A 30.000 pies por viajeros para viajeros

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Destino Turín

Por: Belén Parra y Carme Gasull

La gastrocita: Salone del Gusto e Terra Madre. Del 23 al 27 de octubre de 2014

La Turín más gastro
Turín gusta y se gusta. Cuando la pisas, la conoces mejor y la degustas entiendes su capitalidad en el Norte de Italia. Sus 2 millones de habitantes reconocen sus atributos y los disfrutan, pero curiosamente su turismo es aún a día de hoy incipiente. Durante décadas la ciudad ha construido su propia realidad de puertas adentro, alejada de las recepciones masivas de otros destinos italianos. Los JJOO de invierno de 2006 significaron claramente un antes y un después para Turín, que nunca ha vivido a expensas del turismo. Si acaso, del interior. Y no será precisamente por su falta de atractivos… Entre ellos, el gastronómico. La (bien) denominada Città del Gusto seduce también por el estómago.

La acogida
Calidez. Es probablemente la palabra que mejor defina el carácter turinés. Basta que muestres curiosidad, interés o simplemente desconocimiento por algo para que enseguida encuentres la respuesta deseada. Con una generosidad reseñable. “La buona accoglienza fa bene al turismo”, proclaman ahora. Y predican con el ejemplo. Nada mejor que Turín para pasearse cual turista sin agobios. Ningún español por aquí, ningún alemán por allá, ningún inglés por acullá… Siempre, eso sí, que la ciudad no sea cita de algún gran acontecimiento internacional.

Los transportes
Dando por obvio que es a pie como mejor se descubre cualquier destino, en Turín no hay excusa para moverse de un lado al otro de la ciudad. Tren, autobús, metro, tranvía, bicicleta pública… Es tan accesible que si no la descubres a fondo es porque no quieres. Pero insistimos: pasear, en especial por el centro, te permite descubrir su pulso, su peculiar retícula y sus múltiples encantos.
El alojamiento
Precisamente por el influjo de ese crecimiento moderado de su turismo, el alojamiento en Turín se concentra en hoteles de categoría estándar y superior. Os proponemos 2 opciones sugerentes en ambientes completamente diferenciados.

Best Western Hotel Piemontese
Via Claudio Luigi Berthollet, 21
Coqueto, discreto y confortable. En uno de los centros de mayor vida social y nocturna de la ciudad. Rodeado de locales para el desayuno, el aperitivo, el vermut y el copeo. Cerca de la gran estación ferroviaria de la ciudad: Porta Nova.
NH Santo Stefano
Via Porta Palatina, 19
Ubicado en el centro del moderno Quadrilatero Romano, a dos pasos de la Catedral de San Juan Bautista y del centro histórico. La cercanía del hotel a las estaciones de tren Porta Susa y Porta Nuova ofrece fácil acceso a Turín en tren.

Las plazas
Ciudad de contrastes meteorológicos, Turín se vive en sus plazas sea invierno o verano. De hecho, no os extrañe la profusión de mesas al aire libre en numerosas calles pero sobre todo, en las plazas. Desde la imponente Piazza San Carlo, una de las más grandes y elegantes de la ciudad y que lleva a la Gran Madre de Dio, a Piazza Castello o las pequeñas Emanuele Filiberto y Della Consolata.
Aperitivos, cafés y cervezas artesanas proliferan por las mesas. Poned atención a las cartas de bebidas de los diferentes locales porque suelen ser interminables. ¿Sabías que estamos también en la cuna del vermut? Sea invierno o verano, las terracitas de las plazas apetecen. También porque en ellas se encuentran curiosamente locales históricos de corte gastronómico.

Locales con historia
Locales más que centenarios, con historia, con buen producto. Concurridos. Como sus cafeterías. Turín es la tercera ciudad de Italia con más locales históricos.

Caffè Mulassano
Piazza Castello, 15
Aquí surgió el famoso tramezzino, un sándwich de pan blanco de molde ligeramente tostado relleno de diferentes combinaciones de ingredientes, todos de primera calidad. El más típico, de ensalada d’aragosta’ (langosta). Persiste en la misma ubicación desde 1907.

