El Alentejo
A tan sólo una hora en coche de Lisboa, descubrimos una zona poco conocida en Portugal pero que, sin duda, merece la pena visitar. Un lugar para perderse unos días y disfrutar de unos parajes únicos. Este paraíso se ha convertido en un must para muchas celebreties. Aquí se refugian famosos tales como Valentino, Christian Louboutin o Sarah Ferguson, y hasta la mismísima reina Letizia se ha dejado ver por allí.
Alentejo significa “más allá del Tajo” en portugués, ya que fue la tierra conquistada más allá de este río durante la reconquista. Es una región preciosa plagada de infinitas llanuras, paradisiacas playas y mucho, mucho sol. Perfecta para huir del bullicio y disfrutar de su gastronomía y de sus gentes.
La ciudad más turística del Alentejo es Évora que presume de uno de los mejores y más cuidados patrimonios históricos, sin olvidar las numerosas e increíbles tiendas que tiene para comprar artesanía local. Si accedemos a esta región por España, a través de Badajoz, la primera ciudad que encontramos es Elvas, que también merece la pena ser visitada. Construida en la altura, conserva sus fortificaciones militares que recuerdan las antiguas guerras luso-españolas. Entre Elvas y Évora, podemos ver Évora Monte, un pueblecito minúsculo pero realmente encantador. Otras apuestas turísticas son Portalegre, Monsaraz y Marvão, así como las fascinantes Estremoz y Vila Viçosa. Es aquí donde hacemos un inciso para destacar una bodega de vino que realmente merece la pena visitar: Joao Portugal Ramos. Esta bodega, famosa a nivel europeo, posee una increíble variedad de vinos de una calidad exquisita y además puedes ver todo el proceso de producción del vino. Muy recomendable. No podemos olvidar el bajo Alentejo, al sur de Évora, donde es imprescindible visitar Beja, Serpa, Moura y la increíble villa de Mertola.
Uno de los alicientes para visitar esta hermosa región son sus playas que, en realidad, son una extensión de las del Algarve, aunque muchísimo más tranquilas. El Alentejo ofrece playas salvajes donde tomar el sol, practicar surf o simplemente perderse y olvidarse del mundo. Vila Nova de Milfontes, también conocida como “La Princesa del Alentejo”, es un destino del que no querrás salir: aguas cristalinas y montones de dunas para perderse conforman este paraíso.
DÓNDE DORMIR
Si vienes a la región del Alentejo, no puedes dejar escapar la oportunidad de dormir en una de las famosas Pousadas Portugusesas, destacamos la Pousada Flor da Rousa. Se encuentra ubicada en la preciosa villa de Nisa, famosa por su cerámica, su chanfaina y sus quesos, muy parecidos a los españoles. Pero además, tiene una ascendencia francesa muy curiosa. De hecho, se llama así por la Niza francesa. Este territorio fue donado en 1199, tras su reconquista, por el rey Sancho I a los templarios, que levantaron una fortaleza donde hoy día está Niza. Así, sus primeros pobladores fueron originarios de la Niza francesa y toda la cultura gala ronda en torno a esta encantadora villa. O si vienes desde Lisboa la Pousada da Nossa Senhora da Assunção en el pueblo de Arraiolos, la Pousada Convento dos Loios situada en la bella Évora o la Pousada Raínha Santa Isabel en Estremoz. Cualquiera de ellas te cautivará por su magia y además con precios muy económicos.
GASTRONOMÍA
La cocina del Alentejo no es complicada; todo lo contrario, es humilde, sencilla, pero contundente y deliciosa. Suelen alegrar sus platos con hierbas y aderezos de la tierra. Gran ejemplo de ello es la açorda alentejana: plato típico, hecho de tan solo agua, migas de pan duro, huevos, ajo, cilantro y aceite. ¡Una explosión de sabores que hará las delicias de todos!
