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Costa Amalfitana la Campania más divina

Muchos amigos y conocidos nos piden que les recomendemos algún destino romántico y cercano para alguna celebración especial con la pareja. Siempre les respondemos lo mismo: la Costa Amalfitana, en la región italiana de Campania. Y es que es imposible que alguien no se enamore de este pedazo de litoral bañado por las aguas del Tirreno y cuyas sinuosas curvas esconden algunas de las poblaciones más bellas y divinas de Italia.

El mejor punto de partida para hacer este itinerario es Sorrento ciudad que, aunque no está dentro de esta ruta costera propiamente dicha, sí que es un destino con mundo encanto y cuyos hoteles lujosos atrajeron a grandes voces de la lírica como Enrico Caruso o Luciano Pavarotti -son memorables sus interpretaciones de Torna a Surriento (Vuelve a Sorrento),una de las canciones napolitanas más conocidas del mundo-. Desde los balcones que caracterizan la fachada marítima de esta localidad napolitana se tienen sin duda las mejores vistas del Vesubio, volcán que ha marcado a fuego la historia de estas tierras.

Positano es la primera localidad de la Costa Amalfitana (la Costiera Amalfitana en italiano) que descubriremos en esta ruta. Justo antes de entrar en el núcleo urbano hay fantásticos miradores para descubrir esta pequeña población cuyas casas se encaraman en la montaña dando lugar a una de las postales más elegantes e icónicas de Italia. Positano es pintoresca, única, una visita ineludible de la Costa Amalfitana, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1997. Sus empinadas calles están repletas de tiendas de moda y de productos típicos, y algunos de sus casi asequibles hoteles son verdaderos remansos de paz donde muchas parejas se dan el sí quiero. Es el caso del Hotel Poseidon, gestionado por los hermanos Aonzo, que miman a sus clientes como si fueran verdaderamente sus amigos.

Todavía recordamos como Marco nos dejó uno de sus coches de colección, un Alfa Romeo Spider rojo carmín, con el que tuvimos la oportunidad de visitar cuales estrellas del neorrealismo italiano, otras poblaciones míticas de la Costa Amalfitana:Amalfi y Ravello. La primera de ellas, que da nombre a toda esta parte del litoral del golfo de Salerno, destaca por su vistosa Piazza del Duomo y las escaleras que conducen a su catedral. Amalfi es perfecta para ir de compras por sus transitadas calles y para comer o cenar en algún recóndito restaurante con vistas al mar alguna de las especialidades de la zona como el pescado al acqua pazza regado con un vino blanco Fiano di Avellino. El punto y final gastronómico lo pone su licor por antonomasia: el limoncello, elaborado con los grandes y aromáticos limones que se producen en esta zona.

Otra de las localidades insignes de la Costa Amalfitana es Ravello, cuyas joyas son los jardines de Villa Cimbrone, que están abiertos al público, y la maravillosa Villa Rufolo, un lugar del que se prendaron poetas, artistas y músicos y que hace de esta parte del litoral italiano uno de los más bellos para casarse.

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Texto de Tus Destinos

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Dos horas en Niza

Por Michael Schuermann de Easy Hiker

LaRiviera francesa no se considera una región o una zona, sino una única ciudad, una delgada franja de poblaciones costeras de menos de un kilómetro de profundidad que se extiende a lo largo de más de 80 kilómetros, como una versión moldeada y francesa de Los Ángeles.

Si disponemos de dos horas en Niza, la capital de la Riviera francesa, incluso podemos jugar al “Cuál es cuál”: Mónaco sería Beverly Hills, Cannes rivaliza con Hollywood en el glamour de las estrellas de cine y Menton se asemeja a los barrios más encantadores de LA, como Santa Mónica o Venice.

Y Niza, la mayor ciudad de la Costa Azul, sin duda sería el equivalente al centro de Los Ángeles.

A un estadounidense probablemente no le parecería extraño visitar la Riviera francesa sin ir a su “capital” al menos una vez. Tengo un amigo que vivió en LA durante cinco años y nunca había estado en el centro. Sin embargo, para los europeos como yo, sería muy raro.

Así que fuimos a pasar un día a Niza, y vosotros deberíais hacer lo mismo si tenéis la oportunidad.

A lo largo de la costa hay ciudades más glamurosas y también más bonitas, pero pocas condensan todos los elementos que representan la grandeza de la Riviera francesa en un único paquete: urbanidad, transparencia, glamour y playas. Niza los tiene todos.

