Los restaurantes más trendy de la ciudad II
Por Ferran Imedio de Gastronomistas
Y por si os habías quedado con apetito de saber más después del último post Los restaurantes más trendys de la ciudad I, os proponemos algunos sitios que, aunque también son de lo más trendy, son perfectos para aquellos que buscan saciar su apetito low cost.
Mustafa
Los berlineses adoran este chiringuito regentado por turcos. Y hacen kilómetros para llegar a este quiosco callejero pegado a la boca de metro de Mehringdamm y probar su shwarma. Las colas son legendarias. Nosotros fuimos a las 11:30 de la mañana e hicimos 30 minutos, pero nos cuentan amigos de la ciudad que en las horas punta se pueden llegar a esperar dos horas. Las raciones son enoooormes, sabrosas, picantes (lo justo). Llevan carne de pollo doradita y acompañada de verduras y hortalizas, salsas y especias. Los precios, entre 2,80 y 4,30 euros. Los días laborables abre de 10 de la mañana a 2 de la madrugada, y los fines de semana, de 11:00 horas a 17.00 horas. Mehringdamm, 34
Curry 36
Su nombre lo indica, así que nadie puede sentirse engañado. El curry es el rey. Pero sólo aplicado a salchichas de todo tipo y pollo. Nada más. Lo echan a la salchicha, a las patatas fritas que la acompañan, al ketchup… Es un take away sencillo (también puedes comer en sus mesas altas a pie de calle y resguardadas por un toldo) pero lleno siempre de berlineses enganchados a su manera de entender el perrito caliente y sus derivados, y a sus precios, ya que parten de 1,20 euros. Abren cada día de 09:00 horas a 17:00 horas. Si no te gusta esta propuesta, justo al lado tienes establecimientos similares de pizza y de comida china. Mehringdamm, 36
Puesto callejero
Y si se te ha acabado el presupuesto siempre puedes comer un perrito caliente por 1,5 euros en un puesto callejero unipersonal como el de la foto. Como ves, por eso es tan barato, porque para vender el bocadillo es suficiente con un paraguas y una bandeja con una plancha, diferentes salchichas y mostaza y ketchup. El que ves en la foto estaba frente a la catedral, pero en Alexanderplatz te los venden por 1,35 euros. ¿Alguien da menos?
Por Ferran Imedio de Gastronomistas
¿Te han entrado ganas de ir a Berlín? ¡Consulta aquí nuestros vuelos!
+ info
Heroes: El Berlín de Bowie
David Bowie se mudó a la capital alemana buscando el anonimato en la atmósfera del Berlín de la Guerra Fría, totalmente interesado por la escena musical berlinesa de esa época con bandas como Tangerine Dream y Kraftwerk y con la firme intención de desintoxicarse.
"Low", "Heroes" y "Lodger" son los tres álbumes que forman la Trilogía de Berlín, tres trabajos clave en la discografía de David Bowie grabados en colaboración con Brian Eno en la década de 1970 y bañados por la influencia y el poder de una ciudad y una época únicos en la historia.
Para recorrer los lugares claves de la estancia de Bowie en la capital Berlinesa debemos empezar por la Hauptstraße 155, la dirección del edificio donde vivió el genio británico. Como curiosidad, hay que saber que su compañero de juergas y la también estrella del rock Iggy Pop compartió con él esta misma dirección, aunque pese a lo que muchos piensen, en distinto piso.
Bowie e Iggy frecuentaban la noche berlinesa con gran asiduidad. Uno de los locales más pisados por la pareja es precisamente nuestra siguiente parada: el café Neues Ufer. Antiguamente conocido como Anderes Ufer, este local es uno de los primeros bares de Europa de ambiente gay. De allí su nombre, que traducido significa “la otra orilla”.
Si nos movemos en metro por Berlín es parada obligatoria la estación de Neukölln. Os animamos a que tengáis un mp3 a mano para poder rendir tributo a la canción instrumental "Neuköln", que aparece en el álbum de 1977 "Heroes".
Tras el homenaje, podemos parar en la Potsdamer Platz, justo en el punto donde el Muro atraviesa la plaza. En la canción “Heroes” Bowie canta “I, I can remember, Standing, by the Wall, And the guns shot above our heads, And we kissed, as though nothing could fall” (“yo, yo puedo recordar, de pie junto al Muro, y las balas sobre las cabezas, y nos besamos como si nada pudiera caer”) Además de ser el lugar desde donde Bowie dice estar frente al muro, también esconde la historia de dos enamorados besándose. En su momento, Bowie dijo que era tan sólo inspiración, pero con el tiempo se pudo saber que se refería a una aventura que Tony Visconti, el guitarrista de Bowie, estaba teniendo con una de las coristas.
