A 30.000 pies por viajeros para viajeros

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Vive Donosti desde el deporte

Cada noviembre se celebra en San Sebastián la que es para mí la mejor carrera a pie del circuito nacional: la clásica Behobia-San Sebastián. Una prueba que une los 20 kilómetros que separan la localidad irunesa de Behobia (y frontera con Francia) con la capital gipuzcoana. Es una verdadera fiesta del deporte que este año llegó a la edición número 51, con cerca de 30.000 corredores inscritos.

Allí estuvimos para correrla, pero esta vez no fue a pie sino en patines. Sí, tiene modalidad patinadores y también cuenta con una Behobia Txiki para niños de hasta 13 años el día anterior de la prueba y un formato reducido, la Behobia Gaztea, para los chavales de 14 a 18, que realizan los últimos 4,4 km del circuito. Asimismo está la Behobia para discapacitados, dando cabida a todo el mundo. Sobre esta prueba recomendaros que la preparéis bien físicamente y reservéis dorsal y alojamiento con mucha antelación. Se trata de un circuito con continuos ascensos, lo que puede hacerla muy dura si vamos por encima de nuestro ritmo.

Algo más que la clásica Behobia-San Sebastián

En el último post de Londres ya os animaba a descubrir las ciudades corriendo. En Donosti os aconsejo como carrera urbana la ruta de “Las tres playas”, saliendo de El Peine de los Vientos de Chillida en Ondarreta, atravesando el Paseo de La Concha hasta llegar a la playa de La Zurriola, cruzando el Bulevar y el puente del Kursaal. Esta misma ruta es ideal también patinando en roller o skate.

Pero más allá de correr por la ciudad, Donosti se presta a interactuar activamente con su entorno a través de actividades como éstas:

Surf en la Zurriola. La playa de la Zurriola, en el barrio de Gros, atrae a gente de todo el mundo. Un ambiente internacional por la calidad de sus olas y allí contamos con los amigos de Pukas que llevan años trabajando para hacer crecer el surf en el País Vasco y ahora también con escuela en Barcelona. Si vais a hacer surf y es la primera vez poneos por favor en las manos de un monitor, pues no es una playa fácil.

Kayak y SUP en La Concha. En las mismas instalaciones del Club Fortuna en La Concha tienen servicio de alquiler de Stand Up Paddle y de Kayak. De allí podéis ir a la Isla de Santa Clara o entrar, con precaución, en el Puerto Viejo de Donosti. La Concha es, sin duda, más tranquila que La Zurriola y ofrece unas vistas espectaculares de toda la Bahía.

Natación en La Concha. Si os gustan las aguas abiertas y tenéis neopreno podréis alargar la temporada de nado. La Concha es una playa tranquila, siempre y cuando te mantengas dentro de la Bahía. Tenéis servicio de taquillas donde podréis ducharos y dejar vuestra ropa mientras nadáis tranquilamente. La taquilla va con una llave imantada que es fácil de usar para nadar.

Mountain bike o paseo por el monte Ulía. Todo el que corra la Behobia se acordará (para bien o para mal) de la última subida llamada el Alto de Miracruz, que continúa con la última bajada por la avenida de Ategorrieta. Allí, a mano derecha, pasado el restaurante de Arzak, está la subida hacia Ulía. Podéis acceder en coche hasta el merendero de arriba o subir caminando. La montaña está llena de caminos y sendas para disfrutar con la bici de montaña, corriendo, o simplemente paseando. En cualquier caso disfrutarás de las vistas y el paseo que lleva hasta Pasajes de San Pedro y el barrio pescador de Trintxerpe.

Y si por alguna casualidad el día no acompaña y necesitáis echar mano de una actividad indoor podéis hacer uso del Gimnasio del Club Atlético San Sebastián para realizar una rutina de gimnasio (bici, carrera, fuerza) o, si buscáis un punto diferente, subíos al Pabellón del Club Fortuna Pío Baroja para practicar escalada en su rocódromo, tanto con cuerda y arnés (escalada deportiva), como simplemente con pies de gato en la zona interior habilitada con colchonetas para escalar a baja altura.

Como ves a Donosti vale la pena venir a hacer deporte aunque no sea a competir. Eso sí, si tienes el gusanillo de competir apunta en el calendario las siguientes fechas y pruebas (por orden tras Behobia) y ve reservando tu billete en Vueling para disfrutarlas.