Baratti&Milano
Piazza Castello, 29
A pocos metros del primero, de mayores dimensiones y con una oferta mucho más dulce. Sus chocolates, dulces y pasteles se exhiben en las diferentes vitrinas.

Caffè Cioccolateria Al Bicerin
Piazza della Consolata, 5
Pequeño y solicitadísimo negocio (con tienda delicatessen anexa) en funcionamiento desde 1763. Mesas y sillas de mármol y un producto estrella: el bicerin, una bebida a base de café, chocolate y crema de leche. A 5€ la unidad.

Caffè Pasticceria Abrate
Via Po, 10
Casa con una larga tradición pastelera y confitera. Fundada en 1866.

Caffè Torino
Piazza San Carlo, 214
Un clásico de la ciudad (1903) que permanece en la actual ubicación desde 1930. Ha sabido reinventarse con el paso del tiempo. De generosas dimensiones, su bufé de bocados para acompañar el aperitivo es de sobras conocido y su terraza permite disfrutar de la viveza de la plaza San Carlo.

Comer y beber

Bar Enò
Galliari, 12
En San Salvario, una de las zonas con mayor vida nocturna. Ofrece cenas a altas horas de la noche -la cocina cierra de madrugada y el local en concreto a las 4 am-. Pasta casera, dulces típicos, pan buenísimo, vinos, birras artesanas y buen servicio. Tiene prácticamente de todo y para todos. Sus elementos decorativos no tienen desperdicio. El orden dentro de caos. ¡Hay que pisarlo!

Restaurante Consorzio
Via Monte di Pietà, 23
Una trattoria moderna o una evolución de la típica trattoria sin llegar a ser un establecimiento de vanguardia que sigue los preceptos de slow food. Destacable también por su oferta de vinos naturales italianos y del mundo, cervezas y destilados.

Enoteca Bordò
Via Carlo Ignazio Giulio 4/G
Regentado por dos hermanas toscanas es un establecimiento sencillo y acogedor donde el viajero puede sentirse como en casa comiendo un buen plato de pasta acompañado de una copa de buen vino o cerveza artesana, como la turinesa Brew Up. Al lado del Mercado de Porta Palazzo.

Pastis
Piazza Emanuele Filiberto, 9b
El Sur en el Norte. Aires retros para un local regentado por un siciliano que pone el alma y el humor necesarios para dotar de carácter y singularidad a su negocio.
Su propietario, Andrea Tortorella, se reinvidica en las paredes -¡y el suelo!- del local, pero sobre todo en su sabrosísimo recetario casero y en su cocina de horario prácticamente ininterrumpido. Detallismo personalista en una decoración que incluye incluso uno de los últimos trozos del derribado Muro de Berlín. Su terracita cubierta es todo un acierto para los meses más fríos. Muy razonable relación calidad-precio.

Dausin
Via Goito, 9
O ‘vecino’ en dialecto piamontese. Pequeño restaurante que sigue los preceptos de la filosofía Slow Food o proyecto eco-gastronómico —como gustan definirse— porque reduce las emisiones de CO2. Producto próximo, cercano, sin grandes manipulaciones. A pocos pasos de la estación de Porta Nuova.

Emporio Gastronomico
Via Avogadro, 2
Restaurante y pizzería de culto para quienes gustan de las masas artesanas elaboradas al momento y al horno de leña (se puede seguir incluso todo el proceso de elaboración). El listado de pizzas es bastante clásicos y sus precios, al contrario que los de otros platos de la carta, son bastante económicos.

Taberna Libraria
Via Conte Giambattista Bogino, 5
Para degustar un menú típicamente piamontese en diferentes formatos y según el apetito de cada uno con platos como el vitello tonnato (ternera asada fría con mayonesa y alcaparras). No dejéis de probar (o de comprar) alguno de los vinos que se exponen a lo largo de todo el local.

Focacceria Lagrange
Su nombre se inspira del matemático turinés más famoso del siglo XVIII, inventor de la mecánica racional. Sostienen que la focaccia es una ciencia matemática un sistema del gusto compuesto de un número finito de partículas de harina biológica sujetas al encuentro dinámico con el agua y el aceite. Nada más. Podéis comprobarlo en tres establecimientos (Via Lagrange 11/f, via Sant’Agostino 6 y Piazza Castello, 153).

