Estocolmo en 5 estilos gastronómicos
Sin salir de la ciudad, es posible hacerse una idea de por qué atesora referentes culinarios capaces de evidenciar el potencial de la cocina nórdica. Estocolmo aúna excelente cocina de vanguardia con “bistronómicos” y gastrobares de suma personalidad. Según el estilo que busques, y en base a tu presupuesto, ahí van cinco líneas culinarias de Estocolmo que demuestran su vigor gastronómico.
La vanguardia de Gastrologik
Nada más sentarte, encontrarás una carta para ti en la mesa. No es la de los platos sino la declaración de intenciones y atenciones de un restaurante detallista hasta el extremo. Cocina de vanguardia en una sucesión de bocados de estricta temporada que exhiben la riqueza del producto local, y que la pareja de chefs Jacob Holmstrom y Anton Bjuhr supervisa desde el origen. Algas, pescados autóctonos y sugestivas rarezas naturales protagonizan una experiencia gastronómica única.
La autenticidad de Ekstedt
Al calor de las brasas, el restaurante del popular Niklas Ekstedt ha conseguido distinguirse y crear una línea personalísima de cocina, que el chef complementa a pocos metros con otro negocio más “casual”. Brillante cocina sobre el fuego en platos que cobran forma frente al comensal, por lo que recomiendo encarecidamente optar por la mesa imperial de la sala aunque haya que compartirla. Ver hornear el pan al momento para llegar calentito a tus manos; encandilarse con las llamas en continuos y sorprendentes flambeados como el de ostra; saborear las particularidades del producto sueco ejecutado con rigor y emplatado con gusto... Todo eso es Ekstedt. Un restaurante auténtico y atípico.
La rotundidad de Lilla Ego
Las colas en la puerta ante los distintos turnos de cada servicio del Lilla Ego son una constante. Gusta por la informalidad de su propuesta basada en contundentes platos de mercado –las raciones de los postres resultan incluso exageradas- y sus presentaciones un tanto alborotadas, pero también por su amplia bodega y sus maridajes. Desde la barra se evidencia la cocina vista y el paso a paso de las elaboraciones al que ya no alcanzan las mesas. A tener en cuenta su ambiente bullicioso tanto al mediodía como de noche.
La calidez de Babette
No hace falta que te inviten a pasar hasta la cocina porque rebasas la puerta y es lo primero que ves y casi pisas. Cocineros con las manos en la masa en pases de ritmo frenético. Pizzas, ensaladas y salteados de producto fresco son los platos más reseñables de este local, donde uno puede sentirse como en casa entre sus libros y sus diferentes acomodos. Como en todo restaurante, conviene reservar para no obviar la terracita. Abre todos los días de la semana, algo poco habitual en la hostelería de la ciudad.
La frescura de Kaffeverket
Hay tantos cafés en Estocolmo que te resultará harto difícil quedarte con uno. Ni siquiera con solo dos o tres. Pero el Kaffeverket tiene esa atmósfera envolvente que acaba por convencerte para echar ahí las horas. Te lo recomendarán incluso los lugareños. En su amplio interior, de mesas altas con taburetes y bajas, y con vistas a un patio interior, encontrarás platos combinados, bocadillos y pastelería casera de calidad, con propuestas también para veganos y celíacos. La amabilidad del personal es otra de sus grandes bazas.
Dónde dormir, desayunar & viceversa:
Miss Clara
Este boutique hotel es idóneo para dormir con vistas a un cielo que parece no apagarse nunca, pero también para desayunar al más puro estilo sueco a dos pasos del meollo comercial. Si apetece y el tiempo no apremia, incluso se puede ‘brunchear’ –esto es, apuntarse a su ‘brunch’- con cócteles y música dj o jazz, o bien tomar una copa en su amplia terraza sobre la acera en pleno centro ciudad.
Este antiguo colegio de monjas conserva sus cimientos de estilo art déco y los combina con un interiorismo elegante y acogedor a partes iguales.