Maratón de San Sebastián a finales de noviembre
Lilatón
la primera semana de marzo coincidiendo con el día Internacional de la Mujer, una carrera que es únicamente para mujeres.
Triatlón Memorial Onditz
y Triatlón de la mujer en junio
Travesía a nado de la Concha
en septiembre
Cross de las tres playas
en octubre

 

Texto de Raúl Casañas

Imágenes de Iaona Manolache, Pello Sosoro

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Saboreando Edimburgo sin prisas

La vertiente más disfrutona de Edimburgo incluye restaurantes de autor con estrella Michelin, chocolaterías, salones y sesiones de té, bares de vinos, pubs de cuento y hoteles boutique para el pantagruélico desayuno escocés pero también para el descanso deluxe.

La consigna principal es la de olvidarse de las prisas. Aunque solo tengas unas horas para disfrutar de la capital escocesa, no la recordarás igual si la saboreas detenidamente que si andas deprisa de un lado al otro. Cierto es que prolongar las sobremesas te privará de disfrutar de otras atracciones de la ciudad más allá de las gastronómicas debido a los horarios de apertura, pero hay mesas que valen mucho la pena visitar.

Edimburgo tiene más restaurantes por cabeza que ninguna otra localidad en toda Gran Bretaña. Ahí es nada. Entre éstos, cuatro estrellas Michelin con cocinas de autor cuyos chefs alternan sus menús gastronómicos con fórmulas de degustación más casual. En todos ellos, comer o cenar te llevará una media de 3 horas. En The Kitchin, Tom Kitchin y su equipo ponen el mapa de Escocia a modo de minuta sobre la mesa para situar el origen de todos los ingredientes con los que trabajan y evidenciar así su orgullo por el producto autóctono. Apuesta por su menú de clásicos o su menú de temporada y entenderás el alcance y la personalidad de un chef al que adoran en su país. Su popularidad está al mismo nivel que la de Paul Kitching, del restaurante 21212, que brinda una experiencia dos estrellas Michelin en toda regla. En función de tu presupuesto, puedes probar ambas direcciones y contrastarlas, o bien decantarte por combinar una opción de alta cocina con otra más informal. El chef Martin Wishart, por ejemplo, dispone de ambas. Mientras en su restaurante homónimo se libra a la creatividad vanguardista, en el bistró The Honours practica una cocina de reminiscencias francesas en pleno downtown. No dejes de probar el salmón escocés “a su manera” y su amplia bodega. Es tan ambiciosa como la del Bistro du Vin. No creas que has bebido demasiado si no dejas de ver botellas a tu alrededor. Es precisamente lo que lo distingue.

No muy lejos del Honours de Wishart, se encuentra la tetería Eteaket, donde podrás deleitarte con sus variedades de té, también a la venta en la tienda que la marca tiene en el número 111 de Rose Street. La propietaria asesora a los mejores chefs del país en la elaboración de sus cartas de té. Para tomártelo en plan lord, pásate mejor por el hotel Balmoral y su salón de té, donde lo sirven con pastas caseras. No hay dulce más tentador en estas tierras que sus magníficas galletas de mantequilla.

Para apreciar la despensa local en cuanto a carnes y pescados a la brasa se refiere, reserva en el premiado Blackwood’s. Un elegante saloncito con pocas plazas, buenas piezas autóctonas, generosas guarniciones y un bar para ese whisky que aquí te sabrá diferente. Es el restaurante del exquisito hotel Nira Caledonia, de gran relación calidad precio. Ubicado entre zonas ajardinadas y compuesto por dos edificios de arquitectura neoclásica, este hotel boutique dispone de poquitas pero amplísimas habitaciones con vistas y un detallismo remarcable. ¡Qué mejor refugio en el entorno del apacible Gloucester que este hotel en el que incluso podrás desayunar en el jardín privado de una de sus habitaciones! Si estuviera ocupada, el bufé de desayuno servido en el restaurante tampoco tiene desperdicio. Por no hablar de sufull Scottish (o desayuno completo escocés) elaborado al momento, que incluye el tradicional haggis, el black pudding, el porridge, además de los buenísimos oatcakes y shortbreads.

Desde aquí verás que Stockbridge te queda a un paso. Reconocerás enseguida su efervescencia con modestos bistronómicos que hacen muy bien las cosas y las sucursales tanto de la quesería I.J. Mellis como de la chocolatería Coco. También enotecas como Good BrothersWine Bar (4-6 Dean St), un discreto local donde no solo beberás sino que también comerás muy bien. Sorprendentemente bien y a buen precio. Tanto es así como desearás volver a Edimburgo.

Reserva tu Vueling a Edimburgo aquí y tómate tu tiempo para conocer su faceta más gastro.

Texto de Belén Parra, de Gastronomistas.com

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Tras los pasos de Van Gogh

Situada en el sur de Francia, a una hora de Marsella y a las puertas del delta del Ródano, Arles es una ciudad de imprescindible visita si viajas a la Provenza. Si además eres fan de Van Gogh, tienes aún más motivos para acercarte y reencontrarte con las arquitecturas y los paisajes que inspiraron a este gran maestro de la pintura postimpresionista.

