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De ruta gypsy por París

Es cierto que el jazz es un género nacido en Estados Unidos, pero si uno se detiene a leer la letra pequeña se dará cuenta que en la década de los 30 sucedió algo en Europa que revolucionó el jazz americano. En los campamentos gitanos de las afueras de París -en lo que hoy en día es el distrito 18 de la capital francesa-, el joven Django Reinhardt improvisaba con su banjo fusionando el swing con la música tradicional del este de Europa. Aprendió de forma autodidacta a base de copiar la posición de los dedos, y sin saberlo, inventó el Jazz Manouche, “jazz gitano” en francés y también conocido como Gypsy Jazz en inglés, un género fácil de escuchar y virtuoso de tocar.

Su original estilo -perdió dos dedos de la mano izquierda como consecuencia de un incendio en su caravana y desarrolló una particular manera de tocar la guitarra-, y la agilidad y rapidez de sus notas le concedieron el título de “padre del Jazz Manouche”. Junto al violinista Stéphane Grappelli, creó el mítico Quintette du Hot Club de France, el primer grupo de Jazz Manouche.

Pocos años después de morir se empezó a celebrar el Festival Django Reinhardt en Samois-sur-Seine, a 50 kilómetros al sur de París, donde vivió sus últimos años y donde está enterrado. Del 6 al 9 de julio de 2017 se celebra la 38ª edición del festival, y aunque el año pasado tuvo que cambiar su mítico emplazamiento por los jardines del Castillo de Fontainebleau -a 50 kilómetros de la capital francesa y muy bien comunicado con transporte público- el festival mantiene la esencia del primer día, siendo lugar de peregrinación de los seguidores de Django, la meca mundial del Jazz Manouche. Por el escenario pasarán artistas como el contrabajista Avishai Cohen, el pianista cubano Roberto Fonseca, el trío de virtuosos guitarristas Jean-Luc Ponty, Biréli Lagrène y Kyle Eastwood, el guitarrista manouche fetiche de Woody Allen, Stephane Wrembel, o Django Memories Project, formado por los prestigiosos músicos responsables de la banda sonora de la recién estrenada película Django. Pero en este festival la música no termina en el escenario. Artistas y aficionados de todo el mundo comparten melodías improvisadas por todo el recinto, tocan ritmos manouche y rememoran la musicalidad de Reinhardt.

Si después de este “auténtico campamento gitano” tienes ganas de más, París cuenta con varios clubs donde escuchar manouche, de los que hemos hecho la siguiente selección.

La Chope des Puces
Sin duda, el templo de Django Reinhardt en París. El guitarrista residente Ninine Garcia, integrante de una de las primeras familias parisinas de manouche, dirige la jam cada fin de semana de 12:30 a 19:00. Situado en el Marché aux Puces, los visitantes comparten mesa -para degustar cuisine traditionnelle française- y un espacio vital muy reducido entre guitarras, violines y fotos colgadas en las paredes que recuerdan al maestro. En la rebotica, un lutier y una escuela de manouche. ¡Un lugar de lo más auténtico! 122 rue des Rosiers, Saint-Ouen

MONK – La Taverne de Cluny
Situado en el corazón del barrio Latino, MONK es un bar dedicado al mundo de la cerveza. Cuenta con más de 50 tipos de birra embotellada y 10 tipos a presión. Pero La Taverne de Cluny es también un club de jazz. Cada jueves y domingo el pequeño escenario de este bar típicamente francés, con mesitas y sillas tapizadas, se llena del mejor manouche de la mano de artistas tan reputados como Christophe Brunard, Sébastien Giniaux o Samy Daussat, entre otros. ¡De visita obligada! 51, rue de la Harpe

