Santander, más allá de las rabas
Dos tópicos sobre Santander. Uno cierto al 100%. Otro, digamos que cada vez menos cierto. Primero (y verdadero): es obligado visitar la ciudad alguna vez en la vida porque es una de las más bonitas de España. Segundo (y prescindible): hay que comer rabas sí o sí. Pues no, no hace falta porque la oferta gastronómica en la capital cántabra ha crecido en calidad y diversidad, y hasta allí hemos viajado para comprobarlo con nuestros propios paladares.
Umma
La cocina informal y moderna suele esconder farsas. Con la excusa de que es informal y moderna, zasca, te la cuelan. No es el caso de Umma. Al contrario. Platos reconocibles, buen producto y sobre todo un sentido del gusto por encima de la media. Muy por encima. Miguel Ángel Rodríguez ha convertido el que era el restaurante familiar en uno de los must de Santander. Su capacidad para jugar con nuevos ingredientes en un mismo plato, equilibrarlos y ensalzar la estrella de cada receta es prodigioso. Va sobrado, pero es normal porque viene de currárselo en Noma (Copenhague), Mugaritz (Rentería), Cenador de Amós (Villaverde de Pontones, Cantabria)… Comedores todos ellos distinguidos por la guía Michelin y la revista Restaurant.
Estelares, como sus propuestas, a cuál más sabrosa, más deslumbrante, más buena, que refinan y actualizan los sabores de Cantabria. Empezando por las croquetas que parió su madre, redondas, crujientes por fuera y cremosas, casi líquidas, por dentro; siguiendo por la pizza de anchoas de Santoña, con papada, queso de vaca Gomber, oliva negra, rúcula y tomate seco; y acabando con dos platos sinfónicos: lengua de vaca, carpaccio de champiñón y avellana y el huevo ecológico con cecina y setas. Atención a las cervezas artesanas y a los vinos de una carta que huye del stablishment bodeguero, y a las exposiciones que exhiben las paredes y a los conciertos de jazz y soul que celebra las noches de los jueves.
“Umma", dicen los japoneses cuando algo les gusta mucho. “Umma”, dice quien sale de allí tras comer o cenar.
Precio medio: 35-40 euros (menú de mediodía de 18 euros, menú fast good de martes a viernes al mediodía por 14, y menú degustación por 39).
Mexsia
Llegas a Mexsia y ves los vasos puestos así, sobre la mesa, como a punto de caerse, haciendo funambulismo, y te dices: "Estoy en un sitio especial”. Y sí. Porque antes ya has visto una barra a la entrada, has oído una música de fondo y has visto una iluminación que te hace pensar que estás en un pub y no en un restaurante. Y no. Bueno, sí. Estás en un pub gastro. En un gastropub que ha ideado Óscar Calleja, poseedor de una estrella Michelin por Annua (San Vicente de la Barquera). Mezcla, fusión, mix, diversión. México y Asia. Mexsia. Picante, picantón, como el gazpacho verde de chile serrano con vieira braseada; juguetón, como el aguachile de camarón con salsa chamoy, un platazo donde los cítricos acompañan un producto excelente; excitante como el maki frito en tempura con centollo, masera y aguacate, o como el nigiri de salmón a la llama con crispy de alga nori; vicioso como los nachos caseros, servidos con tres salsas también caseras…
Precio medio: 25-30 euros (menú fast good de martes a viernes al mediodía por 15 euros, y menús degustación por 25 y 30 euros).
El Remedio
¿Y por qué no le llamaron El Paraíso? Porque el enclave donde está ubicado este restaurante es paradisiaco, ensoñador, maravilloso, bello… Una ermita del siglo XIX, una pradera verde-verde, un acantilado, el mar de fondo… Insuperable. El síndrome de Stendhal se puede vivir en primera persona aquí. Pero El Remedio también vale como nombre porque estando allí uno se olvida de todo lo que le preocupa, así que funciona como remedio a todos los males, aunque sea temporalmente.