En el Alentejo encontramos un pan excepcional, muy buen aceite y un cerdo para chuparse los dedos. En la cocina también se aprecia una herencia del pueblo árabe (que tanto tiempo pasó allí): migas que acompañan al cerdo adobado (migas à alentejana), guiso de cordero o las sopas de pan alentejanas. Y sin olvidar los excelentes pescados que sirven en los bares de pescadores más cercanos a las playas.
Entre los postres, destacamos, el Pan de Rala de Évora o la Sericaia con la Ciruela de Elvas o cualquiera de los dulces artesanales realizados por las monjas, tan típicos de esta región!Si te gusta la buena comida, el Alentejo portugués es tu sitio.
Sin duda es un planazo para disfrutar de unos días de descanso. A que esperas para reservar tu Vueling?
Texto: Tensi Sánchez www.actitudesmgz.com
Fotografía: Fernando Sanz
Descubriendo Tesalónica
Rezuma esa belleza de las ciudades que tienen algo de caótico (e incluso decadente). En Occidente pero mirando a Oriente. Alardeando de un pasado marcado por la influencia romana, bizantina y otomana pero cogiendo impulso moderno y contemporáneo.Tesalónica no goza de la popularidad de la capital, Atenas, ni de la tirada de las indudablemente preciosas islas griegas, pero sus calles esconden suficientes encantos como para coger el avión y plantarse a los pies de la Torre Blanca. Os descubrimos sus muchos, muchísimos, atractivos.
Es típico en todo el país pero para los habitantes de Tesalónica el café frappé es una religión. Les verás a todas horas y en todas partes, consumiendo poco a poco, a sorbos, esos enormes vasos bien cargados de esa especie de evolución del capuchino helado culminado por una generosa capa de espuma. Cafeterías, bares, restaurantes, heladerías… lo sirven en todo tipo de locales, pero el mejor de los mejores es el que preparan en Paradosiako, exquisita cafetería y heladería que encontraréis en la plaza Aristóteles, epicentro y corazón de la ciudad.
Tesalónica es una ciudad de iglesias. Iglesias maravillosas como la de San Panteleimon, la de Panagia Acheiropoietos o la de Agios Athanasios. Pero, indudablemente, el templo más icónico de la ciudad es la monumental Rotonda de Galerio. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1988 junto al Arco de Galerio (a poco más de 100 metros de distancia de Rotonda, otro de los monumentos a ver) es la iglesia más antigua de la ciudad, o como algunas voces apuntan, la más antigua del mundo.
En Grecia el deporte es cosa seria, y en Tesalónica no lo viven con menos intensidad. Volcán de pasiones, siempre es una experiencia acudir al acoquinado estadio de La Tumba y ver un partido de fútbol del PAOK. Si lo vuestro es el baloncesto, trasladaos hasta la Alexandreio Melathron, la bulliciosa cancha del histórico Aris de Salónica.
Colindante a la avenida de Aristóteles encontraréis el Ladadika, el antiguo mercado del aceite. A medio camino entre los mercados occidentales y los zocos árabes, en este enjambre de callejuelas, encontraréis todo tipo puestos y tiendas, de comida a ropa, de especias a utensilios. En su zona sur, casi tocando al mar, encontraréis algunos de los mejores y más contemporáneos restaurantes de la ciudad.
Paradigma de dieta mediterránea, la comida en Grecia es un orgasmo para las papilas gustativas. Disfrutando de una de las cocinas más reputadas del país, sería pecado acudir a Tesalónica y no zamparse exquisiteces típicas de la zona como xoriatiki salata, melitzanosalata, pastitsio, mousakás, youvetsi, bougiourtí, mydia saganaki… Por toda la ciudad hay restaurantes y tabernas recomendables, pero el Galerios (Apellou, 3) es uno de esos pequeños restaurantes familiares (su versión de nuestros “Casa Pepe”) en el que se come mucho y bien por muy poco.
El año 1917 Tesalónica sufrió un devastador incendio del que solo se salvó el Ano Poli, el barrio alta de la ciudad. Circunvalado por parte de las antiguas murallas bizantina y otomana, este rompecabezas de sinuosas calles empinadísimas y casas de planta baja y patios coloridos, goza de unas vistas privilegiadas sobre la parte baja de la ciudad. Podéis subir andando, pero gastaréis toda la suela de vuestros zapatos. Mejor ir con el 50, el autobús circular que recorre las zonas de interés cultural de Tesalónica.