Café Artistique l’Apostrophe
Este pequeño y acogedor café-concierto situado a pocos metros del Canal de Saint-Martin, en el distrito parisino número 10, ofrece música en directo de miércoles a sábado. Los viernes a partir de las 20:30 y desde hace cuatro años, programa conciertos de jazz manouche. Por el Apostrophe ha pasado toda la escena parisina del género y guitarristas de manouche de Estados Unidos, Inglaterra o Brasil, entre otros. También ha actuado Albert Bello, máximo representante español del manouche y director del Django L’H, el único festival en España dedicado a la figura de Reinhardt. Además, el primer jueves de cada mes hay una jam de jazz con la voz de Barbie Camion. Un plan ideal para tomar una cerveza o comer un delicioso cuscús, especialidad de la casa. 23 rue de la Grange aux Belles

Aux Petits Joueurs
Aux Petits Joueurs es un restaurante situado en el distrito 19, cerca de la campagne de París. Un bistró al puro estilo francés en el que degustar ensaladas con queso de cabra caliente, tablas de quesos variados, pato confitado, tarta tatin o crepes, solo por citar el ABC de la gastronomía francesa. Cada día de la semana -excepto lunes, que está cerrado- el restaurante ofrece un concierto de jazz que va del latin al manouche. Por su escenario desfilan primeras figuras como el guitarrista Adrien Moignard, Sébastien Giniaux o Pierre Manetti, entre muchos otros. Los martes y los miércoles hay jam session, unos artistas invitan a otros y la cosa termina en una auténtica fiesta manouche. 59 rue Mouzaïa

Les Idiots
Microbar muy popular, entre otras cosas, por sus precios asequibles –toda una excepción en la capital francesa- y por sus comidas caseras, frecuentado por bobos -de la expresión francesa bourgeois bohème- y situado en el boulevard Ménilmontant. Ambiente relajado, joven y con mucha, pero que mucha gente. El aforo no es un freno para que cada lunes de 21:00 a 23:30 una de las esquinas del bar acoja músicos manouche para hacer una jazz session, dirigida por el guitarrista Michael Gimenez. 115 boulevard de Ménilmontant

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Texto de Teresa Vallbona

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¿Qué hacer un fin de semana en Bolonia?

Si estás a punto de aterrizar en Bolonia, y te preguntas qué hacer en esta ciudad medieval del norte de Italia, capital de la región Emilia-Romana y cuna de la universidad más antigua de Europa, acabas de dar en el clavo: a continuación te detallamos algunas de las increíbles experiencias que puedes vivir por esta encantadora tierra conocida como La Rossa, debido a las fachadas rojizas de sus edificios:

1.- Da un paseo por el Portico di San Luca, el más largo del mundo

Bolonia supone un punto de encuentro con la historia en cada uno de sus rincones. Dar un paseo por su famoso pórtico que va desde la Porta Saragozza, pasando por el Arco del Meloncello, hasta el Santuario de la Madonna di San Luca, además de tratarse de una tradición para los lugareños y los peregrinos, permite contemplar la espectacular arquitectura renacentista de este columnado cuya longitud es de 3,8 km y consta de 666 arcos. Una vez en la cumbre de la colina donde se erige este icónico y majestuoso santuario, podrás disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad y de los Apeninos. Los más deportistas pueden hacer este recorrido corriendo o con bicicleta por los carriles paralelos fuera del pórtico.

2.- Descubre el casco antiguo de Bolonia

Adentrándote en pleno corazón del centro histórico, conocerás el verdadero paradigma de la vida boloñesa. Se puede empezar por la Piazza Maggiore y la Piazza Neptuno, donde se alzan una congregación de monumentos como la Basilica di San Petronio y un buen surtido de palacios, pasando por la Piazza de San Stefano con su respectiva iglesia y acabando en la Piazza di Porta Ravegnana, que atesora Le Due Torri, las emblemáticas torres Garisenda y degli Asinelli. A ésta última se puede subir para obtener una vista panorámica de todo el casco antiguo hasta las cinco de la tarde. A sus pies se encuentra la mejor pizzería de la ciudad, Due Torri, en la que es usual pedir unas porciones para llevar por tan sólo 2 euros cada una e írselas a comer tranquilamente a la Piazza Verdi, en donde la mayoría de la gente se aglutina en el mismo suelo en redonda, mientras contemplan el Teatro Comunale.