Si es hermoso haciendo sol, debe de ser espectacular en pleno temporal. Un regalo para la vista y el alma que se complementa con la cocina de Samuel Fernández, apegada al terruño y al mar que se ve desde su local. Hay que pedir el megano (calamar pequeñito que se hace a la plancha) con patata en tinta de calamar, vieira con crema de boletus y jamón de bellota (de sabor largo e intenso), alubias con setas, un cocido hecho poco a poco (chup chup, ñam, ñam); fritura de rabo de toro con mostaza de remolacha y salsa barbacoa… Y comer todo eso y más mirando al horizonte. Y soñar.
Precio medio: 40 euros.
Madre mía, cuanta diversidad gastronómica. ¿A qué esperas para deleitarte? Consulta nuestros vuelos aquí.
Texto y fotos: Ferran Imedio (Gastronomistas.com)
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Arte en estado natural a media hora de Copenhague
¿Un museo con nombre de estado americano en Dinamarca? No es este el único detalle llamativo de Louisiana. Ubicado en la pequeña localidad de Humlebæk, a 35 kilómetros al norte de Copenhague, Louisiana atrae a miles de visitantes cada año tanto por su interior como su exterior: su colección de arte contemporáneo es realmente extraordinaria, pero más aún quizás lo sea el enclave en el que se encuentra –frente a las frías aguas que separan Dinamarca de Suecia, y sobre una extensa zona de jardín, árboles y acantilados–, así como su diseño arquitectónico, perfectamente integrado en el entorno que lo acoge.
El museo se creó en 1958 por el empresario y filántropo danés Knud W. Jensen, quien encargó la primera fase del proyecto a los arquitectos VilhelmWohlert y JørgenBo. Curiosamente su nombre no proviene del estado americano, si no de una casualidad que tiene que ver con el anterior propietario del terreno: las tres veces que se casó lo hizo con mujeres llamadas Louise. La colección privada del museo es mucho mayor que el espacio del que dispone para su exhibición, así que las obras están en constante movimiento: en el interior encontramos piezas de Lucien Freud, David Hockney, Asger Jorn (uno de los artistas daneses más importantes del s. XX), el español Juan Muñoz, fotógrafos como el alemán Thomas Demand o la neoyorkina Cindy Sherman, y la que probablemente sea la joya de la corona: una sala en la que están frente a frente, como en un diálogo permanente, una pintura de Francis Bacon con una de las distintivas esculturas alargadas de Alberto Giacometti. En el jardín se encuentran varias esculturas de elevado peso específico; entre ellas una de Alexander Calder y una de Joan Miró, separadas por apenas cinco metros de distancia –y con el mar como acompañante eterno–, así como obras de Louise Bourgeois o Max Ernst, entre muchos otros.
Hasta finales de enero (¡dense prisa!) el museo exhibe además una exposición de largo recorrido y una instalación que deja huella: la primera repasa la extensa, colorista y provocadora obra de la artista multidisciplinar japonesa Yayoi Kusama (esculturas de formas fálicas, habitaciones pintadas de lunares, vestidos agujereados y otras maravillas); la segunda es una escultura enorme del canadiense David Altmejd, llamada The Flux and the Puddle, que ocupa toda una sala y que resulta casi imposible de explicar; en ella se mezclan metacrilato, comida, taxidermia, hilos y espejos de forma visceral y tremendamente impactante.
