Neve Tzedek la cara bohemia de Tel Aviv
Neve Tzedek, que traducido del hebreo significa Domicilio de la Justicia, fue el primer barrio judío erigido más allá de las murallas del antiguo puerto de Jaffa, la ciudad gemela de la aún inexistente por aquel entonces -los años ochenta del siglo XIX- Tel Aviv. Lugar de acogida desde sus inicios de algunas de las más ilustres figuras de la cultura israelí, más de un siglo después de su fundación mantiene vivo su seductor ambiente bohemio. Barriada trazada por casas que, en algunos casos, son verdaderos monumentos de estilos arquitectónicos como el bauhaus o el art déco, sus calles amagan algunos de los centros culturales, restaurantes, tiendas, cafés y bares de visita obligada en Tel Aviv. Os los descubrimos.
Centro de Danza y Teatro Suzanne Dellal
Es un punto imperdible en la ruta artística por Neve Tzedek. Culminado por un mural de David Tartakover, uno de los artistas más relevantes de Israel, el Centro de Danza y Teatro Suanne Dellal dispone de cuatro escenarios por los que durante todo el año pasan algunas de las mejores compañías de danza tanto israelíes (es la sede de la muy elogiada Compañía de Danza Contemporánea Batsheva) como internacionales. Y si la danza no os seduce lo harán la mesmerizante plaza interior del edificio, los jardines que lo rodean o el Suzanne Café, uno de los mejores locales del barrio para pasar una tarde de charla ante una taza humeante. Suzanne Dellal Center for Dance and Theater, Yechieli Street 5.
Dallal
No solo es importante repostar energías, sino hacerlo ahí donde comer se eleva a la categoría de placer. En Neve Tzedek, el Dallal es el lugar. Ubicado en el corazón del barrio, la cocina de este restaurante encuentra su inspiración tanto en la cercana Jaffa y sus raíces árabes como en el mar Mediterráneo. Un orgasmo para el paladar. Intentad llegar un poco antes y disfrutad de un cóctel en su encantador patio exterior. Dallal, Shabazi Street 10.
Galeria Chelouche
Datada de 1886, fue la primera casa levantada en Neve Tzedek. Terrateniente, joyero y cambista, Aharon Chelouche fue una de las personalidades más relevantes de la comunidad judía de Jaffa de finales del siglo XIX. Fundador de este barrio junto a Shimon Rokach, entre otros, su casa es hoy en día una de la principales galerías de arte de la ciudad. Y si fascinante son las obras que cuelgan de sus paredes, impresionantes son las vistas que del barrio que hay desde su tejado. No lo dudéis y subid a la azotea. Chelouche House. 32 Shlush Street.
HaTachana
Al final de la calle Shabazi, la principal y más concurrida arteria de Neve Tzedek nos topamos con la HaTachana, nombre en hebreo para la antigua estación de tren de Jaffa. Erigida en 1892, cuando cayó en desuso HaTachana permaneció cerrada durante años. Reformada y recuperada recientemente, con sus cafeterías, bares, restaurantes, tiendas y mercados el viejo apeadero se ha transformado en uno de los puntos más vivos no solo del barrio sino también de la toda la ciudad. HaTachana, 1 Kaufmann Street.
Jajo
Con una excelente carta de vinos (destacando los importados de España y Francia) y un excitante catálogo de combinados, sofisticado pero acogedor, este pequeño bar-vinacoteca (a duras penas caben más de 15 personas en su interior) es el lugar ideal para acabar un día de ruta por Neve Tzedek. Jajo, 44 Shabazi Street.
Mercado de Carmel
Marcando los límites del barrio de Neve Tzedek está el Mercado de Carmel (en hebreoShuk HaCarmel), lugar de visita obligada en todo viaje a Tel Aviv. A medio camino entre nuestros mercados y mercadillos y los zocos árabes, el Carmel se divide en dos secciones. En la primera encontraréis puestos de ropa, calzado, electrodomésticos, etc., a precios, en muchos casos, irrisorios. Mucho más atractiva es la segunda parte, precedida por una zona de floristerías, donde se funden las de paradas de comida (frutas, hortalizas, carne, quesos, pan…) y las de especias es una fascinante explosión de colores, texturas y olores. Mercado de Carmel. 1 HaCarmel Street.
Museo de arte Nachum Gutman
Nachum Gutman, pintor y escultor israelí de origen ruso que se alejó de las influencias europeas de sus maestros, que consideraba poco útiles para representar las singularidades del entorno y paisajes de su país, fue una figura fundamental en la irrupción de un estilo propio en el arte israelí. Sus obras se exhiben en diversos edificios públicos de Tel Aviv y, evidentemente, en el Museo de Arte Nachum Gutman. Nachum Gutman Museum of Art, 21 Shimon Rokach Street.