Perino Vesco
Via Cavour, 10
Panes a tutiplén, en todas sus formas y variedades como los grissini (colines) que nacieron en esta ciudad para ayudar al pequeño Vittorio Amedeo II, de salud enfermiza, a quién gustaba comer este pan crujiente, de forma alargada y de fácil digestión. O eso dicen. El establecimiento acostumbra a estar lleno y registrar colas tanto para comprar simplemente el pan del día, galletas o dulces típicos como para degustar un panino, una focaccia o un café o piezas de bollería.

Dónde comprar
Mercado de Porta Palazzo
Mezcla de colores, sabores y culturas, bienvenidos al mercado más grande de la ciudad y el mercado alimentario más grande de Europa. Tiendas, bares, trattorias y comercios unidos en un mismo espacio para ofrecer todo tipo de productos, desde ropa a antigüedades. Obligado perderse entre sus puestos y dejar que pasen las horas como en un suspiro.

Guido Castagna
Via Maria Vittoria, 27/C
La pastelería-boutique por excelencia. El referente del chocolate de calidad. Su propietario ama y mima el cacao como si lo cultivara. En su obrador a pocos kilómetros de la ciudad Guido Castagna recibe, muestra y enseña el oficio. Su buen hacer ha creado escuela y ha conseguido unos giandujotti (el dulce típico de la ciudad elaborado con cacao y avellanas) fuera de lo común. ¡Hay que probarlos!

Alberto Marchetti
Torino es la ciudad del chocolate pero también la del helado. Y para helado, el de Alberto Marchetti. Dispone de tiendas en la ciudad, la más grande en Corso Vittorio Emanuele II 24bis, la segunda en Via Po 35 bis. Y la tercera, aún por venir, en la Via Rossini. Para poder escoger te dejarán degustarán antes los sabores que gustes. ¡Lo asombroso es que hay tantos donde elegir! Superad los clásicos y atreveros con el de popcorn o saboread el pallino (café expreso, bola de helado y nata montada). Todo de cosecha propia. Exquisitos. Tremendos helados a partir de 2€. Y además, babyfriendly (cambiador en el baño y mesita con juegos).

Eataly Alti Cibi
Via Nizza, 230/14
Un buen deli a lo grande. Por sus dimensiones, por su amplia oferta de producto y por la calidad de ese producto. De todo y para todos los gustos. Si andas buscando algo en concreto para degustar e incluso para regalar, aquí lo encuentras seguro: pasta, arroz, chocolate y otros dulces, café, salsas y condimentos, libros de cocina, menaje…. Calidad, sostenibilidad y ecología. La primera tienda se abrió en Turín, le siguió Roma, Florencia, Milán. Hoy existen 26 Eataly en todo el mundo.

No te pierdas (tampoco)…

Dos grandes museos
O algunos de ellos, especialmente dos. El Museo Egipcio (Via Accademia delle Scienze, 6) se considera el segundo más importante del mundo después del Museo del Cairo por su colección de antigüedades. En estos momentos se está acometiendo una ambiciosa renovación que no terminará hasta 2015.
Para grandes y pequeño cinéfilos o simplemente apasionados del 7º arte, más que recomendable el Museo Nazionale del Cinema, situado en el interior de la Mole Antonelliana, símbolo del skyline de la ciudad (Via Montebello, 20). De 167 metros de alto, un ascensor de cristal viaja por la gigantesca bóveda hasta el templete panorámico. Sorprendente.

La Catedral
Piazza San Giovanni
Parada obligada en la ciudad, este bello edificio del siglo XIV dedicado a San Juan Bautista, patrón de Turín, alberga en su interior el lienzo funerario en el cual fue envuelto Jesús después de haber sido descolgado de la cruz: la Sábana Santa, también conocido como Síndone o el Santo Sudario. La reliquia sólo se muestra en ocasiones extraordinarias.

El río Po
Pasear por sus alrededores. Si todavía te ha quedado tiempo para disfrutar de la ciudad con cierto relajo, disfruta del cauce del Po sobre sus puentes. También podrás navegar en sus aguas, si lo prefieres. El toque más parisino de esta ciudad transalpina.