Tesalónica es la capital cultura del Grecia, más cuando nos referimos al mundo del cine. El majestuoso cine Olympion, en la bella plaza Aristóteles, acoge el festival de cine de la ciudad, el más importante del país. A menos de cinco minutos, el viejo puerto, que, en parte, ha sido remodelado y destinado a actividades culturales. Una de sus viejas atarazanas ahora acoge el Museo del Cine de Tesalónica. El resto de antiguos astilleros remodelados albergan festivales como las ediciones locales de los barceloneses In-Edit (festival de cine documental del música) y OffsideFest (festival de cine documental de fútbol).
Símbolo de la ciudad, la Torre Blanca es ese monumento que posee toda ciudad que todo visitante, aunque no quiera, tiene que visitar. Utilizada tanto de fuerte como de prisión, la construcción que vemos actualmente fue erigida en época de dominio turco por Solimán el Magnífico, seguramente sobre las bases de otra más antigua medieval. La Torre Blanca puede servir como punto de partida de una caminata por los varios kilómetros del Nikis, el paseo marítimo que traza el perfil costero de la ciudad.
A unas tres horas de distancia de Tesalónica encontramos el Monte Athos. Montaña sagrada para los fieles de creencia ortodoxa erigida sobre una península rocosa al borde del mar Egeo, en ella se esconden una veintena de monasterios (entre los que figuras algunos de los más antiguos y remotos del planeta) refugio espiritual de alrededor de 1.500 monjes. Zona con autonomía propia, visitar el Monte Santo no es fácil. Las mujeres tiene prohibido el acceso, y entre los hombres las excursiones están limitadas a 200 griegos y 10 extranjeros por día.
Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS
Fotos de L'imaGiraphe, Tilemahos Efthimiadis, Stella Vardaki, Dmitry Artyukhov
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6 lugares mágicos en Tel Aviv
Tel Aviv es una ciudad que nunca duerme y nos ofrece una amalgama de oportunidades para disfrutar nuestra estancia allí. Cada barrio tiene sus encantos y en cada uno de ellos se puede vivir una experiencia única e inolvidable:
1.- Old Jaffa
El casco antiguo de la ciudad, Old Jaffa, presume de ser el barrio donde comienza la historia de Tel Aviv. Sus callejuelas y sus casas pintorescas de piedra te hacen sumergir en el antiguo Imperio Otomano. Esta parte de la ciudad se caracteriza por ser una de las más bulliciosas y reclamo principal por parte de turistas, atraídos por lo bohemio y el arte que desprenden sus gentes y sus rincones. El mercado de pulgas, Jaffa Flea Market, atesora todo tipo de antigüedades y curiosidades que no nos dejarán escapar con las manos vacías. Si nos queremos dejar conquistar por el estómago, dicen que Ali Karavan sirve uno de los mejores hummus del mundo. Su plato estrella es el hummus con frijoles y además los precios son muy asequibles. Otro restaurante de la zona a destacar es el Dr Shakshuka, donde se puede degustar la típica comida casera israelí de lo más variada y sabrosa.
2.- El Puerto de Tel Aviv
Si algo caracteriza a esta ciudad que nunca descansa es su puerto y sus playas bañadas por el extremo oriental del mar Mediterráneo. Tel Aviv ofrece unas vistas espectaculares y es imprescindible dar un paseo por todo el puerto, al que podemos llegar dejando atrás Old Jaffa. En el Puerto de Tel Aviv se pueden encontrar especialmente locales de cara al entretenimiento como clubs o coctelerías y una amplia gama de restaurantes para todos los públicos. En el mismo paseo marítimo se ubica La Galina, una mítica discoteca al aire libre cuyos asistentes son tanto turistas como lugareños. En ella suelen programar noches temáticas para todos los gustos. Los amantes del pescado y el marisco no pueden despedirse de Tel Aviv sin haber deleitado su paladar en el Manta Ray, marisquero número uno de Israel. Otra de sus especialidades es la crema de berenjena, la favorita por muchos de sus comensales. Es un sitio perfecto tanto para un brunch con amigos como para disfrutar de una cena romántica a la luz de la luna y al son de las olas.