Es muy fácil llegar desde Copenhaguen a Louisiana: desde la Estación Central de la capital hay que tomar un tren en dirección a Helsingor y bajarse en Humlebæk. Así de sencillo. A la vuelta una opción más que recomendable es la de explorar el barrio de Vesterbro, pegado a la misma estación central, hasta no hace mucho hogar de prostitutas y macarras y hoy uno de los más interesantes y bulliciosos de la ciudad, abundante en galerías, tiendas, cafeterías y restaurantes. Uno de los lugares de obligada parada es Bang & Jensen, abierto todo el día en Istadgade; se recomienda probar la sopa de lentejas con curry y cilantro y jugar unas partidas al pinball o el Arkanoid. Otra posibilidad de lo más recomendable es pasearse por el Meatpacking District, el antiguo mercado de carne y pescado reconvertido en una de las zonas más cool de la ciudad, y escoger entre sus múltiples y apetitosas opciones gastronómicas. Para los amantes de la música y los vinilos, el mejor lugar en Vesterbro es sin duda Sort Kaffe & Vinyl, pequeña tienda de discos con bar (o viceversa: cafetería con discos) que destaca por disponer de una selección pequeña pero cuidadísima en materia de folk, jazz, electrónica, exótica y experimental. Y para descansar y zamparse un buen desayuno a la mañana siguiente, ahí van dos buenas opciones de alojamiento, ambas en el barrio: Bertrams Guldsmeden (muy cerca de una de las calles más bonitas de la ciudad, Værnedamsvej) y Avenue Hotel, especialmente recomendable en primavera y verano por su hermoso patio.
Si ya de por si una visita a la ciudad es altamente recomendable, la posibilidad de visitar Louisiana, además de pasar unas horas en Vesterbro, convierte el viaje en poco menos que una obligación. ¿A qué esperas para reservar tu vuelo a Copenhague?
Texto de Carles Novellas para ISABELYLUIS Comunicación
Imágenes de Carles Novellas y Anna Higueras
+ infoJerusalén alternativa
Jerusalén es una ciudad fascinante. Cuna de las culturas hebreas, cristiana y musulmana, pasear por su barrio antiguo es como caminar por el plató de una esas superproducciones hollywoodenses dirigidas por Cecile B. Demille. Enclave que rezuma historia en cada una de las piedras que cimientan sus edificios y templos, cuando se trata de viajar, a la capital de Israel siempre se le ha catalogado como destino religioso. Mucho más interesante resulta peregrinar hasta Tierra Santa para descubrir la vida en las catacumbas de la ciudad. De los bares y clubs del renacido mercado de Mahane Yehuda al único estudio de tatuaje de la Ciudad Vieja, os descubrimos los puntos más interesantes de la Jerusalén alternativa.
Adraba Books
Punto de encuentro de la comunidad literaria de la ciudad, Adraba Books es la librería de Jerusalén para todos aquellos que busquéis relatos que esquiven la historia oficial. Más allá de su café (algo a remarcar en un país que no despunta por la calidad de sus espressos, macchiatos y cappuccinos), destacar su sección de volúmenes de arte y su oferta en libros en lenguas extranjeras, especialmente en inglés. Ben Maimon, 5
Casino De París
En el corazón del Mahane Yehuda, revitalizado mercado ocupado por coloridas paradas de alimentos durante el día, muchos de cuyos puestos por la noche se transforman en clubes y bares con música en directo, encontraréis el Casino de París, uno de los clubes más populares entre los oficiales del ejercito británico en la Jerusalén de la década de los años 20. Un siglo más tarde, gracias al impulso de Sha'anan Streett, vocalista de Hadag Nahash -una de las bandas de hip hop más aclamadas de Israel- y Eli Mizrahi, también propietario del cercano Machneyuda -probablemente el mejor restaurante de la ciudad-, revive sus días de gloria, ahora con una parroquia que reúne a las criaturas más interesantes de la noche local. Mahane Yehuda, 3
Gatsby
Junto a un restaurante de comida rápida, camuflado tras un anodino portalón negro de acero, sin cartel ni señal alguno que lo delate, se esconde el Gatsby. Pese a su breve historia (hace poco más de un año que abrió sus puertas) se trata de la primera coctelería de Jerusalén, lounge que recrea el ambiente de los speakeasy norteamericanos de la época de la Ley Seca. Un auténtico espectáculo ver cómo agita la coctelera su barwoman. Como suele suceder en este tipo de locales, para poder entrar primero hay que conseguir el código secreto del día (o haceros los guiris despistados: conmigo coló). Hillel, 18