Ahora como entonces, siempre nos quedará Turín.

Nosotros nos apuntamos, si quieres venirte consulta nuestros vuelos aquí.

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Tres rutas imprescindibles para practicar senderismo en La Palma

La Palma es una de las islas más bonitas de todo el Atlántico, a diferencia de sus hermanas del archipiélago canario, cuenta con un riquísimo ecosistema en el que se reúnen excepcionales valores naturales que hacen de ella una isla paradisíaca. La fauna y la flora autóctonas forman parte de sus espectaculares paisajes que destacan por su diversidad. Su cuidado entorno natural permite disfrutar de unas vacaciones de forma alternativa y divertida, realizando actividades en contacto con la naturaleza y practicando todo tipo de deportes.

Sin duda La Palma es un edén para el caminante y ofrece un gran número de opciones para practicar senderismo. Antes de emprender la ruta os recomendamos consultar los partes meteorológicos, no caminar nunca solo, dejar constancia a alguien de la ruta que se va a hacer así como de la hora de regreso, llevar una pequeña mochila individual con algo de ropa de abrigo un chubasquero, comida y agua abundante, no olvidar elementos fundamentales como gorro, crema solar y gafas de sol, llevar siempre un teléfono móvil con la batería cargada, un mapa y, a poder ser, una brújula, respetar la señalización del sendero y no salir de sus márgenes y sobretodo equiparse con botas de trekking o similares. También te recomendamos que consultes tanto el perfil como la distancia y la duración de la ruta en la web www.senderosdelapalma.com. Entre todas las rutas posibles os hemos hecho una selección de tres con diferentes niveles de dificultad que, además, te permitirán admirar la ya citada diversidad de paisajes de la Isla Bonita: y sobretodo equiparse con botas de trekking o similares. Entre todas las rutas posibles os hemos hecho una selección de tres con diferentes niveles de dificultad:

Puerto de Tazacorte – Roque de Los Muchachos

Este itinerario cuenta con una dificultad alta, y está pensado para ser practicada por deportistas experimentados. Su principal dificultad es sobretodo su gran desnivel. Se recomienda no realizarlo en época de verano o días calurosos y en invierno tener en cuenta que discurre por zonas altas, siendo posible, incluso, encontrar nieve y hielo en el Roque de los Muchachos. Se trata de una ruta con una distancia total de 17,16 Km, con un desnivel ascendente acumulado de 2.600 m. La salida se hace desde el Puerto de Tazacorte, al nivel del mar. Y a partir de aquí empieza un ascenso progresivo que nos lleva a El Time (Km 3.8). Luego pasamos por Hoya Grande y por el Risco de las Pareditas. Aquí os recomendamos hacer una parada para reponer fuerzas mientras disfrutáis del maravilloso paisaje, a una altura de 1.500 m. Desde aquí quedan casi 7 km. para alcanzar la conclusión de la ruta. Pero antes pasaremos por Hoya del Estrabito, Pinos Gachos y la Degollada de Las Palomas, donde la pendiente empieza a suavizarse hasta el final. A destacar de esta ruta las impresionantes vistas sobre el Barranco de las Angustias y las que se obtienen desde el Roque de los Muchachos sobre la Caldera de Taburiente.

