al norte de Italia te encuentres, más arraigada está la costumbre de disfrutar del aperitivo. No en vano, la zona del Piamonte destaca por la producción del vermut con marcas como Martini, Cinzano y Carpano.
El vermut se inventó en la bodega de Antonio Carpano de Turín en 1786 y desde allí lo puso de moda la nobleza piamontesa. También hay otras versiones que remontan su origen a Hipócrates, el célebre médico griego que mezcló vino blanco con plantas como el ajenjo para crear un brebaje con fines medicinales. Pero fue a partir de 1838 que los hermanos Luigi y Giussepe Cora lo emepezaron a elaborar de modo industrial y a distribuirse por todo el mundo.
Ahora la palabra vermut tiene un carácter más genérico. Se refiere tanto a la bebida como a la bebida con alguna tapa que se toma antes de comer. En Italia el aperitivo no se hace a mediodía como en España, sino después del trabajo. Se suele empezar a partir las 18:00 h y finalizar a las 21:00 h y es una manera económica de tomarse un descanso después del trabajo al tiempo que se toma un picoteo y una bebida, que puede ser alcohólica o no.
Una opción muy habitual es el spritz, -a base de aperol, cava, una rodaja de naranja y hielo-, el negroni -con gin, campari, vermut y una rodaja de naranja-, el mascerotti -a base de vino, soda y champagne- o el Amaretti di Voltaggio, que se acompañan de sus famosas focaccias, pastas saladas y otras exquisiteces.
En Génova, un puerto al que llegaban las especies y botánicos de alrededor del mundo, se cumple la costumbre a rajatabla y se preparan los aperitvos más sabrosos. Aquí el vermut es una hábito muy arraigado, un acto social al que casi nadie renuncia. Un momento en el que disfrutar a la salida del trabajo, escuchando el tintineo de los hielos al chocar
Puede ser en los históricos locales o en los modernoes establecimientos, que se aglutinan especialmente en la zona de la Piazza delle Erbe, San Donato, la via San Bernardo o la zona del Porto Antico
Ya tenemos la teoria, ahora vamos a llevarlo a la práctica!
Pasticceria Liquoreria Marescotti Cavo
Via di Fossatello, 35R y 37R
En el casco antiguo de Génova -el casco medieval más grande de Europa- se encuentra este histórico café, pastelería y licorería. Un local que data del siglo XVIII, que conserva sus muebles antiguos de estilo Carlos X y con un suelo diseñado por el mismísimo Rubens. Al establecimiento acuden turistas a observar la "pastelería más bonita de Génova", probar su confitería de alta calidad y probar el aperitivo Marescotti, un vermut a base de hierbas .
Debes fijarte bien para encontrar el restaurante en la primera planta porque no tienen ningún cartel.
Le Corbusier
Via di San Donato, 36/r
Otro de los locales históricos es Le Corbusier, especialistas en cócteles -algunos de creación propia- y que ha ganado prestigiosos premios nacionales e internacionales. El mismo Martini se puede encontrar en doce variantes diferentes.
Caffè il Barbarossa
Piano di Sant Andrea 23
www.cafeilbarbarossa.com
Con una ubicación envidiable -muy cerca de la casa en la que vivió Cristóbal Colón- y uno de los locales más divertidos para disfrutar del aperitivo más original de Génova con su agradable zona al aire libre, especialmente en verano.
En el Caffè Barbarossa ofrecen una amplia gama de whiskies, cócteles internacionales y lo vinos espumosos genoveses y, en su restaurante, encontrarás platos vegetarianos y veganos. Fíjate bien en sus paredes de las que cuelgan las tarifas originales de los burdeles del casco históricos.
Libreria delle Erbe
Piazza delle Erbe, 25R
Una vieja librería del centro de la ciudad ahora transformada en un moderno local. Todavía conserva su espíritu de café literario -en el que consultar y comprar libros- pero, mientras se disfruta de las intervenciones culturales también de un buen café, aperitivos, cócteles, vinos y cervezas.
Tienen todo un programa semanal lleno de actividades para los amantes del arte y de la cultura.