HTL Upplandsgatan
Es ultramoderno y muy funcional. Con la apariencia de un albergue de diseño y el pragmatismo de un B&B, de este hotel valorarás su espléndida localización en el entorno más comercial de la ciudad, su precio y su más que correcto bufé de desayuno.
Reserva tu Vueling a Estocolmo y aventúrate a saborear su variada gastronomía.
Por Belén Parra de Gastronomistas.com
+ infoDonde la ciudad se pone en modo «pause»
Barcelona en primavera es una ciudad histérica. El propósito de sacar provecho del fin de semana o las vacaciones en la ciudad marcha a un ritmo de 1.000 revoluciones por minuto. El centro se llena de estudiantes en su viaje de fin de curso que corretean por las calles en busca del souvenir perfecto, turistas demodés mapa en mano localizando los puntos de interés, asiáticos capturándose a ellos mismos con el teléfono y brazo extensible incluido, guías con paraguas y altavoz, y al fin algún autóctono vagabundo que llega, ve, alucina y se vuelve por dónde ha venido. La histeria colectiva tiene su epicentro en el Barrio Gótico, pero la onda expansiva llega hasta la Barceloneta, el Born y l’Eixample. Aquí, encontrar un rincón sosegado donde reponer fuerzas para volver a atacar las calles parece un reto inalcanzable. Pero no lo es. Aquí van algunos de nuestros espacios favoritos dónde ponerse en modo “pause”.
Si sois de los que os va el diseño, en la tienda Vinçon (Pg de Gràcia, 96) podréis encontrar un sinfín de elementos de decoración exquisitos, lo más de lo más. Entrar en Vinçon sin perderse en los pasillos atestados de cosas insólitas es misión casi imposible, pero conseguirlo tiene una recompensa enorme. Si llegas a encontrar las escaleras que suben al primer piso, te sorprenderá el salón de una antigua casa modernista. Esta extensión de la tienda mantiene los techos, paredes, suelos y chimenea de la casa del antiguo propietario del inmueble, el pintor catalán de principios del siglo XX, Ramón Casas. Al dar toda la vuelta al piso vemos al final una terraza de libre y obligado acceso. El patio interior de la finca nos permite tener unas particulares vistas de la fachada posterior de La Pedrera, una de las obras maestras de Antoni Gaudí. Uno puede observar las entrañas de un patio interior del barrio del Eixample, con su ropa tendida, sus persianas coloridas y sus terrazas de envidia. A destacar los árboles centenarios que atraviesan el suelo de la terraza, la casita de cuento de hadas al final del patio de la tienda.
Puesto que le hemos encontrado el gusto a entrar en una tienda sin finalidad consumista, vamos a proponeros entrar en la tienda Servei Estació situada en la calle Aragó 270, en la esquina de la famosísima Casa Batlló de Gaudí. La tienda tiene lo suyo, elementos de bricolaje y decoración para fiestas, material de papelería, en fin, otro laberinto del buen gusto dónde la subida al primer piso merece la pena. Si accedéis a la terraza de la tienda, observaréis otro patio interior del Eixample y de nuevo, un punto de vista diferente sobre la delirante casa de Gaudí. Super selfie asegurado.
En pleno Barrio Gótico se encuentra una de las calles más turísticas de la ciudad, la calle Boqueria. Tiendas de souvenirs, restaurantes de paella y sangría, y hoteles baratos ocupan los bajos de bellos edificios, en la que un día fue una de las calles más nobles de la Barcelona antigua. En aquella época, casi todos los edificios disponían de un patio posterior, sitio que hoy ya no existe o es infranqueable. Entrando en el Hotel Petit Palace Boqueria, podemos descubrir uno de estos patios que hoy en día forma parte de la red de parques públicos de Barcelona, un remanso de paz indiscutible y una sorpresa para turistas y autóctonos a partes iguales.
