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Finisterre

Finisterre, que significa “fin del mundo”, fue considerado como tal por diferentes culturas que en la antigüedad aún creían que la tierra era plana. Este punto, donde se halla el conocidísimo Cabo Fisterra, es el más occidental a donde consiguen llegar los peregrinos del Camino de Santiago. Éstos quemaban sus ropas en el acantilado y echaban sus cenizas al mar como símbolo de purificación.

Lo más adecuado para poder disfrutar de las vistas magníficas que ofrece la Costa da Morte es hacer el trayecto en coche. Antes de llegar al Faro de Finisterre hay un desvío a la derecha que lleva al Monte Facho, donde también se encuentra la ermita de San Guillermo, relacionada con creencias sobre la fertilidad. A las afueras de esta población se erige la Iglesia de Santa María das Áreas, de estilo románico. Esta iglesia parroquial guarda al Cristo dos Barbas Douradas, por el que se profesa gran devoción. Entre Finisterre y Cabo da Nave está la salvaje playa de Mar de Fora, abierta al océano Atlántico y rodeada de afilados acantilados. Es una de las playas más bonitas del litoral.

Un poco más al sur de Finisterre, nos encontramos con un pueblecito pesquero dentro del municipio de Dumbría, O Ézaro, el cuál atesora una cascada que posee la singularidad de ser la única que desemboca directamente en el mar de toda Europa. Es muy aconsejable ir a verla en invierno, ya que los aumentos de su caudal, como consecuencia de lluvias intensas, aumentan su poderío y belleza.

No se puede dejar de mencionar la gastronomía marinera que abunda en esta zona de la costa gallega. Finisterre es el reino del marisco y el pescado: percebes, langostas, vieiras, almejas, navajas, berberechos o lubinas son algunos de la lista interminable de productos marítimos que se podrán probar en estas tierras. También el producto vacuno es de calidad extrema, de ahí la famosa ternera gallega.

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Imagen de ricardo

Por Blanca Frontera

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Santiago de Compostela: Patrimonio vivo

Por Adela Nieto Cerrada de callejeandoporelplaneta.com

Santiago de Compostela es una ciudad que enamora al peregrino y enamora al viajero ya que una vez que termina el camino comienzan a despertarse sus calles y plazas llenas de vida. Después de recorrer cientos de kilómetros disfrutando unas veces, y sufriendo otras, por fin podemos descansar en la Plaza del Obradoiro con el deber cumplido tras visitar al apóstol que nos ha estado esperando impaciente en la catedral. Es entonces cuando exhaustos y emocionados descubrimos la ciudad de Santiago que nos abre sus puertas, albergues, restaurantes y comercios escondidos entre callejones, ya podemos comenzar a respirar y a vivir esa mezcla de aire turístico, estudiantil y peregrino.

Santiago de Compostela tiene un gran patrimonio cultural y un más importante patrimonio latente que la convierten en una ciudad única: 

La Plaza del Obradoiro 

Símbolo social e institucional no sólo es el final del camino de Santiago sino que los elementos que la componen representan los diferentes poderes del estado con una combinación arquitectónica admirable. La Catedral, imponente, comenzó a construirse en el siglo XI de estilo románico pero posteriormente se fue ampliando con elementos barrocos, góticos y renacentistas entre los que destaca el Pórtico de la Gloria y el claustro. El Palacio Arzobispal, anexo a la catedral con infinidad de salones, patios y bóvedas es de visita obligada. El Hostal de los Reyes Católicos, antiguo hospicio para peregrinos que poco a poco fue transformándose al igual que el resto de la ciudad, hoy es Parador Nacional de Turismo. Colegio San Xerome, precursor de la actual universidad, fue levantado por el obispo Fonseca para albergar a los estudiantes con menos recursos. El Ayuntamiento, último edificio construido en la plaza para cerrarla definitivamente, es de estilo neoclásico y alberga la Presidencia de la Xunta de Galicia.

La Universidad 

Santiago de Compostela no podría concebirse sin peregrinos ni estudiantes, los unos y los otros han transformado la ciudad hasta convertirla en una parada imprescindible para cualquier viajero. De igual modo la historia de la Universidad va ligada a la historia de Santiago desde que a finales del siglo XV se fundara un pequeño colegio para impartir clases de gramática a los niños con pocos recursos. Esta iniciativa fue prosperando con el paso de los años y ampliando sus instalaciones hasta que en el año 1504 Diego III de Muros consigue una bula papal para poder realizar estudios superiores. Desde entonces, con más de 500 años de historia, la USC es un centro prestigioso en el mundo entero y aparte de su innegable valor académico inunda las calles de estudiantes y tunas.