El lugar desde donde Bowie vio esa romántica escena de Visconti, fue nuestra siguiente parada: los Hansa Estudios. Lugar donde ambos pasaban horas experimentando lo que después se convertiría en una trilogía inigualable dentro de la historia de la música.
La última parada de nuestro recorrido termina frente a la Puerta de Brandeburgo, con una vista sobre la Plaza de la República. Esa plaza está al frente del Parlamento alemán, donde Bowie retornaría en 1987 para el Concierto para el Festival de Berlín.
Imagen de Jean-Luc Ourlin
Nosotros nos apuntamos, si quieres venirte consulta nuestros vuelos aquí.
+ infoEncuentro exprés con el Berlín techno parte 2
Tal y como os comentamos en el primer capítulo hoy continuamos nuestra visita monográfica sobre el techno de Berlín. Siguiendo con lo anteriormente explicado nos adentramos en nuestra segunda noche en la ciudad. Para tal cometido hay variedad de locales. En un radio de menos de 200 metros hay dos de los más célebres, todos en el cruce de Kreuzberg. Al primero, Monarch, se accede por medio de una escalera que jamás dirías que te llevará a zona segura. Pero tras una puerta metálica escondida a un lado de la calle, ¡milagro! El local tiene programación estable y citas especiales, como el XJAZZ Festival. Otro de los míticos es La Paloma: pasarás veinte veces por la misma puerta y jamás dirás, “aquí hay movida”... Aunque en esta ocasión no la hubo: las 21h es demasiado pronto para este local. Con Farbfernseher, ni lo intentamos. Queríamos pasar a mayores.
“El mejor techno sigue en las fiestas underground, donde cuesta asomar el hocico...”, nos comenta Ana, una diseñadora madrileña, residente en Berlín. Con este buen presagio nos adentramos en la noche, al Berlín más interesante que los locales proclaman... Antes, cometemos un pequeño pecado.
“Tresor se ha convertido en el Pachá de Berlín”, nos riñe Carlota, una catalana que vivió los últimos años en la capital alemana. Tresor no es el mejor recinto —no está en la localización original, tampoco— al que acceder en Berlín, pero es un pedacito de historia asequible: su túnel de acceso a la sala de abajo, la del hard techno machacón de luces estroboscópicas no se asemeja a nada en el resto de Europa. Suene lo que suene lo hace de maravilla gracias a su equipo. Además el sitio es limpio, limpio, incluso se ofrece desodorante y champú para los que se alarguen de más por la noche.
Pasadas un par de horas nos percatamos de que, berlineses, berlineses, no hay. En los pasillos se escucha más español e inglés que alemán. Encontraréis muchos guiris, también en sitios como Suicide Circus, Cassiopeia, Kit Kato Weekend. De hecho, los locales cuentan que algunos clubes míticos han cerrado precisamente por la presión de los extranjeros y la gentrificación: Kater Holzig, Golden Gateo Icon, por ejemplo. Decidimos ir a por otra leyenda, esta con el pedigrí intacto: Berghain en Rudersdorf.
El campo de tierra que precede al edificio, de varias plantas color terroso, impone. No por el tamaño, sino porque se huele el miedo a leguas: las estadísticas dicen que el no es la respuesta hegemónica en la puerta. Cinco profesionales de seguridad se encargan de controlar no tanto las trifulcas como el dress code (negro impoluto, aunque entra una pareja vestida de látex verde) y los modos (no hablar en la cola, no ir en grupos, no ir en pareja chico/chica) de los que hacen cola, cautos. Martí, un barcelonés que hizo el Erasmus en Berlín, jamás entró. Y, claro, nosotros tampoco. Son las 4h de la mañana.
—¿Tenéis invitación? —nos pregunta un portero grandullón, directamente en inglés. No hemos mediado palabra pero él ya sabe que teutones, no somos.
—No…—le contestamos en medio-alemán. El de seguridad mueve la cabeza hacia un lateral, mostrando el camino de salida. La visita a Berghain, como marca la leyenda, ha sido corta.
¿Qué se cuece dentro del club para que su leyenda haya aumentado tan exponencialmente los últimos años? “Es una cuestión de exclusividad, que el propio club vende”, contesta un gallego, que tampoco ha entrado al local. “Dicen que dentro hay cuartos oscuros y, tal vez, la mejor música”, añade Ana. Carlota, refuerza la idea: “Una sesión normalita allí es la más épica que puedas vivir en Barcelona”. De lo que hay dentro, poco se sabe más allá de los testimonios de los que acceden, ya que en Berlín son recelosos con las imágenes en los clubes.