Rokach House
El periodista Shimon Rokach fue uno de los fundadores de una barriada que por aquel entonces, finales del siglo XIX, formaba parte de la vieja ciudad de Jaffa. Edificada en 1887, la casa familiar de Rokach ahora es un interesante museo dedicado a aquella época. También es el hogar de Lea Majaro Mintz, nieta de Shimon y una de las pintoras y escultoras más loadas de Israel. The Rokach House, 36 Shimon Rokach Street.
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Texto de Oriol Rodríguez
Imágenes de Israel Photo Gallery, Amos Gil, israeltourism, Julien Menichini
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Recorriendo el Albaicín
Laberínticas callejuelas de empedrado suelo en las que resulta fácil perderse; blancas casas entre las que destacan los tradicionales cármenes; vestigios históricos capaces de trasladarnos hasta sus orígenes árabes; o las que posiblemente son las mejores vistas a la Alhambra convierten al Albaicín en uno de los espacios de inevitable visita para todo aquel que acude a Granada. Y es que, si en un lado del valle del río Darro se encuentra la principal excusa para desplazarse hasta esta bella ciudad, la Alhambra y el Generalife, en el otro lado se halla el otro motivo por el que bien merece la pena viajar hasta aquí, el Albaicín.
Nuestro primer consejo de cara a la visita de este barrio de origen andalusí es que hay que tomárselo con calma, ya que está repleto de rincones llenos de inspiración que te dejarán cautivado, y por los que bien merece la pena tomarte tu tiempo. No en vano, en 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Huellas del pasado árabe
Sus empinadas y estrechas calles, de serpenteante distribución, en las que a veces perderemos el sentido de la orientación, es una de las primeras huellas que encontraremos de su pasado árabe. Pero hay otras muchas cosas más que nos recordarán que uno de las etapas de máximo esplendor y crecimiento del Albaicín fue durante el periodo nazarí: la muralla zirí, del siglo XI, que recorre el Albaicín y el Sacromonte; sus puertas de acceso, como la Puerta Nueva o de las Pesas, ubicada en la Plaza Larga, la Puerta de Fajalauza, en la Cuesta de San Gregorio Alto, o la Puerta de Elvira en la calle del mismo nombre; los antiguos baños árabes del siglo XI situados en la carrera del Darro, conocidos como el Bañuelo; o el palacio de Dar al-Horra, del siglo XV, donde residió la reina y madre de Boabdil. Incluso algunas de las iglesias del barrio esconden sorpresas del pasado, como es el caso de la iglesia de San Salvador, situada en la plaza de Abad, en cuyo interior se encuentra el que era el Patio de Abluciones de la Mezquita Mayor del Albaicín.
También forma parte de ese pasado los restos que quedan de la antigua canalización del agua, y los aljibes (depósitos de agua), de los aún se conservan unos 25, como es el caso del aljibe del Rey, situado entre la muralla Zirí y la Placeta del Cristo de las Azucenas.
Otra de las construcciones clásicas del Albaicín, e lcarmen granadino, también tendría sus orígenes en la época nazarí. Este tipo tradicional de vivienda se caracteriza por ser un edificio exento rodeado por un alto muro y en cuyo interior incluye un pequeño huerto o jardín. En la cuesta de las Tomasas tenéis un bello ejemplo, el Carmen Aben Humeya, que en la actualidad funciona como restaurante.
Para acabar de impregnarnos se ese pasado te recomendamos acercarte a la Calderería Vieja y a la Calderería Nueva, en la parte baja del barrio, cuyos comercios y teterías deprenden un encanto que te trasladará a las tierras que hay por debajo del Estrecho de Gibraltar.
Las mejores puestas de sol de Granada
Si hay un must en esta ciudad es el de acerarse a alguno de los miradores del Albaicín para disfrutar de la puesta de sol, ya que las vistas desde aquí son un auténtico lujo. Los dos mejores emplazamientos, y más populares son el mirador de San Cristóbal, del que se dice que cuenta con las mejores vistas de la Alhambra y el Generalife, de la vega granadina y de Sierra Nevada, y el mirador de San Nicolás, que se hizo muy popular a raíz de una visita de Bill Clinton a la ciudad. Eso sí, mentalízate para estar bastante acompañado, ya que es mucha la gente que acude aquí a disfrutar del ocaso del día.
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Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de Rocío Garro, Alper Çuğun, Isa Ruiz, Julia Kostecka, Esteban Chiner
+ infoRuta de museos por Le Marais
Cuando uno piensa en los museos a visitar en París, lo primero que le viene a la mente son los nombres de los grandes templos del arte con los que cuenta: el Museo del Louvre, con la inquietante sonrisa de la Gioconda como estandarte; el Museo de Orsay, con una espectacular colección en las que el romanticismo y el impresionismo harán las delicias de cualquier amante del arte; el Centro Pompidou, con una de las colecciones más completas de ate moderno y contemporáneo del mundo.