El Casco Histórico

El laberíntico entramado del centro de Santiago bulle de animación día y noche: callejuelas empedradas, edificios históricos, palacios señoriales, monasterios escondidos, albergues para peregrinos, comercios, restaurantes, lugares de ocio, mercados y mercadillos constituyen el alma de la ciudad que se acuesta de madrugada y se levanta cuando los primeros rayos de sol acarician al apóstol. Perderse por el casco histórico es como viajar en el tiempo, cerramos los ojos y al volver a abrirlos nos damos cuenta de que la vida no ha cambiado durante siglos, recorrer sus calles es una experiencia única donde todos acabamos encontrando nuestro lugar y una rutina bulliciosa se repite día tras día desde la época medieval.

Los Miradores

Santiago se vive paseando por sus calles pero para poder disfrutar de las mejores vistas del centro hay que salir de los muros que limitan el casco histórico y acercarse a alguno de los parques que rodean la ciudad. Al este tenemos el Parque de la Alameda desde cuyos bancos se inmortalizan los mejores atardeceres sobre la catedral, en el oeste el Parque de Belvís, a la altura del Albergue del Seminario Menor, donde se contempla el casco histórico en su máximo esplendor, al sur el monte Gaiás que esconde la colosal Ciudad de la Cultura de Galicia, y en el centro uno de los mejores miradores es la terraza de la facultad de Historia y Geografía que nos asombrará con sus magníficas vistas panorámicas de los alrededores de Santiago.

Los Compostelanos

El casco histórico de la ciudad es Patrimonio de la Humanidad pero sin duda su verdadero valor reside en sus gentes, santiagueses y santiaguesas que con el paso de los años han llevado la fama de Santiago por todos los rincones del mundo. De origen labriego y dedicados a la vida del campo han evolucionado con los tiempos, abierto comercios, creado negocios, pero siguen siendo gente humilde dedicada a ayudar a los demás sin pedir nada a cambio. Santiago de Compostela a lo largo de los años ha generado importantes hijos ilustres como la gran poetisa Rosalía de Castro, el obispo Fonseca, precursor de la Universidad, o el cirujano Gómez Ulla, Presidente de la Organización Médica Colegial, pero los compostelanos anónimos siguen siendo el verdadero corazón de la ciudad y su mejor patrimonio.

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Los restaurantes top de A Coruña

Un año más y consolidando una tendencia al alza, la gastronomía gallega merece el reconocimiento de la Guía Michelin, una de las más prestigiosas y exigentes de todo el mundo. Ya son 12 restaurantes de Galicia los que han obtenido tal

Distinción, la cual celebra su talento culinario. Pero nos vamos a centrar en los 3 que se encuentran en la ciudad de A Coruña. Del resto hablaremos otro día. Unos están mirando al mar y otros a un paisaje verde; unos se inspiran en las vanguardias y otros ahondan en las raíces, pero todos tienen un sabor único, un sabor genuinamente gallego.

Alborada
(Paseo marítimo Alcalde Francisco Vázquez, 25. 15002 A Coruña)
Chef: Iván Domínguez

El restaurante está situado en el paseo marítimo que rodea A Coruña, a medio camino entre la Torre de Hércules y el castillo de San Antón. Es un espacio moderno y elegante, con dos comedores abiertos al Atlántico y un comedor privado, más recogido. La decoración juega con maderas nobles, el corcho y el hierro, en sintonía con la luminosidad de un espacio amplio.

Alborada es un restaurante basado en los productos gallegos, sobre todo mariscos y pescados, a los que aplica una elaboración actual. Una cocina de altos vuelos que le llevó a obtener una estrella Michelin en 2010. En la carta hay siempre pescados y mariscos del día, acompañados de sabrosas verduras de temporada. Bogavantes, cigalas, zamburiñas, merluzas, lubinas, lenguados... El mar es la estrella. Hay también dos menús muy atractivos: “Menú Clásico”, con los platos que marcan la trayectoria del restaurante; y “Menú Degustación”, con lo más nuevo y sorprendente de las creaciones del chef. Para completar la experiencia, Alborada cuenta con una surtida bodega con más de 600 referencias.