La noche ya pesa en las piernas. Y para acabar este fin de semana exprés, cometemos un nuevo error: ir al mejor club de tarde, a altas horas de la madrugada. Sisyphos ha sido uno de los puntales en Berlín en los últimos años, un gran espacio al aire libre, al ladito del río, en el que se nos cierran los ojos. Cogemos un taxi, nuestro NH está al otro lado de la ciudad, y nos vamos pensando en el encuentro con eltechnoen Berlín. “Volveremos”.
Texto de Yeray S. Iborra | Gracias a Ángel Molina, Ana Riaza, Carlota Surós y Martí Renau por la información de primera mano para la ruta de este artículo.
Imágenes de Los Viajes de ISABELYLUIS, Michael Mayer
+ info
Un Berlín de cine
En una época donde eso de hacerel turista cuando se viaja está pasado de moda (el viajante leído, inteligentemente, intenta esquivar los lugares más concurridos para ir en busca del verdadero corazón de cada ciudad), ¿cómo no va a ser una buena idea buscar cines con encanto cuando uno visita otro país? En muchos lugares las salas de cine tradicionales han desaparecido. Esas que solo tienen una o dos salas de proyección y que no pertenecen a ningún conglomerado internacional. Edificios con una arquitectura particular que reivindican la liturgia de ir a ver películas a un sitio especial.
Berlín es ya de por sí una capital cinéfila. Directores como Rainer Werner Fassbinder y Wim Wenders la convirtieron en una de sus obsesiones. De hecho Wenders, la inmortalizó en El Cielo sobre Berlín y ¡Tan lejos, tan cerca!, un díptico que ha dado lugar a artículos y tours que repasan la importancia de la arquitectura berlinesa y las localizaciones reales de la película: la Columna de la Victoria, la puerta de Brandeburgo o la Staatsbibliothek de Hans Scharoun. Con esa tradición cinematográfica a sus espaldas, no es de extrañar que la oferta de cines sea generosa. Y más aún de salas que cuidan con mimo su apariencia y programación. A continuación elegimos cinco de las mejores que, además, presentan una peculiaridad que las hace más apetecibles: programan películas en inglés o subtituladas en ese mismo idioma. Así que si eres un amante del séptimo arte con nociones de inglés, o si simplemente quieres visitar los edificios y sus cafés, esta es tu lista.
Uno de los cines de versión original con más prestigio de la ciudad. Tres salas pequeñas pero bien equipadas, acompañadas también de un café-bar y una video-librería que posee una gran oferta de películas en DVD y Blu-ray. El aspecto interior es alucinante, y alguna de sus salas parece salida de una película de David Lynch. El Ladenkino se encuentra en el distrito de Friedrichshain, muy cercano a Boxhagener Platz, lugar donde cada domingo tiene lugar un célebre mercadillo al aire libre.
Situado en Schöneberg, una de las zonas con más solera de Berlín (Marlene Dietrich y Helmut Newton nacieron allí), famosa también por su atractiva oferta culinaria, el Odeon encandila desde su preciosa fachada. Un neón verde bien grande y una marquesina a la vieja escuela que muestra horarios, y frases y preguntas ingeniosas para poner en situación al personal. La oferta es primordialmente de películas de autor e independientes.
El cine más punk de esta lista, cien por cien acorde, en términos artísticos, con la imaginería industrial de Berlín. Tiene dos salas y una programación variadísima centrada en películas americanas e inglesas que escapan, menos en contadas ocasiones, de las grandes producciones de Hollywood. A unos metros solo de Hackescher, una hermosa plaza en el barrio de Mitte que también alberga un mercado. Kino Central es uno de los secret spots cinéfilos de la ciudad.
Cuna del movimiento punk berlinés, no dejes escapar la oportunidad de visitar el mítico club SO36 (Iggy Pop y David Bowie fueron clientes asiduos en los setenta), el barrio de Kreuzberg puede presumir de tener una sólida vida cultural. El cine Babylon es uno de sus centros neurálgicos, dos salas de proyección en un edificio de tres pisos con historia a sus espaldas, en las que se puede encontrar un poco de todo. Desde cine indie, a películas de terror (realizan una muestra del género cada mes de octubre) y reposiciones de clásicos.
Espectacular es la palabra que lo define, un palacete que parece salido de otra época (de hecho tiene varias décadas de historia a sus espaldas) que acoge una sala e instalaciones con regusto vintage. Un marco incomparable para elevar la experiencia cinematográfica otro nivel. Su localización no tiene pérdida, ya que está muy cercano a la legendaria Alexanderplatz, algo que lo convierte en parada obligada para el turista inquieto.
Anímate a conocer estos templos para cinéfilos, reserva tu Vueling aquí.
Texto de Xavi Sánchez para Los Viajes de ISABELYLUIS
+ info