Pero más allá de estos grandes espacios existen otros tantos lugares en la capital francesa, donde además de arte descubriremos la vida de importantes personajes de la ciudad, conoceremos parte de su historia, o simplemente disfrutaremos con las obras de coleccionistas privados en espacios de ensueño.
Uno de los barrios más en boga estos últimos años, Le Marais, situado en los distritos III y IV en el margen derecho del Sena, abarca un buen número de estos espacios donde experimentar otro tipo de experiencias expositivas menos masificas en alguno de los casos, a la par que enriquecedoras. A continuación hemos hecho una selección de algunos de los museos que no debes perder la oportunidad de visitar en tu recorrido por este colorido y cosmopolita barrio.
Maison de Victor Hugo
Victor Hugo es el primer protagonista de nuestra selección, ya que cuenta con el honor de tener su propio museo en el que es el centro neurálgico de Le Marais, la Place des Vosges.Victor Hugo residió entre 1832 y 1848 en la tercera planta del Hôtel de Rohan-Guéménée, donde escribiría gran parte de Los Miserables. En la actualidad es un museo donde conocer en profundidad esta imprescindible figura de la literatura francesa.
Museo Picasso
Otro gran nombre, esta vez de uno de los artistas más influyentes del arte del siglo XX, es nuestra segunda opción. El Museo Picasso, situado en el Hôtel Salé, cuenta con una amplia colección formada por 200 cuadros, 100 esculturas –este es el apartado más destacado de este museo- y cerámicas, y 3000 dibujos y grabados que abarcan todas la épocas. Además se puede ver la colección personal del pintor, con piezas de, entre otros, Paul Cézanne o Henri Rousseau.
Memorial de la Shoah
Lo que empezó siendo el monumento al Mártir Judío Desconocido acabó convirtiéndose en el Memorial de la Shoah, uno de los principales centros de documentación sobre el Holocausto en Europa -la palabra hebreashoah significa catástrofe y también se emplea para hacer referencia al Holocausto-. En el acceso al mismo se encuentran los nombres de los 76.000 judíos que fueron deportados desde Francia a los campos de concentración nazis.
Museo de Arte e Historia del Judaísmo
En Le Marais se encuentra el barrio judío conocido popularmente como Pletzl (significa plaza en yiddish), por cuyas calles bien merece dar una vuelta y disfrutar del colorido de sus comercios. Aprovechando que estás por aquí te recomendamos que te acerques al Hôtel de Saint-Aignan, situado en el número 71 de la Rue du Temple, y visites el Museo de Arte e Historia del Judaísmo, donde podrás conocer la historia de las comunidades judías en Francia, Europa y el Norte de África, desde la Edad Media hasta la actualidad.
Museo Cognacq-Jay
Situado en el Hôtel de Donon se encuentra el Museo Cognacq-Jay, en el que se puede ver la colección de obras del siglo XVIII francés adquiridas por Ernest Cognacq y su esposa Marie-Louise Jay entre los años 1900 y 1925. Durante la visita a este espacio podrás disfrutar de los más de 1200 objetos recopilados por este matrimonio aficionado al coleccionismo, entre los que se cuentan cuadros de Canaletto, Tiepolo, Boucher, Fragonard, Greuze, o Reynolds.
Museo de la Magia y el Museo de los Autómatas
En el Museo de la Magia podrás conocer todos los secretos que se hallan tras el arte de la magia, la prestidigitación, y el ilusionismo. En él encontrarás todo tipo de objetos usados para hacer trucos de magia (varitas mágicas, cajas, gorros de mago, etcétera), además de poder ver espectáculos en vivo. En este mismo espacio también se encuentra el Museo de los Autómatas, que cuenta con una colección de 100 autómatas con los que dejarse sorprender. Ideal para aquellos que viajan con niños.
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Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de Assayas, Sailko, Guillaume Baviere
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5 planes imprescindibles si viajas en otoño a Madrid
Lo tengo comprobado. Estos últimos años, por una circunstancia u otra, me ha tocado viajar a Madrid en otoño, y el resultado siempre ha sido igual de reconfortante. La temperatura aún es agradable para hacer actividades en el exterior, y en el caso de que el tiempo no acompañe, hay opciones más que suficientes donde refugiarse del frío y de la lluvia con aliciente incluido. Y es que aunque parezca increíble, esta ciudad apenas deja espacio para la melancolía y si para el disfrute. Aquí van mis recomendaciones básicas para el otoño madrileño:
1. Ir a ver caer las hojas a alguno de los numerosos parques de la ciudad
Madrid cuenta con un buen número de parques donde disfrutar de los últimos coletazos del buen tiempo, empaparse del aroma a hojas secas y disfrutar de algún que otro atardecer. Están los grandes clásicos como el Retiro, donde además de pasear en busca de la popular estatua del Ángel Caído, se puede practicar deporte, intentar no acabar en el agua en el Estanque Grande, ver alguna exposición en el Palacio de Cristal o en el de Velázquez e incluso comprarse un libro en la cuesta de Moyano antes de acceder al parque. Y todo esto a dos pasos del centro.