3.- Vive al ritmo de la noche boloñesa

Bolonia es una ciudad orientada a la juventud. Prueba de ello es el gran ambiente universitario que hay y la mejor forma de vivirlo es acudir a la Via del Pratello o a La Scuderia de la Plaza Verdi a entonar el cuerpo antes de salir de fiesta con el típico “aperitivi” a base de algo de picoteo, pizza y spritz. En esta calle hay un sinfín de bares y pubs musicales en los que está asegurado el comienzo de la diversión. En la Via Broccaindosso se encuentra una curiosa asociación de estudiantes de medicina con muy buen ambiente, en la que se dan conciertos en directo. Se trata de un pequeño y bizarro local al que se baja por unas escaleritas, desde el que se pueden presenciar actuaciones a la vez que hojear los libros de medicina de sus estanterías. Resulta una combinación bastante extraña pero de lo más entretenida, además se permite entrar bebida propia sin necesidad de consumir dentro de la sala. Por último, cabe mencionar uno de los mejores clubs de electrónica de Bolonia, la discoteca Link, situada a las afueras de la ciudad.

4.- Date un capricho

La Via della Independenza es el centro neurálgico del comercio de Bolonia. También puedes acudir al mercadillo de la Montagnola a rastrear sus numerosos tenderetes porque seguro que acabas con alguna maravilla. Si lo que te apetece es ir de tiendas más chic, dirígete al centro de la ciudad, en el que se hallan todo tipo de boutiques y una amplia gama de marcas conocidas.

5.- Prueba lo mejor de su gastronomía

Para sentirte como un auténtico boloñés, entra en una “salumerie” o charcutería y llévate una de sus mortadelas di Bologna o unos tortellini originarios de la región. No puedes despedirte de esta maravillosa ciudad sin haber deleitado tu paladar a base de unos “taggliatelle al ragú” acompañados de un buen vino. Un buen lugar para hacerlo es La Trattoria del Rosso. Para degustar productos locales, Tamburini es ya todo un clásico, el cual dispone de una tienda para poder comprar una gran variedad de delicatessen. En él sirven tablas de embutidos y quesos, aceites y vinos autóctonos. Il Veliero es el restaurante idóneo para los amantes del pescado, cuya especialidad es el “risotto ai frutti di mare”. Finalmente, es imprescindible probar los irresistibles helados de la Gelateria Gianni o de La Sorbetteria.

Imágen de Szs

Por Blanca Frontera

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El paraíso en la selva de Europa

Situada en el corazón de Europa, junto al valle del Rin, esta frondosa zona alemana de grandes bosques de pino y abetos (que le dan el característico color oscuro al paisaje), valles verdes, lagos, cascadas y preciosos pueblos es uno de los lugares más bonitos de Europa. Actualmente la Selva Negra es  muy popular para practicar turismo rural, ya que cuenta con infinitas posibilidades tanto para ir en invierno como para hacerlo en los meses de temperaturas más templadas. Es aconsejable alquilar un coche para moverse por todo el bosque. Sin duda, preparar un trayecto y seguirlo en función de los gustos personales, es la mejor opción. Y dejarse llevar por el capricho de visitar un punto elevado desde donde poder admirar el precioso paisaje.

El norte (Nordschwarzwald)

Entre otras cosas, en esta zona es donde nace el Danubio (Donaueschingen), el río más largo de toda Europa. Baden-Baden es una ciudad de balnearios, una magnífica estación termal, con un impresionante y lujoso ambiente de mediados del siglo XIX. Además de balnearios, tiene casinos y espacios donde se celebran congresos y reuniones internacionales. Más al norte está Alpirsbach, situada en la parte alta del valle del Kinzig. Conocida por su vieja fábrica de cerveza, destaca por su abadía benedictina, el edificio románico más antiguo e importante de la Selva Negra. A unos 20 Km al norte se encuentra la ciudad de Freundenstadt, ciudad situada en una alta planicie en la parte este. En esta localidad balneario, con un casco antiguo hermosísimo, bien merece la pena un paseo por la plaza del mercado, una de las más grandes de la comarca, rodeada de casas con grandes arcos, una iglesia y una antigua fuente en medio. Muy cerca se encuentra Oberkirch, con un casco antiguo que todavía conserva algunos edificios históricos, iglesias barrocas, así como fragmentos de las antiguas murallas. En lo alto de una colina, también se encuentran las ruinas del Castillo de Schauenburg.