Cubo de la Galga

Se trata de una ruta de nivel bajo, muy propicia para hacerla con niños, a través del PR LP 5.1 El recorrido se inicia y se acaba en La Galga, Puntallana, en la caseta de información de Medioambiente que se ve a lo largo de la carretera LP 1, una vez atravesado el túnel que se encuentra tras pasar el barrio de La Galga, en dirección San Andrés y Sauces. La distancia total es de 12, 4 km, con un desnivel acumulado de tan solo 750 metros, y el tiempo estimado para realizar ida y vuelta es de 3 horas. La ruta transcurre por parte del Parque Natural de Las Nieves, un espacio natural protegido tan espectacular que no permite que apagues tu cámara fotográfica. Tienes dos opciones: o bien entrar hasta el mismo Cubo de la Galga y regresar o bien subir al mirador de Somada Alta para luego volver, o continuar el camino hasta la iglesia de San Bartolomé para, después, seguir por la carretera hasta el punto en el que dejaste el vehículo. La primera de ellas es un recorrido circular por la zona más vistosa e interesante del sendero: la laurisilva del Cubo de La Galga, que es una selva templada o bosque laurifolio, propio de la Macaronesia y que en la Isla Bonita sólo se encuentra en la zona Noreste de La Palma, en las Islas Canarias. Se caracteriza por sus grandes árboles, frondosos y espectaculares helechos y vegetación de laurisilva. Tendrás la sensación de estar en una selva  tropical. Presta especial atención al sonido de los pájaros y al tímido rayo de sol que intenta penetrar en la espesura. Todo un espectáculo con todas las variedades de verde. La segunda es una continuación de la anterior subiendo hasta el Mirador de Somada Alta desde el que obtendrás impresionantes vistas sobre la zona para luego descender de la manera explicada.

Valencia– Pico Bejenado - Valencia

Y para poder ir en familia os recomendamos este paseo. Se trata de un sendero circular, que si se hace entero es de, 10 kilómetros pasando de un desnivel de 1.100 a 1.800 metros. El tiempo estimado para realizarlo es de 3 horas La ruta transcurre En los límites del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente. Podemos llegar en coche hasta el final de la pista del barrio de Valencia. Desde allí veremos la señalización del sendero PR LP 13.3 que nos lleva al Bejenado. Una hora y media de ascensión en zigzag entre pinos nos llevará a la cumbre de este pico. Soberbias son las vistas que desde allí se obtendrán tanto hacia el interior del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente como hacia la Ruta de los Volcanes y todo el Valle de Aridane. Ah, no te olvides firmar en el libro de visitas que encontrarás allí mismo. Después la vuelta será todo un bálsamo, ya que es en bajada hasta el punto de inicio. Seguro que llegamos con incontenibles ganas de comer y reponer fuerzas.

Éstas tan solo han sido tres rutas de las muchas posibles –con diferentes niveles de dificultad- con las que poder extraer el máximo rendimiento a la diversidad paisajística de esta isla, con propuestas que pasan por los sitios más emblemáticos: Pinar, Parque Nacional, Laurisilva, Puerto Tazacorte, volcanes, dragos, pueblecitos por los que no ha pasado el tiempo, almendros en flor, costas acantiladas, etc. Más información en el Patronato de Turismo de La Palma.

¿A qué esperas para descubrir La Palma, la Isla Bonita? Consulta nuestros vuelos aquí.

Texto y fotos del Patronato de Turismo de La Palma

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De paseo por la Marsella alternativa

Primero las malas noticias: Marsella no es París. A diferencia de su histórico rival, la segunda ciudad más grande de Francia no tiene museos de primer orden, monumentos despampanantes u hordas de japoneses haciendo colas en Louis Vuitton. ¿Las buenas noticias? Pues que Marsella no es París. Acariciada por el Mediterráneo, esta ciudad de sol brillante, población multicultural y suburbios en pleno centro, es un rara avis de tal calibre que se ha ganado a pulso el apodo de Planète Mars (Planeta Marte).

Con uno de los puertos más importantes del Mediterráneo, un urbanismo caótico y una reputación de capital decadente que la persigue desde hace décadas, Marsella es sobre todo el enfant terrible de Francia; una ciudad ruidosa, dinámica y llena de contrastes, dónde los mercados callejeros inundan la calzada, los graffitis cubren las paredes, el olor a salitre impregna la ropa, y el Olympique de Marsella es la argamasa que lo une todo.

Apartada de los destinos turísticos habituales, las tornas han cambiado desde que en 2013 fuera elegida Capital Europea de la Cultura. Zaha Hadid, Jean Nouvel y Norman Foster, todos tiene sus edificios vanguardistas en el flamante frente marítimo. Pero la vida bohemia se encuentra tierra adentro, y es allí dónde nos dirigimos. Con un mapa en el bolsillo, ¡empezamos un tour urbano-bobo-alternativo por la capital de la Provenza!