La Casa de Campo, el gran pulmón de Madrid, es otra buena opción, donde además de espacios donde practicar deporte y disfrutar de la naturaleza, incluye el Parque de Atracciones, el Zoológico y un imprescindible, el Teleférico, al que os recomiendo subir para poder disfrutar de las vistas de Madrid.
Cerrando la tanda de clásicos está el Real Jardín Botánico, donde te esperan aproximadamente unas 5.000 especies diferentes de árboles y plantas capaces de transportarte a cualquier punto del planeta.
Como sé que a algunos os va la marcha y necesitáis poner un toque melancólico y especial en vuestra vida, el Jardín el Capricho es vuestro lugar. En este jardín romántico construido entre 1787 y 1839, encontrarás estanques, embarcaderos, un laberinto, conjuntos escultóricos y hasta los restos de un refugio antiáereo de la Guerra de Civil. Está situado en la Alameda de Osuna y se llega fácilmente con el metro (L5 parada el Capricho).
2. Reponerse de los primeros fríos a base de cocido
¿Con mono de cocido? El otoño trae de vuelta un clásico en la gastronomía de Madrid, el cocido, la mejor manera de reponerse y protegerse de la llegada de los del frío a la capital. Entre mis locales favoritos están clásicos como el del Lhardy (Carrera de San Jerónimo 8), el de Malacatín (Ruda 5) y el de La Bola (Bola 5). El cocido de la castiza Taberna J.Blanco (Tabernillas, 23) nos vuelve locos a mi y a mi familia por lo original del lugar y por la simpatía de sus dueños.
3. A nadie le amarga un buen dulce
Hay una tarde en la que de repente el helado pierde el protagonismo para cedérselo a los pasteles. Ese es el momento de acercarse a la Puerta del Sol, entrar en la Mallorquina, y darse un homenaje a base de alguno de sus numerosas variedades de pasteles, entre las que destacan la napolitana de crema y la de chocolate. También puedes acercarte al Horno de San Onofre para tomar huesos de santo y buñuelos, dulces típicos de Todos los Santos.
Los aficionados al cruasán no os perdáis los del Pomme Sucre, donde además tienen el detalle de servirte el café y el chocolate en tazas de porcelana inglesa, ¡el triunfo está asegurado! Para los amantes de las nuevas sensaciones están el Moulin Chocolat, que se atreve a darle un toque especial a la repostería francesa, y el Mama Framboise, que apuesta por la alta repostería en un espacio moderno y acogedor.
Y sí, no puedo finalizar esta sección sin citar el popular chocolate con churros de San Ginés, unmust en toda regla que no pierde ni lustre ni calorías con los años.
4. Cultivar la mente
¿El día ha amanecido lluvioso? Es el momento de enriquecer la mente y el alma con la oferta artística de la ciudad, y dejarse caer en alguna de las numerosas exposiciones programadas. Este otoño, entre otros, se podrá disfrutar de la obra de Edvard Munch en el Museo Thyssen, profundizar en la obra de “El Divino Morales” y dejarse cautivar por las curvas de las Odaliscas de Ingres en el Museo del Prado. En el Museo Reina Sofía tendremos la oportunidad de conocer la obra de Nasreen Mohamedi, una de las primeras artistas indias que abrazó la abstracción, y la Fundación Juan March ha programado la primera retrospectiva del artista suizo Max Bill.
5. El Rastro, plan dominguero donde los haya
Una jornada en el Rastro suele ser el broche de oro a cualquier visita que se haga a Madrid. Con la excusa de ir a ver los puestos y las tiendas en busca de gangas, antigüedades, ropa, libros, discos y cualquier cosa imaginable, uno acaba callejeando y dejándose llevar por el buen ambiente reinante. Como no podía ser menos, la ruta tiene que acabar en alguno de los múltiples bares de la zona, caña en mano, acompañada de la correspondiente tapa. Entre la múltiple oferta, no os perdáis las sardinas del Bar Santurce los caracoles de Casa Amadeo (Plaza de Cascorro 18), las tostas del Capricho Extremeño (Carlos Arniches 30) y las tapas del Museo de la Radio (Santa Ana 8).
¿Listos para adentraros en el otoño madrileño? Reserva tu Vueling aquí.
Texto de Isabel Lucia de ISABELYLUIS Comunicación
Fotos de Felipe Gabaldón, Juan Antonio F. Segal, mcxurxo, pegatina1, Fernando Bueno
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