Árbore da Veira
(San Andrés, 109 bajo. 15003 A Coruña)
Chef: Luis Veira

Árbore da Veira está a unos pasos del mar, así que lo ideal es dejarse envolver por la brisa marina. En Árbore el ambiente es cálido y distendido. Pocas mesas y mucho espacio, maderas claras y muebles inspirados en el diseño nórdico, mesas sin mantel y una espectacular vajilla, con piezas únicas y artesanales. Este es un mundo feliz. Su chef, Luis Veira propone una travesía de lo más sugerente. Utilizando las técnicas más innovadoras, se trata de un recorrido gastronómico pensado para disfrutar en todos los sentidos. Lo que le gusta es avanzar, adentrarse en nuevas técnicas y nuevos productos, sobre todo si vienen del mar. El resultado son platos espléndidos de cocina de autor, pero eso sí con raíces en la tradición gallega.

De entrada, una aclaración: aquí no hay carta. Aquí se impone el dinamismo porque cada día hay dos nuevos y atractivos menús para elegir: “Raíces”, que incluye 8 snack, 10 platos y 8 petit fours, y “Árbore”, conformado por 8 snack, 15 platos y 8 petit fours. ¡Poca broma! Al final son, entorno a 30 creaciones culinarias, las que degustamos en una sola sesión. Eso sí, siempre productos de temporada y muy especialmente de mar (6 de los platos suelen ser a base de marisco) y las rías de Galicia: ostras, cigalas, zamburiñas, minchas (bígaros) o callos de bacalao. Como contrapunto al chef le gusta presentar algún plato de carne, siendo la ternera gallega o el porco celta su gran referente. Los platos, o los bocados como le gusta decir a Luis, cambian en función del mercado... y de su inspiración. En la bodega, Árbore sigue la misma filosofía innovadora: alrededor de 250 referencias de 30 D.O. de España y de todo el mundo que se renuevan trimestralmente, con predominio de los vinos gallegos. Una impecable selección pensada para maridar con los espectaculares bocados del chef. Hay dos propuestas de maridaje: En boca con 8 vinos; y en paladar con 12.

A Estación
(Estrada da Estación, 51. 15660 Cambre, A Coruña)
Chefs: Beatriz Sotelo y Xoán Crujeiras

Este restaurante situado a 15 km. del centro  de la ciudad de A Coruñallama mucho la atención porque ocupa la cantina y el almacén de una antigua estación de tren. Se trata de un espacio restaurado que nos atrapó a la primera de cambio, sobretodo por su iluminación. De día, el comedor es alegre y luminoso, con ventanales a ambos lados, como en un vagón de antiguo ferrocarril. Por la noche, el comedor se vuelve íntimo y elegante, con pequeños puntos de luz que crean una atmósfera evocadora de una cena en el Orient Express.

El binomio de maestros que comandan la cocina basan su ideario en una combinación de técnica y creatividad, pasión y delicadeza, mar y montaña. Además comparten su predilección por los productos del entorno, pero con la mirada hacia adelante. El menú de A Estación se sustenta en una cocina que armoniza experiencia, conocimientos y recuerdos culinarios. Su oferta se nutre de una carta con platos para picar y compartir, de entrantes, pescados y carnes de temporada, así como un menú degustación que puede incluir o no maridaje de vinos, y que varía mensualmente. Los productos aquí siempre son de temporada, de cercanía, de tradición, ecológicos, de cooperativa y de pequeños productores locales.

A Coruña dispone de muchísimos alicientes para cautivarte, y uno de ellos es su cocina. ¿A qué esperas para disfrutar de las propuestas de sus mejores chefs? Consulta nuestros vuelos aquí.

Texto de Turismo A Coruña

Imágenes de Alborada, Árbore da Veira

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Descubriendo la etapa coruñesa de Picasso

El período coruñés es el más desconocido de Picasso, pese a la gran importancia que le concedía el propio artista, quien en ocasiones llegó a valorarlo por encima de sus celebradas etapas azul o rosa. Todo empezó en octubre de 1891, cuando con 9 años Pablo Ruiz Picasso, sus hermanas Conchita y Lola y su madre María cambiaron su Málaga natal por Galicia al obtener el cabeza de familia, José Ruiz Blasco, una plaza de profesor en la Escuela Provincial de Bellas Artes de A Coruña. Aquel niño andaluz acudió durante tres cursos tanto al instituto local como a la citada escuela, donde inició sus estudios artísticos.