En La Friche la Belle de Mai

Una antigua fábrica de tabaco en la estación Saint-Charles es el centro cultural más activo de Marsella. ¡Hemos llegado a La Friche! Espacios de exposición, residencias de artistas, teatro, rampas de skate, e incluso una guardería se mezclan aquí. Un todo en un uno híbrido y en flujo constante, volcado en la creación actual dónde el espíritu comunitario está a la altura de su extenso programa.

Sube a la azotea, las vistas de la ciudad son espectaculares, y su inmensa terraza se llena hasta la bandera en verano, acogiendo fiestas con DJs invitados y cine al aire libre los domingos. Durante el resto del año la música no cesa, y en Le Cabaret Aléatoire hay sesiones que van del rock al hip-hop.

Si tienes hambre, dirígete a La Salle des Machines, un bar-librería dónde puedes tomar un café au lait mientras hojeas el catálogo de las últimas expos. Pero si lo que quieres es comer, Les Grandes Tables es tu sitio; aquí el menú cambia cada día pero nunca falta el clásico steak tartar ni la ensalada César; los lunes se instala un mercado de productores locales, y ya sabéis que para esto de los mercados los franceses no tienen rival.

En el exterior, bordeando las naves y con los TGVs pasando a ras, un parque urbano con paredes de graffitis anuncia que ‘Skateboarding is not a crime’. Aquí, los skaters hacen sus trucos, mientras otros juegan a basquet, escalan en el rocódromo, juegan en la zona infantil o trabajan en el huerto comunitario. Y es que Marsella es esto, un magma heterogéneo dónde todo y todos se mezclan.

Unos metros al oeste, entre las calles laberínticas de La Belle de Mai, se abre paso Le Gyptis Cinéma. Su programa (¡en versión original!) es tan ecléctico como la misma ciudad; aquí se proyectan ciclos temáticos, clásicos, títulos imposibles de encontrar en Internet y pelis para niños. Su fachada ha sido colonizada por retratos de los habitantes del barrio, resultado de un proyecto de street art colectivo que pone cara a las gentes del lugar.

Y con esta imagen en la retina, tomamos rumbo hacia el Cours Julien, el núcleo duro de la movida urbana marsellesa.

Alrededor del Cours Julien: Street Art & Urban Vibe

Alternativo, desenfadado y colorista. El Cours Ju, como lo llaman los locales, es el barrio del momento. Coge el metro hasta Notre Dame du Mont, ¡la subida desde el puerto es de infarto! Distrito de artistas, músicos y diseñadores, y bastión tomado por la modernísima comunidad bobo (término con el que los franceses designan a los burgueses-bohemios), el Cours Ju es un sin fin de cafés de moda, restaurantes de todo tipo, tiendas vintage, y calles inundadas de graffitis a todo color.

Y es que ningún otro lugar del ‘Hexagone' exhibe un despliegue de arte urbano de tal envergadura. Innumerables murales colonizan las fachadas de la Rue Vian, Pastoret y Bussy l’Indien con temas reivindicativos de corte social, referencias a la cultura pop, o anuncios de los cafés que se esconden en su interior. No en vano, el street art en Marsella es parte de su ADN urbano, rebelde y multicultural tanto como su archiconocido hip hop, y prueba de ello es éste trepidante vídeo a ritmo de rap local.

Ante semejante telón de fondo, galerías de arte, terrazas, cafés y comercios alternativos que venden desde ropa a los artículos para el hogar, inundan cada metro cuadrado del Kreuzberg marsellés. Lo mejor: perderse por el caótico entramado de calles peatonales y dejarse llevar por su ambiente relajado.

En el mismo Cours, la multifacética concept-store Oogie vende ropa y libros, sirve comida y alberga una peluquería dónde se celebran fiestas con DJs. Muy cerca, La Licorne produce jabones usando técnicas tradicionales. Y en la Rue Trois Frères Barthélémy, la microcervecería Brasserie de la Plaine vende cervezas artesanas y tiene un bistro dónde devorar la ‘Formule du Jour’ -el menú del día que normalmente incluye un entrante, un plato y el postre por unos 10€- con cocina de mercado.