Otro palacio perteneciente a la nobleza barcelonesa del siglo XVIII es el que hoy en día alberga el Antic Teatre, un centro de creación y experimentación de artes escénicas, que propone espectáculos innovadores fuera de los circuitos más convencionales. Si los espectáculos son indiscutiblemente sorprendentes, el jardín interior que esconde en su primer piso lo es aún más. Forma parte del bar del teatro, está abierto todo el día y tiene precios de barrio, así que tomar una cerveza al sol sin dejarte un riñón en el intento es posible en este mágico enclave del barrio del Born. Lo encontraréis sólo a escasos metros del modernista y modernísimo Palau de la Música Catalana. Descubrirlo es uno de esos placeres que aumentan el nivel de endorfinas hasta los topes.
Estos sitios en los que la ciudad se detiene, son espacios de paz que sólo hay que recomendar a los amigos más íntimos para que estos sean a largo plazo tan pacíficos como lo son ahora. Si la marabunta ruge en esta dirección, tendremos que ir a la búsqueda de otros oasis, será difícil, cada vez más. Pero seguro que Barcelona, ciudad infinita, no nos va a defraudar.
Si os ha gustado esta ruta y queréis más, podéis dirigiros a Insòlitbarcelona, web especializada en itinerarios insólitos por Barcelona. ¿A qué esperas para descubrir estos rincones? Consulta nuestros vuelos aquí.
Texto de Insòlitbarcelona
Imágenes de Insòlitbarcelona
+ infoDescubriendo Tesalónica
Rezuma esa belleza de las ciudades que tienen algo de caótico (e incluso decadente). En Occidente pero mirando a Oriente. Alardeando de un pasado marcado por la influencia romana, bizantina y otomana pero cogiendo impulso moderno y contemporáneo.Tesalónica no goza de la popularidad de la capital, Atenas, ni de la tirada de las indudablemente preciosas islas griegas, pero sus calles esconden suficientes encantos como para coger el avión y plantarse a los pies de la Torre Blanca. Os descubrimos sus muchos, muchísimos, atractivos.
Es típico en todo el país pero para los habitantes de Tesalónica el café frappé es una religión. Les verás a todas horas y en todas partes, consumiendo poco a poco, a sorbos, esos enormes vasos bien cargados de esa especie de evolución del capuchino helado culminado por una generosa capa de espuma. Cafeterías, bares, restaurantes, heladerías… lo sirven en todo tipo de locales, pero el mejor de los mejores es el que preparan en Paradosiako, exquisita cafetería y heladería que encontraréis en la plaza Aristóteles, epicentro y corazón de la ciudad.
Tesalónica es una ciudad de iglesias. Iglesias maravillosas como la de San Panteleimon, la de Panagia Acheiropoietos o la de Agios Athanasios. Pero, indudablemente, el templo más icónico de la ciudad es la monumental Rotonda de Galerio. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1988 junto al Arco de Galerio (a poco más de 100 metros de distancia de Rotonda, otro de los monumentos a ver) es la iglesia más antigua de la ciudad, o como algunas voces apuntan, la más antigua del mundo.
En Grecia el deporte es cosa seria, y en Tesalónica no lo viven con menos intensidad. Volcán de pasiones, siempre es una experiencia acudir al acoquinado estadio de La Tumba y ver un partido de fútbol del PAOK. Si lo vuestro es el baloncesto, trasladaos hasta la Alexandreio Melathron, la bulliciosa cancha del histórico Aris de Salónica.
Colindante a la avenida de Aristóteles encontraréis el Ladadika, el antiguo mercado del aceite. A medio camino entre los mercados occidentales y los zocos árabes, en este enjambre de callejuelas, encontraréis todo tipo puestos y tiendas, de comida a ropa, de especias a utensilios. En su zona sur, casi tocando al mar, encontraréis algunos de los mejores y más contemporáneos restaurantes de la ciudad.