3.- Centro de Tel Aviv
En el centro de Tel Avivse hallan las tiendas más sofisticadas de la ciudad, desde marcas conocidas mundialmente hasta lujosas firmas israelíes. Los puntos más emblemáticos de Tel Aviv son el gran centro comercial Dizengoff y el museo Bauhaus Center, en pleno corazón de la ciudad. Además, podremos elegir entre una gran variedad de restaurantes que presentan una gastronomía de calidad extrema. Nuestros preferidos son la heladería Vaniglia y The Dinning Hall, un restaurante multicultural que fusiona la cultura de Israel a través de los estilos culinarios sefardí, asquenazí, árabe y jebuseo, siempre con connotaciones mediterráneas y europeas. Éste último se sitúa en el Centro de Artes Escénicas, en el boulevard del rey Saúl.
4.- Florentin
Florentin es un barrio animado y aburguesado de Tel Aviv. Si antes era el refugio de la clase trabajadora, en esta última década se ha ido transformando y lo es de artistas, artesanos y gente interesante. Caminando por las calles florentinas es usual ver graffitis en las fachadas o puertas de las casas, los talleres y los establecimientos. Su mercado de especias Shuk Haaliyah se ha convertido en una parada obligatoria para todos los visitantes de la ciudad. Para ir a comer recomendamos el Hahultziym 3, un restaurante que nos hará soñar con su queso parmesano-reggiano, sus brochetas de carne, sus pitas de cerdo rustido y su challah o pan hebreo relleno.
5.- Rothschild
Es el barrio por excelencia para ir de shopping y curiosear un montón de tiendecitas de ropa autóctonas y vintage. El Boulevard Rothschild y la calle Shenkin disponen de boutiques con personalidad, idóneas para ir a la última. Los martes y los viernes, la calle Nahalat Binyamin se convierte en un escaparate de los diseñadores más vanguardistas de ropa, joyas, muebles y artesanía. Los más hedonistas se encuentran en el distrito preciso, ya que la discoteca más cool de Tel Aviv, Radio EPGBE, abre sus puertas frente al boulevard. El más puro ambiente underground y la música en directo nos harán gozar de la escena israelí. Se escuchará sonar indie, rock, electrónica y música independiente en general. Después de una noche de desenfreno podemos ir a recuperar fuerzas a Benedict, en el mismo boulevard, abierto 24 horas y especializado en los desayunos más completos y apetitosos que podemos imaginar.
6.- Neve Tzedek
El distrito de moda de Tel Aviv es precisamente Neve Tzedek, que entrelaza tradición y modernidad. Es uno de los más bellos y fue construido en 1887, como el primer barrio judío fuera de las paredes de Jaffa. Perderse entre sus calles es esencial en nuestro viaje para conocer verdaderamente la historia y la evolución de la ciudad blanca. La arquitectura sorprendente de este lugar nos maravillará y nos invitará a tomar fotografías sin cesar. Bohemios artistas y gente moderna ocupan sus calles y proliferan sus talleres y negocios en esta zona. The Monastery es un bar de copas abierto 24 horas, conocido por la variedad de cervezas de importación y de barril que dispone, situado en la calle Allenby. Su especialidad gastronómica son las salchichas y las hay de todo tipo. Buen lugar para conectar y entablar conversación con los clientes locales y con los demás turistas. Al lado de Neve Tzedek, el impresionante mercado Hacarmel se alza con sus puestos de virguerías y de alimentos para comerciar con sus asistentes pluriculturales.