El sitio cool por antonomasia es el WAAW, en la Rue Pastoret. A medio camino entre bistro y centro cultural, el WAAW acoge desde presentaciones a talleres de serigrafía, y es el mejor sitio para hacer una parada técnica, tomar el plato del día, o encarar la noche con un ‘pastís' o un ‘rosé’ a la hora del popular apéro -aperitivo alcohólico que se toma antes de cenar.

Por la noche se da paso a las copas y la música. En la plaza Jean Jaurès, L’Intermédiaire es uno de los mejores locales con música alternativa en vivo y DJ Sets. Justo al lado, Au Petit Nice ofrece un montón de cervezas en un patio interior dónde pasar las horas. Y en La Dame Noir los hipsters hacen cola para entrar en el club más cotizadode la zona.

Pero por si no hubiera suficiente, un mercado de productores locales se instala en el Cours Ju cada miércoles por la mañana; los domingos es el turno de los sellos; y el segundo sábado del mes se venden libros de segunda mano. El mercado de La Plaine, en la plaza Jean Jaurès, vende fruta, verduras, queso, pescado, comida para llevar, zapatos baratos y accesorios de toda clase cada martes, jueves y sábados por la mañana, mientras que los miércoles es el día de las flores.

¡Y es que el Cours Ju tiene un ‘no sé qué’ especial que engancha! Anímate a conocer la Marsella más cosmopolita y reserva tu Vueling aquí!

Texto de Núria Gurina i Puig para Los Viajes de ISABELYLUIS

Fotos de Caroline Dutrey, Coralie Filippini, JeanneMenjoulet&Cie, marcovdz, Pop H

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Tánger en 7 terrazas

De Tánger, Truman Capote escribió: "Casi todo en Tánger es inusual y antes de venir aquí uno debe hacer tres cosas: vacunarse contra el tifus, retirar sus ahorros del banco y decir adiós a sus amigos". Muchas cosas han cambiado desde aquel entonces –Capote estuvo aquí en el verano de 1949–, pero Tánger conserva ese anzuelo invisible pero real que advirtió el autor de Desayuno en Tiffany's (1958)y A sangre fría (1965). "Es un puerto que te atrapa, un lugar intemporal; los días se deslizan con tanto disimulo como la espuma en una catarata". Así justificabael célebre escritor norteamericano que tantos viajeros –artistas, escritores, bohemios– que habían aterrizado en Tánger para una breve vacación, decidieran asentarse de forma indefinida para, sencillamente, ver los años pasar. Precisamente de esto trata la ruta de hoy, de sentarse en las mejores terrazas a tomarse un té y observar la bulliciosa vida tangerina pasar.

En lo más alto de la Kasbah

1. Desayuno con diamantes… en el Riad-Hotel La Maison Blanche

No se nos ocurre mejor manera de empezar el día en Tánger que desayunando en la panorámica terraza del  Riad-Hotel La Maison Blanche, situado en la parte más alta de la Kasbah, junto a la puerta principal de la antigua fortaleza. Tras pasar una plácida noche en cualquiera de sus nueve habitaciones –todas ellas decoradas de forma única y dedicadas a artistas que convirtieron Tánger en un lugar cosmopolita y fascinante (Paul Bowles, Juan Goytisolo, etc.)–, seremos testigos del despertar paulatino de la ciudad, disfrutando de la luz que tanto impresionó a Matisse, del mar, y de los tejados multicolores. Precio por habitación: de 100 a 150 euros (desayuno incluido).

El corazón de la Medina

Con el cuerpo descansado y bien alimentado, es hora de perderse por el laberinto de la Medina. Da igual por donde entres, a los dos minutos te desorientas por sus caóticas callejuelas, túneles de paredes de colores en los que jamás incide el sol, pero donde siempre llega su luz. A ambos lados de la refrescante gruta se solapan toda clase de pequeños talleres y negocios. Zapateros, cesteros, joyeros, lecherías, barberías, puestos de especias… El trajín de gente y mercancías es constante. Absolutamente todo se trae en carromatos, pues los coches no caben por estas callejas. Al agradable caos se suman vendedores ambulantes de fruta, pescado, menta, patatas, habas, baratijas, turrón, etc. Pero en la Medina también hay tangerinos ociosos que practican el sano vicio de sentarse en una terraza, o en el diáfano salón de un café, y dejan que el tiempo fluya.