Imagen de Termolan
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+ infoBilbao BBK Live el festival del norte de España
Se dice pronto, pero el Bilbao BBK Live lleva con nosotros doce años. Un festival ya consolidado que ha logrado competir y convivir con los todopoderosos eventos musicales que se celebran en Barcelona y Madrid en fechas cercanas. La razón del éxito es simple, un cartel de artistas que cada año ha ido creciendo en prestigio y tirón popular. El BBK, que se celebra este 2017 del 6 al 8 de julio, presenta unos nombres de escándalo. Una alineación de estilos musicales bien variada capitaneada por Depeche Mode, Phoenix, Fleet Foxes, Die Antwoord, The Killers, Two Door Cinema Club, Justice, The Avalanches y Brian Wilson, entre otros. Si quieres disfrutar de estos conciertos, aún quedan abonos, entradas de día, y sitio en la zona de acampada por si prefieres pasar de los hoteles e ir a la aventura.
Una de las particularidades del festival es el recinto donde se celebra. El monte Kobetas (también conocido como Kobetamedi) es un emplazamiento icónico de la ciudad. Una zona forestal elevada que ofrece una vista aérea espectacular de Bilbao, además de ser unos de sus pulmones, y un lugar donde los bilbaínos suelen ir a practicar deporte o a realizar picnics. Ahora bien, los días que se celebra el BBK el monte se cierra para la ocasión, convirtiéndose así en un privilegiado escenario musical. El acceso a Kobetamendi está bien comunicado. Es más, la organización pone en marcha un par de líneas gratuitas de autobuses para que todos los asistentes puedan acudir al recinto de forma fácil.
La celebración del BBK, más allá de su oferta musical, presenta una oportunidad perfecta para descubrir algunos lugares de Bilbao. Aquí van unos cuantos planes para todos aquellos que se levanten pronto y tengan ganas de patearse las calles de la ciudad.
Los mejores pintxos
Es un tópico, pero también una realidad. Si visitas Bilbao, tienes que comer o cenar pintxos más de una vez. Es una norma no escrita. Y en Bilbao hay algunos de los mejores bares dentro de esa especialidad culinaria. Para no fallar el tiro del pintxo, lo mejor es acudir al casco viejo de la ciudad, una zona plagada de restaurantes de calidad contrastada. Aquí van unas cuantas recomendaciones: Gure Toki, Txiriboga, Motrikes y Askao Berri.
Un poco de arte
La casualidad ha querido que, durante los días de celebración del BBK, el Museo Guggenheim Bilbao aún tenga en marcha una de las muestras pictóricas más destacadas del año. Se trata de París, fin de siglo, una exposición que repasa la obra de los pintores franceses y europeos más destacados de finales del siglo XIX. Una serie de cuadros de Toulouse-Lautrec, Signac y Redon, entre otros artistas, que sería un crimen no visitar antes de subir al recinto de Kobetamendi para disfrutar del festival. ¡Ah! Tampoco conviene perderse la colección permanente que ofrece el museo con trabajos de Robert Motherwell, Yves Klein, Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, James Rosenquist, Anselm Kiefer y Gerhard Richter.
Power Records, el templo bilbaíno del vinilo
Casi tan importante como lo de comer pintxos en Bilbao, si eres un enamorado de los discos. Y es que Power Records es una tienda legendaria con más de veinticinco años de historia. Situada en la calle Villarías, cerca del Casco Viejo y de la ría del Nervión, se trata de un establecimiento con una oferta alucinante de discos de vinilo. Tanto de segunda mano como de importación. Un locus amoenus para los melómanos que anden buscando las rarezas de sus grupos favoritos. Power Records no solo vive de discos de segunda mano, ya que también apuesta por los cd’s, las reediciones, y por las novedades discográficas del momento. Vamos, que si estás buscando ese siete pulgadas que te falta de Depeche Mode o una copia en vinilo del “Pet Sounds” de Brian Wilson, es posible que lo encuentres ahí.
Reserva tu Vueling a Bilbao y déjate llevar por las ondas musicales de uno de los festivales más relevantes de la geografía española.