Durante el periodo de tiempo en el que residió en A Coruña llegó a realizar más de 200 piezas, que se conservan en los museos picassianos más importantes del mundo (París, Barcelona y Málaga) o en colecciones privadas, como es el caso del Retrato de Modesto Castilla vestido de moro, que en el 2012 se subastó por 2,6 millones de euros, siendo el cuadro pintado por un niño -lo realizó a la edad de 13 años- más caro jamás vendido.

Así pues, en tu visita a A Coruña no dudes en incluir la ruta que te proponemos a continuación y en la que podrás descubrir los lugares más significativos de la etapa coruñesa de Picasso.

La casa Picasso
Los Ruiz Picasso vivieron durante sus cinco años en Galicia en el segundo piso de la calle Payo Gómez, 14. Es una casa coruñesa de arquitectura típica, con galerías de madera, y cuya estructura original se mantiene. En el piso se puede ver la recreación de una vivienda del siglo XIX, con algunas reproducciones de la obra coruñesa de Picasso y de la de su padre, así como un grabado del primero contemporáneo a Guernica.

Instituto da Guarda
El Eusebio da Guarda, situado en la plaza de Pontevedra, es el centro en el que Picasso estudió enseñanza secundaria, con malas notas, y Bellas Artes, con excelentes calificaciones. En la primera planta fue donde recibió clases de artistas como su padre, Román Navarro, Isidoro Brocos o Amorós y Botella.

La plaza de Pontevedra
Esta plaza, que por aquel entonces era de arena y piedra, era donde Picasso jugaba a los toros y toreros con amigos como Antonio Pardo Reguera, Constantino Sardina o Jesús Salgado. Contaba con una fuente en la que la criada de los Ruiz Picasso iba a recoger el agua para uso doméstico.

Las playas de Riazor y Orzán
Se dice que Picasso descubrió por primera vez la desnudez femenina en Riazor. Ocurrió cuando jugaba cerca de las casetas con las que entonces contaba esta playa, en la que también había barcas, que Pablo dibujó. Del Orzán hizo un óleo sobre tabla.

La capilla de San Andrés
La reedificada capilla de San Andrés, de estilo neorrománico, se abrió al público en mayo de 1890. Desde entonces, luce en su interior siete esculturas de Brocos, uno de los profesores de Pablo en la Escuela de Bellas Artes. A pocos metros de la capilla se encuentra el Circo de Artesanos, donde Picasso recibió clases de baile.

La calle Real
En febrero de 1895, Picasso realizó su primera exposición en el número 20 de la calle Real, en lo que entonces era una tienda de muebles, por la que recibió dos críticas excelentes en la prensa. En marzo hizo la segunda en esta misma calle, se cree que en el número 54, donde mostró El hombre de la gorra, que hoy conserva el Museo Picasso de París.

El Jardín de San Carlos
En A Coruña, Picasso conoció la historia de Lady Hester Stanhope, amante de Sir John Moore, quien murió en 1809 en A Coruña y fue enterrado en este jardín. Le gustó tanto que se prometió visitar Inglaterra para indagar más sobre ella; de hecho, la primera vez que visitó París (1900) tenía pensando que la capital francesa era sólo una escala para llegar a Londres. Luego cambió de planes

Escola de Artes e Superior de Deseño Pablo Picasso
Este centro, situado en el número 2 de la calle Pelamios, tomó el testigo de la antigua Escuela de Bellas Artes. En sus pasillos se pueden admirar varios de los yesos que Picasso dibujó durante los tres cursos que estudió en A Coruña, y en el hall se exponen fotocopias de su expediente académico.

El cementerio de San Amaro
En este cementerio se encuentra enterrada Conchita, la hermana pequeña de Pablo, que murió de difteria el 10 de enero de 1895. En este camposanto yacen también Costales, Brocos, Navarro y Gumersindo Pardo Reguera.

Torre de Hércules
Picasso daba largos paseos desde su casa hasta la torre de Hércules, el faro que desde 2009 es Patrimonio de la Humanidad. Pablo la pintó al óleo, y además la dibujó en uno de sus cuadernos coruñeses y también en uno de sus periodiquillos, añadiéndole en este caso el sobrenombre de la “torre de caramelo”.

Texto de Turismo A Coruña

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