Empezamos en la estación de tren, cruzamos la carretera y avanzamos por la Avenue Durante hasta el paseo marítimo, el Promenade des Anglais, la calle más famosa de la Costa Azul. Nos desviamos un momento hacia la derecha para contemplar el Hotel Negresco y su famosa cúpula rosa, que se rumorea que emula los, ejem, pechos de la amante del arquitecto (¡oh, la Belle Epoque!) y el también espléndido Hotel Maison de la Mediterranee , antes de volver a la costa en dirección a la ciudad antigua. Algunos de los lugares clave son la magnífica Opera de Rue Saint Francois de Paule Cours Saleya , con sus mercados diarios de flores y antigüedades y la evocadora Place du Palais con el Palacio de Rusca, uno de los puntos de referencia más famosos de la ciudad.

Una vez que hemos explorado brevemente la ciudad antigua, es la hora ideal para comer. Sugerimos ir a alguno de los muchos locales que sirven una especialidad local llamada Socca, crepes aromáticos hechos de harina de garbanzos cocinados en horno de leña. Están deliciosos acompañados tan solo de sal y pimienta.

Si tuviéramos alguna duda sobre si Niza es una ciudad italiana o no, Plaza Garibaldi (con sus columnatas y una estatua del héroe nacional italiano, que de hecho nació en Niza cuando la ciudad todavía formaba parte de Italia) nos da todas las pistas que necesitamos.

Caminamos desde aquí hasta la Plaza Massena, otra de las principales plazas de la ciudad y finalmente bajamos por la Avenue Jean Medecin, la principal calle comercial de la ciudad, hasta la estación de tren.

Hay muchos lugares para los que no tendréis tiempo durante una visita de dos horas, como la famosa iglesia ortodoxa (podéis echarle una tentadora ojeada al llegar y partir en tren), pero siempre podéis volver, por supuesto. Nosotros sabemos que lo haremos.

Por Michael Schuermann de Easy Hiker

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5 cocidos con los sortear el frío de Madrid

Sí, lo sabemos, la oferta gastronómica en Madrid puede ser abrumadora. La mayoría de las veces entre cañas y tapas, que suelen encentrarse en todos los formatos posibles, acabamos olvidándonos de tomarnos un tiempo para degustar un clásico indispensable como lo es un buen cocido madrileño. Este plato hipercalórico, compuesto de sopa, garbanzos, verduras y carnes varias, elaborado con mucho tiempo y mimo, servido en dos o tres vuelcos, en espacios con más solera o más chic, es una de esas experiencias culinarias que bien seguro que no te arrepentirás de experimentar. Un aspecto a tener en cuenta si vas a locales que no están especializados en cocido, es que al tratarse de un plato concebido para combatir el frío y retomar energías tiende a ser de temporada en algunos restaurantes, que suele empezar con las primeras bajadas de temperatura (octubre) y finalizar con la llegada del calor (mayo). A continuación hemos hecho una selección de algunos de los locales donde disfrutar de una gran versión de este plato. ¡Buen provecho!

La Bola

Situado en las inmediaciones del Palacio Real y la Plaza de Oriente, La Bola es uno de los restaurantes más populares de Madrid en lo que a cocido se refiriere, y un imprescindible en toda lista que se precie de lugares donde tomar cocido en la capital. Fundado en 1870, su característica más distintiva respecto al resto de locales es que este plato se elabora siguiendo las formas más tradicionales, siendo cocinado en carbón en unos pucheros individuales.  

Lhardy

Nuestra segunda opción también tiene en su haber muchos años de rodaje realizando cocidos y otras exquisiteces, pues fue fundado en 1839. El Lhardy, situado en la Carrera de San Jerónimo, a apenas unos pasos de Sol, cuenta con unos magníficos salones de corte clásico que demuestran que el cocido también puede resultar un plato de lo más elegante, sobre todo si lo comes con cubertería de plata. En este bello espacio repleto de historia -por el que han pasado figuras históricas como los reyes Isabel II y Alfonso XII-, sirven un delicioso cocido que no resulta para nada pesado, y que bien vale su precio.

Malacatín

En funcionamiento desde en 1895, el Malacatín es un pequeño restaurante situado en el barrio de La Latina, que rezuma solera por todas partes. Con un cocido servido en tres vuelcos, además de por su fama de bueno es también conocido por lo abundante de sus cantidades, así que con hambre es más que seguro que no salgas. De precio más que razonable respecto a sus competidores, corre la leyenda de que aquel que logre comerse el cocido completo será invitado por la casa.   