El pasado romano de Arles

Es imposible visitar esta ciudad y no toparse con su pasado romano. En el 46 a.C. Arles fue recompensada por Julio César ya que le ayudó en su lucha contra Pompeyo. Como contrapartida la convirtió en el puerto principal de la zona, quitándole este privilegio a Massilia (la antigua Marsella) que cometió el error de apoyar al bando contrario. Como consecuencia la ciudad vivió una época de esplendor de la que perduran varios monumentos, alguno de ellos en muy buen estado de conservación. Este es el caso de las Arenas, un anfiteatro construido hacia el siglo I para acoger uno de los espectáculos más populares de aquella época, la lucha de gladiadores. En la actualidad sigue en uso, y en él se pueden ver obras de teatro, conciertos, corridas de toros y courses camarguaises (una modalidad de corrida de toros propia de la región). El Teatro Romano es otro de los espacios destacados de la ciudad, que data del siglo I a.C. Como toda ciudad romana Arles contaba con un foro, que era a la vez centro social, político y religioso. Hoy en día, además de la nomenclatura, Place du Forum, conserva en su subsuelo los criptopórticos, que es la red de galerías sobre los que se cimentaba, y cuyo interior se puede visitar (su acceso se encuentra en el Hôtel de la Ville).

Otros puntos de interés de la ciudad

La iglesia de Saint-Trophime, situada en la plaza del ayuntamiento, es un clásico ejemplo de románico y gótico provenzal. Construida entre los siglos XII y XV, no hay que olvidarse de visitar su bello claustro. Otro punto de interés son los Alyscamps, una necrópolis de origen romano que fue adoptada por los cristianos, cuyo uso se prolongó durante toda la edad media. Para aquellos que estéis interesados en conocer el pasado arqueológico de la zona os recomendamos la visita el Musée départemental Arles Antique, del que destacan sus impresionantes mosaicos.

El Arles protagonista de los cuadros de Van Gogh

Además de por sus monumentos, Arles es visitado porque fue una figura capital en la obra de Van Gogh. El artista estuvo un breve periodo de tiempo en la ciudad (desde febrero de 1888 hasta mayo de 1889) en el que no paró de producir, llegando a pintar más de 200 cuadros. Cautivado por su luz y color la pintó en todas sus posibilidades. Curiosamente no queda ninguno de sus cuadros en la ciudad, pero sí todos aquellos rincones que le sirvieron de inspiración. Nuestra recomendación, hacerse con un plano (lo podéis obtener fácilmente en la oficina de turismo) y dejarse llevar. Algunos de los puntos clave del recorrido son:

- La Maison Jaune (la casa amarilla), en la plaza Lamartine;

- El “Café la Nuit”, situado en la plaza del Forum;

- Las Arenes y los Alyscamps;

- El puente de Trinquetaille;

- El muelle del Ródano;

- El “Viejo Molino”, en la calle Mireille;

- El jardín público situado en el bulevar de Lices;

- El jardín del antiguo hospital, conocido ahora como el Espacio Van Gogh (en él le cosieron la oreja cuando se la cortó y fue recluido cuando enfermó);

- El Puente Langlois, también conocido como el Puente Van Gogh.

Pero Arles no fue territorio exclusivo de Van Gogh. Gauguin fue a visitarlo y también pintó alguno de sus rincones. Precisamente fue a raíz de una discusión entre ambos, que tuvo lugar el famoso episodio en el que Van Gogh se cortó la oreja. Picasso, otro genio de otra época, también frecuentó durante años esta ciudad, donde acudía a disfrutar de las corridas de toros y a ver a sus amigos. Fruto de su buena relación con esta ciudad es la donación que hizo de cincuenta siete bocetos, que se pueden ver en el Museo de Bellas Artes de Arles, el Museo Réattu.

¿Listo para marcarte un Vueling y dejarte deslumbrar por Arles?

Textos de ISABELYLUIS Comunicación

Fotografías de Joan Sorolla, Tristan Taussac, Anne Jacko, Shadowgate, Phillip Capper, Claude Valette

 

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Una Roma de cine

La Ciudad Eterna también es una ciudad de cine. Del paseo en Vespa de Gregory Peck y Audrey Hepburn al baño en la Fontana di Trevi de Anita Ekberg y Marcello Mastroianni, Roma ha devenido escenario de algunas de las secuencias más iconográficas de la historia del séptimo arte. Recorremos la capital italiana en clave de celuloide recordando las mejores películas que han tenido en Roma una de sus más bellas protagonistas.