Lev Smadar
Abierto en 1921, el Lev Smadar es uno de los cines más emblemáticos de Jerusalén. Oculta en una callejuela de la barrio alemán de Jerusalén (realmente, dar con él es más difícil que encontrar a Wally con una camiseta sin rayas), la sala está especializada en cine independiente americano, europeo e israelí. Frecuentado por el colectivo cultureta de la ciudad, todas las películas se proyectan en versión original, y los filmes de factura local se emiten en hebreo con subtítulos en inglés. Lloyd George, 4
Razzouk Tattoo Studio
Perdido entre las sinuosas callejuelas que circundan la Puerta de Jaffa daréis con Razzouk Tattoo, el primer y único local de tatuajes de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Como (casi) todo en esta ciudad, la historia de Razzouk Tattoo es fascinante. Los Razzouk, familia de origen egipcio, practican al arte del tatuaje desde el siglo XIV. Por aquella época se dedicaban a grabar en tinta en el anverso interior de la muñeca de los cristianos coptos una pequeña cruz que les servía como salvoconducto para poder entrar en las iglesias. Instalados ya en Jerusalén, fue el abuelo Yacoub Razzouk quien abrió el estudio a mediados del siglo XX. Actualmente es su nieto Wassim Razzouk quien mantiene viva la tradición familiar. St. George, 31
Uganda
La sala en la que dejarse caer en Jerusalén las noches de entre semana. En activo desde hace una década, su cabina es uno de los refugios predilectos de los DJs más interesantes del subsuelo electrónico de Israel. También es el lugar en el que nutrirse de vinilos, novelas gráficas y resto de propaganda (contra)cultural del país, y uno de los pocos clubes de la ciudad en los que degustar una pinta de Taybeh, cerveza palestina que nada tiene que envidiar a los mejores zumos de cebada alemanes o belgas. Aristobolos, 4
Videopub
Es el único bar abiertamente gay de Jerusalén, una apuesta ganadora si queréis vivir una noche memorable en la ciudad. Con un poco de suerte os toparéis con alguna de sus populares fiestas temáticas de los años 80 y 90, veladas en las que, uno tras otro, suenan los éxitos más petardos de ambas décadas. Si os entregáis demasiado a la jarana, no os extrañe que seáis secuestrados por alguna de las drag queens para echaros un baile con ellas en el escenario del local ¡Avisados estáis! Horkanus, 1
Yellow Submarine
Abierta desde 1991, la Yellow Submarine es la sala de conciertos más emblemática de Jerusalén, local en el que ha actuado lo bueno y mejor de la muy interesante (aunque por aquí desconocida) escena musical de Israel y algunos de los más destacados nombres internacionales que han pasado por el país. Altavoz del talento local, más allá de su programación diaria de bolos, también organiza conferencias y exposiciones, además de ofrecer servicios de local de ensayo y estudio de grabación. Rehov Ha-Rechevim, 13
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Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS
Fotos de Oriol Rodríguez, Cine Lev Smadar (© Alex Jilitsky), Uganda (© Udim), Yellow Submarine (© Uri Leshem)
+ infoKarlín la nueva joya de Praga
Karlín es el barrio emergente de Praga; pero cuenta con un pasado no tan esplendoroso, y es que en la segunda mitad del siglo XIX fue uno de los suburbios industriales de la capital checa. En aquella época se construyó allí una red de calles perpendiculares, con una plaza central y una bonita iglesia. Junto a los edificios de estilo clásico tardío con sus típicas galerías adosadas se construyó un sinfín de fábricas de toda índole. Una de las construcciones más importantes de esa época es el Viaducto de Negrelli que une dos importantes estaciones de trenes, separadas por el río. En los años 60 fue construido en esta zona uno de los primeros barrios de edificios de placas de hormigón armado, así como también el hotel de gusto cuestionable, Olympik, justo en la época que Praga se presentó como candidata a albergar los Juegos Olímpicos. Además la primera línea de metro de Praga, la cual se construyó en el 1974 terminaba en el barrio de Karlín, en la estación que lleva el nombre de Florenc.