Paradigma de dieta mediterránea, la comida en Grecia es un orgasmo para las papilas gustativas. Disfrutando de una de las cocinas más reputadas del país, sería pecado acudir a Tesalónica y no zamparse exquisiteces típicas de la zona como xoriatiki salata, melitzanosalata, pastitsio, mousakás, youvetsi, bougiourtí, mydia saganaki… Por toda la ciudad hay restaurantes y tabernas recomendables, pero el Galerios (Apellou, 3) es uno de esos pequeños restaurantes familiares (su versión de nuestros “Casa Pepe”) en el que se come mucho y bien por muy poco.
El año 1917 Tesalónica sufrió un devastador incendio del que solo se salvó el Ano Poli, el barrio alta de la ciudad. Circunvalado por parte de las antiguas murallas bizantina y otomana, este rompecabezas de sinuosas calles empinadísimas y casas de planta baja y patios coloridos, goza de unas vistas privilegiadas sobre la parte baja de la ciudad. Podéis subir andando, pero gastaréis toda la suela de vuestros zapatos. Mejor ir con el 50, el autobús circular que recorre las zonas de interés cultural de Tesalónica.
Tesalónica es la capital cultura del Grecia, más cuando nos referimos al mundo del cine. El majestuoso cine Olympion, en la bella plaza Aristóteles, acoge el festival de cine de la ciudad, el más importante del país. A menos de cinco minutos, el viejo puerto, que, en parte, ha sido remodelado y destinado a actividades culturales. Una de sus viejas atarazanas ahora acoge el Museo del Cine de Tesalónica. El resto de antiguos astilleros remodelados albergan festivales como las ediciones locales de los barceloneses In-Edit (festival de cine documental del música) y OffsideFest (festival de cine documental de fútbol).
Símbolo de la ciudad, la Torre Blanca es ese monumento que posee toda ciudad que todo visitante, aunque no quiera, tiene que visitar. Utilizada tanto de fuerte como de prisión, la construcción que vemos actualmente fue erigida en época de dominio turco por Solimán el Magnífico, seguramente sobre las bases de otra más antigua medieval. La Torre Blanca puede servir como punto de partida de una caminata por los varios kilómetros del Nikis, el paseo marítimo que traza el perfil costero de la ciudad.
A unas tres horas de distancia de Tesalónica encontramos el Monte Athos. Montaña sagrada para los fieles de creencia ortodoxa erigida sobre una península rocosa al borde del mar Egeo, en ella se esconden una veintena de monasterios (entre los que figuras algunos de los más antiguos y remotos del planeta) refugio espiritual de alrededor de 1.500 monjes. Zona con autonomía propia, visitar el Monte Santo no es fácil. Las mujeres tiene prohibido el acceso, y entre los hombres las excursiones están limitadas a 200 griegos y 10 extranjeros por día.
Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS
Fotos de L'imaGiraphe, Tilemahos Efthimiadis, Stella Vardaki, Dmitry Artyukhov
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La «Vecchia Signora» vuelve a la élite del fútbol
Turín tiene dos equipos de fútbol, el Torino FC y el más famoso, la Juventus FC. La mayoría de los turineses son seguidores del primero, pese a que en el resto del mundo sea mucho más conocido el segundo. Ver un partido de cualquiera de los dos equipos jugando en casa es toda una experiencia. Pero ahora hablaremos del segundo, porque vuelve a estar entre los mejores y porque su fútbol encandila.
La Juve o Vecchia Signora – Vieja Señora, como la llaman los turineses –, a diferencia de lo que dicta el catenaccio – férreo sistema defensivo, típicamente italiano -, siempre ha ofrecido un juego mucho más ofensivo y vistoso, en consonancia con otras escuelas, como la holandesa o la inglesa.