La zona media (Mittlerer Schwarzwald)

De la zona media de la selva negra destaca Gengenbach, también en el valle de Kinzig. Se trata de una ciudad construida prácticamente de madera, con calles estrechas, casas bellamente restauradas y un acogedor centro de la ciudad medieval. Son numerosos los ríos que pasan por este territorio, destacando los ríos Schutter, Acher, Rench y Kinzig, por lo que se pueden practicar todo tipo de deportes acuáticos. La ciudad de Offenburg, que limita con la ciudad francesa de Estrasburgo, cuenta con numerosos atractivos como la posada Salmen, el Monasterio de los Capuchinos, La Ritterhaus, una casa señorial de 1784 que actualmente alberga los archivos municipales y un museo, los baños judíos (Mikwe), que supuestamente datan de la época medieval, y el antiguo Palacio Real (Königshof) construido por Michael Ludwig Rohrer.

El gran sur

Es, sin duda la zona más frondosa, donde abundan más los abetos los cuales crean una inmensa espesura al entorno. En invierno es una zona ideal para practicar paseos en trineo en la población de Schluchsee, por ejemplo. Los pueblos cubiertos de nieve, como Hinterzarten en el sur se la Selva Negra, situado a poco más de 900 metros de altura no pueden escapar al objetivo de nuestras cámaras cuando cae la noche. Aquí también hay multitud de senderos, que sirven para practicar el esquí de fondo. Además el pueblo ofrece gran variedad de oferta para los amantes de los deportes de invierno. Freiburg es una impresionante ciudad gótica. No dejes de pasear por sus callejuelas, su mercado y sus plazas. Cuenta con una catedral entre románica y gótica de estilo centro-europeo.

Gastronomía

Una de las delicias más conocidas de la cocina alemana es la famosa tarta de la Selva Negra (schwarzwaldtorte) hecha con crema, chocolate y frutas del bosque. También puedes obtener mieles con sabores afrutados. Aquí encontrarás muy buenos vinos. Los caldos de la zona -la mayoría de ellos blancos- proceden de la región de Baden -aquí no existe la denominación de origen como en España. Hay pequeños distritos vinícolas en las cercanías del Rin, entre el río y las montañas de la Selva Negra. En el oeste del valle del Rin están las montañas de los Vosgos, que resguardan a la zona de las lluvias atlánticas. Por el este, el propio macizo de la selva Negra corta los vientos fríos continentales. Clima, por lo tanto, favorable al cultivo de la vid. Cerca de Baden-Baden, en el distrito de Ortenau, existen vinos de la variedad reisling. Y Durbach, es la capital vinícola de Ortenau. Allí se encuentra la Bodega Andreas Laible, vinos blancos de esa misma variedad; y la Bodega Heinrich Männhle, especializada en vinos tintos de la variedad spätburgunder. La región ofrece multitud de platos típicos que están relacionados con el vino, uno de ellos es el zwiebelkuchen (pastel de cebollas), que se acompaña frecuentemente con el Federweisser (vino joven).

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Texto de Isabel y Luis Cominicación

Fotos de TI Schluchsee, Oficina de Turismo de Vogtsburg, TI Seebach / Elmar largo Bacher, Información Turística Schluchsee, Gengenbach Cultura y Turismo de Alemania. Schwarzwald Tourismus  

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Estocolmo en 5 estilos gastronómicos

Sin salir de la ciudad, es posible hacerse una idea de por qué atesora referentes culinarios capaces de evidenciar el potencial de la cocina nórdica. Estocolmo aúna excelente cocina de vanguardia con “bistronómicos” y gastrobares de suma personalidad. Según el estilo que busques, y en base a tu presupuesto, ahí van cinco líneas culinarias de Estocolmo que demuestran su vigor gastronómico.