En el barrio de Karlín podemos encontrar unos edificios de corte contemporáneo impresionantes. Un ejemplo claro lo tenemos con el conjunto Corso, formado por Corso I, Corso IIy Corso III cuya terminación y reconstrucción fue proyectada por Ricardo Bofill. En Karlín podemos admirar también el proyecto River City Praha, compuesto por los edificios Danube House, Nile House, Amazon Court y River Diamond. Nos impresionó el edificio Keystone por sus referencias al cubismo, un estilo que dejó una huella importante en la República Checa hace casi un siglo. Actualmente quien domina el skyline de Karlín es el nuevo edificio administrativo Main Point Karlín, declarado en 2012 como el edificio oficial más sostenible del mundo. Esta curiosa construcción además cuenta con una terraza-jardín abierta durante todo el año, la cual ofrece unas impresionantes vistas del centro histórico de Praga.
Cafés, bistrós y restaurantes en Karlín
En el año 2002 el barrio quedó seriamente dañado por unas fuertes inundaciones. La recuperación se prolongó durante una año hasta que finalmente la vida volvió a la normalidad. Las inundaciones sirvieron de pretexto para la restauración de algunos de los impresionantes edificios de la zona, así como la construcción intensiva de viviendas nuevas, lo cual llevó a una proliferación de bares y restaurantes que actualmente son los must de ocio de Praga. No dejes de ir alrededor de la plaza Lyckovo Namesti.
Lo cierto es que el barrio ha sido invadido por nuevos negocios relacionados con la hostelería en los últimos años. Para que no os perdáis en la maraña de oferta os hemos hecho una breve selección:
El punto fuerte de este establecimiento es sin duda su café, el cual está muy bien preparado. El ambiente es acogedor. Allí podrás tomarte un respiro y aprovechar para actualizar tus redes. Si te entra hambre recomendamos el yogur con muesli y frutas.
Dicen que es la tienda de café más auténtica de Praga. Aquí además podrás degustar su excelente café. Eso sí, se llena muy rápido porque el espacio es minúsculo. Los cappuccinos y los expresos son de órdago.
Espacio que destaca por su interiorismo. Vale la pena venir a tomar un café o un té, o almorzar. Pero para comer o cenar mejor mirar otras posibilidades. Aceptan reservas. Es amplio, así que está indicado para grupos. Dispone de terraza.
Simplemente el mejor bar de vinos en la República Checa. Ofrece vinos biodinámicos del país así como de Eslovaquia, Austria y muchos otros países (sobretodo del centro de Europa). En Praga se ha puesto de moda como afterwork. También se puede comer y cenar.
Es un buen lugar para aproximarse a la cocina checa a base de carnes. La hamburguesa de ternera y el pollo asado se salen; son realmente platos sabrosos. Pero hay otros de interés, como la sopa de cebolla francesa o las patatas gratinadas.
La característica de este local es que dispones del grifo de cerveza en la misma mesa. Forma parte de una cadena de locales en toda la ciudad, pero la comida, típicamente checa, también es muy buena aquí.
Como en el resto del país, la cerveza aquí está cuidadosamente tratada. Además podrás disfrutar de una comida casera recién preparada. Son platos tradicionales checos hechos a base de ingredientes frescos y de proximidad.
El local destaca por su excelente servicio. A nivel de comida la carta es variada y exquisita. Probamos el humus y el pastel de zanahoria y nos encantó. Es un local más bien para tomar un bocado rápido, tipo sándwich. Ambiente confortable.
Local ideal para tener una aproximación gastronómica a los sabores locales –excelente la sopa de pollo y el goulash- y al interiorismo tradicional. Hay que tener en cuenta que en la planta baja todavía se permite fumar. La verdad es que nos resultó chocante. Buen precio.
Aquí cada noche hay música en directo. Es un buen sitio para ir después de cenar para tomar una copa o seguir degustando las diferentes cervezas de la región.
Karlín pues es un barrio excepcional de Praga. Con la reconstrucción del barrio se ha conseguido una mezcla equilibrada en la que hay cabida por igual para edificios administrativos y residenciales. Estamos ante un barrio en el que vive y se mueve mucha gente de gustos contrastados y profesiones variadas. ¿A qué esperas para descubrirlo? Consulta nuestros vuelos aquí.
Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de Czech Tourism, Commons Wikipedia