Los 80: Italia ilumina. Turín pone el juego
La Juventus vivió sus años dorados en la década de los 80 del siglo pasado cuando en sus filas militaba nada menos que Michel Platini, quien consiguió tres balones de oro consecutivos y lideró a su selección, la francesa, en la consecución de su primer título europeo, la Eurocopa del 84. Pero no solo estaba Platini en aquel equipo estratosférico. También formaron parte de aquella squadra –equipo- Stefano Tacconi, Cesare Prandelli, Zbigniew Boniek, Massimo Bonini, Gaetano Scirea, Sergio Brio y Antonio Cabrini. ¡Ahí es nada! Y es que este grupo de luminarias del balón consiguió lo que nadie hasta aquel entonces había logrado y fue la obtención de todos los títulos internacionales posibles en el transcurso de un año. Así entre 1985 y 1986 ganaron la Recopa de Europa (contra el Oporto), la Supercopa de Europa (contra el Liverpool), la Champions –entonces conocida como Copa de Europa- (también contra el Liverpool), y la Copa Intercontinental (contra el Argentinos Juniors), una proeza que con posteridad solo ha logrado el FC Barcelona de la era Guardiola. El fútbol italiano se había colocado en la vanguardia, a mucha distancia del resto. A nivel de selección había conquistado el campeonato mundial de España ’82, y a nivel de clubs, primero con la Juve y luego con el AC Milán, la supremacía europea delcalcio se prolongaría hasta bien entrada la siguiente década. Y es que en aquellos días de fútbol engominado, Italia estaba en boca de todo el mundo. El país con forma de bota se convirtió en el destino vacacional preferido de los europeos, su moda encabezada por marcas como Versace, empezó a marcar la pauta global, y hasta su música, en forma de ítalo disco copaba los primeros puestos de todos los hit parade continentales.
Lágrimas y alguna alegría
Quizá el hecho de haber sido el club que más finales de Champions haya perdido hace que le tengamos un cariño especial. Y es que si la década de los ochenta supuso para el club un derroche de celebraciones y títulos, los noventa fueron más bien un calvario. El club bianconero tardó en volver a ganar la máxima competición europea once años, y lo hizo por penaltis contra el Ajax, pero a partir de ahí, todo fueron desconsuelos. En siete años perdieron tres finales –contra el Borussia Dormund, Real Madrid y AC Milán respectivamente-, y su poderío a nivel europeo se diluyó prácticamente. Hasta esta temporada, en la que vuelven a dominar sin rival la liga de su país –le lleva más de 10 puntos al segundo clasificado-, y en la que por fin, ha vuelto a clasificarse para una semifinal de Champions – no lo hacía desde 2003-. ¿Y cual es la clave? La combinación de veteranía –Buffon, Tévez, Pirlo- con nuevas promesas –Morata, Fereyra, Pogba. Pero parte de la culpa la tiene también el entrenador Massimiliano Allegri, que en su primera temporada ha sabido imprimir versatilidad a un equipo que es capaz de jugar a la defensiva o al ataque, según convenga.
La ciudad de «Le Zebre»
Efectivamente, Turín es una ciudad volcada con su equipo de fútbol más internacional. El calcio sigue siendo el tema de conversación favorito en cualquiera de sus mercados, cafeterías y restaurantes. Pero donde se respira más ambiente futbolístico es en su estadio de fútbol, el Juventus Statium. Ubicado en Corso Gaetano Scirea, 50, este espectacular coliseo ideado por el arquitecto Gino Zavanella fue inaugurado en 2011, en substitución del histórico Stadio delle Alpi.
Dentro del estadio está el J Museum, uno de los museos de fútbol más importantes del mundo. Fue inaugurado el 16 de mayo de 2012 y dispone de varias salas en las que están expuestos los trofeos ganados por el club y camisetas de los jugadores más importantes de la historia de la Juve, además de zonas interactivas, llenas de fotografías históricas del club turinés.
En los alrededores del estadio hay un Paseo de la fama conformado por los nombres de cincuenta de los jugadores más importantes de la histora bianconera, elegidos por los aficionados del club a través de la página web del club. Entre los más destacados se encuentran nombres históricos del fútbol mundial como Roberto Baggio, Zinedine Zidane, Michel Platini, David Trezeguet, Alessio Tacchinardi, Dino Zoff, Alessando Del Piero o Pavel Nedvěd.
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Texto de ISABELYLUIS Comunicación
Imágenes de Juventus FC, forzaq8
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