Texto de Xavi Sánchez Pons
+ infoUn Berlín de cine
En una época donde eso de hacerel turista cuando se viaja está pasado de moda (el viajante leído, inteligentemente, intenta esquivar los lugares más concurridos para ir en busca del verdadero corazón de cada ciudad), ¿cómo no va a ser una buena idea buscar cines con encanto cuando uno visita otro país? En muchos lugares las salas de cine tradicionales han desaparecido. Esas que solo tienen una o dos salas de proyección y que no pertenecen a ningún conglomerado internacional. Edificios con una arquitectura particular que reivindican la liturgia de ir a ver películas a un sitio especial.
Berlín es ya de por sí una capital cinéfila. Directores como Rainer Werner Fassbinder y Wim Wenders la convirtieron en una de sus obsesiones. De hecho Wenders, la inmortalizó en El Cielo sobre Berlín y ¡Tan lejos, tan cerca!, un díptico que ha dado lugar a artículos y tours que repasan la importancia de la arquitectura berlinesa y las localizaciones reales de la película: la Columna de la Victoria, la puerta de Brandeburgo o la Staatsbibliothek de Hans Scharoun. Con esa tradición cinematográfica a sus espaldas, no es de extrañar que la oferta de cines sea generosa. Y más aún de salas que cuidan con mimo su apariencia y programación. A continuación elegimos cinco de las mejores que, además, presentan una peculiaridad que las hace más apetecibles: programan películas en inglés o subtituladas en ese mismo idioma. Así que si eres un amante del séptimo arte con nociones de inglés, o si simplemente quieres visitar los edificios y sus cafés, esta es tu lista.
Uno de los cines de versión original con más prestigio de la ciudad. Tres salas pequeñas pero bien equipadas, acompañadas también de un café-bar y una video-librería que posee una gran oferta de películas en DVD y Blu-ray. El aspecto interior es alucinante, y alguna de sus salas parece salida de una película de David Lynch. El Ladenkino se encuentra en el distrito de Friedrichshain, muy cercano a Boxhagener Platz, lugar donde cada domingo tiene lugar un célebre mercadillo al aire libre.
Situado en Schöneberg, una de las zonas con más solera de Berlín (Marlene Dietrich y Helmut Newton nacieron allí), famosa también por su atractiva oferta culinaria, el Odeon encandila desde su preciosa fachada. Un neón verde bien grande y una marquesina a la vieja escuela que muestra horarios, y frases y preguntas ingeniosas para poner en situación al personal. La oferta es primordialmente de películas de autor e independientes.
El cine más punk de esta lista, cien por cien acorde, en términos artísticos, con la imaginería industrial de Berlín. Tiene dos salas y una programación variadísima centrada en películas americanas e inglesas que escapan, menos en contadas ocasiones, de las grandes producciones de Hollywood. A unos metros solo de Hackescher, una hermosa plaza en el barrio de Mitte que también alberga un mercado. Kino Central es uno de los secret spots cinéfilos de la ciudad.
Cuna del movimiento punk berlinés, no dejes escapar la oportunidad de visitar el mítico club SO36 (Iggy Pop y David Bowie fueron clientes asiduos en los setenta), el barrio de Kreuzberg puede presumir de tener una sólida vida cultural. El cine Babylon es uno de sus centros neurálgicos, dos salas de proyección en un edificio de tres pisos con historia a sus espaldas, en las que se puede encontrar un poco de todo. Desde cine indie, a películas de terror (realizan una muestra del género cada mes de octubre) y reposiciones de clásicos.
Espectacular es la palabra que lo define, un palacete que parece salido de otra época (de hecho tiene varias décadas de historia a sus espaldas) que acoge una sala e instalaciones con regusto vintage. Un marco incomparable para elevar la experiencia cinematográfica otro nivel. Su localización no tiene pérdida, ya que está muy cercano a la legendaria Alexanderplatz, algo que lo convierte en parada obligada para el turista inquieto.
Anímate a conocer estos templos para cinéfilos, reserva tu Vueling aquí.
Texto de Xavi Sánchez para Los Viajes de ISABELYLUIS
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