Imagen de Boris Kuznetsov
Por Blanca Frontera
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Más allá de la Ruta Real
La ciudad de Varsovia se extiende en dos partes desiguales a ambos lados del río Vistula. Aunque la mayoría de las atracciones turísticas se encuentran en la ribera izquierda, en la llamada Ruta Real -el prestigioso paseo histórico en Varsovia Trakt Królewski – y las tiendas de moda de Nowy Świat. Pero más allá del Castillo Real, el Palacio Wilanow o la Tumba del Soldado Desconocido encontramos una ciudad moderna, con ganas de reinventarse.
Praga: el barrio bohemio de Varsovia
En el margen derecho del Vistula, nada más cruzar el histórico zoo, se encuentra el barrio de Praga, un lugar que ha sabido reinventarse como ningún otro en Varsovia y al que ahora acuden jóvenes y artistas a vivir, que han dinamizado la zona con galerías de arte y tiendas de artesanía. Su paredes, antes grises, lucen ahora murales y pinturas que le dan otro color.
Praga es ahora uno de los centros de cultura más activos de la ciudad y con la mayor oferta de ocio nocturno, más allá de las modas y tendencias convencionales. Un lugar en el que la creatividad surge del rincón más insospechado.
Acércate hasta hasta el número 14 de la calle Otwocka, donde se encuentra el centro artístico, gastronómico y de ocio Centrum Artystyczne Fabryka Trzciny; sin duda, uno de los lugares más efervescentes de la ciudad.
El pianista en Varsovia
El cineasta polaco Roman Polanski recreó a la perfección la ciudad ocupada por los alemanes en su película El pianista, que recrea las memorias del pianista Szpilman, encarnado por el actor Adrian Brody. Fue precisamente el barrio de Praga el elegido para el rodaje de algunas escenas debido a la abundancia de edificios originales de la época, que ambientan el aspecto de la ciudad en ese momento. Otras escenas se rodaron en los alrededores de la ciudad, como en la Academia militar de Varsovia, donde sucede la escena del Umschlagplatz, cuando la familia de Szpilman junto a otros judíos son metidos a golpes en un tren de mercancías que los llevará al campo de concentración.
Cerca de la parada de metro de Centrum se encuentra la zona en la que se localizó el Gueto durante la ocupación alemana y algunos escasos restos de los muro que constituían el límite del gueto de Varsovia, en las calles Sienna y Zlota.
Tras la pista de Chopin
Varsovia es la ciudad del compositor Frédéric Chopin, por lo que una divertida forma de descubrirla es seguir “la avenida de los bancos musicales” que indican los principales lugares relacionados con el genial músico; 15 bancos negros interactivos que fueron instalados en el 2010, coincidiendo con el 200 aniversario del nacimiento de Chopin.
Estos bancos te guiarán por los lugares más emblemáticos de su vida -como su vivienda en Varsovia en el Palacio Czapski o la Iglesia de la Santa Cruz donde se encuentra en una urna su corazón- y para facilitar la ruta, cuenta con un código QR que os llevarán directamente a una web audioguía en diversos idiomas. Además, los bancos tienen un botón que, al presionar, lanza fragmentos de algunas de sus composiciones.
El Cúmulo de Desperdicios
Gnojna Góra (Cúmulo de desperdicios) es el curioso nombre del principal mirador de la ciudad. Aquí se encontraba efectivamente, en la Edad Media y hasta la segunda mitad del siglo XVIII, el basurero municipal pero al expandirse la ciudad esta zona quedó demasiado céntrica para tal uso. Desde el mirador tienes las mejores vistas sobre el río, el barrio de Praga o la Catedral de san Miguel.
Descubre su gastronomía
Por supuesto! Una de la mejores y más agradables formas de conocer una ciudad es a partir de su gastronomía. Prueba el bigosz -el plato nacional de Polonia que se prepara con salchichas y col hervida-, los pierogy -las empanadillas cocidas tan habituales de la cocina polaca-, el varszcz -una sopa de remolacha muy presente en casi toda la gastronomía de Europa Oriental- y las diversas recetas a base de setas.
Imagen del Centrum Artystyczne Fabryka Trzciny
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