2, 3 y 4. Tingis, Central y Fuentes… al calor del Zoco Chico

La pequeña pero concurrida plaza del Zoco Chico es perfecta para observar uno de los puntos neurálgicos de la medina tangerina. Hay diversas opciones, pero las más históricas y recomendables son el ventilado salón y la terraza del Café Tingis, donde el añado cartel reza que se sirve "todo siempre rápido y fresco", la del Café Central, situada justo enfrente, o los balcones del Café Fuentes, en la planta superior. Para llegar, lo mejor es tomar como referencia la plaza del Gran Zoco –oficialmente llamada 9 de abril de 1947–, que está a 2 minutos andando por la Rue Siaghine. De camino veremos la fachada de la iglesia de la Misión Católica Española, junto a los antiguos Almacenes Alcalá –"tejidos, novedades"–, y nos cruzaremos con numerosos despachos de cambio de divisas, escaparates llenos de cámaras fotográficas antiguas y muchas, muchísimas joyerías.

5. Café Ibn Batouta, en el corazón de la Medina

Más difícil de encontrar pero aún más auténtico es el Café Ibn Batouta, situado en el corazón de la Medina. De varias plantas –los clientes habituales se quedan en el primer piso, a menudo viendo partidos de fútbol en la televisión–, al final de la estrecha escalera aparece una terraza a dos alturas en la que se dan cita los jóvenes de Tánger para beber té, charlar y fumar con el cielo por testigo. Desde aquí no se ve el mar, sino una colmena de tejados y terrados adornados con antenas parabólicas y ropa tendida. Tampoco es el lugar más cómodo de la ciudad, pero sí uno de los más genuinos. Los precios populares –un vaso grande de té a la menta cuesta 6 DH– hacen que acudan muchos estudiantes de la ciudad. Junto a la pequeña barra donde preparan el té, cuelga una foto del actor Matt Damon, hecha durante el rodaje de la película El ultimátum de Bourne. A los clientes asiduos del local le gusta explicar que aquí se rodaron las escenas en las que el protagonista salta entre balcones, volando de un edificio a otro.

Vistas atlánticas

6. Café Hafa, el favorito de Paul Bowles

La escalonada terraza del Hafa es única. Situada sobre el océano, en pleno acantilado, está siempre, siempre, siempre llena de jóvenes que toman té con menta mientras hablan, fuman o se entretienen con juegos de mesa. Este café, fundado en 1921, era el preferido de Paul Bowles, y aquí estuvieron también los Rolling Stones, entre otros. El té es rico y barato –menos de 1 euro– y aunque el mobiliario de plástico actual le resta encanto, es ideal para pasar un rato relajante, leyendo, charlando, meditando con la mirada perdida en el horizonte azul marino. Llegar es facilísimo: saliendo por la puerta principal de la Kasbah –junto a la Maison Blanche–, se toma la calle que sube en dirección a la necrópolis fenicia, que dista apenas 5 minutos a pie y que también es muy popular entre los tangerinos, que acuden aquí a pasar la tarde. Un poco más allá, un callejón luminoso en el que los jóvenes compran y venden cigarrillos sueltos, nos conduce hasta el Café Hafa, donde también se puede comer cualquiera de los snacks típicos locales.

El frescor de la Kasbah

7. Morocco Café, paz a la sombra de un ficus centenario

A 20 metros de la entrada principal de la Kasbah, la tranquila terraza del Morocco Café es ideal para tomar un refrigerio, un té o incluso comer el plato del día, una ensalada, una quiche, etc. Toda la comida es casera. El lugar es algo más elitista que la media, y los precios se parecen a los del otro lado del Estrecho: un té –aquí lo sirven con su teterita– son 18 DH. Abierto a partir de las 9 de la mañana, excepto los lunes, que es el día de descanso. En el mismo edificio se encuentra el Morocco Club, un piano-bar en el que por la noche se puede disfrutar de buen ambiente, música y excelentes cocktails.

 

Texto e imágenes de Sergio Fernández Tolosa (Con un par de ruedas) para Los Viajes de ISABELYLUIS

 

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