A Roma con amor(Woody Allen, 2012)

Woody Allen siempre será destacado como uno de los cineastas que mejor ha captado la esencia de Nueva York. Sin embargo, en los últimos años el imprescindible director norteamericano ha emprendido un peregrinaje que le ha llevado a filmar en Londres, Barcelona, París y Roma. Despuntando como uno de los títulos más elogiados de sus periplo europeo, A Roma con amor tiene como epicentro Monti, barrio histórico que ha dejado atrás su mala fama para convertirse en una de las zonas más vivas de la ciudad. También capta la belleza de otros rincones como la Via dei Neofiti, la Piazza della Madonna dei Monti o la popular Bottega del Caffè.

El ladrón de bicicletas(Vittorio de Sica, 1948)

Incunable del neorrealismo italiano, estilo que, a través de historias de un costumbrismo sin maquillaje, durante la primera mitad del siglo XX brindó algunas de las mejores referencias en la historia del cine. Lamberto Maggiorani, un obrero de la construcción en paro y sin experiencia previa en el mundo de la interpretación, dio vida a Antonio Ricci, personaje al que en su primer día de trabajo enganchando carteles de cine le roban su bicicleta. En la persecución del ladrón, Lamberto recorrerá las calles de barriadas populares como Trastevere y Porta Portese.

La Dolce Vita (Federico Fellini, 1960)

Una de las cimas creativas de Federico Fellini y una de las películas que mejor retrata la personalidad de Roma, especialmente de aquella ciudad de la década de los 50 en la que se entremezclaban glamour y costumbrismo de posguerra. Marcello Mastroianni es Marcello Rubini, un paparazzo italiano que persigue allí donde va (especialmente en sus salidas nocturnas) a Sylvia, una mesmerizante Anita Ekberg en el papel de una gran estrella del cine. Aunque en La Dolce Vita aparecen la Plaza del Popolo, Via Veneto, Plaza Barberini… siempre será recordada por la escena en la Fontana di Trevi.

La gran belleza (Paolo Sorrentino, 2013)

Reconocida con un Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2014, La Gran Belleza de Paolo Sorrentino es La Dolce Vita del siglo XXI. Envuelta en una fascinante pátina surrealista, pocas veces Roma ha relucido tan exuberante en el celuloide. Imposible no enamorarse de la capital italiana a través de la mirada de Sorrentino de escenarios como la Plaza Navona, las Termas de Caracalla, Villa Medici, Palacio Colonna, el Coliseo, el Gianicolo, el Tempietto de Bramante o el Jardín de los Naranjos. 

Noche en la Tierra (Jim Jarmusch, 1991)

Roberto Benigni es el excéntrico taxista que protagoniza el capítulo romano del quinto largometraje de Jim Jarmusch, Noche en la tierra. Colección de cinco historias con Los Ángeles, Nueva York, París, Helsinki y Roma como telón de fondo, en el episodio localizado en la Ciudad Eterna Benigni recoge de madrugada a un cura al que conduce por algunos de los pasajes más conocidos de la ciudad, como el Coliseo, mientras le hace hilarantes confesiones de su vida sexual.

Roma, ciudad abierta (Roberto Rossellini, 1945)

Otro título imprescindible del neorrealismo italiano de mediados del siglo XX. Inspirada en la historia real del sacerdote (Don) Giuseppe Morosini, torturado y asesinado por los nazis por ayudar a la resistencia partisana, Roma, ciudad abierta, rodada en el barrio de Prenestina el mismo año en que terminó la II Guerra Mundial, muestra sin disimulo las heridas físicas y morales que el conflicto dejó en las aceras de la Ciudad Eterna y en el ánimo de su gente. Y entre tanto dolor, una Anna Magnani pluscuamperfecta.

Querido diario (Nanni Moretti, 1993)

El Woody Allen transalpino firmó con Querido diario una de sus películas más aclamadas. Comedia de corte autobiográfico con apariencia de documental, recoge las vivencias del director a través de tres capítulos: En mi Vespa, Islas y Médicos. En el primer de ellos, Moretti se sube a su moto y se acerca a la cotidianidad de Roma durante el mes de agosto ofreciendo una mirada diferente de la capital italiana. Un momento inolvidable: Moretti bailando sobre su Vespa en marcha.

Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953)

Pero para recorridos iconográficos en Vespa por Roma, el de Gregory Peck y Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma. Un momento sublime de la historia del cine al que habría que añadir la escena de las escaleras de Trinità dei Monti o la secuencia en la Bocca della Verità. Ganadora de tres Oscar, fue la película que hizo de la capital italiana una ciudad de cine.

Reserva tu Vueling a Roma aquí, y déjate hechizar por tan cinematográfica ciudad.

Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS

 

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