La vanguardia de Gastrologik

Nada más sentarte, encontrarás una carta para ti en la mesa. No es la de los platos sino la declaración de intenciones y atenciones de un restaurante detallista hasta el extremo. Cocina de vanguardia en una sucesión de bocados de estricta temporada que exhiben la riqueza del producto local, y que la pareja de chefs Jacob Holmstrom y Anton Bjuhr supervisa desde el origen. Algas, pescados autóctonos y sugestivas rarezas naturales protagonizan una experiencia gastronómica única.

La autenticidad de Ekstedt

Al calor de las brasas, el restaurante del popular Niklas Ekstedt ha conseguido distinguirse y crear una línea personalísima de cocina, que el chef complementa a pocos metros con otro negocio más “casual”. Brillante cocina sobre el fuego en platos que cobran forma frente al comensal, por lo que recomiendo encarecidamente optar por la mesa imperial de la sala aunque haya que compartirla. Ver hornear el pan al momento para llegar calentito a tus manos; encandilarse con las llamas en continuos y sorprendentes flambeados como el de ostra; saborear las particularidades del producto sueco ejecutado con rigor y emplatado con gusto... Todo eso es Ekstedt. Un restaurante auténtico y atípico.

La rotundidad de Lilla Ego

Las colas en la puerta ante los distintos turnos de cada servicio del Lilla Ego son una constante. Gusta por la informalidad de su propuesta basada en contundentes platos de mercado –las raciones de los postres resultan incluso exageradas- y sus presentaciones un tanto alborotadas, pero también por su amplia bodega y sus maridajes. Desde la barra se evidencia la cocina vista y el paso a paso de las elaboraciones al que ya no alcanzan las mesas. A tener en cuenta su ambiente bullicioso tanto al mediodía como de noche.

La calidez de Babette

No hace falta que te inviten a pasar hasta la cocina porque rebasas la puerta y es lo primero que ves y casi pisas. Cocineros con las manos en la masa en pases de ritmo frenético. Pizzas, ensaladas y salteados de producto fresco son los platos más reseñables de este local, donde uno puede sentirse como en casa entre sus libros y sus diferentes acomodos. Como en todo restaurante, conviene reservar para no obviar la terracita. Abre todos los días de la semana, algo poco habitual en la hostelería de la ciudad.

La frescura de Kaffeverket

Hay tantos cafés en Estocolmo que te resultará harto difícil quedarte con uno. Ni siquiera con solo dos o tres. Pero el Kaffeverket tiene esa atmósfera envolvente que acaba por convencerte para echar ahí las horas. Te lo recomendarán incluso los lugareños. En su amplio interior, de mesas altas con taburetes y bajas, y con vistas a un patio interior, encontrarás platos combinados, bocadillos y pastelería casera de calidad, con propuestas también para veganos y celíacos. La amabilidad del personal es otra de sus grandes bazas.

Dónde dormir, desayunar & viceversa:

Miss Clara

Este boutique hotel es idóneo para dormir con vistas a un cielo que parece no apagarse nunca, pero también para desayunar al más puro estilo sueco a dos pasos del meollo comercial. Si apetece y el tiempo no apremia, incluso se puede ‘brunchear’ –esto es, apuntarse a su ‘brunch’- con cócteles y música dj o jazz, o bien tomar una copa en su amplia terraza sobre la acera en pleno centro ciudad.

Este antiguo colegio de monjas conserva sus cimientos de estilo art déco y los combina con un interiorismo elegante y acogedor a partes iguales.

HTL Upplandsgatan

Es ultramoderno y muy funcional. Con la apariencia de un albergue de diseño y el pragmatismo de un B&B, de este hotel valorarás su espléndida localización en el entorno más comercial de la ciudad, su precio y su más que correcto bufé de desayuno.

Reserva tu Vueling a Estocolmo y aventúrate a saborear su variada gastronomía.

Por Belén Parra de Gastronomistas.com

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