Casa Carola

Con muchos menos años en funcionamiento que los anteriormente citados (fue abierto en 1998), pero no por ello con inferior calidad, el restaurante Casa Carola, situado en pleno barrio de Salamanca, es una apuesta segura para aquellos que quieran probar una exquisita versión de este manjar. Su cocido se sirve en tres vuelcos, y entre sus ingredientes estrella se encuentran sus fabulosos garbanzos de cosecha propia procedentes de Segovia. 

La Gran Tasca

La Gran Tasca, abierta desde 1942  es otro de esos sitios de imprescindible visita para los buscadores de buenos cocidos en Madrid. Situado en el barrio de Chamberí, y con un interiorismo de lo más castizo, con motivos taurinos incluidos, su cocido, que en este caso es de dos vuelcos, no defraudará, sobre todo su excelente sopa. 

Reserva tu Vueling a Madrid y anímate a probar uno de los platos más típicos de la ciudad.

Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS

 

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Santander estrena centro de arte

Santander está de estreno. Es uno de esos estrenos que se ha hecho derogar en el tiempo, pues el proyecto que encargase en 2012 el fallecido Emilio Botín ha ido muy lentamente tomando forma y transformando la vista de la bahía de Santander, hasta su inauguración el pasado 23 de junio. Dicen que lo bueno se hace esperar, así que puede que esa sea la clave del secreto del Centro Botín que desembarca en la capital cántabra para llenar de cultura y aires nuevos a esta bella ciudad del norte de España.

Un edificio de autor
Lo primero que inevitablemente llama la atención de este nuevo espacio cultural es el edificio encargado de contenerlo, pues se ha optado por un proyecto arquitectónico de esos que no pasa desapercibido para nadie, con opiniones a favor y en contra, como en todo aquello en lo que se atisba cierto riesgo. Obra de Renzo Piano, ganador de un Premio Pritzker, y un auténtico enamorado de Santander, elaborada junto al estudio del español Luis Vidal, ha logrado darle un toque de modernidad a la ciudad en uno de sus espacios más emblemáticos, la bahía. El edificio se compone de dos grandes volúmenes unidos por una estructura de espacios y pasarelas a modo de distribuidor principal. El del oeste funciona como una gran sala de exposiciones de 2.500 m², en cuyos bajos hay una zona comercial y de restauración. El módulo situado al este, de un tamaño inferior, será el dedicado a las actividades educativas, y en el que sobresale su gran terraza con unas excelentes vistas a la bahía de Santander. Sostenidos por pilares que lo hacen aparentemente flotar en el aire, destacan sus grandes cristaleras, que ofrecen unas vista privilegiadas de la costa y la ciudad, y el recubrimiento exterior, realizado con piezas de porcelana blanca.

Pero no todo el protagonismo se lo debemos dar en exclusiva a este fabuloso edificio ubicado a modo de bisagra entre el centro de la ciudad y el puerto. Su construcción ha venido acompañada por la rehabilitación y ampliación de los Jardines de Pereda -han pasado a ocupar de 2 a 4 hectáreas- situados en los alrededores del Centro Botín. El paisajista Fernando Caruncho y la artista Cristina Iglesias se han encargado de convertir la llegada hasta este nuevo espacio cultural en toda una experiencia para los sentidos.

Un nuevo espacio expositivo en la ciudad
El Centro Botín ha empezado dando sus primeros pasos con dos exposiciones contrapuestas, una de corte más clásico, dedicada al primer gran maestro de la pintura moderna, Goya, y en la que sus dibujos toman todo el protagonismo; y otra, de corte más actual, dedicada a Carsten Höller, la primera monográfica realizada a este artista belga hasta el momento en España. En paralelo hay programadas actividades de todo tipo, desde talleres, pasando por proyecciones cinematográficas, conciertos, etcétera.

Por delante, un largo camino por recorrer. Sobre este nuevo proyecto pesa al interrogante de si se producirá un “efecto Guggenheim” que logre dar un aliciente más al viajero en su visita a Santander y dar un empujón extra al turismo y a la ciudad. De momento ha conseguido ser la comidilla del verano y el espacio que inevitablemente los locales y los veraneantes de la zona irán a visitar.

Anímate a hacer una escapada a Santander para conocer su nuevo centro de arte, reserva tu Vueling aquí.

Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS

 

 

 

 

 

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